lunes, 31 de diciembre de 2018

El Duende de Zaragoza

Gracias nuevamente a todos ustedes por hacer posible con sus constantes comentarios de apoyo e interés, todas las entradas aquí publicadas. Evidentemente, esta será la última entrada que publicare por el presente año y me despido deseándoles una ¡Feliz Navidad! y un próspero y armonioso ¡Feliz Año Nuevo! cargado de mucha salud, éxitos y bendiciones. Este año vendrá cargado de material de calidad, en todo tipo de temáticas curiosas, como de costumbre, así que atentos.


Esta es, como la anterior entrada de Blog publicada, uno de los casos más extraños de la parapsicología en España. En su momento, el fenómeno se convirtió en una noticia que atrajo a muchos curiosos y a muchos medios de comunicación españoles y extranjeros. Fue el primer caso paranormal investigado por la policía. Ese otoño, esa serie de fenómenos sobrenaturales sobrecogieron a todos en la capital maña.


El 27 de septiembre de 1934, en Zaragoza, capital de Aragón, al noreste de España, a tempranas horas de la mañana, surgió de la nada una presencia extraña en una hornilla de carbón del segundo piso de un inmueble situado en la calle Gascón de Gotor número 2, residencia de la familia Grijalba y propiedad de Antonio Palazón. El ente emitía sonoras carcajadas que se podían escuchar en las escaleras entre primer y segundo  piso. Muchos de los vecinos despertaron sobresaltados y abandonaron sus camas preguntándose en vano cuál era el origen de tan misterioso sonido. Las siniestras risas terminaron a los minutos, diluyéndose en el silencio del edificio. Los vecinos investigaron el lugar y comprobaron que no se encontraba nadie deambulando en el sitio. Todos se encontraban asombrados y sin poder dar una explicación de lo ocurrido. El fenómeno se repitió los cuatro días siguientes.


El jueves 15 de noviembre del mismo año, Pascuala Alcocer, una joven de de 16 años, que ejercía de ama de llaves, a tempranas horas de la mañana, le contó a Isabel, la inquilina del segundo derecha, que una lúgubre voz masculina le había hablado en la cocina, a pesar de encontrarse completamente sola allí. Al siguiente día, cuando la muchacha cerraba la pequeña puerta del fogón, María, a propia dueña se encontraba pasando por allí cuando escuchar "¡Ay!". La interjección expresó dolor. Seguidamente, se pudo escuchar "Oye María, ven". Presas del pánico, ambas mujeres salieron corriendo del lugar pidiendo auxilio. Alarmados por los gritos, los vecinos se reunieron rápidamente en las escaleras del segundo piso.


La investigación fue realizada por la Guardia de Asalto y la policía de la localidad luego de haberse realizado la denuncia formal. El comisario jefe de vigilancia, Pérez, solicitó al juez Pablo de Pablos que se hiciera cargo del caso. Las voces y risas parecían venir de alguna tubería de la casa pero por mucho que las inspeccionaron centímetro a centímetro, no encontraron nada. La siniestra voz era sorprendente y llegó a nombrar a cada una de las personas que se encontraba reunidas en la cocina de los Grijalba, investigando la pista de los misteriosos sucesos. Los expertos Penella Murt y Rost Ojer fueron los encargados de identificar el extraño fenómeno.


Las brigadas municipales removieron el interior del fogón con un gancho y movieron la ventanilla de registro de humo, sonó de nuevo un sonido, una voz que en la lejanía gritó: "¡Ay, ay, que me haces daño!" y de ese modo las burlas cesaron de inmediato. Se realizó un minucioso registro en toda la vivienda para comprobar si la misteriosa exclamación partía de alguna persona oculta en uno de los pisos superiores. Fontaneros, electricistas y albañiles fueron contratados para realizar inspecciones diversas pero no encontraron nada inusual. Como medida suplementaria, varios guardias subieron al tejado y cortaron las antenas de radio, llegando incluso a cavar un foso alrededor del edificio por parte de arquitectos y obreros de la zona para descubrir si había algún cable enterrado. Una cantidad de gente se reunió frente al edificio, alterando el orden público con el temor del fenómeno sobrenatural. Esos días se dio a conocer entre los vecinos y los policías como "El Duende de la hornilla de Zaragoza".


El sábado 24 de noviembre, un juez de guardia y dos forenses fueron recibidos por Antonio Palazón. Mientras el juez inspeccionaba el edificio e intercambiaba conversaciones y testimonios de los inquilinos,  los forenses procedieron a examinar a Pascuala Alcocer, el ama de llaves que escucho por primera vez las voces. A las siete de la tarde, ellos abandonaron el edificio y le informaron a los inquilinos que hicieran lo mismo, ordenando a los agentes de Seguridad que prohibieran la entrada a toda persona extraña. Los vecinos desalojaron el inmueble tres horas después. Pero mientras los vecinos salían por la puerta principal y los policías permanecían allí para verificar que no quedara nadie en el lugar, se oyó una potente voz que les decía "Adiós, adiós".


