ATENCIÓN: La presente publicación es la segunda de tres Especiales de Halloween. ¡Disfrútenlo!
Las imágenes valen más que mil palabras pero, al saber utilizarlas bien, las palabras valen más que mil palabras también. Este segundo especial de Halloweeen es una recopilación de 13 Historias Cortas de Terror, muy apropiada para la época. ¿Fantasía o realidad? Qué más da. La noche de Halloween acecha de nuevo y, con ella, revive la adrenalina de aquellos que necesitan ser estimulados con historias de terror que activen todos sus sentidos.
Historia 1: "Debes engañarlos", solía decir mi madre.
“Ellos algún día vendrán por ti, así como lo hicieron con tus hermanos menores”.
Yo apenas los había conocido, empezaban a caminar y desaparecían misteriosamente.
—Mamá, ¿dónde está mi hermanito?
—¡Shh!, silencio, ellos se los llevaron.
Era tanto mi pavor y el miedo a que ellos me llevasen que obedecía todo lo que decía mi madre sin chistar. Era tan cotidiano verla hablándole a la pared o suplicando a la ventana. Había noches donde me exigía que durmiera bajo mi cama o que esté horas encerrado en el clóset.
Por días me daba de comer solo arroz y otros tantos se iba de casa dejándome sólo manzanas para soportar el hambre.
Ponte esta máscara me dijo aquel día, así ellos no sabrán quién eres. Yo accedí, al rato escuché sus llantos acostumbrados.
”No se lo lleven, no se lo lleven, a él no.”
Yo me sentía protegido por la máscara así que me quedé inmóvil sabiendo que mi madre me estaba protegiendo.
Deje de escuchar su voz, me preocupé. Lentamente la busqué por toda la casa, hasta que la encontré tirada en el jardín con un cuchillo en sus manos, totalmente desangrada. La sirena de la ambulancia sonaba a lo lejos.
Con los años entendí que mi madre me protegía de ella misma. Debajo de ese jardín estaban enterrados los huesos de mis pequeños hermanos que no pudieron escapar de su esquizofrenia.
Historia 2: No se debe silvar en una casa despues de mediadoche.
Existe una leyenda que dice que después de las 12:00 AM no se recomienda silbar dentro de la casa. Dicen que los perros del infierno y de la oscuridad escuchan el sonido y logran acercarse a la persona que está silbando. Hay informes de personas que silban mientras se duchan en la madrugada, antes de dormir y pueden ver sombras y espectros parados en los rincones de la casa por la madrugada.
Si quieres probar, apaga las luces de toda la casa y silba por unos 30 segundos. Dicen que escucharás un chasquido y luego sentirás un aire caliente cada vez más cerca de ti. Son los perros del infierno oliendo tu aura.
Historia 3: Trágico pasado.
A los 12 años, fui testigo del trágico fallecimiento de mi madre cuando un hombre enmascarado le quitó la vida con varios golpes en la cabeza con un martillo. Pero eso no fue nada comparado con encontrar hoy, a mis 35 años, la misma máscara, manchada de sangre, en el sótano de la casa de mi padre.
Historia 4: Que no se apague la vela.
—Nunca dejes que se apague — me dijo mi abuela antes de morir—, te lo encargo, que siempre haya una vela encendida en esta casa.
Por medio año, llevé a cabo la inusual tarea de mantener y renovar la luz del altar. Acomodado en medio de la sala, el altar tenía cuadros, crucifijos y montones de figuritas puestas a lo largo y ancho de la mesa de madera; en el centro, ardía una veladora.
—¿Por qué no se puede quedar sin luz el altar?— le pregunté una noche a uno de mis tíos.
Tan serio como pensativo, mi tío se acercó a la veladora, extinguió la llama y me miró a los ojos mientras atravesaba un dedo sobre sus labios. Yo, guardé tanto silencio como pude, hasta que una fría y densa atmósfera envolvió el espacio alrededor. Enseguida, creció dentro de mi mente un sentimiento de nostalgia que apenas pude resistir.
A pesar de estar cerca el uno del otro, perdí de vista la silueta de mi tío. De la nada, surgieron tinieblas que entorpecieron mis sentidos. Sin vista, oído u olfato, intenté apartar con mis manos la lóbrega y palpable oscuridad.
