miércoles, 29 de julio de 2020

El desagradable caso de Arthur Jermyn

NOTA: Antes de comenzar la presente, es necesario dejar claro que toda la información aquí recabada es ficticia, más ese simple hecho no le quita el alto grado de interés que posee. El motivo de haber hecho una publicación sobre la presente radica en su temática, la cual para muchas culturas y varios lugares del mundo se mantiene en tabú hoy en día, y no es para menos. 


Facts Concerning the Late Arthur Jermyn and His Family o conocido como Hechos Tocantes al Difunto Arthur Jermyn y su Familia, es un relato de ficción del género de terror del escritor norteamericano Howard Phillips Lovecraft (1890-1937), el cual fue publicado por primera vez en marzo y junio del año 1921 en la revista The Wolverine. Luego, en el año 1924, el relato apareció en la revista de fantasía y terror Weird Tales con el título "The White Ape", para disgusto de Lovecraft, donde posteriormente fue publicado simplemente como "Arthur Jermyn".


Inglaterra, año 1900. Arthur Jermyn era un noble británico de treinta años con grandes dotes para la poesía y las ciencias, pero con características físicas peculiares. A él nunca le importó su aspecto físico, a pesar de que en aquella época, muchos no habrían soportado su existencia de haber tenido tan extraños rasgos. Arthur vivía en la antigua mansión familiar; la Casa Jermyn, la cual albergaba objetos de sus antepasados, como una extensa colección de artefactos y especímenes inusuales e investigaciones y textos de su trastatarabuelo Sir Wade Jermyn que había adquirió en sus viajes. Él era un reconocido antropólogo y explorador que fue uno de los pioneros en inspeccionar una remota región del Congo, uno de los cincuenta y cuatro países que forman el continente africano. Se sabe que Sir Wade publicó un libro llamado Reflexiones sobre las diversas partes de África.


Arthur Jermyn era hijo de Alfred Jermyn y Lapin Folie, una cantante de música de salón de origen francés. Se sabe que el sujeto abandonó a su familia, por lo que la madre llevó al niño a la casa familiar, donde no había nadie que se opusiera a su presencia. La mujer no tenía la más remota idea sobre lo que debía ser la dignidad de un noble y la vida que este debía tener, pero aun así cuidó que su hijo recibiese la mejor educación que su limitada fortuna le podía proporcionar. Pronto, los  recursos familiares comenzaron a escasear dolorosamente y la Casa Jermyn cayó en una penosa ruina, pero el joven Arthur, cuyo tosco aspecto personal lo caracterizaba,  siempre amo el viejo edificio con todo su contenido e historia, volviéndolo un hombre soñador con una delicadeza poética brillante. 


De los vecinos de la localidad, Arthur pudo conocer un poco más de su pasado. De ellos escuchó historias sobre la esposa de su trastatarabuelo Sir Wade Jermyn, la cual era una mujer portuguesa. Esa revelación le hizo pensar que en su cuerpo corría sangre latina, pero cuando ponía ese detalle en evidencia, las personas se burlaban de su sensibilidad ante tal afirmación de belleza, atribuyéndola a su madre cantante, a la que no habían aceptado socialmente. Al parecer, los antepasados Jermyn, después de su trastatarabuelo Sir Wade, tenían características físicas peculiares que muchos catalogaban como deformaciones extrañas y repelentes, pero en el caso de Arthur, esa apariencia había mejorado mucho a pesar de que su expresión, su ángulo facial, y la longitud de sus brazos, producían una viva repugnancia en quienes lo veían por primera vez. 


Era difícil decir con precisión a qué se parecía, pero la inteligencia y el carácter de Arthur, sin embargo, compensaban su aspecto. Él era culto y dotado de talento, alcanzando los más altos honores en la Universidad de Oxford y parecía destinado a restituir la fama intelectual a la familia. Aunque su temperamento era más poético que científico y proyectaba continuar la obra de sus antepasados en campos de la arqueología y etnología africanas, utilizando la prodigiosa aunque extraña colección de su trastatarabuelo Sir Wade. 


En las investigaciones de los textos, Arthur descubrió que Sir Wade estaba obsesionado con una prehistórica civilización de individuos blancos que residían en una inexplorada región del Congo. Sus anotaciones eran extravagantes, tejiendo relato tras relato en torno a una silenciosa y olvidada ciudad invadida por la vegetación, con gigantescas murallas, pilares y unas húmedas y secretas escalinatas que descendían interminablemente a la oscuridad de criptas abismales y catacumbas inconcebibles, ese era el hogar de esta singular raza. En su búsqueda por encontrar el fascinante lugar conoció a un comerciante portugués establecido en África, cuya hija lo acompañaba en sus travesías. Sir Wade escapó con la joven a Inglaterra y se alojaron en la casa familiar, en donde la mujer estuvo recluida sin ser vista por nadie, ni siquiera los criados, ya que podía traerle problemas legales y personales, tanto con el estado como con el padre de la mujer. Ella era tímida, no compartía las costumbres inglesas y en su estancia en la Casa Jermyn, ocupó un ala remota y tan sólo fue atendida por su marido. Por alguna extraña y desconocida razón, Sir Wade Jermyn fue confinado en un manicomio en el pueblo de Huntingdon en el año 1765, falleciendo dos años después. Tanto la historia familiar como las investigaciones le producían un extraño sentimiento, mezcla de terror y atracción.  