Todos los días siguiente de esa semana se realizaron redadas similares por los agentes de seguridad, y en una de ellas se dio la más espectacular de las manifestaciones, la cual fue una "conversación" con el duende.


- Policía: ¿Quién eres?, ¿Por qué haces esto?, ¿Quieres dinero?

- Duende: No.

- Policía: ¿Quieres trabajo?

- Duende: No.

- Policía: ¿Qué quieres hombre?

- Duende: De ustedes, nada. No soy un hombre.

La noticia fue de tal magnitud que el 27 de noviembre, la prensa americana se hacía eco de ella en un artículo publicado en  la revista "Time". El asunto fue literalmente censurado por las autoridades políticas de la época. No se encontraba explicación alguna al fenómeno. Una semana después, un nuevo juez entró en escena, el letrado Luis Fernando. El viernes 30 de Noviembre y los dos primeros días de diciembre los organismos oficiales privaron de información a los medios de comunicación. Se sospechaba que el juez y su equipo estaban llevando a cabo algún tipo de experimento que les permitiera descubrir al autor de la broma.


El lunes 3 de diciembre de 1934, la autoridad emitió su veredicto final, según la dictamen del gobernador civil, Otero Mirelis:

"Primero quise oír la misteriosa voz. Las experiencias realizadas demuestran con absoluta claridad que la voz es debida a un fenómeno psíquico que únicamente se produce en determinadas circunstancias. En la cocina de la casa nos encontrábamos la muchacha de servicio de los antiguos inquilinos, dos testigos y yo [...]. Bajo el punto de vista científico no puede ser más interesante y sugestivo, pues aunque no es el primero que se produce, son muy contados los que se registran en la historia médica. Las actuaciones practicadas serán archivadas hoy, por no haberse encontrado persona responsable de la falta. El misterioso suceso ha quedado totalmente aclarado."


Ni Pascuala Alcocer, que tras la sentencia fue desterrada a su ciudad natal por hacerla responsable de la voz de la hornilla, ni ninguna otra de las personas del inmueble podían ser los responsables. Todo se orquestó de una forma predeterminada para acabar con un asunto que molesto a las autoridades. Antonio Palazón tuvo trabajando a la joven en su nuevo domicilio y allí jamás se escucharon los lamentos del duende. Para la opinión pública estaba muy claro que la presión política ejercida sobre el asunto hacía dudosa la legalidad de esas investigaciones.


Una noche del mismo mes de diciembre, el duende desapareció en su totalidad. Claro que antes de desaparecer, dio sus aterradoras palabras de despedida: "¡Voy a matar a todos los habitantes de esta maldita casa!, ¡Cobardes, cobardes, voy a matar a los habitantes de esta maldita casa!". Esa misma noche murió en el barrio vecino el inquilino Asunción Jiménez, tras realizar una sesión de espiritismo. Se cree que su intención era tener contacto con alguna de las mujeres de esa vivienda, María, la dueña de la casa, o Pascuala Alcocer, el ama de llaves, quizás para llevar a alguna de ellas al reino de lo desconocido. En España, este no es el primer caso documentado sobre "duendes", ya que en el año 1915, se registró uno en Valencia.


Conocido como "El Caso del Duende de Esparto", fue el primer suceso paranormal acontecido en España durante el siglo XX. Todo se centró en una casa en la Plaza del Esparto, Barrio del Carmen, donde vivía la familia Colomero. Los Colomero, cuyos miembros eran Higinio, un oficial retirado y sus dos hijas (aunque algunas versiones aseguran que eran hijos, uno de 12 y otro de 14), aseguraron escuchar extraños ruidos en la vivienda a tempranas horas de la mañana, comenzando la tarde y en horas de la madrugada. 


Poco después, otros inquilinos indicaron escuchar los ruidos también. Pronto, por los rumores y el misterio del origen de los sonidos, todo el vecindario se llenó de terror y desconcierto. La noticia se difundió rápidamente por la ciudad y comenzaron a llegar a Valencia multitud de personas en busca de respuestas, o simple curiosidad.


El 6 de julio del mismo año, un grupo de guardias civiles ordenados por el Gobernador Civil, el Sr. Motilla, junto con el inspector provincial Rodríguez, el jefe de policía, Oliveras, y el capitán Alicart, fueron los encargados de registrar el inmueble minuciosamente e investigar el caso. La búsqueda no fue como se esperaba, ya que no encontraron ninguna señal de donde podrían proceder aquellos ruidos. Los informes policiales textualmente se dieron: "A las diez de la noche comenzaron los ruidos. Estos eran más perceptibles en los tabiques ligeros que en las paredes llamadas vulgarmente maestras. En el lugar habían dos camas, un armario que antes no lo era, una pared mediera que divide dos casas, un tabique vibrante, o que debe vibrar. Todo esto produce los ruidos seguramente." Con tal respuesta se marcharon, pero los ruidos no cesaron. Todo lo contrario, estos fueron poco a poco incrementándose cada día en la casa de los Colomero.


