miércoles, 5 de diciembre de 2018

Lina Medina - La madre más joven de la historia médica

Desde tiempos remotos, han habido casos relacionados a la salud y a la medicina que han asombrado por su particularidad y rareza, situaciones que pueden sorprender así como también ocasionar incredulidad entre la población. Muchos han sido los casos que han pasado debajo de la mesa y se han olvidado, éste sin duda no es uno de ellos ya que fue catalogado como "La madre más joven de la historia médica", su nombre es Lina Medina y esta es su historia.


Lina Medina Vásquez nació el 27 de septiembre de 1933 en Ticrapo, Huancavelica, una región al sur de Perú. Su padre, Tiburcio Medina y su madre, Victoria Loza, tenían nueve hijos en total; cinco varones y cuatro hembra. Tuvo una vida de campo, serena y ardua a la vez. En su humilde hogar, Lina y sus hermanos dormían sobre trozos de cuero y mantas, que se distribuían en cuatro partes, para así formar cuatro camas.


Un día, su padre notó que Lina tenía el vientre abultado y ante las supersticiones de sus vecinos, quienes decían que tenía una culebra dentro y culpaban del mal a Apu, el espíritu de los Andes, la llevó con los chamanes de la aldea a mediados de abril de 1939. Ellos creyeron que tenía un tumor y, al no poder hacer más por ella, le aconsejaron que la llevara a Pisco, la ciudad más cercana. Tiburcio salió con su hija camino a la ciudad, inicialmente, la pequeña Lina caminaba pero el abultado abdomen la fatigó y su padre tuvo que cargarla, abrigándola con una manta.


Dos días después, llegaron a la ciudad y fueron al hospital San Juan de Dios de Pisco, en donde la atendió el doctor Gerardo Lozada Murillo, quien la trasladó después a La Maternidad de Lima, en la capital del Perú, donde otros especialistas determinaron que el dolor abdominal y el crecimiento de esa zona en Lina se debía a un embarazo de siete meses. La niña de un metro y 10 centímetros de estatura, con 5 años, 7 meses y 21 días de edad, se había convertido en madre, el domingo 14 de mayo de 1939. Dio a luz a un niño mediante una cesárea debido a su pequeña pelvis, realizada por unos cirujanos, los doctores Rolando Colareta, Bussalleu y el mencionado doctor Lozada. El parto fue registrado por el lente de un gráfico de Kodak, mediante una cámara instalada al interior de la sala de operaciones, en los balcones de la maternidad médicos especialistas ginecólogos y cirujanos extranjeros, aguardaban por el resultado.


Su hijo midió 48 centímetro, pesó 2.700 gramo y se llamó Gerardo Medina, en honor al doctor que la atendió desde el inicio. Dicho médico determinó que hubo desfloración vaginal, por lo que su estado fue producto de una violación. El padre de Lina, Tiburcio, estuvo preso varios días como sospechoso de violación. Cuando fue liberado y los cargos en su contra se retiraron por falta de pruebas, las sospechas recayeron sobre uno de los hermanos de Lina, Amador, de 18 años, quien padecía desórdenes mentales. Con exactitud, nunca se supo quien fue el padre del niño. Su caso provocó tal conmoción que los medios de comunicación interrumpieran las noticias sobre las batallas y acuerdos militares durante la Segunda Guerra Mundial. Los diarios norteamericanos "Los Angeles Times" y "The New York Times" dieron a conocer la historia.


La ocurrencia médica fue registrada en La Academia Americana de Obstetricia y Ginecología. Los padres de Lina rechazaron una oferta de viajar para ser exhibidos en la Feria Mundial de Nueva York, con gastos pagados y 4.000 dólares por mes. Pero aceptaron otra oferta de 5.000 dólares de un empresario estadounidense llamado Leo A. Seltzer, para que madre e hijo viajaran para ser investigados por científicos en Estados Unidos, dicha propuesta incluía un fondo que garantizaba su bienestar de por vida. Pero el gobierno peruano decretó que Lina y su hijo estaban en "peligro moral" y decidió crear una comisión especial para protegerla. Para agosto de 1941, la protección se terminó, el caso fu abandonado por el gobierno. La familia volvió a su hogar, pero Lina, aparte de su bebé, llevó consigo algo valioso, ya que aprendió a leer y escribir.


Al parecer, aproximadamente uno de cada diez mil niños desarrolla una condición conocida como "pubertad precoz", en la que el cuerpo del niño alcanza la madurez sexual antes de los ocho años. Aproximadamente a un rango de diez veces más las niñas que los niños se desarrollan de esta manera. Un análisis posterior sugirió que la niña pudo experimentar su primer ciclo menstrual a la edad de dos años y medio. De hecho, Lina tenía senos completamente desarrollados a los cuatro años. Y a los cinco años, su cuerpo mostraba una ampliación pélvica, caderas más anchas de lo normal y una maduración ósea muy avanzada. Según los investigadores, en el momento en que Lina quedó embarazada, cerca de su quinto cumpleaños, su cuerpo era el de una mujer muy pequeña e inmadura.