En el año 1911, Lapin Folie, madre de Arthur falleció. Este decidió proseguir las investigaciones de su trastatarabuelo hasta el final. Así pues, vendió parte de sus propiedades a fin de obtener el dinero necesario, preparó una expedición y zarpó con destino al Congo. Allí contrató a un grupo de guías con ayuda de las autoridades belgas, y pasó un año en la región de Onga, en la cuenca del rio del Congo, hogar de la tribu indígena Kaliri, donde descubrió muchos más datos de lo que él se esperaba. El jefe tribal era un anciano llamado Mwanu, el cual poseía no sólo una gran memoria, sino un grado de inteligencia excepcional, y un gran interés por las tradiciones antiguas. El anciano confirmó la historia que Jermyn había oído, añadiendo su propio relato sobre el lugar que su tatarabuelo buscaba.


Según Mwanu, en las profundidades de las selvas de la cuenca del Congo, se encontraba la ciudad de piedra gris que era el hogar de unas criaturas híbridas parecidas a monos blancos, pero ellos habían desaparecido ya que habían sido aniquilados por la tribu guerrera N'Bangus, hacía ya muchos años. Esta tribu, después de destruir la mayor parte de las edificaciones y matar a todos los seres vivientes del lugar, se habían llevado consigo el objeto al que los extraños seres adoraban: el cuerpo momificado de la diosa simiesca blanca, que atribuían las tradiciones del Congo a la que había reinado como princesa entre ellos en la inhóspita región. Mwanu estaba convencido de que esas criaturas blancas y simiescas habían construido esa ciudad ahora ruinas, pero no tenía idea del aspecto que debieron de haber tenido. Arthur sugiere que los miembros de dicha civilización eran habitualmente bípedos, con un marco más o menos similar al de los humanos anatómicamente modernos, pero con brazos alargados, una fuerza inusualmente robusta y una estructura facial formada inhumanamente.


Después de muchas preguntas, Arthur conoció la historia sobre la leyenda sobre la diosa disecada. Según se decía, la Diosa Mono antes de serlo, era una Princesa que reinaba en el lugar pero se convirtió en esposa de un gran Dios Blanco llegado de Occidente y durante mucho tiempo reinaron juntos en la ciudad de piedra gris. Todo cambio cuando les nació un hijo, momento en el que se marcharon de la región. Años más tarde, ambos dioses regresaron y a la muerte de ella, su divino esposo ordenó momificar su cuerpo y ser depositado en una inmensa construcción de piedra, donde ella era adorada. Luego, el dios se marcho en soledad. Pronto, la diosa disecada se convirtió en un símbolo de supremacía para la tribu que la poseyera. Este era el motivo por el que los N'Bangus se habían apoderado de ella.


Arthur, maravillado aun más con la historia, continuó con su búsqueda y, a principios del año 1912, dio con el lugar, o con lo que quedaba de él. El sitio se encontraba en ruinas y el territorio era más pequeño que una ciudad, evidentemente sus dimensiones se habían exagerado en las historias que se contaban. Las piedras esparcidas probaban que no se trataba de un simple poblado, pero por desgracia no logro encontrar representaciones escultóricas y lo escaso de la expedición impidió emprender trabajos para despejar el único pasadizo visible que parecía conducir a cierto sistema de criptas que Sir Wave describía en sus anotaciones. 


En su camino se encontró con otras tribus en donde les pregunto a los jefes nativos acerca de los monos blancos y la diosa momificada, pero fue un europeo quien pudo ampliarle los datos que le había proporcionado el anciano Mwanu. Un agente belga de una fabrica en el Congo llamado Mathis Verhaeren le indico que no solo creía que podía localizar, sino también conseguir a la diosa momificada de la que había oído hablar vagamente, dado que en otro tiempo los N'Bangus eran poderosos pero ahora eran sumisos siervos del gobierno del Rey Alberto I de Bélgica, y sin mucho esfuerzo podría convencerlos para que se desprendiesen de la horrenda deidad de la que se habían apoderado.


Arthur zarpó a Inglaterra con la gran esperanza de que en el transcurso de unos meses, pudiera recibir la inestimable reliquia etnológica que confirmaría la más extravagante de las historias de su antecesor, que quizás era la más disparatada de cuantas él había oído. Así Arthur Jermyn aguardó pacientemente la esperada caja de Mathis Verhaeren, estudiando mientras con creciente interés los manuscritos dejados por su loco antepasado. Empezaba a sentirse cada vez más identificado con Sir Wade, y buscaba vestigios de su vida personal en Inglaterra, así como de sus hazañas africanas. 