El fenómeno se hizo famoso, el lugar parecía ser un sitio turístico y era el centro de atención de periódicos de España. Las iglesias más cercanas realizaban misas y ceremonias especiales para pedir por aquellas almas que se manifestaban en la casa o para ahuyentar a las ánimas del Purgatorio. Además, con todo el revuelo ocasionado por el supuesto poltergeist, el Ayuntamiento tomo parte y mandó al arquitecto jefe municipal, el Sr. Aymami para que se investigara más afondo las calles cercanas al lugar.


El Sr. Aymami, introdujo micrófonos en diferentes tabiques donde se producían los ruidos y revisó todo el alcantarillado, aparte de diferentes puntos importantes de la estructura de la casa. Pero su búsqueda fue negativa, ya que no pudo encontrar nada para poder dar una explicación a tal suceso. Así pues, nunca se supo de donde procedían aquellos golpes y tampoco el por qué de estos. El 13 de julio de 1915, el fenómeno y los ruidos cesaron de la misma forma en que habían comenzado, sin ninguna explicación lógica aparente. Los inquilinos pudiendo así recuperar la tranquilidad y el sosiego de una vida normal. Y al día de hoy no se han vuelto a producir algo similar en la casa nº 7 de la Plaza del Esparto, en Valencia.


Siguiendo nuevamente con el caso del "Duende de Zaragoza", en la actualidad, el antiguo edificio ya no existe pero en el lugar donde ocurrieron los inexplicables fenómenos existe un complejo de apartamentos llamado "Edificio Duende".

viernes, 28 de diciembre de 2018

Los Rostros de Bélmez

Para muchos es un milagro y desde hace 47 años ha sido objeto de estudio por parte de toda clase de expertos en lo parapsicológico. Para otros solo se trata de un vil timo por parte de los miembros de la familia Pereira - Gómez. Pero el hecho es que se trata de uno de los misterios sin resolver más controvertidos y mediáticos de España. Independientemente de lo atractivo que puede resultar dicho fenómeno en términos sociológicos, las Caras de Bélmez han mantenido su fuerza a lo largo de estos años debido, a ciertas premisas que se han dado como válidas.


Todo inició en España en el año 1971, específicamente en la casa número 5 de la Calle Real del pequeño pueblo Bélmez de la Moraleda, de la provincia de Jaén, en Andalucía. En ese lugar, la casa familiar Pereira - Gómez, apareció el lunes 23 de agosto, una mancha curiosa, tal vez una combinación de las manchas de humedad y grasa del lugar, que origino la formación de un rostro humano de manera espontánea en el piso de concreto de la cocina de María Gómez Cámara. Era un rostro masculino, con la boca y los ojos abiertos y unos largos trazos oscuros a modo de bigote. Ésta mujer, en lugar de estar aterrada, como cuenta la historia oficial, estaba encantada con la simpática mancha que asemejaba a una cara, hasta el punto de invitar a sus vecinas para que fueran a verla. Fue la primera de las casi 1000 caras que fueron apareciendo con el pasar de los años.


El esposo de María, Juan Pereira y su hijo, Miguel, descontentos con el revuelo de la situación y de tener gente constantemente en su cocina, destruyeron la imagen con un pico, rasparon la superficie del suelo y la volvieron a alisar con concreto con ayuda del albañil Sebastián Fuentes León. Sin embargo, luego de  tres días, una nueva cara se formó en el mismo lugar del suelo. El Gobernador Civil de Bélmez fue informado de esto y prohibió la destrucción de la nueva cara. En cambio, el piso de concreto fue cortado y tomado para estudio. La nueva cara humana fue conocida bajo el nombre de "La Pava". Se dijo que se trataba de un milagro y que el rostro se trataba de la faz de Cristo. Días después surgieron nuevos rostros que se añadieron al inicial, tanto en la cocina como en el pasillo de la casa. Las caras aparecían y desaparecían, se desplazaban o se transformaban en otros rostros, en un continuo movimiento.


María bautizó a todas las caras; "El Pelado", porque parecía un hombre calvo. "El Fraile", por su parecido con Fray Leopoldo de Alpandeire. La mencionada "La Pava" y una que desapareció, pero que se conservo en fotografías llamada "La Familia", porque se podía ver la cara de un padre, de una madre, y de sus dos hijos; un niño y una niña. Algunos aseguran que incluso el rostro del general Francisco Franco, dictador de España durante varias décadas, también apareció entre las caras de Bélmez.