—Porque aparecen sombras... — exclamó mi tío cuando una chispa iluminó la habitación—, ¡Por eso, hay que mantener siempre una luz encendida!
Apenas resucitó la veladora, un grupo de espectros se proyectó en las esquinas, resquicios y rincones de la habitación. Exorcizados por la claridad de la llama, desaparecieron sin dejar rastro. Falto de curiosidad por averiguar más de la cuenta, he intentado junto a mi familia, de siempre tener a la mano al menos un cerillo y una veladora para el altar.
—Las sombras aparecen en tiempos de dificultad — me dijo mi tío antes de marcharse a su habitación—, pero la veladora es un recordatorio constante de que existe luz y esperanza aunque a veces no podamos verlas.
Historia 5: ¿Qué ven aquellos que se ahorcan?
Cuando tenía 7 años mi tío se quitó la vida, era muy chico y no comprendía por qué esas personas lo hacían, me preguntaba qué tan grande era su tristeza para cometer un crimen contra sí mismos. Conforme iba creciendo veía en los periódicos fotografías de personas que se ahorcaban, todas ellas con una posición en particular, arrodillados, cabizbajos por la tensión de la soga y algunos con rasguños en el cuello.
No lo entendí hasta que un día otro de mis tíos habló de un amigo muy cercano, cuyo hermano se había suicidado ahorcándose, provocando que se hiciera las mismas preguntas que un día me hice; sentía una profunda tristeza por la pérdida de su amigo, que una tarde después de no encontrar respuestas decidió buscarlas, ¿cómo? Haría exactamente lo que su hermano hizo...
Comenzó afilando su machete, le sacó todo el que pudo y le dijo a su esposa:
-Ahorita voy a saber por qué se ahorca? cuando veas que me estoy muriendo y que ya no puedo más, agarras el machete y cortas la soga.
Su esposa no daba crédito a lo que oía, lo tachó de loco pues no pensó que realmente lo haría y salió de la habitación.
Esa noche, tomó la soga de su hamaca, la ató a su cuello, y se ahorcó, su esposa milagrosamente entró al cuarto justamente cuando él estaba por morirse, sin pensarlo fue por el machete e hizo lo que horas antes él le pidió, en cuanto lo hizo salió a pedir ayuda.
Tiempo después tomó valor para contarle a mi tío lo que vio, con un terror que le invadía la mirada.
Él dice, que segundos después de atarte la soga al cuello y proseguir, empiezas a sofocarte y te arrepientes de hacerlo pero llega el diablo con dos costales de oro, extremadamente pesados, uno en cada mano y se monta en tu cuello con un pie en cada hombro y comienza a saltar hasta que pierdes la consciencia.
Su esposa por su parte relató que al cortar la soga salió corriendo porque sintió que algo la perseguía como un perro rabioso.
Él, desde entonces piensa que la gente puede tomar la iniciativa de arrebatarse la vida, tener el valor de enrollarse la soga al cuello, pero cuando sienten que el aire ya no es suficiente es cuando posiblemente se arrepienten, en el desespero se rasguñan el cuello con el único fin de quitarse lo que lo obstruye y tal vez puedan desistir de la decisión, pero llega el diablo y termina con lo que empezaste; también dice que como ya vio lo que pasa, el maligno no tardará y vendrá por él.
Historia 6: Avería en la carretera.
Una familia, compuesta por dos pequeños y sus padres, viajaban por carretera cuando el automóvil se les averió. Los padres salieron a buscar ayuda y, para que los niños no se aburrieran, les dejaron con la radio encendida. Cayó la noche y los padres seguían sin volver cuando escucharon una inquietante noticia en la radio: un asesino muy peligroso se había escapado de un centro penitenciario y pedían que se extremaran las precauciones.
Las horas pasaban y los padres de los niños no regresaban. De pronto, empezaron a escuchar golpes sobre sus cabezas. "Poc, poc, poc". Los golpes, que parecían provenir de algo que golpeaba la parte de arriba del coche, eran cada vez más rápidos y más fuertes. "POC, POC, POC". Los niños, aterrados, no pudieron resistir más: abrieron la puerta y huyeron a toda prisa.