Los relatos orales sobre la misteriosa y recluida esposa portuguesa eran numerosos, pero no quedaba ninguna prueba tangible de su estancia en la vieja Casa Jermyn. Arthur pensaba que la circunstancia que pudo propiciar semejante desaparición fue la enajenación mental del marido. Mientras seguía estudiando los textos de su trastatarabuelo Wade, descubrió que la mujer había fallecido en África, en una de las expediciones a la que solía acompañarlo fielmente. Quizás la había llevado a la fuerza, decidido a probar que lo que decía sobre la existencia de la ciudad de piedra gris y los monos blancos eran una realidad. 


A mediados del mes de junio de 1913, Arthur recibió una carta de Mathis Verhaeren en la que le notificaba que había encontrado a la diosa momificada. Según el hombre belga, se trataba de algo de lo más extraordinario; un objeto imposible de clasificar para ser algo profano. Sólo un científico podía determinar si se trataba de un animal, más exactamente un simio o de un ser humano; y aun así, su clasificación sería muy difícil dado su estado de deterioro. El tiempo y el clima del Congo no eran favorables para las momias; especialmente cuando consisten en preparaciones de aficionados, como parecía ocurrir en este caso. 


Alrededor de la criatura se había encontrado una cadena de oro que sostenía un relicario vacío con adornos relacionados a la nobleza, sin duda, el recuerdo de algún infortunado viajero a quien debieron de arrebatárselo los N'Bangus para colgárselo a la diosa en el cuello, a modo de talismán. También comentaba que las facciones de la diosa lo iban a sorprender, haciendo una comparación aludiéndola con humor, pero estaba demasiado interesado científicamente para extenderse en trivialidades. La carta terminaba en un anuncio que decía que la diosa disecada llegaría debidamente embalada, un mes después de la carta.


La tarde del 3 de agosto de 1913 el envío fue recibido en la Casa Jermyn, donde fue rápidamente trasladado al gran salón donde se alojaba la colección de ejemplares africanos. Antes de abrir la caja, Arthur ordenó que todos los criados, incluyendo al mayordomo familiar, se retiraran de la habitación y lo dejaran solo ya que solo él quería abrir la caja. Tanto los criados como el mayordomo escucharon el ruido del martillo, pero después de un rato no se escuchó nada más. Luego de quince minutos se oyó un horrible alarido, cuya voz pertenecía inequívocamente a Arthur, el cual salió corriendo del gran salón como un loco en dirección a la entrada, como perseguido por algún espantoso e invisible enemigo. La expresión de su rostro (un rostro bastante horrible ya de por sí) era indescriptible. Al llegar a la puerta, pareció ocurrírsele una idea así que dio media vuelta, echó a correr y desapareció finalmente por la escalera del sótano.


Los criados se quedaron perplejos observando todo desde lo alto de la gran escalera principal, y Arthur no regreso por un buen rato. Pronto, el personal coincidió que llegaba un olor a gasolina. En la noche, escucharon el ruido de la puerta que comunicaba el sótano con el patio trasero y se vio salir a Arthur empapado en gasolina corriendo hacia el negro páramo que rodeaba la casa. Los criados y el mayordomo salieron en su búsqueda y, con supremo horror, presenciaron todos el final de Arthur, el cual se había prendido fuego. La chispa en el páramo se elevó en una llama y una columna de fuego humano alcanzó los cielos. La estirpe de los Jermyn había dejado de existir.


Los restos carbonizados de Arthur Jermyn no se recogieron para ser enterrados en una urna, ni se le dedicó un monumento funerario y la razón de ello fue por lo que encontraron después; sobre todo, en el objeto de la caja. Fue este objeto, y no el raro aspecto personal de la diosa simio, lo que lo impulsó a Arthur a quitarse la vida. La diosa disecada constituía una visión nauseabunda, marchita y carcomida, pero era claramente una versión femenina de un mono blanco, embalsamado y de alguna especie desconocida, menos peluda e infinitamente más cercana a los humanos que cualquier variedad descrita y registrada.


Su descripción detallada resultaría sumamente desagradable; pero hay dos detalles que merecen mencionarse, ya que encajan espantosamente con ciertas notas de Sir Wade Jermyn sobre sus expediciones africanas, y con las leyendas congoleñas sobre el Dios Blanco y la Princesa Mono. Los dos detalles en cuestión eran estos: los adornos relacionados a la nobleza que tenían la cadena de oro que la criatura llevaba en el cuello eran las de los Jermyn, y la comparación jocosa que menciono Mathis Verhaeren en la carta se refería a cierto parecido que le recordaba a las características físicas del propio Arthur. En la soledad en el gran salón, en ese momento, Arthur Jermyn comprendió con horror que ante él yacía la desconocida esposa "portuguesa" de su trastatarabuelo Sir Wade Jermyn, una blanca mujer simia, y por tanto, su trastatarabuela. 