En febrero de 1972, llegó al lugar Germán de Argumosa, un parapsicólogo comisionado por el Gobernador Civil para averiguar lo que había detrás del misterio de las caras. Él era conocido por que llevaba meses intentando introducir en España la técnica de la psicofonía, supuestas voces de ultratumba grabadas en cintas magnetofónicas. Se sabe que aplicó esta técnica con las caras y grabó una psicofonía, que nunca fue publicada. En dicha cinta grabada, él aseguro que "fantasmas" lo llamaban por su nombre y le decían: "Germán, descubre que hay, levanta el cemento, pica el patio", refiriéndose a la existencia de un antiguo cementerio medieval árabe del siglo XIII, ubicado debajo de la casa, constatado luego de haberse realizado unas excavaciones de una profundidad de casi tres metros, como parte de un estudio geológico, donde aparecieron los restos de huesos humanos. 


Pronto, la casa de María fue conocida por los turistas y curiosos como "La Casa de las Caras" y en la Pascua de 1972, cientos de personas acudieron a la casa para ver las caras, entre ellos varios parapsicólogos. Varios opinaron que "La Pava" fue pintada con cromo, zinc y plomo por alguien con dotes pictóricos y de inmediato se señaló a Jesús Rodríguez de la Torre, un joven pintor, que actualmente reside en Alemania. Se pensaba que María, le indicó a Jesús Rodríguez que la hiciera para gastar una broma a su hijo Miguel y así vengarse por haber estropeado la simpática cara que era la admiración de todo el pueblo. 


Dicho timo también estaba involucrado con el beneficio económico que le había sacado la familia a toda la situación. Hay quienes defienden que la familia no ganó dinero con las Caras de Bélmez, pero tras realizar una estimación del reporte económico de ingresos, entre la entrada que se cobraba a los curiosos y turistas, sumando además la venta de fotografías a 15 pesetas, la familia pudo obtener en los últimos meses de 1971 y en los primeros de 1972 alrededor de medio millón de pesetas, equivalente a 3.000 euros.


Teniendo en cuenta que un trabajador promedio de las varias industrias de carbón que funcionaban en Bélmez en aquel tiempo ,cobraba 3.500 pesetas al mes, igual a 22 euros, las ganancias no fueron en absoluto insignificantes. Los ingresos también llegaba por medio de la radio y la televisión, que de vez en cuando, los periodistas y reporteros se acercaban a la casa de la familia. Al parecer, por cada entrevista que se grababa en el lugar, se cobraba 3.600 euros.


El experto en parapsicología, Hans Bender, catalogó el misterioso fenómeno como teleplastia, una manifestación mediante la cual imágenes, formas y rostros humanos se imprimían de manera inexplicable sobre suelos, techos, paredes y otras superficies. Pedro Amorós, presidente de la Sociedad Española de Investigaciones parapsicológicas (SEIP) opinaba que esas pigmentaciones eran residuos de ectoplasma de espectros en el sitio.


Algunos afirmaban que estas formaciones obedecían a los deseos inconscientes de los seres humanos, mientras que otros creían que se trataba de evidencias físicas de personas que habían muerto y que buscaban pedir a los vivos algún tipo de ayuda o favor. 


Debido a esa creencia y luego de que el fenómeno pasó su tiempo de gloria, las Caras de Bélmez volvieron a ser noticia, esta vez de la mano de Ricard Bru, quien aseguraba haber descubierto que las caras representaban familiares fallecidos de María durante la Guerra Civil. El parecido entre "La Pava" y el Guardia Civil Miguel Chamorro, cuñado de María Gómez Cámara fallecido en 1936, por envenenamiento por comer bayas, era similar.


Algunos escépticos aseguraran que las caras de Bélmez habían sido pintadas con nitrato y cloruro de plata, un método muy usado en fotografía y empleado ya en los años 40′ por activistas antifranquistas. Se llegaron a realizar varios análisis que descartaron la presencia de estas sustancias, aunque algunos aseguraron que ese examen no tenía valor por cuanto se desconocía cuáles habían sido el proceso para recoger las muestras. como disolvente de hormigón, ácido clorhídrico y nitratos de plata. 


También se llevó a cabo un estudio químico exhaustivo con una mezcla de hollín y vinagre, un compuesto que se puede encontrar en cualquier farmacia al pedir un producto alemán para eliminar las manchas de concreto. Era posible, con una casi perfecta técnica, que podría realizarse una alteración con estos compuesto con cemento artificial, hecho de piedra caliza, arcilla y yeso. Llegando algunos a la conclusión de que cualquiera podía hacer rostros en un suelo de cemento con agua, aceite y vinagre, o simplemente con ácido muriático.


