La verdad siempre supera la ficción. Este blog es prueba de ello al albergar tantos ejemplos claros. Y este caso se suma a la lista al ser uno bastante llamativo que parece ser sacado de una película de drama y terror. Y no es todo, pareciera ser la inspiración para el contenido de un libro también pero resulta que este caso real comparte sorprendentemente una situación similar a un filme comercial conocido y un relato corto de un afamado escritor. Aquí sabrás la historia del Asesino del Espejo.
Candyman es una película de terror estadounidense-inglesa del año 1992, de una duración de 102 minutos, dirigida por Bernard Rose y producida por Steve Golin y el aclamado autor británico Clive Barker. Es protagonizada por Tony Todd, Virginia Madsen y Xander Berkeley. Rose adaptó el guion del fime basado en la reconocida historia corta llamada The Forbidden (Lo Prohibido) publicada originalmente en la antología The Inhuman Condition (La Condición Inhumana), del mismo Clive Barker, en 1976.
La cinta muestra a Helen Lyle (Virginia Madsen), una estudiante graduada de la Universidad de Chicago que investiga leyendas urbanas y escucha una historia local sobre un ser sobrenatural al que llaman Candyman. La leyenda dice que se puede invocar a Candyman diciendo su nombre cinco veces frente a un espejo, para lo cual Candyman aparecerá y asesinará al invocador con un gancho atorado en el muñón sangriento de su brazo derecho.
Para investigar más a fondo, Helen se dirige a Cabrini-Green, un proyecto de vivienda pública de la Autoridad de Vivienda de Chicago (CHA) ubicado en el Near North Side. El proyecto de vivienda social abarcaba Frances Cabrini Rowhouses, Frances Cabrini Extensions y William Green Homes, y en su apogeo albergaba a 15.000 personas, que vivían en edificios de apartamentos de altura media y alta, con un total de 3.607 unidades. Con los años, el crimen y la negligencia crearon condiciones de vida hostiles para muchos residentes, y se convirtió en una metonimia para la decadencia urbana en Estados Unidos.
Allí también escucha la historia de Ruthie Jean, una residente de Cabrini-Green, que dicen fue asesinada por Candyman. La investigación de Helen revela otros 25 asesinatos en la deprimida área en los últimos años, similares al de Ruthie. Helen se entera por el profesor Philip Purcell (Michael Culkin) que la leyenda de Candyman se originó desde la historia del hijo de un esclavo que prosperó después de desarrollar un sistema para producir zapatos en masa durante la Guerra Civil. El llamado joven Daniel Robitaille (Tony Todd) creció en una sociedad educada, se convirtió en un artista conocido y fue buscado por su talento para crear retratos. Después de enamorarse, convertir en su amante y dejar embarazada a una joven mujer blanca llamada Caroline Sullivan cuyo padre lo había contratado para que la pintara en el año 1890, el hombre fue atacado por una multitud contratados por el padre. Lo persiguieron por el bosque hasta atraparlo con el objetivo de torturarlo y asesinarlo. Comenzaron cortando su mano derecha con una sierra, luego lo untaron con miel robada de un colmenar, atrayendo abejas hambrientas que lo picaron hasta la muerte, terminando con su cadáver quemado en una improvisada pira y sus cenizas esparcidas por el área donde actualmente se encuentra Cabrini-Green.
Helen decide escribir una tesis sobre cómo los residentes de Cabrini-Green, mayoritariamente negros, usan la leyenda de Candyman para hacer frente a las dificultades de vivir allí. Mientras Helen explora un baño en decadencia, es atacada por un sujeto vestido como Candyman y un grupo de secuaces. Helen sobrevive al asalto, identificando y denunciando a su atacante ante la policía, quien resulta ser simplemente el líder de una pandilla que asumió el apodo y apariencia de Candyman para mejorar su "credibilidad callejera", por lo que la policía asume que es responsable de los numerosos asesinatos atribuidos al Candyman. En un estacionamiento, Helen se enfrenta al verdadero Candyman, quien explica que, al desenmascarar al pandillero, Helen ha desacreditado su leyenda y ahora debe "derramar sangre inocente" para volver a arraigarse en las creencias y miedos de los residentes para continuar su existencia.
Ahora bien, el nombre de una de las víctimas de Candyman es Ruthie Jean, nombre tomado de una persona real cuyo fallecimiento fue en el año 1987. El nombre completo de la mujer es Ruth "Ruthie" Mae Mccoy, nacida en Hughes, Arkansas, el 13 de enero de 1935. Ella fue una de nueve hijos y durante su niñez, ella y su familia, al igual que muchas familias sureñas de la época, se mudaron al sur de Chicago. Asistió a la escuela secundaria Phillips durante un breve período y a los veinte años comenzó a mostrar síntomas de enfermedad mental. Sin embargo, su familia no conocía la gravedad de su enfermedad, pero llegaron a afirmar que Ruthie hablaba sola a menudo y que era propensa a estallar de ira.