Solo el mayor de los niños se atrevió a girar la cabeza para mirar qué provocaba los golpes. No debería haberlo hecho: sobre el coche había un hombre de gran tamaño, que golpeaba la parte superior del vehículo con algo que tenía en las manos: eran las cabezas de sus padres.
Historia 7: La mano huesuda.
Una niña de siete años se había quedado con su abuela en su pequeña casa porque sus padres se habían ido al cine. Todo fue normal, cenaron y se rieron un rato charlando juntas. A las diez de la noche, la abuela se puso a hacer labores de costura y la niña se puso a ver la televisión, pero de repente a la abuela le entró una sed increíble y le dijo a su nieta si le podía traer un vaso de agua.
-Está oscuro -dijo la niña.
-No temas, sigue el pasillo, que justo al lado de la puerta del baño hay un interruptor.
La niña se decidió y al entrar al pasillo no veía nada porque estaba muy oscuro, por lo que se arrimó a una pared y fue palpando y tanteando a ciegas en busca de un interruptor. Al seguir andando y llegar al marco de la puerta del baño, se paró y siguió tanteando, y de repente notó como una mano huesuda intentaba arrastrarla a la oscuridad del baño. La niña logró apartarse y fue llorando con su abuela.
Desde entonces, la niña está en tratamiento psicológico.
¿Que pasó, si solo estaban ellas dos solas en casa?
Historia 8: No dejen llorar a sus bebés por las noches.
La abuela nos contaba historias que a lo largo de su vida iba acomulando, muchas de ellas como experiencias propias. Entre los muchos consejos que nos daba nos decía siempre con mucha seriedad:
Un bebé es lo más parecido a un alma pura, a un ángel encarnado, si estando embarazada oyes a tu bebé llorar desde el vientre, no se lo cuentes a nadie por qué ese pequeño viene con dones de sanación o de adivinación, si lo haces tú niño no desarrollará sus dones. Los bebés sobre todo los recién nacidos tienen un llanto especial, que puede ser escuchado más allá de este plano y esque su mollera aún no cierra y su llanto hace eco más allá de este mundo, por todo esto no dejen llorar a los bebés por las noches ya que pueden atraer seres y entes que atraídos por la pureza de su alma, se acerquen a él ya que todas esas malas energías se manifiestan por las noches, pueden atraer a las brujas que busquen chupar su energía vital, también podría atraer a los duendes que vendrán a llevarselo para jugar con él, puede atraer nahuales y hasta a la llorona.
Mientras tanto coloquen las tijeras abiertas bajo su almohada coloquen guirnaldas de ajos atrás de las puertas coloquen hilo rojo en su muñeca izquierda pero ante todo no los dejen llorar mucho tiempo en cuanto empiecen a llorar atiendanlos de inmediato, cargen y arrullen a sus bebes lo que necesite pero nunca, nunca dejen llorar a sus bebes por las noches.
Historia 9: Les juro que ese no es mi hijo...
Mi hijo se perdió hace 2 semanas y como toda madre preocupada por su pequeño, reporté el caso a las autoridades, estuve en las búsquedas policiales, pero no se encontró ni un solo rastro de él, muy triste me rendí y le pedí a los policías que hicieran lo mismo; es inútil les dije.
Pero ellos no se rindieron una semana después un par de oficiales aparecieron en la puerta de mi casa, tenían una sonrisa triunfante en sus rostros y enfrente de ellos se encontraba mi hijo, dijeron que lo habían encontrado caminando por el bosque a las afueras de la ciudad, su ropa estaba en un lamentable estado pero aparte de eso no se le miraba ni siquiera un rasguño en su cuerpo, lo dejaron conmigo y se fueron hacia su patrulla, para entonces dejarnos solos.
Ese no es mi hijo, se le ve como mi hijo, habla como el e incluso se comporta igual que mi hijo, pero se los juro, por favor créanme que cuando les digo que el NO es mi hijo, desde el día que llego no he tenido sueño y cuando empiezo a quedarme dormida, despierto con un escalofrío en todo el cuerpo lo he visto mirándome desde el marco de la puerta de mi habitación y justo cuando lo volteo a ver el desaparece, por favor tienen que creerme sea lo que sea ese no es mi hijo,
¿Por qué estoy tan segura?