Al parecer, el parecido entre "La Pava" y el Guardia Civil Miguel Chamorro, fue una acción trucada ya que la foto del miembro de la benemérita, se le incrustó unos mostachos y se le dobló la boca en una inverosímil mueca. En el año 1975, se determino en la Universidad Politécnica de Valencia, que el contorno de "El Pelado", era una microdepresión creada por la huella de un zapato del año 1939, al pisar sobre un cemento no totalmente fraguado.


María Gómez Cámara falleció en 2004 a la edad de 85 años, fecha en la cual, permanece cerrada la casa pero que eventualmente abre sus puertas para que sea visitada por los turistas. Según Miguel Pereira, hijo de María, actual propietario de la casa, busca mantener limpia la memoria de su madre, rechazando categóricamente cualquier acusación de fraude y explica que desde que su madre murió, las caras apenas parecen. 


Para aquél entonces, 17 caras nuevas aparecieron, tanto masculinas como femeninas, y de hacerlo, lo hacían con poca fuerza. Pero son rostros de perfil o rostros desde cuyos ojos emerge otra cara de diferentes formas, tamaños y expresiones. Miguel asegura que su familia jamás cobró la entrada. 


"La gente venía y sigue viniendo y las caras se les enseñan, se le explicaba la historia. Pocos saben que esta casa requiere un mantenimiento, la pintura, el pago del impuesto municipal. Sólo nos da para eso. Nadie se ha hecho rico con las caras. Nadie de mi familia, claro está, porque los periodistas sí que han rentabilizado bastante esta historia."


Bélmez pasó de ser un pueblecito olvidado a ocupar grandes titulares de prensa, abarrotarse de curiosos atraídos por aquel misterio y es un lugar de turismo en tiempos modernos. En febrero de 2013, el Ayuntamiento de Bélmez inauguró en el edificio de la antigua escuela un flamante "Centro de Interpretación de las Caras", financiado con dinero de la Unión Europea. Actualmente, las opiniones siguen divididas sobre si las caras de Bélmez fueron un gran fraude o una muestra física de fantasmas. Que cada quien saque sus propias conclusiones.

lunes, 24 de diciembre de 2018

Las cabezas de piedra de Hexham

El hallazgo de un par de rocas esféricas, sobre las que se había tallado facciones humanas, enterradas en un jardín de una residencia privada no parecía nada extraordinario. Sin embargo, esto se vio trascendido por una presencia invisible que aterrorizó a los vecinos y desató una auténtica pesadilla en la localidad inglesa de Hexham, se trataba, sin duda, de una maldición.


En febrero del año 1972, el joven Colin Robson, de 15 años, se encontraba dando mantenimiento al jardín de la residencia familiar en Hexham, una ciudad al noreste de Inglaterra a unos 30 kilómetros de la populosa Newcastle. Mientras removía la tierra en torno al tronco de los árboles, la pala chocó con lo que parecía ser una roca enterrada. El muchacho avisó a su abuelo y éste le aconsejó que la sacara ya que podría limitar el desarrollo de las raíces en la planta. Tras retirarla del suelo y remover la tierra pegada, encontró que en la roca esférica de 6 centímetros se había tallado una cabeza humana.


De inmediato, Colin llamó a su abuelo que fuera testigo del hecho. Poco después, encontraron una segunda pieza del mismo tamaño y con las mismas características. Estas rocas, parecían haber estado entre la tierra durante muchos años. En la primera roca que se encontró, se tallaron las facciones esqueléticas de un humano, sugiriendo que se trataba de una figura masculina para todo aquel que la veía, rápidamente la apodaron "el chico". Los fragmentos brillantes de cristal de cuarzo contrastaban contra un fondo verde grisáceo. Los ojos eran profundos y muy redondeados, la nariz puntiaguda y la boca extremadamente amplia. También se habían esculpido franjas como cabellos que iban desde la frente hasta la parte trasera de la cabeza.


La segunda cabeza, apodada "la chica", tenía los ojos pequeños, pómulos reducidos, labios gruesos y rastros de pigmento verde y amarillo sobre el cabello. Cabe resaltar que las rocas era singularmente más pesadas que una piedra cualquiera. Pesaban más que un fragmento de concreto del mismo tamaño.

La cabezas fueron perfectamente limpiadas por Colin y Leslie, para después ser depositadas en un armario dentro de la residencia familiar para que todos, tanto la familia como los vecinos, pudieran apreciarlas. Aunque nadie sabía su origen, se trataba de un descubrimiento arqueológico significativo y empezaron a surgir rumores de que provenían de la época del imperio romano, o incluso de mucho antes. A partir de este punto, las cocas comenzaron a tornarse extrañas.

