Hay veces que la suerte puede estar de nuestro lado, hay veces que no. Ganar la loteria puede llegar a cambiar la vida, para mejor o para peor. Se pueden decir muchos casos en relación a ese tema del azar pero este en particular es el que trataremos el día de hoy. Dicen que el dinero no da la felicidad, a muchos si, es cuestión de perspectiva, pero en el caso de Tonda Dickerson, su vida se convirtió en un infierno.

Tonda era una mesera de unos veintitantos años, divorciada, que trabajaba en una cadena de restaurantes de comida rápida llamada Waffle House, en el condado de Grand Bay, en Alabama, y en el mes de marzo del año 1999, un cliente llamado Edward Seward le dio como propina un billete de lotería, y tres días después, resultó que era un ticket ganador de un acumulado de 10 millones de dólares, que en la actualidad, equivaldrían a unos 18 millones de euros con la inflación.

Sin embargo, los problemas comenzaron cuando los compañeros de trabajo de Tonda reclamaron su parte del premio, ya que solían compartir las propinas. La mesera, por su parte, se negó a dividir el premio y cuatro compañeras camareras llevaron a Tonda a los tribunales. Un tribunal de Alabama falló a favor de sus compañeras ya que, para aquel entonces, las autoridades determinaron que como no existía un contrato oficial, no había manera de hacer valer el trato oral acordado previamente. En consecuencia, un recurso presentado por Tonda al Tribunal Supremo del estado le dio la razón y ella terminó llevándose a casa todo el dinero, pero los problemas no terminaron ahí.

Posteriormente, Edward Seward la demandó alegando que Tonda y los empleados del restaurante le había prometido regalarle un camión nuevo si ganaba el premio, aunque un tribunal nuevamente favoreció a la mujer, desestimando la denuncia del hombre.

Pronto el caso se dio a conoce por los medios de comunicación locales y generó gran revuelvo y debate nacional sobre las acciones, ya que algunos opinaban que la mujer debío haber cumplido con su deber de dividir el premio, mientras que otros indicaron que el premio le pertenecía a ella pero que debía de pagar los impuestos por la ley. Ella había optado por recibir un pago anual de 375.000 dólares durante los próximos 30 años, en lugar de llevarse todo el dinero en un solo pago. De ese modo, Tonda se aseguraría que no malgastaría su dinero y podría vivir 30 años de manera tranquila.

Pero la situación se volvió aún más complicada cuando el exmarido de Tonda, un sujeto llamado Stacy Martin, la secuestró y la amenazó con una pistola calibre 22, llevándola a un embarcadero en el condado vecino de Jackson, Alabama. Sin embargo, Tonda reaccionó de manera ingeniosa y logró arrebatarle el arma a Martin, disparándole en el pecho y dejándolo herido. Martin fue llevado a urgencias y sorprendentemente no fue acusado de ningún cargo relacionado con el incidente. Tras la complicada serie de situaciónes que suscitó la vida de Tonda, poco a poco fue volviendo a la normalidad. Tras saldar las deudas de los impuestos pautados, la joven pudo conservar la mayor parte de sus ganancias, que finalmente compartió con su familia.

Tonda decidió, junto a varios miembros de su familia, a crear pequeñas corporaciones para reducir los impuestos por el premio ganado, eso llamó la atención de la oficina de la Internal Revenue Service (IRS o Servicio de Impuestos Internos), la cual puso una multa por esa practica, donde Tonda fue obligada a pagar por doce años, 1 millón de dólares de "impuestos por donaciones". Ya en el año 2021, Tonda Dickerson volvió a trabajar, esta vez en un cacino en el estado de Mississippi como crupier, dirigiendo juegos de mesa.
