lunes, 24 de diciembre de 2018

Las cabezas de piedra de Hexham

El hallazgo de un par de rocas esféricas, sobre las que se había tallado facciones humanas, enterradas en un jardín de una residencia privada no parecía nada extraordinario. Sin embargo, esto se vio trascendido por una presencia invisible que aterrorizó a los vecinos y desató una auténtica pesadilla en la localidad inglesa de Hexham, se trataba, sin duda, de una maldición.


En febrero del año 1972, el joven Colin Robson, de 15 años, se encontraba dando mantenimiento al jardín de la residencia familiar en Hexham, una ciudad al noreste de Inglaterra a unos 30 kilómetros de la populosa Newcastle. Mientras removía la tierra en torno al tronco de los árboles, la pala chocó con lo que parecía ser una roca enterrada. El muchacho avisó a su abuelo y éste le aconsejó que la sacara ya que podría limitar el desarrollo de las raíces en la planta. Tras retirarla del suelo y remover la tierra pegada, encontró que en la roca esférica de 6 centímetros se había tallado una cabeza humana.


De inmediato, Colin llamó a su abuelo que fuera testigo del hecho. Poco después, encontraron una segunda pieza del mismo tamaño y con las mismas características. Estas rocas, parecían haber estado entre la tierra durante muchos años. En la primera roca que se encontró, se tallaron las facciones esqueléticas de un humano, sugiriendo que se trataba de una figura masculina para todo aquel que la veía, rápidamente la apodaron "el chico". Los fragmentos brillantes de cristal de cuarzo contrastaban contra un fondo verde grisáceo. Los ojos eran profundos y muy redondeados, la nariz puntiaguda y la boca extremadamente amplia. También se habían esculpido franjas como cabellos que iban desde la frente hasta la parte trasera de la cabeza.


La segunda cabeza, apodada "la chica", tenía los ojos pequeños, pómulos reducidos, labios gruesos y rastros de pigmento verde y amarillo sobre el cabello. Cabe resaltar que las rocas era singularmente más pesadas que una piedra cualquiera. Pesaban más que un fragmento de concreto del mismo tamaño.

La cabezas fueron perfectamente limpiadas por Colin y Leslie, para después ser depositadas en un armario dentro de la residencia familiar para que todos, tanto la familia como los vecinos, pudieran apreciarlas. Aunque nadie sabía su origen, se trataba de un descubrimiento arqueológico significativo y empezaron a surgir rumores de que provenían de la época del imperio romano, o incluso de mucho antes. A partir de este punto, las cocas comenzaron a tornarse extrañas.

Todos los miembros en la residencia familiar percibieron un cambio en el ambiente del lugar. Era una sensación indescriptible de perturbación, como si algo muy malo estuviera sucediendo o fuera a suceder pronto. Muchos objetos se movían solos y se caían con gran fuerza al piso. Los estantes parecían rechazar todo lo que se les ponía encima, como libros, porta-retratos y floreros. Un cable telefónico fue arrancado de la pared y una cerradura se partió en dos después que la puerta fuera azotada con fuerza. Los cuadros se torcían y las paredes se agrietaban. Todo era inexplicable y paranormal.

Una noche. todos en la residencia se despertaron con temor por el sonido de un cristal estrellándose, sin motivo aparente la ventana de la sala simplemente había explotado lanzando astillas de vidrio por todo el lugar. Pero sin duda, una de las cosas más extrañas fue el hecho de que en el lugar en donde fueron encontradas las rocas, había comenzado a crecer toda clase de hierba dañina y hiedras con espinas. Plagas de insectos comenzaron a devastar el jardín y un desagradable hedor se volvió constante, un aroma a orina de animal salvaje que impregnaba todos los rincones de lugar.

Nelly Dodd, una vecina que habitaba en la parte posterior del terreno, tuvo un encuentro con una fuerza desconocida, y esta relató esta historia: "Colocaba la ropa a secar en los tendederos de mi patio cuando escuché el grito de Brian, mi hijo menor que en ese momento tenía 10 años. Rápidamente fui a ver lo que sucedía y lo encontré llorando desesperadamente. Le pregunté que había sucedido y me dijo que algo lo había lastimado. Le dije que me mostrara el lugar donde le dolía y empezó a gritar nuevamente como si fuera víctima de un ataque". Manifestó.