Su hijo Gerardo fue criado creyendo que era el décimo hijo de sus abuelos y por años Lina se mantuvo retraída y alejada de los medios de comunicación, pero no de su educación, ya que caminaba por una hora para llegar a su colegio. Ella no supo que era madre hasta que fue tomando conciencia de lo que había ocurrido, tuvo que aprender a ser madre a muy temprana edad, dejó de jugar con muñecas para cuidar a su propio bebé. Cada día fue fortaleciéndose su corazón y madurando su mente ante aquella bendición recibida.


A finales de 1941, el diario "The New York Times", dio una entrevista con la única psicóloga autorizada a trabajar en el caso: la licenciada Kosak, quien contó que después de varias pruebas, se observó que Lina tenía una inteligencia superior a su edad y el niño presentaba un mejor desarrollo psicológico en relación a los miembros de su comunidad.


A la edad de diez años, Gerardo se enteró de que Lina no era su hermana sino su madre, en una pelea con sus compañeros de estudio. Un trauma para ambos. A principios de 1952, Lina vuelve a Lima a estudiar taquigrafía y mecanografía. Con 19 años, Lina cuenta con modales exquisitos y hasta había aprendido a montar a caballo. Al graduarse de la universidad, el doctor Gerado Lozada, su médico, la contrató para su clínica y se llevó al pequeño Gerardo. Él creció sanamente y en el año 1955, a la edad de 16 años, afirmó que quería ser doctor y que estudiaría medicina.


Todo va bien, para madre e hijo con la ayuda de su protector, hasta que en el año 1960, de manera repentina muere el doctor Gerardo Lozada. El pequeño Gerardo cayó rápidamente en el  alcoholismo. Pasó de ser uno de los alumnos más destacado en una escuela privada de Lima pasa a los peores trabajos. Uno de sus trabajos más peligrosos fue ser porteador de bultos en La Parada, uno de los barrios más peligrosos del distrito. Con el tiempo se enamoró y, en 1975, tras una larga decadencia, se casó, adoptó los hijos de su mujer como suyos y se dedicó a vender libros con cierto éxito.


Lina trabajó para la familia del doctor Lozada tras su muerte.  En 1966 cerraron la empresa familiar, así que comenzó a trabajar como obrera en una fábrica de pilas. Allí conoce a Raul Ricardo Jurado y en a inicios de 1972, con 39 años de edad y pasados 33 años después de tener a Gerardo, Lina se casó con Raul. En abril de ese año, tuvieron un varón, por medio de una cesárea, de 3.100 gramos, llamado Raul. Se sabe que su segundo hijo emigró a Tijuana, México, al crecer. Junto a Raul Ricardo, construyeron una casa que fue demolida en 1995 para construir una calle junto a una autopista. Ambos terminan reubicados en una humilde y vieja casa de adobe. Tenían un taller de reparación de extintores, cuyos ingresos sirvieron para la educación de su hijo Raul.


Gerardo Medina murió en el año 1979, a la edad de 40 años a causa de Mielofibrosis, una especie de cáncer a la médula ósea. Lina siempre estuvo a su lado, pendiente de su salud y buscando la manera de salvar su vida.


Tras la publicación del libro escrito por el ginecólogo José Sandoval, fue llevada ante palacio de gobierno en 2002 para solicitar al estado peruano le otorgue una pensión vitalicia. El 3 de septiembre de 2002, el diario digital colombiano "El País", publicó la siguiente nota en la red: "Seis décadas después, el Gobierno peruano busca ayudar a Lina, como para resarcir la letra muerta de una Ley de 1939 que le prometió una pensión vitalicia para ella y para su hijo", decía la nota. "Aún estamos a tiempo de reparar el daño que le hizo el Estado condenándola a la miseria", dijo el ginecólogo José Sandoval, quien desempolvóla historia de Lina, la escribió en un libro y hasta acudió al Palacio de Gobierno para recordarles la deuda pendiente.


Raúl Ricardo falleció en 2009. Actualmente, Lina tiene 85 años de edad y vive en un barrio contemporáneo del primer puerto del Callao llamado "Chicago Chico", y desde octubre de 2012 recibe 35 euros de pensión.


En Perú se llegó a creer que Lina era una especie de Virgen María, que había concebido sin pecado original, por obra y gracia del Espíritu Santo. Todavía hoy en el pueblo de Antacancha los pobladores creen que Gerardo fue hijo del dios Sol.

2 comentarios:

  1. Otro caso mas de abuso de menores que pena que en aquella epoca no existia las pruebas de adn

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    1. Atroces actos perpetrados que aun continúan lastimosamente. Soy de los que creo que todo aquí se paga y así debería de ser. Ese tipo de acciones crueles no tienen perdón. Gracias por comentar amigo Jorge. ¡Saludos!

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