El siguiente es un hecho curioso que, al día de hoy, continua siendo un caso sin resolver de los años 60's. Una situación que se torna extraña, tanto que ha generado mucha especulación en tiempos modernos y se ha prestado a las más diversas teorías para tratar de contestar las preguntas que surgen de ella. Todo ocurrió en Río de Janeiro, Brasil.
A mediados del año 1966, dos jóvenes que ejercían como técnicos electrónicos reparando televisores; Manoel Pereira da Cruz, de 32 años de edad y Miguel José Viana, de 34 años de edad, residentes del pueblo de Campos do Goytacazes en Brasil, se encontraban trabajando en un proyecto, pero no tenía relación directa con su oficio. El 17 de agosto del mismo año, ambos avisaron a sus familias que irían a comprar algunas piezas que necesitaban para arreglar unos televisores a Río de Janeiro. Ellos subieron a un autobús y viajaron unos 250 Kilómetros al sur oeste.
Tres días después, el 20 de agosto, un adolescente de nombre Jorge da Costa Alves se encontraba volando una cometa en el Morro do Vintem, una colina cercana a Río de Janeiro, cuando hizo un macabro descubrimiento. Allí, en la maleza, halló dos cuerpos sin vida semi enterrados. Eran Manoel y Miguel. Jorge asustado, corrió de inmediato a una estación de policía de Niteroi. Puesto que ya había caído la noche, los policías decidieron acudir al campestre sitio con las primeras luces de la mañana siguiente, cosa que hicieron ayudados por los bomberos. Cuando llegaron al lugar señalado, a unos trescientos metros de altura sobre el mar, los oficiales de policía descubrieron una serie de objetos cerca de los fallecidos que hizo del caso algo misterioso y sin explicación aparente.
Los cadáveres estaban tendidos en tierra sin ninguna señal de violencia, así como tampoco se encontró sangre en la escena, tenían al menos un par de días muertos. Estaban vestidos con sus trajes más elegantes de manera idéntica y unos impermeables, tenían también puestas una especie de máscaras hechas de plomo, que ellos mismos habían confeccionado en su taller, cubriéndoles los ojos. Junto a ellos se encontraba una libreta con dos anotaciones; la primera dice: 16:30 Estar en el lugar acordado. La segunda: 18:30 Tragar las cápsulas, después del efecto proteger los metales, esperar la señal para usar la máscara. Además de una botella de agua vacía y un paquete con dos toallas.
El uso de las máscaras de ojos, o más bien los lentes de plomo sugiere que Manoel y Miguel José esperaban algún tipo de radiación en su encuentro. Con las primeras investigaciones los policías averiguaron que la botella de agua había sido comprada en un bar en el pueblo cercano de Niteroi. Allí, la mesera que los había atendido mostró un vale con fecha del 17 de agosto con el que los hombres se habían comprometido a retornar el envase del agua.
Además declaró que Miguel parecía muy nervioso y miraba constantemente su reloj, lo cual explicaría el poder cumplir con las instrucciones apuntadas en la libreta. Y si firmaron un papel comprometiéndose a devolver el envase de agua es porque esperaban regresar del viaje a la colina. El agua la utilizaron muy probablemente para ingerir las cápsulas. Pero tanto los impermeables como las toallas permanecen como enigmas de la investigación.
No se encontró ninguna cápsula y la autopsia no pudo revelar ningún envenenamiento, no porque no lo hubiera, simplemente porque en un descuido y con la cantidad de trabajo de los forenses, los órganos fueron puestos en un lugar donde se descompusieron rápidamente, haciendo imposible poder hacer ningún examen toxicológico en ellos. La causa de la muerte fue indeterminada, no se pudo determinar si fue suicidio o asesinato.
De estas misteriosas muertes se han desprendido una gran cantidad de teorías, desde un asalto, que parece un poco exagerado porque a pesar de que no se les encontró dinero a ninguno de los dos hombres, no había muestras de violencia, ni forcejeo en el lugar. Para otros la muerte podría tener tintes de un suicidio ritual, donde los dos hombres buscaban viajar a otros planes dimensionales. Hay quienes dicen que Manoel y Miguel José intentaron viajar en el tiempo, que habían descubierto un agujero de gusano por el cual pasar y esperaban cierta radiación al cruzar. Lo que sigue siendo un misterio son las toallas. Pero todo parece indicar que ninguno de los dos pensaba en este viaje como un final.
También se dice que ambos hombres eran apasionados de los OVNIS y los extraterrestres, algo confirmado luego por el padre de Manoel. En la colina en que murieron, antes y después de lo ocurrido, se asegura que aparecen muchas luces misteriosas por las noches y en horas de la madrugada. Muchos piensas que se trata de platillos voladores en el lugar. Manoel y Miguel tuvieron un encuentro cercano del tercer tipo, por eso tenían los lentes de plomo, porque esperaban algún tipo de radiación proveniente de las naves extraterrestres. Esta teoría se refuerza ya que una de las pruebas de ello es que, a la fecha de hoy, el pasto no crece en el lugar de la colina en donde los cuerpos fueron encontrados. También existe la teoría de que la sustancia utilizada para detener la descomposición de los cuerpos contaminó de manera muy severa dicha área.
Cabe señalar que, al investigar más profundamente el hecho, los oficiales de policía decidieron recrear lo acontecido, tanto con ellos como en el lugar y, al realizar el informe completo, se revelo que una señora de nombre Gracinda Barbosa Coutinho iba manejando la noche del 17 en dirección a su casa en compañía de sus tres hijos. Yendo por la alameda Sao Buenaventura, en el barrio de Fonseca, su hija Denise, de siete años, le pidió que mirara el cielo sobre el Morro do Vintem y al hacerlo notó un objeto oval de color anaranjado, que brillaba por sí mismo. La mujer fue contactada y testifico que al ver dicho objeto, detuvo el auto y se bajó para observar mejor. Pudo ver que un rayo azul salía del objeto oval en dirección al morro y así se mantuvo durante unos cuatro minutos, pasados los cuales el objeto ascendió hasta perderse de vista.
Llegados a este punto, los policías decidieron agotar cualquier hipótesis, por descabellada que pareciera, antes de aventurarse por el camino del reporte del OVNI. De esa forma, investigaron toda posibilidad por improbable que fuera, examinaron la eventualidad de que las víctimas fueran contrabandistas, sectarios, espías y hasta homosexuales que ejecutaron un pacto suicida. Cuando arribaron a callejones sin salida en todo ello, prestaron atención a lo que parecía imposible. Los policías pudieron confirmar que los técnicos fallecidos, si bien no tenían diplomas avanzados, habían comprado equipamiento electrónico sofisticado y estaban realizando experimentos en el área de comunicaciones, especialmente intentando captar señales provenientes del espacio.
La muerte de los hombres, los objetos encontrados, la falta de crecimiento de pasto en el lugar y las presuntas pruebas que llevan al caso a relacionarse de lleno con los Ovnis es un gran misterio que, alimentado por las leyendas y teoría que aún se cuentan sobre el caso, hacen de todo una historia increíble y difícil de digerir para algunos.