"Me asusté tanto que intenté detenerlo y fue cuando noté las marcas rojas que estaban bajo su camisa. Cuando levanté la prenda distinguí unas marcas circulares en su estómago y espalda, como las mordidas de un animal salvaje. Quedé aterrada y corrí al interior de la casa. Llevé a Brian al médico donde me dijeron que las heridas parecían mordidas de perro. Cuando regresé a casa, encontré que había marcas de arañazos y por lo menos una mordida en mis piernas. Recordé que cuando corría con Brian en el pecho, sentí que algo subía por mis piernas, pero no había notado que tenía heridas".  Continuo Nelly.


Esta fue la primera vez en que la familia Dodd experimentó un incidente de esta naturaleza, y desgraciadamente no sería la última. Días después del ataque a Brian, Nelly limpiaba su jardín cuando percibió el característico hedor desagradable. De repente, sintió una presencia invisible que la derribó con gran fuerza al suelo, se deslizó por su pecho y le impidió ponerse de pie.

"Parecía ser un perro enorme o una oveja, a pesar de ser invisible, pude sentir el pelaje crespo de aquella cosa. Tenía un hedor nauseabundo y un aliento caliente"., relató Nelly a un periódico local. "Cuando logré ponerme de pie, corrí al interior de la casa y aseguré la puerta. Escuché el sonido de aquella cosa golpeándose en repetidas ocasiones contra la madera. Temía que pudiera derribarla si seguía a ese ritmo". Aseguró la mujer. 


En el hogar de los Dodd acontecimientos perturbadores siguieron sucediendo, mientras que el epicentro de las actividades se mantuvo en la residencia familiar. En una ocasión, la familia se despertó por el sonido de un gruñido escandaloso que parecía originarse en la sala. Cuando fueron a ver lo que sucedía, se encontraron con un sofá totalmente destrozado, con el tejido totalmente desgarrado. Helen Robson, la madre de Colin, días después fue víctima de un ataque realizado por el ser invisible. Relató que algo la persiguió e intentó tirarla al suelo en dos oportunidades.

"Parecía un perro grande y peludo que avanzaba entre mis piernas e intentaba derribarme. Sentí en un momento que algo se había aferrado a mi tobillo, era una mano humana que tiró de mi pie de forma violenta. Logré escapar y algunos transeúntes que pasaban por ahí me auxiliaron. La mano dejó heridas que un enfermero sugirió habían sido realizadas por uñas muy afiladas". Indicó Helen.


Los Robson y los Dodd asumieron que estos acontecimientos paranormales estaban relacionados con el hallazgo de las cabezas, pues iniciaron precisamente después que fueron retiradas del jardín. Algo, una presencia invisible, salvaje y violenta los acechaba a todos.

Colin y su hermana Leslie, regresaban unos días después de la escuela y encontraron la puerta principal de la residencia abuerta completamente. Se acercaron con cuidado para ver que había ocurrido y lo que observaron los llenó de horror. Se dieron cuenta que en medio de la sala, se encontraba echado un ser repugnante, peludo y baboso mordiendo una parte destruida de un mueble. Al notar la presencia de los jóvenes, la bestia corrió con rapidez salvaje tras de ellos hasta el exterior de la casa. Ambos lograron escapar desesperados y llamaron a los vecinos. La atención en el sitio no se hizo notar y un grupo de vecinos entró al interior de la casa, pero no encontraron nada, solamente el fuerte hedor del animal que perturbaba el olfato de los presentes.

Colin describió aquella cosa como un "ser mitad hombre y mitad perro, con características de carnero. Tenía un pelaje crespo oscuro y se desplazaba de forma errática sobre las dos patas traseras". Esta última experiencia de terror subió de escala en que los miembros dieron el ultimatum. Completamente aterrada, la familia Robson decidió pedir ayuda a un grupo de profesores de la Universidad de Newcastle, que decidieron recibir las cabezas con gusto para investigarlas. También convocaron a un sacerdote para que bendijera y purgara el sitio de cualquier presencia demoníaca que pudiera estar perturbando sus vidas. Para tranquilidad de la familia y sus vecinos, los eventos sobrenaturales cesaron completamente en el vecindario.