Los miembros del Instituto Real de Antropología quemaron aquel ser momificado, arrojaron el relicario de oro a un profundo pozo, y algunos de ellos negaron que Arthur Jermyn haya existido jamás.


La historia genealógica de los Jermyn desde Sir Wade comienza con Phillip, fruto de la unión del explorador con la Princesa Mono. Se puede describir a Phillip Jermyn como una persona extraordinariamente rara. Tenía baja estatura y a pesar de tener un gran parecido físico a su padre, en aspecto y comportamiento eran en muchos detalles tan toscos que todos acabaron por evitarlo. Por sus características, muchos aseguraron y temieron que poseía locura, pero no era de ese modo, solo era bastante malgeniado, torpe y propenso a periódicos momentos de violencia. Era descrito como un ser estúpido y violento, sin embargo, poseía una gran fuerza y una agilidad increíble.


Se sabe que, apenas recibió su título universitario, se casó con Gypsy, la hija de origen gitano de su guardabosque, de la cual se había enamorado desde hace años atrás. Antes de nacer su hijo, Phillip se alistó en la marina de guerra como simple marinero, lo que colmó la repugnancia general ya que sus toscas costumbres era para trabajos denigrantes y básicos, además que también se criticó su unión y descendencia. Al terminar la guerra de América, se enroló como marinero en un barco mercante de la ruta africana dedicado al comercio. Allí había ganado buena reputación con sus proezas de fuerza y soltura para trepar, pero una noche, desapareció definitivamente frente a las costas del Congo, cuando el barco mercante se encontraba oculto por alguna razón desconocida.


El hijo de Phillip con Gypsy era Robert Jermyn, el cual contaba con su reconocida peculiaridad familiar. Tenía un sesgo extraño y fatal, siendo bastante agraciado, pero a diferencia de su padre, era de mayor estatura y tenía una especie de misteriosa gracia oriental pese a sus proporciones físicas un tanto singulares. Robert inició una vida de erudito e investigador, siendo el primero en estudiar científicamente la inmensa colección de reliquias que su abuelo Sir Wade había traído de África, haciendo célebre el apellido en el campo de la etnología y la exploración en América. En el año 1815, Robert se casó con Lady Marlene, hija del séptimo Vizconde de Brightholme, donde adquirió el titulo de Barón. 


El matrimonio no fue bien visto y fue duramente criticado bajo el perfil de la sociedad, pero aun así, al año siguiente, la unión trajo la bendición de tres hijos. Tanto el hijo mayor como el menor no fueron  vistos públicamente a causa de sus acentuadas deformidades físicas y problemas mentales. Abrumado por el peso de la situación familiar con su prole, Robert se dedico de lleno a su trabajo, haciendo unas suposiciones "alocadas" que lo hizo realizar dos largas expediciones al interior de África entre los años 1847 y 1852.


Con su padre ausente, a mediados del año 1849, el segundo hijo del matrimonio y por ende el del medio, de nombre Nevil Jermyn, una persona especialmente repugnante que parecía combinar el mal genio de su abuelo Phillip y su ascendencia parte materna de los Brightholme, se fugó con una vulgar bailarina. Un año después, el joven desdichado regreso a la Casa Jermyn. Se encontraba viudo y con un bebe en brazos al que había llamado Alfred Jermyn. Su madre le dio la bienvenida nuevamente al hogar y fue perdonado por haberse ido. 


Por su parte, Robert trastornó su juicio, puede que haya sido por la práctica de ciertas tradiciones africanas en el territorio del Congo que su abuelo Sir Wade había explorado años atrás o por la compresión de los textos, que de cierta forma, remota y extrañamente, podrían explicar las desgracias familiares. Se obsesionó por las extravagantes historias de su abuelo sobre una ciudad perdida, habitada por extrañas criaturas, ya que su imaginación lo llevaba a pensar en cierta coherencia entre las singulares características de los nativos y la de sus propios hijos.


Para junio de 1852, Robert ya se encontraba de regreso en Inglaterra, aun muy pensativo en el trabajo de su abuelo, ya que en los textos y en su investigación estaba la clave de todo. El 19 de octubre del mismo año, el explorador norteamericano Samuel Seaton visito la gran Casa Jermyn con un manuscrito y notas recogidas en la región de Onga. El estaba convencido de que podían ser de utilidad para Robert ya que tenía más información sobre la leyenda de una ciudad gris de monos blancos gobernada por una Princesa Mono y un Dios Blanco de Occidente. Ambos tuvieron una larga conversación en la biblioteca de la gran casona, pero Seaton debió de proporcionarle detalles adicionales, lo que orilló a Robert a descubrir de donde provenía su arbolo genealógico. La conversación no terminó nada bien ya que Robert salió de su biblioteca dejando tras de sí el cuerpo estrangulado del explorador norteamericano.


