El mundo nunca deja de sorprendernos, y son esas situaciones extrañas que superan la ficción lo que hace fascinante cada día, en donde se aprende algo nuevo. En esta caso, Lydia Fairchild, una mujer estadounidense que tiene un caso verdaderamente curioso y digno de conocer.
En el año 2002, Lydia, de 26 años, se encontraba divorciada y embarazada de su tercer hijo. En ese punto, solicitó ayuda financiera de su ex marido, Jamie Townsend. La corte del estado de Washington exigió una prueba de ADN para demostrar que Townsend era el padre para así cumplirse la aplicación de la manutención. Los resultados arrojaron que Townsend era el padre, pero que ella no era la madre. Se realizaron pruebas de ADN en los otros hijos, y ninguno correspondía al de Fairchild.
La mujer fue acusada de fraude, por reclamo de beneficios para hijos de otras personas o participando en una estafa de subrogación, poniéndose en duda los registros de nacimientos de sus hijos. La fiscalía pidió que se le quitara la custodia de los hijos. La mantuvieron en vigilancia hasta que llegó el momento de que ella diera a luz a su tercer hijo, en donde el juez ordenó que hubiera un testigo que estuviera presente y extrajera luego muestras de sangre de ella y del bebé a pocos segundos del nacimiento. Dos semanas después, las pruebas de ADN indicaban que ella tampoco era la madre del recién nacido. ¿Como era posible?
El caso avanzó cuando un abogado de la acusada mencionó a una mujer de 52 años llamada Karen Keegan, una mujer de Boston que tiene una condición llamada Quimerismo, término derivado de la criatura mitológica griega que significaba que era una mutación de más de un animal que tenía cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de dragón, sugiriendo que Lydia pudiera tener el mismo caso.
Dicha condición ocurre cuando, durante la gestación de la persona, una melliza se fusiona con el propio cuerpo, por lo que de adulta algunos óvulos traen un genoma distinto al del resto de su cuerpo. Dicha sugerencia surgió por un artículo publicado en el New England Journal of Medicine, realizado por Alan Tindell en al año 1999.
Tomando en cuenta la sugerencia, la corte ordenó tomar muestras de ADN a los demás miembros de la familia. Sorprendentemente, el ADN de los tres niños coincidía con el de su abuela materna. También encontraron que, aunque el ADN en la piel y el cabello de Fairchild no coincidía con el de sus hijos, el ADN de una prueba de frotis cervical sí coincidía. Fairchild llevaba dos conjuntos diferentes de ADN, la característica definitoria del Quimerismo.
Biológicamente hablando, Lydia era más de una persona, Lydia era ella y su propia gemela, la cual era la "madre" de sus hijos. Según el doctor Sam Kean, un gemelo absorbiendo completamente a otro en el útero, como probablemente sucedió con Keegan y Fairchild, es algo raro, muy raro. Pero cada vez más común, ya que la fertilización in vitro aumenta la probabilidad de gemelos y, por lo tanto, también el Quimerismo. Por cierto, a Fairchild le devolvieron la custodia de sus hijos.
"La quimera de un par de gemelos se puede transformar en un hermafrodita; si los gemelos fueran del mismo sexo, el niño podrían presentar manchas en la piel y ojos de colores diferentes, pero fuera de eso probablemente tenga una apariencia normal. A falta de un examen de ADN completo, la persona probablemente nunca lo sepa.", explicó Kean en Psychology Today.
Otro caso similar surgió en el año 2015, cuando un hombre estadounidense, cuya identidad está protegida, descubrió por casualidad que el que pensaba que era su hijo era, en realidad, su sobrino, algo que parecía imposible ya que el hombre no tenía ningún hermano. Varias pruebas confirmaron que el ADN de su saliva era distinto del hallado en el semen. Un test posterior más amplio, de análisis genealógico, determinó que el padre era en realidad, genéticamente, tío del niño.
Insolito caso el de esta mujer
ResponderBorrarConcuerdo totalmente contigo amigo Jorge, una condición derivada de la mutación que vale la pena conocer ya que a simple vista causa interés de inmediato. Muchas gracias por comentar. ¡Saludos!
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