El terror simplemente cambio de dirección. La Dra. Ann Ross, una respetada investigadora especializada en el folclore celta, recibió las cabezas. La Dra. Ross solicitó autorización a la Universidad de Newcastle para trasladar las piezas a su residencia con la intención de analizarlas para determinar su origen y significado. En el año 1973, la Dra. Ross publicó un artículo en la revista "Folclore, Myths and Legends", donde afirmaba que las rocas habían sido talladas hacía por lo menos 1800 años, según un análisis científico que se realizó para determinar la edad precisa de estas, y formaban parte de rituales complejos de hechicería celta.


Para los celtas, la cabeza humana representaba una fuente suprema de poder espiritual. Empleaban representaciones de cabezas o cráneos humanos como guardianes espirituales o piezas centrales en diversos rituales. Tenían la creencia de que sus dioses podían observarlos a través de estas cabezas ubicadas en sitios sagrados, y de esta forma estar presentes durante las celebraciones. En ciertos casos, estas cabezas servían como escudos en sitios sagrados o como portales entre el mundo real y el espiritual.


"Jamás podría creer en esas cosas. Como una académica era algo que no podía concebir. A pesar de estar al tanto de los hechos relatados por la familia Robson, que encontró los artefactos, confieso que no di credibilidad a lo que contaron", indicó la Dra. Sin embargo, la opinión de Ross cambió cuando empezó a experimentar en carne propia algo inexplicable aproximadamente dos semanas después de trasladar las cabezas a su hogar. La maldición celta había sido transferida a ella.

"Siempre manteníamos la luz del pasillo encendida y las puertas abiertas, pues nuestro hija Berenice tenía miedo a la oscuridad. Cierta noche me desperté con un sentimiento extraño, como si acabara de atravesar una pesadilla y aún estuviera confundida. La habitación se encontraba excesivamente fría y me levanté para ver si había una ventana abierta. Era como si una atmósfera siniestra y helada se hubiera apoderado del cuarto. El instinto provocó que fuera al pasillo para ver como se encontraba mi hija, y en ese lugar me encontré con algo inesperado." Manifestó Ross.

"Era como un hombre lobo que tenía una altura aproximada de 2 metros, pero se desplazaba inclinado, no totalmente erecto. Era completamente negro frente a la pared blanca. Su cuerpo se encontraba revestido por un vasto pelaje oscuro y comprimido. El hedor era insoportable, similar al de un cuerpo putrefacto. Inmediatamente puso las cuatro patas sobre el suelo y entonces noté que terminaban en manos humanas. Me mostró los dientes y gruñó como si fuera una fiera. Grité y un instante después simplemente se esfumó. Quedé aterrorizada, fue la experiencia más horrible en mi vida y algo que jamás podré olvidar." Continuo la Dra.


Sin embargo, el escepticismo de la Dra. Ross logró convencerla de que había tenido una alucinación. A los pocos días, la investigadora recibió una llamada telefónica de la niñera que cuidaba a su hija. Norah James, una mujer bastante equilibrada y sin antecedentes de enfermedad mental, gritaba frenéticamente en el teléfono. Inmediatamente Ross se dirigió a su hogar. Cuando llegó encontró a la niñera en la calle con su hija en brazos. Algunos vecinos habían salido a ayudarla. Norah relató que había escuchado sonidos provenientes de la sala, como si algo hubiera caído, y fue a indagar el motivo. Apenas abrió la puerta, algo grande y peludo saltó sobre ella. Norah describió aquel ser con las características de un lobo, que se desplazaba sobre cuatro patas aunque de la cintura para abajo asemejaba un hombre.

La niñera logró liberarse de aquella cosa que intentaba atraparla y subió hasta la habitación donde aseguró la puerta con la pequeña bajo su cuidado. Una vez allí esperó en silencio y pudo escuchar al ser acechando en la parte exterior. Cuando no pudo escuchar nada más, tomó al niño y corrió lo más rápido que pudo a la calle.

Norah renunció al trabajo ese mismo día y la Dra. Anne Ross decidió regresar las cabezas a la Universidad. No hizo público estos acontecimientos sino hasta una década después. "Temía que pudiera interpretarse de la forma equivocada. Que creyeran que quizá intentaba sacar algún provecho para beneficio personal. Como haya sido, creí que lo mejor era no hablar sobre lo sucedido". Después de deshacerse de las piezas, y de todos los objetos del folclore celta que guardaba en su hogar, todo volvió a la normalidad.


