domingo, 27 de marzo de 2022

Berlinah Wallace - Una mujer tóxica y enferma

Las relaciones sentimentales deben ser un refugio. Un espacio en donde tu pareja sea tu apoyo, tu mano amiga y ambos se protejan. Caminando juntos hacia adelante y avanzando en objetivos y metas en conjunto que les ayuden a crecer. El amor, el cariño, la fidelidad, la lealtad, el respeto y la comunicación son los pilares de una buena relación, entre otros. Pero... ¿Qué ocurre cuando una de las partes posee un temperamento posesivo, obsesivo y violento? Se convierte en una relación tóxica en la que la parte contraria siento sentimientos dedesdicha, tristeza y hasta muchas veces culpa. Nadie debería de tener relaciones así, no es sano. Aquí conocerás un caso así, en donde una mujer tóxica escaló con sus actos hasta un nivel tan descabellado y aberrante sin duda se convirtió en una persona polémica. Que esto sirva como ejemplo de que no solo las mujeres pueden tener una pareja maltrate, sino también los hombres, en menores casos, pero también pueden ser víctimas de abuso de pareja.

Berlinah Wallace es una mujer británica, estudiante de moda de cuarenta y ocho años que se había fijado en el joven ingeniero de construcción holandés Mark Van Dongen. Se habían conocido a inicios del año 2010 en un sitio de citas para personas seropositivas al virus de la inmunodeficiencia humana. Ambos lo eran.

A pesar de haber entre ambos diecinueve años de diferencia, se habían enamorado. No hay edad para el amor, es cierto, ni raza ni distancia, pero habría algo entre ellos que nos les permitiría estar juntos. Para ese momento, él tenía veinticuatro años y ella cuarenta y tres.

En sus cinco años de tensa relación, Mark llegó a amar profundamente a Berlinah, pero ella era celópata y excesivamente agresiva. En muchas oportunidades discutían sin razón de peso como cuando una chica de una cafetería lo había visto de forma pícara pero él ni se llegó a inmutar. Berlinah lo golpeaba con gran fuerza hasta dejarle marcas en su cuello y brazos, lo insultaba y manipulaba. La familia de Mark no estaba de acuerdo con esa malsana relación y, cuando el joven le dijo a su padre Kees van Dongen, que le tenía miedo a Berlinah después que le había arrojado agua hirviendo luego de una discusión. Había el llegado el momento de hablar de su salud mental y física, poniendo al fin punto final en la relación. Él le dijo a ella que estaba cansado de sus ataques y celos y que debía de cortar la relación ya que ella nunca cambiaria. Podrían ser amigos pero más allá de eso, no. Ella juró hacerle la vida imposible, Mark no imaginó que tan serio hablaba ella.

Por mucho tiempo, Mark tuvo una amiga llamada Violet Farquharson, de cuarenta y seis años, dos años menos que Berlinah, que lo aconsejaba y lo animaba cuando tenía problemas físicos de relación, siempre estuvo allí con él siendo su apoyo. A los pocos meses, comenzaron a salir e iniciaron una relación. Pero Berlinah no había desaparecido de la vida de Mark. Constantemente y cada día, lo amenazaba por mensajes de textos y redes sociales, manifestado que sino era de ella, no sería de nadie. Que ni se le ocurriera tener algo con alguna otra mujer porque el precio sería alto. Tal era el acoso que Mark tuvo que cambiar de domicilio. Luego tuvo que denunciarla a la policía por acoso y chantaje, diciendo que había hecho veintidós llamadas telefónicas a Violet y seguía amenazando con suicidarse.

La noche del 22 de septiembre del año 2015, en la próspera zona de Westbury Park en Bristol, apareció Mark una vez que se había despedido de su novia. En esa zona vivía Berlinah. El joven se aproximó a su casa con el fin de reiterarle que su relación de cinco años había terminado y que se mudaría con su nueva novia. Berlinah, en un intento desesperado por salvar "su relación", le suplicó que hablaran para dejar las cosas en buen término y recordar viejos momentos. Él aceptó porque ella le había dicho que solo así se detendría. Esa noche la pasaron juntos pero, alrededor de las 3:00 am, Berlinah se levantó cuidadosamente de la cama y buscó algo que había preparados unos días antes para vengarse: un frasco de ácido sulfúrico. Con cuidado, lo vació en un vaso de vidrio y se acercó a Mark que se encontraba semidesnudo en la cama, se subió a él y le gritó: "Si no puedo tenerte, nadie más podrá". El joven se despertó asustado y lo primero que observó fue como la desquiciada mujer le vaciaba ácido sulfúrico en la cara mientras escuchaba su risa maníaca.