Todos los miembros en la residencia familiar percibieron un cambio en el ambiente del lugar. Era una sensación indescriptible de perturbación, como si algo muy malo estuviera sucediendo o fuera a suceder pronto. Muchos objetos se movían solos y se caían con gran fuerza al piso. Los estantes parecían rechazar todo lo que se les ponía encima, como libros, porta-retratos y floreros. Un cable telefónico fue arrancado de la pared y una cerradura se partió en dos después que la puerta fuera azotada con fuerza. Los cuadros se torcían y las paredes se agrietaban. Todo era inexplicable y paranormal.

Una noche. todos en la residencia se despertaron con temor por el sonido de un cristal estrellándose, sin motivo aparente la ventana de la sala simplemente había explotado lanzando astillas de vidrio por todo el lugar. Pero sin duda, una de las cosas más extrañas fue el hecho de que en el lugar en donde fueron encontradas las rocas, había comenzado a crecer toda clase de hierba dañina y hiedras con espinas. Plagas de insectos comenzaron a devastar el jardín y un desagradable hedor se volvió constante, un aroma a orina de animal salvaje que impregnaba todos los rincones de lugar.

Nelly Dodd, una vecina que habitaba en la parte posterior del terreno, tuvo un encuentro con una fuerza desconocida, y esta relató esta historia: "Colocaba la ropa a secar en los tendederos de mi patio cuando escuché el grito de Brian, mi hijo menor que en ese momento tenía 10 años. Rápidamente fui a ver lo que sucedía y lo encontré llorando desesperadamente. Le pregunté que había sucedido y me dijo que algo lo había lastimado. Le dije que me mostrara el lugar donde le dolía y empezó a gritar nuevamente como si fuera víctima de un ataque". Manifestó.

"Me asusté tanto que intenté detenerlo y fue cuando noté las marcas rojas que estaban bajo su camisa. Cuando levanté la prenda distinguí unas marcas circulares en su estómago y espalda, como las mordidas de un animal salvaje. Quedé aterrada y corrí al interior de la casa. Llevé a Brian al médico donde me dijeron que las heridas parecían mordidas de perro. Cuando regresé a casa, encontré que había marcas de arañazos y por lo menos una mordida en mis piernas. Recordé que cuando corría con Brian en el pecho, sentí que algo subía por mis piernas, pero no había notado que tenía heridas".  Continuo Nelly.


Esta fue la primera vez en que la familia Dodd experimentó un incidente de esta naturaleza, y desgraciadamente no sería la última. Días después del ataque a Brian, Nelly limpiaba su jardín cuando percibió el característico hedor desagradable. De repente, sintió una presencia invisible que la derribó con gran fuerza al suelo, se deslizó por su pecho y le impidió ponerse de pie.

"Parecía ser un perro enorme o una oveja, a pesar de ser invisible, pude sentir el pelaje crespo de aquella cosa. Tenía un hedor nauseabundo y un aliento caliente"., relató Nelly a un periódico local. "Cuando logré ponerme de pie, corrí al interior de la casa y aseguré la puerta. Escuché el sonido de aquella cosa golpeándose en repetidas ocasiones contra la madera. Temía que pudiera derribarla si seguía a ese ritmo". Aseguró la mujer. 


En el hogar de los Dodd acontecimientos perturbadores siguieron sucediendo, mientras que el epicentro de las actividades se mantuvo en la residencia familiar. En una ocasión, la familia se despertó por el sonido de un gruñido escandaloso que parecía originarse en la sala. Cuando fueron a ver lo que sucedía, se encontraron con un sofá totalmente destrozado, con el tejido totalmente desgarrado. Helen Robson, la madre de Colin, días después fue víctima de un ataque realizado por el ser invisible. Relató que algo la persiguió e intentó tirarla al suelo en dos oportunidades.

"Parecía un perro grande y peludo que avanzaba entre mis piernas e intentaba derribarme. Sentí en un momento que algo se había aferrado a mi tobillo, era una mano humana que tiró de mi pie de forma violenta. Logré escapar y algunos transeúntes que pasaban por ahí me auxiliaron. La mano dejó heridas que un enfermero sugirió habían sido realizadas por uñas muy afiladas". Indicó Helen.


Los Robson y los Dodd asumieron que estos acontecimientos paranormales estaban relacionados con el hallazgo de las cabezas, pues iniciaron precisamente después que fueron retiradas del jardín. Algo, una presencia invisible, salvaje y violenta los acechaba a todos.

Colin y su hermana Leslie, regresaban unos días después de la escuela y encontraron la puerta principal de la residencia abuerta completamente. Se acercaron con cuidado para ver que había ocurrido y lo que observaron los llenó de horror. Se dieron cuenta que en medio de la sala, se encontraba echado un ser repugnante, peludo y baboso mordiendo una parte destruida de un mueble. Al notar la presencia de los jóvenes, la bestia corrió con rapidez salvaje tras de ellos hasta el exterior de la casa. Ambos lograron escapar desesperados y llamaron a los vecinos. La atención en el sitio no se hizo notar y un grupo de vecinos entró al interior de la casa, pero no encontraron nada, solamente el fuerte hedor del animal que perturbaba el olfato de los presentes.