De manera feroz se dirigió a las habitaciones de su descendencia, asesinando con sus propias manos a los dos hijos que no habían sido vistos jamás, tal como había hecho con el desdichado Samuel Seaton. Sin embargo, el segundo hijo del salvaje hombre, Nevil Jermyn se resistió con furia pero falleció defendiendo a su hijo Alfred que tenía dos años de edad, cosa que consiguió, y cuyo asesinato entraba también en las locas maquinaciones de Robert, quien había atacado a estos últimos con un hacha. El homicida fue apresado por miembros policiales y fue encerrado en prisión, el hombre se negaba a pronunciar algún sonido articulado. Después de repetidos intentos de suicidarse, Robert Jermyn murió de un ataque de apoplejía al segundo año de su reclusión, en el año 1854.


Alfred Jermyn creció a heredar el título de su abuelo Robert, fue Barón antes de cumplir los cuatro años, pero sus gustos jamás estuvieron a la altura de su título. A los veinte, se había unido a una banda de músicos, y a los treinta y seis había abandonado a su mujer y a su hijo para unirse a un circo ambulante americano. Entre los animales del espectáculo con los que viajaban, había un enorme gorila macho de color claro, más claro de lo normal. Era un animal sorprendentemente tratable y de gran popularidad entre los artistas de la compañía. 


Alfred se sentía fascinado por este gorila, y en muchas ocasiones los dos se quedaban mirándose a los ojos largamente, a través de los barrotes. Alfred consiguió que le permitiesen adiestrar al animal asombrando a los espectadores y a sus compañeros con sus éxitos. Una mañana, en la ciudad de Chicago, cuando el gorila y su entrenador ensayaban un combate de boxeo muy ingenioso, el primero le propinó al segundo un golpe más fuerte de lo habitual, lastimándole el cuerpo y la dignidad de domador aficionado. 


Un incidente que quedó en la memoria de todos los presentes, la compañía del circo ambulante prefirió nunca hablar de eso. Luego de recibir semejante golpe por parte del gorila, Alfred se tornó en un ser salvaje y violento, emitiendo un grito escalofriante e inhumano y saltando con gran agilidad para agarra a su adversario con ambas manos y arrojarlo con fuerza contra el suelo de la jaula, para finalmente morderlo furiosamente en la peluda garganta. El gorila no tardo en reaccionar y uso su fuerza bruta para acabar con el hombre. Alfred Jermyn había muerto de una manera horrible y, el cuerpo que una vez había pertenecido a un Barón había quedado irreconocible.


La esposa que Alfred Jermyn había abandonado se trataba de Lapin Folie, una cantante de música de salón de origen francés, con quien había tenido un hijo llamado Arthur Jermyn, el protagonista inicial de la presente historia. Arthur heredó las posesiones de la familia Jermyn y se instaló en la casona familiar con su madre. Todos los Jermyn poseían un rasgo de locura, y la gente se alegraba de que no hubieran muchos de ellos. La estirpe carecía de descendencia, y Arthur fue el último vástago. De no haber sido así, no se sabe qué habría podido ocurrir cuando llegó el objeto aquel. Los temas de la historia están contaminados en la ascendencia, teniendo conocimientos prohibidos que no debieron de ponerse al descubierto y una realidad que el entendimiento humano encuentra intolerable.


Algunos escritores llegaron a ver con preocupación que Lovecraft pudo haber heredado una tendencia a la degeneración física y mental y la haya plasmado en la trama de algunas de su historias, como La Sombra sobre Innsmouth, por ejemplo, y la razón de ello se debe a que el padre del mencionado escritor, Winfield Scott Lovecraft (1853-1898), falleció en un hospital mental. Winfield era representante de ventas de la Gorham Silver Company, dedicada al comercio de la plata, metales preciosos y joyería. Se sabe que en el año 1893 sufrió una crisis nerviosa en la habitación de un hotel de Chicago, donde se encontraba alojado por motivos de trabajo. Lo ingresaron en el Butler Hospital, centro psiquiátrico de Providence, en Rhode Island, EEUU, y fue incapacitado legalmente debido a una serie de trastornos de índole neurológico. A partir de ese momento y durante los cinco años siguientes, permaneció ingresado en ese hospital, donde murió el 19 de julio de 1898 con el diagnóstico de paresia general, una fase terminal de la neurosífilis.


El crítico William Fulwiler sugiere que la trama de "Arthur Jermyn" puede haber sido inspirado por las novelas del escritor de género fantástico estadounidense Edgar Rice Burroughs llamadas El Regreso de Tarzán (1913)Tarzán y Las Joyas de Opar (1916)Tarzán y el León de Oro (1923) y Tarzán el Invencible (1930), en las que se describe a Opar como una colonia perdida situada en lo profundo de las selvas de África, en la que se han almacenado increíbles riquezas a través de los siglos. La población de la ciudad exhibe un dimorfismo sexual extremo causado por una combinación de endogamia excesiva, mestizando con los simios y sacrificio selectivo de crías con seres humanos. En consecuencia, las mujeres oparianas parecían perfectamente humanas, mientras que los oparianos masculinos eran brutos monos.


