El cineasta sueco Ingmar Bergman (1918-2007) dijo que "Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena", pero el escritor colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014) dijo que "El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad", ambos están en lo correcto según la perspectiva. Los años no pasan en vano. La vida adulta hasta la vejez trae consigo experiencia y un legado, en su mayoría. La soledad en la vejez es una posibilidad, pero también la compañía y una gran longevidad. Esta es la historia de una persona bastante conocida por sus años vivo en Tokio.
Sogen Kato (加藤 宗現 Katō Sōgen) nació el 22 de julio de 1899. Fue famoso en su nación por ser el hombre más anciano. En Tokio era muy reconocido y el Gobierno le otorgó el título por medio de un récord. Dicho título se mantuvo hasta julio del año 2010, cuando las autoridades municipales acudieron al domicilio de Kato en Adachi, Tokio, para honrar su logro de longevidad en el Día del Respeto a los Ancianos ya que el anciano tendría 111 años pero los familiares del hombre rechazaron el intento de los funcionarios, alegando varias razones; desde decir que estaba en un estado vegetal hasta decir que se convirtió en un Sokushinbutsu: un tipo de momia budista cuya práctica la realizan los monjes que cumplen con el ascetismo hasta el punto de morir y entran en la momificación mientras están vivos, en el cual su cuerpo físico alcanza la incorruptibilidad cadavérica.
Después de registrar el domicilio tras irrumpir en la casa y luego de las constantes negativas de los familiares, la policía y los funcionarios del distrito encontraron el cuerpo de Kato el miércoles 27 de julio de 2010. Encontrados en una habitación del primer piso, los restos momificados de Kato yacían en una cama en ropa interior y pijamas y estaban cubiertos con una manta. Los periódicos que se encontraron en la habitación como parte del acompañamiento del Día del Respeto a los Ancianos, se remontan a tres décadas del período Shōwa, lo que sugiere que la muerte de Kato pudo haber ocurrido alrededor de noviembre del año 1978, a la edad de 79 años. Un funcionario llamado Yutaka Muroi dijo: "Su familia debe haber sabido que había estado muerto todos estos años y actuó como si nada hubiera pasado. Es tan espeluznante."
Tras el descubrimiento del cuerpo de Kato, dos de sus familiares fueron arrestados en agosto de 2010 y posteriormente acusados de fraude. Los fiscales alegaron que Michiko Kato, de 81 años, hija de Kato, y Tokimi Kato, de 53 años, su nieta, recibieron fraudulentamente alrededor de ¥9.500.000 ($117.939) de dinero de pensión. Además, después de que la esposa de Kato muriera en el año 2004 a la edad de 101 años, se depositaron ¥9,450,000 ($117,318) de una pensión mutua de sobrevivientes en la cuenta bancaria de Kato entre octubre de 2004 y junio de 2010. Aproximadamente ¥6,050,000 ($75,108) fue retirado antes de que se descubriera su cuerpo. Kato probablemente recibió una prestación social para personas mayores desde que cumplió 70 años, que la familia también pudo haber utilizado en su beneficio. Los investigadores dijeron que la pareja defraudó a la Asociación Japonesa de Ayuda Mutua de Maestros de Escuelas Públicas, quienes transfirieron el dinero a la cuenta de Kato.
El día después de la visita, Tokimi Kato, la nieta de Kato, le contó a un conocido: "Mi abuelo se encerró en una habitación del primer piso de nuestra casa hace 32 años y no podíamos abrir la puerta desde afuera. Mi madre solo dijo: 'Déjalo'. allí', y lo dejaron como estaba. Creo que está muerto". Un funcionario había informado a la oficina de su distrito a principios de año sobre su preocupación por la seguridad de Kato. A pesar de haber indicado que el anciano se había convertido en un Sokushinbutsu, no pudo determinar la causa de la muerte de Kato al realizarle la autopsia. En noviembre de 2010, el Tribunal de Distrito de Tokio condenó a Tokimi Kato a dos años y medio de prisión por fraude, con suspensión de condena de cuatro años. El juez Hajime Shimada dijo: "La acusada cometió un delito malicioso con el motivo egoísta de asegurar ingresos para su familia. Sin embargo, devolvió los beneficios de la pensión y expresó remordimiento por el delito."
El descubrimiento del fraude de Kato llevó a una búsqueda de otros centenarios "desaparecidos" debido a la poca preservación de los documentos por parte de los funcionarios. Por lo acontecido con el Sogen Kato, los funcionarios de Tokio intentaron encontrar a la mujer más anciana de la ciudad, Fusa Furuya, de 113 años, que estaba registrada como viviendo con su hija. La hija de Furuya dijo que no había visto a su madre en más de 25 años. Las revelaciones sobre la desaparición de Furuya y la muerte de Kato provocaron una investigación a nivel nacional, que concluyó en un estudio que la policía no sabía si 234.354 personas de más de cien años seguían todavía vivas. Los funcionarios admitieron que la culpa de muchos de los casos fue un mantenimiento deficiente de los registros, hasta tal punto en el que un registro afirmaba que un hombre todavía estaba vivo a los 186 años.
Japón tiene el porcentaje más alto de personas mayores del mundo. En octubre de 2010, se encontró que el 23,1 % de la población tenía 65 años o más, y el 11,1 % tenía 75 años o más. Esto se debe en gran medida a una tasa de natalidad muy baja; en 2005, la tasa era de 1,25 bebés por cada mujer; para mantener estable la población, el número debía ser 2,1 %. Sin embargo, el problema del envejecimiento en el país se ha visto agravado por la falta de voluntad del gobierno para permitir la entrada de inmigrantes al país: los extranjeros representaban sólo el 1,2 % de la población total en 2005. Un informe del gobierno de 2006 indica que para 2050, 1 ⁄ 3 de la población pueden ser personas mayores.
El Dr. Aiba Miyoji, del Centro Médico Geriátrico Koto de Tokio, dijo que la noticia no le sorprendió ya que muchos ancianos japoneses morían solos e ignorados por sus familias. "Algunos pacientes vienen con sus familias, pero muchos están solos o vienen sólo con sus trabajadores sociales", dijo. "Esto sucede especialmente en Tokio. Cada vez hay más familias unipersonales". El Dr. Aiba añadió que una razón clave para las estadísticas es que la gente en Japón vive más que nunca. "Ese logro está imponiendo nuevas cargas a una sociedad donde un número cada vez menor de japoneses en edad de trabajar tiene que financiar los crecientes costos de atención médica y pensiones". El Dr. Aiba dijo que debido a que Tokio estaba tan lleno de gente, las familias no pueden permanecer en el mismo hogar. "Ya no hay suficiente espacio para que las familias vivan juntas", afirmó.
"Es un fenómeno humanizador: los japoneses son tradicionalmente vistos como personas sobrias y respetuosas de la ley, cuando en realidad son estafadores como el resto. "La historia de los centenarios desaparecidos es un espejo para la sociedad y refleja realidades que muchos en Japón no quieren aceptar".
Jeff Kingston
Director de Estudios Asiáticos en el campus japonés de la Universidad de Temple
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