Colin describió aquella cosa como un "ser mitad hombre y mitad perro, con características de carnero. Tenía un pelaje crespo oscuro y se desplazaba de forma errática sobre las dos patas traseras". Esta última experiencia de terror subió de escala en que los miembros dieron el ultimatum. Completamente aterrada, la familia Robson decidió pedir ayuda a un grupo de profesores de la Universidad de Newcastle, que decidieron recibir las cabezas con gusto para investigarlas. También convocaron a un sacerdote para que bendijera y purgara el sitio de cualquier presencia demoníaca que pudiera estar perturbando sus vidas. Para tranquilidad de la familia y sus vecinos, los eventos sobrenaturales cesaron completamente en el vecindario.

El terror simplemente cambio de dirección. La Dra. Ann Ross, una respetada investigadora especializada en el folclore celta, recibió las cabezas. La Dra. Ross solicitó autorización a la Universidad de Newcastle para trasladar las piezas a su residencia con la intención de analizarlas para determinar su origen y significado. En el año 1973, la Dra. Ross publicó un artículo en la revista "Folclore, Myths and Legends", donde afirmaba que las rocas habían sido talladas hacía por lo menos 1800 años, según un análisis científico que se realizó para determinar la edad precisa de estas, y formaban parte de rituales complejos de hechicería celta.


Para los celtas, la cabeza humana representaba una fuente suprema de poder espiritual. Empleaban representaciones de cabezas o cráneos humanos como guardianes espirituales o piezas centrales en diversos rituales. Tenían la creencia de que sus dioses podían observarlos a través de estas cabezas ubicadas en sitios sagrados, y de esta forma estar presentes durante las celebraciones. En ciertos casos, estas cabezas servían como escudos en sitios sagrados o como portales entre el mundo real y el espiritual.


"Jamás podría creer en esas cosas. Como una académica era algo que no podía concebir. A pesar de estar al tanto de los hechos relatados por la familia Robson, que encontró los artefactos, confieso que no di credibilidad a lo que contaron", indicó la Dra. Sin embargo, la opinión de Ross cambió cuando empezó a experimentar en carne propia algo inexplicable aproximadamente dos semanas después de trasladar las cabezas a su hogar. La maldición celta había sido transferida a ella.

"Siempre manteníamos la luz del pasillo encendida y las puertas abiertas, pues nuestro hija Berenice tenía miedo a la oscuridad. Cierta noche me desperté con un sentimiento extraño, como si acabara de atravesar una pesadilla y aún estuviera confundida. La habitación se encontraba excesivamente fría y me levanté para ver si había una ventana abierta. Era como si una atmósfera siniestra y helada se hubiera apoderado del cuarto. El instinto provocó que fuera al pasillo para ver como se encontraba mi hija, y en ese lugar me encontré con algo inesperado." Manifestó Ross.

"Era como un hombre lobo que tenía una altura aproximada de 2 metros, pero se desplazaba inclinado, no totalmente erecto. Era completamente negro frente a la pared blanca. Su cuerpo se encontraba revestido por un vasto pelaje oscuro y comprimido. El hedor era insoportable, similar al de un cuerpo putrefacto. Inmediatamente puso las cuatro patas sobre el suelo y entonces noté que terminaban en manos humanas. Me mostró los dientes y gruñó como si fuera una fiera. Grité y un instante después simplemente se esfumó. Quedé aterrorizada, fue la experiencia más horrible en mi vida y algo que jamás podré olvidar." Continuo la Dra.


Sin embargo, el escepticismo de la Dra. Ross logró convencerla de que había tenido una alucinación. A los pocos días, la investigadora recibió una llamada telefónica de la niñera que cuidaba a su hija. Norah James, una mujer bastante equilibrada y sin antecedentes de enfermedad mental, gritaba frenéticamente en el teléfono. Inmediatamente Ross se dirigió a su hogar. Cuando llegó encontró a la niñera en la calle con su hija en brazos. Algunos vecinos habían salido a ayudarla. Norah relató que había escuchado sonidos provenientes de la sala, como si algo hubiera caído, y fue a indagar el motivo. Apenas abrió la puerta, algo grande y peludo saltó sobre ella. Norah describió aquel ser con las características de un lobo, que se desplazaba sobre cuatro patas aunque de la cintura para abajo asemejaba un hombre.

La niñera logró liberarse de aquella cosa que intentaba atraparla y subió hasta la habitación donde aseguró la puerta con la pequeña bajo su cuidado. Una vez allí esperó en silencio y pudo escuchar al ser acechando en la parte exterior. Cuando no pudo escuchar nada más, tomó al niño y corrió lo más rápido que pudo a la calle.