"La vida es algo espantoso; y desde el trasfondo de lo que conocemos de ella asoman indicios demoníacos que la vuelven a veces infinitamente más espantosa. La ciencia, ya opresiva en sus tremendas revelaciones, será quizá la que aniquile definitivamente nuestra especie humana (si es que somos una especie aparte); porque su reserva de insospechados horrores jamás podrá ser abarcada por los cerebros mortales, en caso de desatarse en el mundo. Si supiéramos realmente qué somos, haríamos lo que hizo Arthur Jermyn, que empapó sus ropas en gasolina y se prendió fuego una noche."

martes, 21 de julio de 2020

Las Huellas del Diablo en Devonshire

Hay eventualidades que ocurren, muchas de ellas paranormales y misteriosas y sólo quedan allí. Pasan a la posteridad sin fama ni gloria, a pesar que muchas de esas situaciones pueden llegar a ser impactantes y sorprendentes, representando un antes y un después en ciertos aspectos. Falta de atención, lugares remotos o el paso de los años, son las razones por la que estas eventualidades quedan en el olvido y se pierden en el tiempo, pero gracias a los antecedentes sobre lo acontecido, se pueden mantener vivos estos recuerdos. El siguiente hecho es un claro ejemplo de ello y, para aquellos que no saben de esto, vale la pena conocerlo.


Devonshire o simplemente Devon oˈDʲɛvən (Dewnens, en córnico) es un condado no metropolitano situado en el suroeste de Inglaterra, que limita con los condados Cornualles al oeste y con Dorset y Somerset al este. El nombre Devonshire se utilizó durante un tiempo aunque en la actualidad ha caído en desuso y se utiliza solo para algunos nombres oficiales como el de Duque de Devonshire. Su capital es Exeter. Devon fue una de las primeras áreas de Inglaterra que estuvo habitada, al final de la edad de hielo. 


Se cree que Dartmoor estuvo habitado durante el mesolítico por tribus de cazadores. El nombre "Devon" deriva del nombre que dieron los romanos al pueblo celta que vivía al suroeste de la isla de Britania durante la conquista romana. Les llamaron Dumnonii que se cree significa habitantes del valle profundo. Los romanos mantuvieron la zona bajo ocupación militar durante aproximadamente veinticinco años. Más tarde, la zona sirvió de frontera entre la Dumnonia britana y el Wessex sajón.


Devon ha participado también en la mayoría de los conflictos ingleses desde la conquista normanda, incluyendo la guerra de las rosas. El hecho quizás más destacable es la llegada de Guillermo de Orange a Torquay para iniciar la Revolución gloriosa en 1688. El condado fue productor de cobre y de otros metales en la antigüedad y es también conocido por marineros como Sir Francis Drake o sir Walter Raleigh. El condado tiene su propia bandera (no oficial) dedicada a San Petroc, un santo local que cuenta con numerosos fieles tanto en Devon como en los condados vecinos. La bandera se adoptó en 2003 después de un concurso organizado por la cadena BBC.


El jueves ocho de febrero de 1855, al sureste del condado de Devon, por los senderos del barrio de Exeter, se produjo un fenómeno que impactó a los habitantes. Esa noche, después de una gran nevada, aparecieron dibujados en la nieve un gran rastro de pezuñas hendidas que cubrieron una distancia total de unos cuarenta a cien millas (equivalente de sesenta a ciento sesenta kilómetros). En el transcurso del día nueve de febrero, los habitantes hallaron la serie de huellas, las cuales medían cuatro pulgadas de largo, tres pulgadas de ancho y tenían una distancia de entre ocho y dieciséis pulgadas. 


Cabe señalar que las pisadas se reportaron en otros treinta lugares cercanos y no tan cercanos a Devon. En las zonas más cercanas al condado, las impresiones se extendían desde Exmouth, hasta Topsham, ciertas partes de Exeter a Dawlish y Teignmouth. Las huellas llegaron más lejos, hasta el sur de Totnes y Torquay, y en Weymouth, Dorset, e incluso en Lincolnshire. En esos lugares, las huellas recorrieron desde campos abiertos, parajes hacía ríos, casas y otros obstáculos hasta cimas de tejados cubiertos de nieve, paredes altas y jardines. Rápidamente, las huellas comenzaron a ser conocidas como "Las Huellas del Diablo", ya que supuestamente fueron hechas por Satanás.