Por que hace 2 semanas.. ¡¡Yo asesiné a mi hijo y lo enterré en el bosque.!!
Historia 10: El escalofrio.
Seguramente te haya pasado más de una vez, estás en tu casa haciendo cualquier cosa y de repente notas como un extraño escalofrió recorre tu espalda, o la mirada invisible de alguien observándote fijamente en la nuca. Te giras rápidamente pero tras de ti no hay nadie. Lo que no sabes es que ese ser está pegado a tu espalda y cuando tú giras él gira contigo por eso nunca puedes verle, posiblemente estará contigo un largo tiempo de tu vida, solo intenta portarte bien con él y no lo molestes.
Historia 11: Hablar dormida.
Mi marido me movió hasta que desperté. "Estás hablando dormida de nuevo". Estábamos en medio de la noche en nuestra habitación minúscula en un pequeño apartamento. Aturdida, y con el cuerpo hecho trizas… estaba muy cansada. "Lo siento", le dije, "Solo date la vuelta e intenta ignorarme". "No puedo", me respondió y extendió la mano para encender la luz en la mesita de noche junto a la cama, "Esta vez escuché que alguien te respondía".
Historia 12: "Hay sitio para uno más".
Un hombre llamado Joseph llegó de otro estado para formalizar una serie de negocios. Se hospedó en la gran casa que unos amigos poseían en las afueras de la ciudad. Esa noche pasaron un buen rato conversando y rememorando viejos tiempos. Pero cuando Joseph fue a la cama, comenzó a dar vueltas y no era capaz de dormir.
En un momento de la noche, oyó un coche llegar a la entrada de la casa. Se acercó a la ventana para ver quién podía arribar a una hora tan tardía. Bajo la luz de la luna vio un coche fúnebre de color negro lleno de gente. El conductor alzó la mirada hacia él. Cuando Joseph vio su extraño y espantoso rostro, se estremeció. El conductor le dijo: "Hay sitio para uno más". Entonces el conductor esperó uno o dos minutos, y se retiró.
Por la mañana, Joseph les contó a sus amigos lo que había pasado. "Estabas soñando", dijeron ellos. "Eso debe haber sido", repuso él, "Pero no parecía un sueño". Después del desayuno se marchó a la ciudad. Pasó el día en las oficinas de uno de los nuevos y altos edificios de la urbe.
A última hora de la tarde, él estaba esperando un ascensor que lo llevara de vuelta a la calle. Pero cuando se detuvo en su piso, este se encontraba muy lleno. Uno de los pasajeros lo miró y le dijo: "Hay sitio para uno más". Se trataba del conductor del coche fúnebre. "No, gracias", dijo Joseph. "Esperaré al siguiente".
Las puertas se cerraron y el ascensor empezó a bajar. Se oyeron voces y gritos, y un gran estruendo. El ascensor se había desplomado contra el fondo. Todas las personas que habían a bordo murieron.
Historia 13: La habitación de hotel.
Cierta vez un hombre estaba manejando de noche en la ruta, vio un hotel al costado del camino y decidió detenerse para descansar un poco. Llegó a la recepción, se registró y la recepcionista le dio la llave de su cuarto pero le advirtió: "En su piso hay una habitación que no tiene número, no mires por el cerrojo ni golpees la puerta".
El hombre llegó a su piso y cuando pasó por al lado de la puerta sin número, sintió un escalofrío. Entró a su habitación, cenó, miró la televisión y, de repente, tuvo mucha curiosidad por lo que había en esa habitación.
Salió de su cuarto, se acercó a la habitación misteriosa, miró por el cerrojo y vio que había una mujer vestida de blanco, pero que estaba de espaldas y todo el cuarto era rojo. Pegó un grito, se fue a su cuarto y no pudo dormir en toda la noche.
Al día siguiente, antes de irse, pasó a dejar las llaves por la recepción y no pudo evitar decirle a la recepcionista: "Miré por el cerrojo". "¿Y qué vio?" le dijo ella. "Vi a una mujer...". La recepcionista le respondió: "Te dije que no miraras, allí se murió una mujer en extrañas circunstancias y su fantasma vive en esa habitación hasta hoy. Todos los que miraron por el cerrojo aparecieron muertos a los pocos días".