A partir dese momento, las Cabezas de Hexham quedaron bajo la custodia de la Universidad de Newcastle, al cuidado del departamento de Historia Antigua, donde estuvo a cargo de Roger Miket, y hasta donde se sabe nada extraño sucedió posteriormente. Sin embargo, un año después, en 1974, la historia dio un giro inesperado. 

Un camionero de nombre Desmond Craigie dijo que era dueño de las cabezas y su antigüedad no pasaba de los 16 años. No se trataba de artefactos antiguos para rituales celtas sino de piezas talladas por el propio Craigie como regalo para su hija, Nancy. Explicó que, muchos años antes, había ocupado la misma casa que los Robson en Hexham. En aquella época, Craigie se dedicaba a tallar figuras decorativas sobre roca y un día decidió hacer 3 piezas con la forma de cabezas.

"Nancy solía jugar con ellas, alguna vez llegó a pintarlas", relató el camionero. "Un día una se partió y simplemente la tiré. Las otras se quedaron durante años en el patio y cuando nos mudamos no le vi sentido a llevarlas con nosotros. Seguramente las hicieron a un lado y terminaron hundiéndose en el terreno donde las encontraron." Aseguro el hombre. Avergonzado por el revuelo que habían provocado, Desmond Craigie dijo que sólo quería ofrecer una versión desde su punto de vista y fabricó una cabeza para demostrar que sabía tallar roca. "Estoy completamente seguro de que son esas las piezas que tallé, estaban en el patio y las veía todos los días cuando salía al trabajo." Continuó.


Sin embargo, la Dra. Anne Ross desestimó las palabras del camionero. "A no ser que el señor Craigie estuviera familiarizado con la forma en que los celtas moldeaban las cabezas de roca, no hubiera sido capaz de reproducir el mismo proceso. Desde mi punto de vista y el de otros expertos que las examinaron, estas piezas son genuinas y su origen es celta", declaró.


Un detalle extra en esta historia la hace aún más extraña. Dos años después, en 1976, una sección del Museo de la Universidad de Newcastle se incendió y en los trabajos para extinguir las llamas varias piezas desaparecieron, entre ellas las dos Cabezas de Hexham. Se cree que el incendio fue provocado y las cabezas fueron robadas. Para muchos existe una explicación racional para esta serie de acontecimientos extraños, vinculándolo con "El Lobo de Allendale", un gigantesco lobo gris oscuro que escapó del zoológico de Hexham el 10 de diciembre de 1904, que fue conocido por matar ganado hasta el año 1905. 


Sin embargo, para las familias Robson y Dodd y hasta para la misma Dra. Anne Ross, fueron momentos de terror y desespero al sentir que una presencia invisible y malévola se encontraba allí con ellos. Instantes en los que no pudieron dormir tranquilos, teniendo esa sensación de que alguien o algo los acechaba en todo momento.

Si verdaderamente las cabezas son artefactos de origen celta, no es difícil imaginar que portaran alguna maldición. Muchas supersticiones en diversas culturas afirman que las representaciones de cabezas o cráneos humanos situados en templos o puntos sagrados se consideran objetos importantes, y cuando se les retira del lugar la maldición cae sobre los involucrados. En el folclore celta es posible encontrar una enorme cantidad de monstruos, demonios y seres espirituales. Los animales con rasgos humanos son característicos de diversos mitos gaélicos, ya sea como sirvientes o emisarios de las deidades que integran el diverso panteón celta.


Quizás el ser espiritual vinculado a las Cabezas de Hexham era su protector directo, levantándose contra cualquiera que tomara posesión de las piezas. Además, el mito del hombre lobo que contaban los pueblos celtas difiere mucho de aquel que difundieron los teutones y el resto de Europa. No lo consideraban un “monstruo salvaje”, era más una especie de guardián irlandés, conocido como Faoladgh o ConroichtSe trataba de seres espirituales que podían invocarse para cumplir alguna misión de índole religioso.


Pero, si esa bestia estaba ahí para proteger las piezas, ¿Porqué dejó de manifestarse cuando las llevaron a la Universidad de Newcastle? ¿Desaparecieron o fueron robadas? ¿Donde se encuentran ahora? Preguntas al parecer sin respuesta que nos llenan de más curiosidad.

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