Con la cara y el cuello ardiendo, el desdichado Mark se levantó como pudo gritando y tambaleándose por todos lados para salir de la casa en medio de la madrugada el 23 de septiembre. El joven caminaba erráticamente y pedía ayuda desesperadamente al vecino más cercano mientras se le derretía la cara, ya en ese punto su visión era prácticamente nula. Tocó el timbre de casa más próxima en múltiples oportunidades y casi de inmediato le abrieron la puerta. Dicha casa era de una médico pediatra llamada Nicole White, la cual dio su testimonio a la corte: "Duermo poco por mi profesión. Escuché al sujeto gritar y pedir ayuda. Me levanté de inmediato y miré por la ventana para ver lo que ocurría. Vi a ese hombre en ropa interior caminando hacia la puerta de mi casa y cubriéndose el rostro. Parecía tener barro en la cara. Al poner atención en su cara, parecía tener un color realmente extraño desde su cabeza hasta sus hombros. El timbre de mi puerta sonó varias veces y fue allí cuando supe que algo desesperado estaba ocurriendo. Me apuré para abrir la puerta y él cayó al piso. Parecía que estaba cubierto de una especie de barro arcilloso. Me costó un poco darme cuenta de que se trataba de su piel que se estaba derritiendo."

El vecindario entero se despertó por el escándalo y de inmediato se aproximaron. Los vecinos llamaron al 999 (el número de emergencia de Inglaterra) y acompañaron a Mark a una ducha en un edificio a la vuelta de la esquina en Ladysmith Road, llevándolo sin saberlo de regreso al apartamento de Berlinah. El pobre hombre se angustió y repetía "Ella vive allí... Ella vive allí...". Mark tenía heridas terribles y su apariencia no era ni remotamente la que una vez tenía y entre el dolor y el desespero dijo: "Ella está aquí. Ella debe de pagar."

Los paramédicos llegaron y uno de ellos llamado Dean Carter indicó: "No podía ver y en cierto momento me preguntó si aún tenía párpados.", dijo Carter. Los paramédicos habían encontrado a Mark con quemaduras químicas en la cara, el abdomen, el pecho y los muslos. Pronto, la joven víctima comenzó a echar espuma por la boca que parecía pintura de color gris, además de que sus ojos se habían vuelto grises. Esto último también lo agrego uno de los primeros policías en llegar a la escena, Thomas Green, el cual agregó que "los iris esencialmente se habían disuelto". Estando en la ambulancia, Mark gritaba de dolor mientras le administraban gas y aire y señalaba un tatuaje en su estómago que decía "Berlinah". Le pregunto al oficial si Violet se encontraba sana y salva ya que podría sufrir el mismo destino que él.

Mark fue llevado de emergencia a una sala de descontaminación en el Hospital Southmead de Bristol, donde la doctora Rachel Oaten lo atendió. Ella narró que cuando el hombre vio su reflejo en el espejo, lanzó un alarido ensordecedor. "Pedía a gritos que lo mataran. Que si su rostro quedaría así no quería vivir más.", relató Oaten. Prontamente los detectives llegaron al lugar y pacientemente le preguntaron quién lo atacó, Mark alcanzó a decir con total claridad: "Berlinah Wallace..."

Horas después del ataque, la mujer fue detenida en su casa por la policía. Ella se encontraba en su sofá, estática y calmada. El oficial Mathew Griffin comenzó a interrogarla y en un intento de defenderse, culpó a su exnovio de lo ocurrido. Uno de los vecinos de Wallace llamado Thomas Sweet testificó y ayudó a encontrar a Berlinah, el cual tenía en sus manos un palo de golf ya que temía por su vida por los horrorosos gritos: "Parecía una peleas de zorros. Me asusté al escuchar el sonido y quería defenderme."