Parecía que la criatura o criaturas caminaban como bípedos, no con cuatro patas. Los lugareños vigilaron cada noche por si llegaba a regresar aquello que había ocasionado las huellas pero todo se mantuvo sin eventualidad. Los ciudadanos más valientes se armados con pistolas y horcas, buscando a la desconocida criatura mientras que otros se encerraban en sus casas al anochecer. Se corrió la voz y pronto la prensa divulgó el extraño acontecimiento. Los miembros del clero predicaron que el diablo hizo las huellas mientras buscaba a los pecadores, mientras que otros clérigos desacreditaron esto como superstición, indicando que todo el alboroto se trataban de gatos que habían dejado sus huellas. 


La evidencia directa del fenómeno fue conocido por documentos encontrados después de la publicación de un artículo en las Transacciones de la Asociación de Devonshire en el año 1950. Dichos documentos pertenecían a un reverendo de Clyst St. George, el cual disponía de una gran colección de textos que databan de la década de 1850. Estos documentos incluyen cartas dirigidas al vicario de Withycombe Raleigh, siendo una de ellas el borrador de una carta a las noticias ilustradas de marcado "no para su publicación" y varios trazados aparentes de las huellas.


Sobre el incidente han surgido muchas explicaciones; en el caso de los escépticos, indican que las huellas terrestres pertenecen a manadas de algún animal cuadrúpedo grande tales como burros o ponis, y las huellas en los techos podría haber sido hechas por tejones que buscaban comida o por el salto roedores como ratones de campo, ya que debido a los movimientos de las extremidades de estos animales, la impresión que queda después de sus saltos se asemeja a la de una pezuña animal. Otros opinan que ningún animal hubiera sido capaz de seguir todo su curso en un solo día o que las descripciones de los testigos oculares de las huellas varían de persona a persona. Se sugirió también que las huellas eran más que solo un caso de histeria masiva, causada por el avistamiento de varias huellas de animales.


El novelista británico Geoffrey Edward West Household (30 de noviembre de 1900 – 4 de octubre de 1988), sugirió que "un globo aerostático experimental" fue lanzado por error desde el astillero de Devonport y había dejado las misteriosas pistas ya que tenía en la parte trasera de sus amarras, dos cadenas. La fuente de la información fue un hombre de la localidad de nombre Carter, el cual indico que su abuelo había trabajado en Devonport en el momento. El sujeto afirmó que el incidente había destruido jardines, un gran número de invernaderos y ventanas de casas, por las inusuales condiciones atmosféricas, antes de finalmente descender a la tierra en la localidad vecina de Honiton. La cuestión sobre esta versión es que dicho "globo experimental" pudo haber viajado haciendo un recorrido en zigzag y no necesariamente fijo como se cree que hubiese sido, además de que en el transcurso de su camino, las cadenas de las amarras pudieron haberse quedado atoradas en un árbol o haber encontrado un obstáculo similar.


A finales de febrero del año 1855, luego del acontecimiento, se publicó una carta mediante la revista inglesa Illustrated London News en su edición del veinticinco de ese mes, escrita por el párroco local de Devonshire, el reverendo Musgrave, que aseguraba que dos pares de canguros habían escapado de una colección privada de un zoológico en la localidad de Sidmouth, en el mismo condado. Es importante señalar que durante ese momento hubo informes sobre el escape de los canguros, pero el reverendo aprovechó la noticia para desviar las preocupaciones sobre "la visita del Diablo y sus huellas".


En las décadas siguientes, los periódicos británicos informarían que otras marcas enigmáticas del mismo tipo aparecieron en otros lugares del mundo; como en Glenorchy, Escocia (en 1840); en las remotas islas Kerguelen, al sur del Océano Índico (en 1840); Nueva Zelanda (en 1886); Nueva Jersey (en 1908); Everberg, Bélgica (en 1945); nuevamente en Devonshire (en 1950); Escocia (en 1952) y en las laderas del monte Etna, en Sicilia (en 1970).


El diario Illustred London News también publicó el 17 de marzo de 1855, el testimonio de un médico polaco de Heidelberg que afirmaba que en la Piaskowa-góra (Sand Hill), una pequeña elevación en la frontera de Galicia, en la Rusia polaca, se encontraban, todos los años, unas huellas completamente idénticas a las de Devonshire en la nieve. Según el testimonio de este facultativo, "los habitantes las atribuyen a influencias sobrenaturales".


Curiosamente, desde el 5 hasta el 12 de marzo de 2009, en la misma localidad de Devonshire, una mujer del norte de Devon afirmó haber encontrado una extraña línea de huellas puntiagudas y en forma de casco en la nieve recién caída en su propio patio trasero. Estas extrañas pisadas tenían doce centímetros de largo, con una separación entre sí de unos treinta centímetros, y se extendían de dieciocho a veinte metros a través del jardín en forma de arco, comenzando en su ventana y saliendo al otro lado de la ventana, hacia el patio donde desaparecieron. Un biólogo del Centro de Zoología de Fortean (CFZ) inspeccionó estas marcas y quedó estupefacto con su similitud con las huellas del diablo que habían aparecido en la misma zona en el siglo XIX. Y, tal como los testigos que se toparon con las extrañas marcas en Devonshire en 1855, fue incapaz de encontrar una respuesta lógica al enigma.

lunes, 6 de julio de 2020

La Tumba de La Llorona

Todos hemos escuchado hablar sobre la leyenda de La Llorona ya que cada país tiene su versión de esta espectral mujer que se presenta como un alma en pena que asesinó o perdió a sus hijos, y que busca a estos en vano, asustando con su sobrecogedor llanto a quienes la ven o escuchan. Para más información sobre su leyenda en diversos países y el paranormal y nada recomendable juego que la involucra, darle clic aquí. Ahora bien, te has preguntado en algún momento, ¿En dónde se encuentra su tumba? 


El bello país de México es uno de los lugares en donde sus habitantes se saben la leyenda de La Llorona y es porqué justamente allí, se encuentra la tumba de este personaje espectral. Puede que no sepas esta información, pero en el Pueblo Mágico de Jerez, a treinta y cinco minutos de la ciudad de Zacatecas, se encuentra uno de los lugares más emblemáticos y antiguos de la localidad: el Panteón de Dolores


Este lugar, cuyo funcionamiento data desde la primera mitad del siglo XIX, es considerado por muchos como una joya de la arquitectura por sus labrados mausoleos, columnas, templetes, pórticos, sarcófagos y obeliscos. El inmueble cuenta con más de cuatro mil tumbas, pero hay una que desde hace muchos años ha llamado la atención de los visitantes.


En la entrada de la derecha del panteón se encuentra un monumento funerario que tiene la estatua de una mujer de aspecto parecido al de una virgen. La figura se encuentra llorando y su rostro trasmite un profundo dolor, sufrimiento y soledad. A esta tumba se le asocian manifestaciones paranormales, pues se dice que a pesar de que la estatua es de piedra, mueve sus ojos, lagrimea y cierra los ojos.


Dicen que cuando la figura cierra los ojos, significa que La Llorona salió a buscar a sus hijos ya que durante la noche, se pueden escuchar los desgarradores lamentos de una mujer que grita: "Ay mis hijos", haciendo eco por todo el pueblo.


Se sabe que, cuando esto ocurre y La Llorona recorre los caminos, los niños son los que corren más peligro. Los habitantes del lugar dicen que si La Llorona se encuentra caminando por las calles y encuentra a un niño, lo tomará pensando que ha encontrado a alguno de los suyos, pero cuando se da cuenta que no son ellos, se los llevará para ahogarlos en un río cercano.


En la década de 1800, muchos campesinos rondaban las tierras cercanas ya que había pequeños campos de cultivo y en las noches, cuando iban de regreso a sus casas, escuchaban lamentos que los aterrorizaban. Aquellos que la llegaban a ver y sobrevivían, la describían como una mujer vestida con velo blanco, cuyos pies no tocaban el suelo. En esos años, muchos campesinos desaparecieron, encontrándose sus cuerpos días después en el río.


Los pobladores cuentan que la historia de la espectral mujer es del tiempo de la llegada de los españoles a la región, en donde una bella mujer indígena se enamoró de un español de renombre. Ella tuvo tres hijos de él, pero el hombre se casó luego con una mujer de alcurnia. Ella le rogó que regresaran pero él tenía planes de estar con su esposa. En sus suplicas, ella le prometió que si ellos no regresaban, mataría a los niños. El español le dijo que le diera cuatro para dejar a su esposa y volver con ella, pero eso no ocurrió. Al cumplirse los cuatro días y ver que el hombre no aparecía, la mujer indígena buscó al hombre español por la región, en donde le informaron que él había regresado a España con su esposa. Dolida y enojada regreso a su hogar y pagó su rabia y locura con sus hijos; en donde ahogó a dos de ellos en el río y quemó al otro. 


Al haber asesinado a sus hijos de la manera más cruel y haber cometido un pecado imperdonable, se arrepintió de lo acontecido, pero ya era demasiado tarde. La gran pena no la dejó vivir tranquila, así que la mujer se quitó la vida pocos días después. Su espíritu, ahora sin descanso, vaga el lugar en búsqueda de esos hijos que asesinó, extendiendo cada vez más recorrido.  


A pesar de que es bien conocida la Tumba de La Llorona del Panteón de Dolores del Pueblo Mágico de Jerez, en Zacatecas, hay quienes difieren la información, asegurando que la verdadera tumba se encuentra en los frondosos jardines de La Casona de Coyoacán, un centro cultural y artístico ubicado en la Ciudad de México. Otros dicen que su camposanto se encuentra en alguna parte del municipio Dolores Hidalgo, parte de Guanajuato.


La Leyenda de La Llorona es una de las historias sobre fantasmas más trágicas y antiguas del mundo hispánico que todavía perduran hasta la actualidad, pasando su relato de generación en generación como parte de la costumbre y la cultura. Una mujer condenada a vagar eternamente, lamentándose por el asesinato de sus hijos.