A los veintisiete años, Ruthie dio a luz a una niña llamada Vernita. Durante su infancia, Vernita tuvo que quedarse con familiares de vez en cuando, ya que Ruthie solía estar internada en una institución. Ruthie se sentía bien con la ayuda de su medicación, pero cuando no la tomaba, insultaba a los desconocidos, a lo que Vernita le respondía muy seguido: "Mamá, ¿por qué insultas a esta gente? No los conoces. Podrías salir lastimada".
Ruthie se mudó inicialmente al apartamento 1109 en 1140 West 13th Street en 1983 después de que su apartamento anterior en el vecindario de Humboldt Park se inundara. Fue prudente al mudarse a un apartamento de gran altura debido al miedo a los peligros a los que estaba acostumbrada esa zona en particular. Vivía en el piso once de una de las siete torres marrones de quince pisos en forma de Y llamadas Grace Abbott Homes. La zona estaba llena de delitos, ya fueran tiroteos o robos. Pidió mudarse al lado sur, cerca de su familia, pero cuando eso no funcionó, aceptó el apartamento del lado oeste. En 1986, dos personas entraron a través del espejo del baño de Ruthie y robaron en su apartamento. Ruthie lo denunció a la Autoridad de Vivienda de Chicago (CHA), pero nadie tomó ninguna medida. Ruthie empezó a recibir un ingreso suplementario de seguridad social y ahorró una parte para mudarse lejos de una zona tan violenta. El resto del dinero solía ir a parar a predicadores, pensando que con ello se asegurarían múltiples milagros.
La noche del 22 de abril de 1987, Ruthie Mae, de 52 años, llamó al 911 dos veces; una para informar que había sido amenazada por una extraña voz que provenía de su baño y la otra para indicar que alguien estaba entrando a su apartamento a través del espejo del baño. Dos de sus vecinos escucharon sus gritos pero ni ellos ni la policía, ni nadie acudió en su ayuda debido a los estigmas en torno a los problemas mentales que presentaba. Sin embargo, la voz que oía McCoy cuando rezaba frente al espejo de su baño no era producto de la paranoia que padecía, sino que se trataba del constante acoso que sufría por su futuro asesino.
Un miembro policial arribó hasta la zona, pero al llegar al apartamento de Ruthie y notar que nadie abrió la puerta, se marchó. Dos días después, Debra Lasley, una de las vecinas de Ruthie tuvo que volver a insistir a las autoridades para que constataran su estado, hasta que lograron ingresar a su vivienda, donde hallaron una terrible situación. Las pertenencias de McCoy habían sido robadas y solo se encontraban folletos religiosos esparcidos por el piso. Al ingresar a su dormitorio, encontraron a Ruthie en el piso boca abajo en medio de un charco de sangre, víctima de cuatro impactos de bala (una bala le atravesó el hombro izquierdo, otra le atravesó el muslo izquierdo. Una tercera entró por el lado derecho del abdomen, le atravesó el hígado y salió por el lado izquierdo del abdomen. La cuarta bala, la fatal, le atravesó el brazo derecho, entró en el pecho y le cortó la vena pulmonar). En el baño se descubrió un enorme hueco en el que debía estar el espejo. La mujer había sido asesinada por dos asesinos que habían entrado por el espejo del baño.
Al realizar una investigación al respecto por parte de las autoridades, se reveló que los edificios de apartamentos tenían un defecto de diseño peculiar: los espejos del baño estaban adosados a los de los apartamentos vecinos, separados solo por un angosto espacio de acceso. Dicho espacio permitía a los trabajadores de mantenimiento acceder a las tuberías y otros servicios, pero también se convirtió en una vulnerabilidad peligrosa. Los pandilleros de la zona aprovecharon estos reducidos espacios para meterse a los departamentos a robar.
Dos jóvenes fueron acusados de asesinato, allanamiento de morada, robo a mano armada, violencia armada y robo en una residencia: Edward Turner, de 18 años, y John Honduras, de 21 años. Algunos testigos afirmaron haberlos visto caminar por el complejo horas antes de su muerte. Sin embargo, los cargos fueron retirados en el año1990 debido a la falta de pruebas contra Turner y Honduras. La hija de Ruthie, Vernita, demandó a la Autoridad de Vivienda de Chicago (CHA) alegando que el edificio tenía un diseño defectuoso y un fácil acceso a los apartamentos.
Cabe destacar que asesino de la mujer no fue capturado y Ruthie McCoy no solo se convirtió en una víctima más, sino que también recibió indiferencia por parte de las autoridades y de sus vecinos a causa de los prejuicios por su condición mental. Su historia fue anexada a la mencionada película de Candyman de 1992, como parte de una víctima más del asesino del filme que viajaba a través de los espejos en los barrios residenciales de Chicago.
Y recientemente fallecio nuestro Candyman hace 2 semanas, RIP
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