La policía tardó diez días en localizar a la familia de Mark en Bélgica, por lo que durante ese lapso de tiempo estuvo solo en cuidados intensivos. Cuando su hermano Bartje van Dongen finalmente llegó al hospital, no reconoció a Mark.El joven pasó  dos meses en cuidados intensivos antes de ser trasladado a la unidad de quemados de Southmead y durante ese tiempo sufrió intensos dolores, infecciones torácicas sépticas recurrentes, terrores nocturnos y trastorno de estrés postraumático. La picazón de las cicatrices lo enloquecían y su padre Kees se sentaba a su lado, casi por veinte horas para hablarle, acompañarlo y rascar sus brazos. Cada fin de semana, Kees van Dongen hacía el viaje de mil doscientos ochenta y ocho kilómetros por carretera desde Bélgica para estar al lado de la cama de su hijo, durmiendo en su camioneta en el estacionamiento del hospital, a veces con temperaturas bajo cero. Finalmente, su matrimonio con la madrastra de Mark se terminó debido a la tensión, falta de tiempo y ahora en bancarrota.

Los testimonios de la mujer eran contradictorios, tanto en los interrogatorios como en la corte así que terminaron por incriminarla. Mientras el juicio eran llevado a cabo, Mark Mark agonizaba, sin poder moverse y con el cuerpo carcomido por los efectos del ácido.

Lamentablemente el daño ocasionado iba más allá del rostro de Mark. El joven quedó paralizado del cuello para abajo, una de sus piernas tuvo que ser amputada, quedó medio sordo, sin la visión de uno de sus ojos y pasó cuatro meses en coma. Cuando finalmente pudo despertar, el único que podía mover Mark era su lengua, y con dificultad hablaba.

Sus pulmones habían sido afectados por el ácido por lo que debieron operarlo para ayudarlo a respirar, pero dicha cirugía lo dejó mudo. Tenía el ochenta y tres porciento de su cuerpo quemado.

Mark se sentía deplorable y no aguantaba su nueva existencia. Un amigo de la familia ayudó a pagar el traslado de Mark al hospital en Overpelt, en Bélgica, para que su padre pudiera estar con él todos los días. Una vez en Bélgica, Mark pidió la misericordia de los médicos para darle fin a su sufrimiento. Un mes después, tres médicos dictaminaron que su "insoportable sufrimiento físico y psicológico" significaba que era elegible. El 2 de enero de 2017 se le practicó la eutanasia, que es legal en ese país, insertándosele un catéter en su corazón para permitir la administración de los medicamentos que detendrían su sufrimiento. Tenía veintinueve años y catorce meses después de pasar su última noche con Berlinah Wallace.

Por su parte, la enferma mujer mintió en la corte indicando que todo había sido culpa de Mark al señalar que él había llevado el ácido corrosivo para ella, que ella lo había bañado con lo que ella creía que era agua, que el ácido el mismo lo había colocado en un vaso de vidrio y pensaba dárselo a ella junto a unas pastillas y demás testimonios contradictorios.

Las investigaciones dieron con la verdad del asunto: la mujer había realizado más de ochenta búsquedas sobre ácido sulfúrico en internet durante los días posteriores a su ruptura con Mark, y terminó comprando una botella en Amazon. Berlinah Wallace fue hallada culpable y sentenciada a prisión de por vida por el delito de lanzar una sustancia corrosiva intencionalmente. No obstante, fue declarada inocente del cargo de asesinato.

Ahora, todos los días, la médico pediatra Nicole White recuerda lo sucedido y observa detenidamente el timbre de su puerta, el cual se encuentra ahora marcado por la corrosión, desde el momento en el que Mark Van Dongen lo tocaba desesperadamente pidiendo auxilio mientras el ácido se clavaba en el metal y al mismo tiempo derretía la piel de su rostro.

Lo que le hizo Berlinah Wallace a Mark Van Dongen es un acto de maldad pura. El pobre hombre prefirió la muerte a continuar su vida en ese estado mientras ella mentía a las autoridades sobre lo ocurrido. Y todo eso fue por celos.

2 comentarios:

  1. Sigo sim entender a ese tipo de personas, nadie le pertenece a nadie, si una relación termino para que seguir allí, si existe algo más bonito como la amistad? Definitivamente las personas son cada día menos amorosas,el amar es querer el bienestar de esa otra persona aunque no sea contigo! Un abrazo fuerte amigo, buen artículo aunque da más miedo de todo jejeje bendiciones

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    1. Saludos Lely. Lamentable acción provocada hacia el joven, sin duda alguna. Se ve mucho que es lo terrible. Las relaciones tóxicas tienden a ocasionar diferentes situaciones que atentan contra los involucrados. El resultado final puede ser el feminicido o el androcidio, que es el caso contrario.

      Tristemente no todos piensan de manera similar a ti. Si la relación termina en buenos terminos, una amistad de por medio sería lo ideal. Pero bueno, cada cabeza es un mundo. Saludos y bendiciones.

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