Norah renunció al trabajo ese mismo día y la Dra. Anne Ross decidió regresar las cabezas a la Universidad. No hizo público estos acontecimientos sino hasta una década después. "Temía que pudiera interpretarse de la forma equivocada. Que creyeran que quizá intentaba sacar algún provecho para beneficio personal. Como haya sido, creí que lo mejor era no hablar sobre lo sucedido". Después de deshacerse de las piezas, y de todos los objetos del folclore celta que guardaba en su hogar, todo volvió a la normalidad.


A partir dese momento, las Cabezas de Hexham quedaron bajo la custodia de la Universidad de Newcastle, al cuidado del departamento de Historia Antigua, donde estuvo a cargo de Roger Miket, y hasta donde se sabe nada extraño sucedió posteriormente. Sin embargo, un año después, en 1974, la historia dio un giro inesperado. 

Un camionero de nombre Desmond Craigie dijo que era dueño de las cabezas y su antigüedad no pasaba de los 16 años. No se trataba de artefactos antiguos para rituales celtas sino de piezas talladas por el propio Craigie como regalo para su hija, Nancy. Explicó que, muchos años antes, había ocupado la misma casa que los Robson en Hexham. En aquella época, Craigie se dedicaba a tallar figuras decorativas sobre roca y un día decidió hacer 3 piezas con la forma de cabezas.

"Nancy solía jugar con ellas, alguna vez llegó a pintarlas", relató el camionero. "Un día una se partió y simplemente la tiré. Las otras se quedaron durante años en el patio y cuando nos mudamos no le vi sentido a llevarlas con nosotros. Seguramente las hicieron a un lado y terminaron hundiéndose en el terreno donde las encontraron." Aseguro el hombre. Avergonzado por el revuelo que habían provocado, Desmond Craigie dijo que sólo quería ofrecer una versión desde su punto de vista y fabricó una cabeza para demostrar que sabía tallar roca. "Estoy completamente seguro de que son esas las piezas que tallé, estaban en el patio y las veía todos los días cuando salía al trabajo." Continuó.


Sin embargo, la Dra. Anne Ross desestimó las palabras del camionero. "A no ser que el señor Craigie estuviera familiarizado con la forma en que los celtas moldeaban las cabezas de roca, no hubiera sido capaz de reproducir el mismo proceso. Desde mi punto de vista y el de otros expertos que las examinaron, estas piezas son genuinas y su origen es celta", declaró.


Un detalle extra en esta historia la hace aún más extraña. Dos años después, en 1976, una sección del Museo de la Universidad de Newcastle se incendió y en los trabajos para extinguir las llamas varias piezas desaparecieron, entre ellas las dos Cabezas de Hexham. Se cree que el incendio fue provocado y las cabezas fueron robadas. Para muchos existe una explicación racional para esta serie de acontecimientos extraños, vinculándolo con "El Lobo de Allendale", un gigantesco lobo gris oscuro que escapó del zoológico de Hexham el 10 de diciembre de 1904, que fue conocido por matar ganado hasta el año 1905. 


Sin embargo, para las familias Robson y Dodd y hasta para la misma Dra. Anne Ross, fueron momentos de terror y desespero al sentir que una presencia invisible y malévola se encontraba allí con ellos. Instantes en los que no pudieron dormir tranquilos, teniendo esa sensación de que alguien o algo los acechaba en todo momento.

Si verdaderamente las cabezas son artefactos de origen celta, no es difícil imaginar que portaran alguna maldición. Muchas supersticiones en diversas culturas afirman que las representaciones de cabezas o cráneos humanos situados en templos o puntos sagrados se consideran objetos importantes, y cuando se les retira del lugar la maldición cae sobre los involucrados. En el folclore celta es posible encontrar una enorme cantidad de monstruos, demonios y seres espirituales. Los animales con rasgos humanos son característicos de diversos mitos gaélicos, ya sea como sirvientes o emisarios de las deidades que integran el diverso panteón celta.


Quizás el ser espiritual vinculado a las Cabezas de Hexham era su protector directo, levantándose contra cualquiera que tomara posesión de las piezas. Además, el mito del hombre lobo que contaban los pueblos celtas difiere mucho de aquel que difundieron los teutones y el resto de Europa. No lo consideraban un “monstruo salvaje”, era más una especie de guardián irlandés, conocido como Faoladgh o ConroichtSe trataba de seres espirituales que podían invocarse para cumplir alguna misión de índole religioso.


Pero, si esa bestia estaba ahí para proteger las piezas, ¿Porqué dejó de manifestarse cuando las llevaron a la Universidad de Newcastle? ¿Desaparecieron o fueron robadas? ¿Donde se encuentran ahora? Preguntas al parecer sin respuesta que nos llenan de más curiosidad.