Hay muchos lugares en el mundo que son sinónimo de belleza y misterio, maravilla y fascinación y quizás para algunos, el lugar que servirá de escenario principal de la presente publicación catalogue en ese renglón. Para muchos este es un sitio embrujado que oculta muchos secretos, un espacio físico donde seres oscuros se vuelven dueños absolutos del lugar.
La Casa de los Tubos es una edificación icónica ubicada en la calle René Descartes 845, en la colonia Contry, La Escondida, en el municipio de Guadalupe de la avenida Revolución, en Monterrey, Nuevo León, uno de los treinta y un estados de México, y no solo es conocida por su arquitectura peculiar sino también por la leyenda en torno a ella. Su nombre se debe a su singular fachada original, que asemejaba a varios tubos verticales, todo con la intención de la facilidad de movimiento para la hija de su dueño.
La leyenda cuenta que un padre junto a su hija de diez años arribaron a Monterrey en 1975, se desconoce su procedencia o el paradero de la madre de la niña, pero se presume que la familia tuvo un accidente donde falleció la mujer y la niña quedó con secuelas de la trágica situación. La niña perdió la capacidad de caminar por lo que dependía de una silla de ruedas para moverse. Su padre, decidió construir una casa donde su hija pudiera moverse con libertad sin ayuda de alguien y así pues, contrató a un arquitecto para ello pero le entregó al sujeto una serie de dibujos de la niña ya que su pasatiempo era ese. La niña soñaba con vivir en una casa tubular y el padre tomó esa idea y la adaptó para que en vez de escaleras tuviera rampas y ella pudiera moverse sin ayuda alguna.
De ese modo, el arquitecto diseñó la casa con estructuras tubulares que tuvieran túneles pasadizos que alojaran rampas dentro, facilitando el movimiento de la niña. La construcción inició y docenas de albañiles fueron llamados para la tarea y ya para unos meses, se tenía la base principal de la estructura y al cabo de ese momento, eventos extraños comenzaron a suceder, supuestamente.
Según los testimonios, los albañiles eran quienes se quedaban hasta altas horas de la noche trabajando y comenzaron a quejarse de sonidos extraños y de la desaparición de varias herramientas. Se trató de solucionar la situación al poner más iluminación en algunos lugares y reemplazo de herramientas pero el problema continuó y los trabajadores se culpaban los unos a los otros. Así que cierto día, se planificó realizar una fiesta para mejorar la convivencia de los trabajadores, hubo alcohol de por medio en la celebración y todo parecía marchar normal hasta que, después de la fiesta, un trabajador llamado Alberto inexplicablemente cayó de lo más alto de la casa muriendo al instante por el resultado de la caída.
Dicen que su expresión era de horror, más allá del terror de la caída repentina, tenía los ojos terriblemente abiertos y las manos apretadas casi cerca de su cara, tal como si hubiera visto a un espanto horroroso. Días después, un segundo albañil cayó de una ventana de la construcción sin explicación alguna y antes de morir dijo "no quiere que estemos aquí". Ambos decesos alarmaron a los demás trabajadores y varios de ellos renunciaron por temor pero, pese a la situación, la construcción continuó.
Al estar más adelantado el avance de la casa, el padre llevó a su hija a la construcción para levantar su ánimo ya que la pérdida de su madre y la incapacidad de caminar, la había deprimido mucho los últimos meses. Dicen que la niña se encontraba dando un paseo por las rampas del lugar y una fuerza invisible sujetó la silla de ruedas y la llevó hasta el piso más alto de la casa. Los gritos de la niña alarmaron a todos y el padre rápidamente corrió por las rampas pero antes de llegar a ella, la misma fuerza invisible levantó a la niña por el aire y la lanzó desde esa gran altura. Comentan que primero cayó la niña al poco de unos minutos, la silla detrás de ella. El resultado del fatídico e inexplicable evento fue la muerte instantánea. A causa de ello, la construcción se detuvo por que ninguno de los trabajadores quiso regresar. Era la gota que derramó el vaso. El padre comenzó a pasar tiempo solo dentro de la casa, embriagándose y culpándose de todo, hasta que un día, no pudiendo más con el dolor, se quitó la vida en un rincón de la Casa de los Tubos a mediados del año 1977.
La serie de trágicos eventos hizo que la construcción permaneciera abandonada por los siguientes cuarenta años, donde rumores empezaron a surgir entre los vecinos, quienes atestiguaban escuchar lamentos provenientes de la casa y que aquellos que la volteaban a ver podían observar a la niña en silla de ruedas siguiéndoles con la mirada desde algún punto de la lúgubre edificación, aunque mayormente desde los ventanales incompletos del último piso, lugar de donde la niña fue arrojada al vacío.
Por mucho tiempo se mantuvo la leyenda, los testigos y experiencias dentro y cerca del lugar hasta que la compra del edificio por un nuevo dueño llamado Hugo Schiaffano en el año 2008, quien destinaria el lugar para su familia. En ese tiempo comenzaron las remodelaciones para continuar con la construcción y los residentes de la zona continuaban visitando la casa como parte de exploraciones urbanas. Algunos saltaban la reja y daban un paseo por el lugar para documentar la experiencia, mientras que otros eran conocidos por realizar oscuros rituales en el último piso de de la vivienda.
El arquitecto español Pedro Torrijos desmintió la leyenda, señalando que la crisis económica de 1977 fue la causa principal de la detención de la obra, mencionando además que a causa de esta el dueño original simplemente no pudo pagarla y regresó a su natal España. El proceso para obtener la propiedad tuvo inicios en el 2006, pero puesto a que contaba con problemas legales no se permitía invertir en la compra-venta de la casa, hasta que gracias a trámites con abogados, la propiedad pudo adquirirse en el 2008. Hugo Schiaffano comentó que adquirió la casa debido a que desde la infancia le gustaba la casa, al igual que a su esposa, por lo que tomaron esta decisión.
Para la compra de dicha edificación fue una travesía ya que Hugo nunca pudo dar con el dueño original, ya que si bien durante un largo tiempo hubo un cartel colgado en el que se anunciaba la venta de la propiedad, esta no se encontraba a la venta. Un conocido suyo que se dedica a bienes raíces, lo ayudó a ubicar a su propietario, oriundo de Tamaulipas, que no tenía ningún conocimiento de la propiedad ni de la leyenda que la rondaba, pues había sido adquirida gracias al saldo de una deuda, por lo que se entiende que no sabía nada del dueño original de la obra. Para los arquitectos involucrados fue un reto embellecer la residencia por dentro y fuera sin que la propiedad perdiera su estructura arquitectónica, está que la hizo famosa desde su construcción en la década de los 70.
Los arquitectos pensaron que con una casa cilíndrica en medio de la ciudad, el interior debía ser sofisticado y relajante para estar a la par con ese misticismo. La estructura se mantuvo casi igual, mientras que por el interior se tomaron tendencias más vanguardistas del minimalismo como lo son el mármol Travertino, la madera de encino y el color blanco, esto fue de agrado para la nueva familia, puesto que era algo que buscaban.
Pasó el tiempo y para el año 2016, se decidió demoler la casa pero detuvieron la idea para tomar dicho lugar y darle otra remodelación. Así pues, ganó el primer lugar en la categoría Architecture Single Residence México, en el certamen The International Property Awards.
Entre ese año y 2019 quedó a manos de un bufete de abogados y en la actualidad, cuenta con una alberca y un amplio jardín, el cual es rentado para eventos sociales.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario