lunes, 29 de octubre de 2018

Algunos relatos cortos de terror

Aprovechando la temporada de Halloween, la adrenalina sube para todo aquellos que necesitan ser estimulados con historias de terror que activen todos sus sentidos. En esta entrada con micro cuentos de terror, podrás regocijarte esta noche con esta lectura que pueden ser parte de la ficción o la realidad, tu eliges. Experimenta el significado del verdadero miedo a través del poder de las palabras y tu imaginación.


Y para comenzar, les dejo la historia más corta de terror llamada "Knock", publicada en la revista Thrilling Wonder Stories en su edición de Diciembre de 1948, por Fredric Brown (1906-1972). La micro historia solo cuenta con dos oraciones:

"El último hombre sobre la tierra estaba sentado solo en una habitación. De repente, tocan a la puerta".


Estas dos líneas dejan implícito un verdadero cuento de horror sobrenatural. Más allá de las muertes, la sangre o los espectros, el verdadero cuento de horror debe tener una cierta atmósfera de inquietud, de ansiedad y un inexplicable temor a fuerzas desconocidas y ajenas a nuestro mundo. Lo maravilloso del micro cuento de Brown es que deja que el resto de la historia se desarrolle en la mente del lector al instante que termina de leer preguntándose ¿Quién o qué podría estar del otro lado la puerta?


Solo hay dos devastadoras posibilidades:

1. No sólo hay algo desconocido y ajeno allá afuera, el último hombre sobre la tierra quiere mantenerlo afuera y lejos de él.
2. No sólo hay algo desconocido y ajeno que vaga por la tierra vacía, también ha encerrado al último hombre en una habitación.

Lamentablemente, la maliciosa suspensión de lo posible e imposible se desvanece cuando seguimos leyendo el cuento original (próximo a publicar), titulado "El Llamado", que cuenta la historia de Walter Phelan, el último hombre sobre la tierra luego que una raza alienígena llamada "The Zan" invadieran y mataran a todos excepto a Walter Phelan y la última mujer viva, Grace Evans.

Sin embargo, la idea de Brown no fue tan original, considerando que existen varias versiones que tienen más de cien años, como la de Thomas Bailey Aldrich en 1870: "Una mujer está sentada sola en la habitación de una casa. Ella sabe que está sola en todo el mundo. Cualquier otra cosa viviente está muerta, y aun así, tocan la puerta”. Aún más devastadora, la versión de Aldrich no deja ningún lugar que pueda servir de refugio a nuestra mente. No hay ningún otro ser vivo en toda la tierra, entonces ¿Quién o que toca a la puerta?


Esta es solo la introducción ante esta interesante entrada llena de misterio que hace volar la imaginación del lector. A continuación, algunos relatos cortos de terror:

"No solo los perros lamen"

Esto pasó en una pequeña ciudad de Francia y salió en todos los periódicos locales.

Una niña de 9 años llamada Camile Feraud, era la única hija de  padres pudientes de gran influencia. Tenían todo lo que hubiesen deseado como familia, pero la niña le faltaba atención y cariño. Sus padres solían salir a fiestas y reuniones del ámbito político, y ella, en medio de una soledad incomparable.

La situación cambió cuando le compraron un cachorro de raza grande, un pastor alemán al que bautizaron con el nombre de Loup. Camile se encariño de inmediato, volviéndose inseparables según fueron pasando los años. Tenían un vínculo especial y una maña particular, el perro se metía debajo de la cama para dormir junto a ella cada noche y, cuando la niña tenía miedo o ansiedad, asomaba la mano por debajo de la cama y su amado perro la lamia. Era como un código entre ella y Loup, y eso la tranquilizaba.

Una noche, los padres de Camile fueron a su cuarto para despedirse de su hija ya que habían sido invitados a una fiesta muy importante, algo regular en su vida lujosa. Se fueron como de costumbre y Camile se durmió en un profundo sueño. Luego de unas pocas horas, un fuerte ruido despertó a la niña. Sonaban igual a rasguños leves que se tornaban más fuertes y seguidos. Camile, temerosa, bajó la mano para que su perro la lamiera. Al sentir la húmeda lengua de Loup, la niña se tranquilizó y poco después se quedó dormida nuevamente.

A la mañana siguiente cuando despertó, buscó a Loup debajo de su cama pero no se encontraba allí como de costumbre. Bajo las escaleras y buscó en el lobby, la casa del árbol, el jardín y no lo encontró. Pronto Camile descubrió algo espantoso cuando pasaba por el pasillo de la cocina. Su amado perro Loup estaba ahorcado con una cuerda gruesa y  una herida enorme le atravesaba el estómago. Junto a esta desagradable sorpresa había un mensaje con sangre en el espejo del recibidor que decía: "No sólo los perros lamen".

Cuando los padres regresaron a casa esa mañana, encontraron a su hija en estado de shock totalmente trastornada, repitiéndose una y otra vez la pregunta: "¿Quien me lamió?" Los padres desde ese día pusieron toda su atención a su hija que al parecer, nunca se recuperó de eso y tuvieron que internarla en un hospital ya que nunca más llegó a sentirse segura por las noches. Los padres aumentaron la seguridad de su hogar y aún continúan buscando al autor de tal aberración.


El Gato Grinny

Recuerdo la primera vez que lo vi. Salí a dar una vuelta nocturna, como normalmente suelo hacer. No le tenía miedo a salir de noche, ya que en mi barrio el crimen más grande que se ha cometido es tan sólo robar tiendas o el exceso de velocidad. Estaba dando un paseo por el parque y me senté en un banco debajo de una poste, hasta que apareció un gato negro frente a mí. Lo escuché ronronear y no parecía que fuera a hacerme daño, así que comencé a acariciarlo cuando se acercó.

Pasado un rato, el gato empezó a ronronear más fuerte, frotándose contra mi pierna, como suelen hacer los gatos. Es extraño, pero juraría que el animal parecía estar sonriendo. Alguien emitió un ruido del otro lado de un arbusto cercano y el gato huyó en respuesta. Comencé a caminar de regreso a casa, se estaba haciendo tarde. Llegue a la puerta de mi casa y justamente cuando metí la llave a la cerradura, oí un maullido detrás de mí. Al darme vuelta, allí se encontraba el mismo gato negro. Estaba sentado, mirándome directamente. Sabía que no debía alimentar animales callejeros, pero no pude evitarlo, su mirada era triste, como si estuviera hambriento.

Entré a la casa y busqué rápidamente en la cocina un plato pequeño. Le puse unas pequeñas rebanadas de jamón y salí nuevamente. Abrí la puerta para darle el alimento pero el animal se había ido, así que deje el plato justo delante de la puerta de mi casa. Alrededor de las 11:30 pm me fui a dormir, pero a mitad de la noche algo inesperado me despertó al golpear a mi ventana. Al darme cuenta y voltearme, vi al mismo gato sentado a la derecha de mi ventana.

Esta vez si pude verlo detalladamente y definitivamente el gato sonreía. Su cola la agitaba alegremente y rebotando contra mi ventana en el vaivén del movimiento. Mis persianas  y cortinas siempre las mantengo cerradas, pero esa noche, extrañamente, las cortinas estaban abiertas y las persianas levantadas. Después de eso no se que ocurrió, no se si algo más paso o me dormí, pero lo cierto fue que me desperté por la mañana y el gato no estaba.

Me preparé para ir al trabajo,a unos 30 minutos de mi casa. Cuando llegué, en el estacionamiento, se encontraba el mismo gato negro justo al lado de mi auto. Sentado, sonriente, moviendo la cola de un lado a otro. En ese momento supe que algo pasaba, así que llamé a control animal y se lo llevaron al poco rato. El pensar en la situación me afectó un poco así que volví a directo a casa después del trabajo para calmarme. Me acosté en mi cama y justo antes de quedarme dormido, escuché patear la puerta de mi dormitorio, sonido que confundí con algún otro común.

Me desperté sobresaltado y mi cuerpo se heló al ver que el mismo gato yacía frente a mí al final de mi cama, con el cuello de lado, mirándome con esa sonrisa en su rostro que se tornaba siniestra. Ya había tenido suficiente, así que agarré al gato por el cuello. Quizás  me altere un poco pero el estado de inquietud me orilló a golpear al gato con un martillo hasta la muerte. Durante todo el proceso, él no maulló ni una sola vez. Cuando pude recuperar el control de mis pensamientos y acciones, el gato estaba irreconocible; sus dos patas delanteras estaban rotas, la oreja derecha estaba destrozada, sus costillas estaban demolidas y su rostro tenía un hueco enorme. Yo no podía creer lo que había hecho.

A la mañana siguiente, antes de ir a trabajar, puse el cuerpo mutilado del animal en una caja, salí de la ciudad y lo enterré cerca de un bosque al lado de la carretera secundaria. Estaba realmente agitado por lo ocurrido y varias preguntas pasaban por mi mente como ¿Como llegó el gato a mi casa después que control animal lo tomó? ¿Como llegó esa noche hasta mi ventana exactamente? ¿Porqué me sentía tan perturbado y nervioso? ¿Porqué conduje tan lejos para deshacerme del cadáver del animal? ¿Porqué sonreía ese gato negro?

No quise pensar más en ello y no estaba en condiciones para trabajar así que conduje directamente a mi casa. Sin quitarme la ropa y zapatos, me acosté en mi cama y me quedé dormido casi todo el día. Al despertar, deseaba haber dormido mucho más tiempo.

Aun estando en mi cama, me pasé la mano por la cabeza y me volteé y vi lo más aterrador que pude haber visto jamás. Fue ese gato, ese desgraciado gato negro, con todo su cuerpo dañado, la oreja destrozada y un ojo bañado en sangre seguía sonriendo con una sonrisa más grande y macabra que antes. Mirándome con ansiedad y deseo. Pronto ambos ojos se tornaron negros como la noche. Poco a poco comenzó a moverse con movimientos irreales y extraños, lentos pero seguros, se acercaba a mí con sus miembros rotos. Se agitaba de un modo no natural hasta que se aproximó. Grité y corrí por mi vida directamente hasta mi auto, yéndome lo más lejos que pude de la ciudad.

Ese gato no era normal, obviamente. Era algo extraño. Algo inmortal y oscuro que buscaba algo de mi. ¿Puede ser qué con ese plato de comida lo invité a entrar a mi hogar y mi vida? ¿Que quería de mí ese gato negro? ¿Qué me hubiera pasado sino hubiera escapado de él? Ahora me encuentro en otro estado del país y estoy tratando de empezar una nueva vida. Espero no experimentar otro momento similar con animales callejeros nunca más, especialmente gatos.


El roble del jardín

Cuando el joven Alejandro vino al mundo, el roble ya el estaba en el jardín. A nadie le pareció extraño que el niño le tuviera miedo, puesto a que era más grande que él y sus ramas parecían brazos estirándose para alcanzar algo. Su familia pensó que al crecer, el miedo pasaría, pero no fue así, Alejandro se negaba a salir al jardín. Decía con temor que el árbol se movía y que quería atraparlo y sus ramas intentaban entrar por la ventana de su cuarto. Dicha ventana se encontraba ahora cubierta por un gran mueble que el mismo niño había colocado, y algunas noches, sus padres y familiares lo encontraban dormido en la tina del baño.

Nadie creyó las constantes historias que el niño contaba así que el mismo Alejandro, simplemente se dedicó a fingir que todo estaba bien. Pasó el tiempo y como el chico no se quejó más, dieron por terminado el asunto hasta que un fatídico día, el niño desapareció. Al revisar la casa, encontraron la ventana rota de su cuarto, había algunas hojas de roble en el suelo, y señales de arrastre por el jardín, las cuales llegaban también hasta el árbol. Aun así, nadie quiso mencionar la relación evidente.

Siguiendo el protocolo policial, declararon al chico como desaparecido y luego comenzó la búsqueda, pero esta no obtuvo ningún resultado positivo. Con el pasar de los días, solo la madre reconoció que su hijo no estaba mintiendo. Las pruebas hablaban por si solas e incluso había pasado tanto tiempo mirando con desconfianza el roble, que vio a las ramas cambiar de posición más de una vez. Con un hacha en mano, se dirigió al jardín y con firmeza, arremetió contra uno de los troncos del árbol.

Del corte broto sangre salpicando la tierra y la ropa de la mujer. Las ramas se movían y retorcían, extendiéndose bruscamente. La mujer golpeó con más fuerza el tronco, pero poco podía hacer para derribar el gran roble. Con decepción cayó de rodillas a la tierra, pero fue entonces cuando vio frente a ella una oportunidad. Metió las manos y removió la tierra con ímpetu, para descubrir las raíces del árbol y salarlas, pero jamás imagino encontrarse con tal escena.

El cuerpo sin vida de su hijo Alejandro se encontraba entre las raíces del árbol, casi seco, pues al parecer, el roble se alimentaba poco a poco de su sangre. Esto había sucedido por muchos años, porque aparte del cuerpo de su hijo, más abajo se encontraron 14 cuerpos más, justo igual al número de ramas que el roble tenía.


Las pinturas de la cabaña

En el año 2003, un estudiante de la Universidad de Virginia Occidental (WVU) se dirigió un jueves de abril al infame bosque de West Virginia en busca de algunos especímenes para su trabajo final, su tarea de campo era sencilla, encontrar plantas e insectos para después catalogarlos. Muchos son los cuentos que hay sobre esta extensa zona boscosa pero para él, su carrera era su pasión, así que revisando y buscando, el tiempo pareció pasar más rápido, al punto tal que cuando se dio cuenta, ya era de noche. La oscuridad lo había atrapado y el camino que él pensó conocer bien, en la noche se veía muy diferente.

Después de caminar un momento, se sintió perdido, no sabía hacia donde avanzar con tanta oscuridad rodeándolo. Cuidaba sus pasos para no tropezar y lo único que podría distinguir era la brillante luz de la luna y las estrellas en el cielo. Analizando un poco su la situación, supo que no debía moverse más a ciegas, pues podría perderse más o caerse con alguna rama no divisible. Por fortuna pudo distinguir a lo lejos, una pequeña cabaña en medio del bosque; pensó que sería buena idea entrar y pedir resguardo esa noche hasta el amanecer.

Al llegar a la cabaña, tocó su vieja puerta pero nadie respondió. Toco más fuerte unas cuantas veces más, mientras decía con voz fuerte: Buenas noches.. Nadie respondió. El frío empezaba a meterse entre su ropa, así que al comprobar que nadie se encontraba por el momento, pasó sin ser invitado. Una vez adentro, le sorprendió el tamaño de la cabaña, pues desde afuera no parecía ser tan espaciosa; tenía un largo pasillo lleno de puertas que se extendía por un largo tramo. Mientras se desplazaba entre la oscuridad, pudo notar que en las paredes había extrañas pinturas de personas con aspecto siniestro que parecían seguirlo con la mirada. Rostros perturbadores, gestos desagradables, miradas pesadas, reacciones de desespero y odio que lo llenaron de escalofrió. Apresuró el paso para atravesar aquel pasillo y llegar al final.

Al final del pasillo se hallaba una habitación, allí pasó toda la noche hasta que amaneció. Los primeros rayos de sol entraron por las rendijas de la madera y sus miedos habían desaparecido. Se puso su ropa nuevamente, recogió sus cosas y se dispuso a salir de la cabaña. Al atravesar nuevamente el pasillo, descubrió algo que lo llenó de horror y le heló la sangre. Paralizado, observó que en las paredes de ese pasillo, no había ni un solo cuadro con pinturas, solo eran numerosas ventanas que adornaban ese largo corredor.


La mina de diamantes

La minería es una de las actividades más antiguas que ha desarrollado el hombre desde hace siglos, ya que la extracción de piedras preciosas siempre ha interesado a miles de personas. Hace no mucho tiempo, en un pequeño pueblo, había una gran mina de diamantes, pero nadie se atrevía a acercarse siquiera un poco a ella. La razón era porque aseguraban que en su interior vivía una bruja. Un hombre llamado Nelson creía que todo lo contado eran creencias fantasiosas de la gente, así que un día se animó a llevar a cabo una inspección por sí solo, con el fin de demostrarles a los demás que estaban completamente equivocados.

Con sólo dar el primer paso dentro del yacimiento, pudo darse cuenta de que aquella caverna estaba cubierta en su totalidad de diamantes, inclusive algunos yacían en el piso esperando literalmente que alguien pasara y los recogiese. Y fue precisamente eso lo que hizo, se detuvo a recolectar unas cuantas piedras cuando de momento escuchó una serie de tétricas carcajadas. Sin saber bien por qué lo hizo, aquella risa lo obligó a adentrarse más y más en la mina. El hombre caminaba recto por la mina, adentrándose cada vez más, recogiendo piedras a su paso hasta que, en un suspiro apareció la bruja frente a él y le dijo:

– ¿Por qué entraste a hurtar mis cosas?


– Yo no he tomado nada que no sea mío. Replicó el joven sin inmutarse.


– Por supuesto que sí, en esa mochila llevas varios de mis diamantes. Ahora pagarás por tu osadía.


Y diciendo esto, la bruja levantó una de sus huesudas manos señaló al hombre y lanzó un conjuro. La piel y la carne de Nelson se comenzaron a descomponer. Una serie de gritos de desesperación brotaban de su boca por el dolor que sentía. Su ropa cayó al suelo al mismo tiempo que sus huesos, que fueron convertidos en diamantes.


Por siempre mi amor

A dos días de la muerte de Olivia, su esposo Herman apenas había reunido el valor para leer su última carta. Era algo extraño que ella la hubiese escrito, tal y como si presintiera que la muerte estaba cerca, probablemente eso aterraba un poco al muchacho; temía lo que aquellas palabras le revelaran, pero aun así, pudo por fin abrirla para leerla. Las primeras líneas le devolvieron la tranquilidad, ella solo evidenciaba el gran amor que le tenía. Trataba de recordarle el día que se conocieron, todo lo que hicieron juntos, incluso las peleas. Mencionaba lo mucho que le gustaba observarlo mientras dormía, abrazarlo cuando tenía pesadillas, despertar a su lado en las mañanas después de acurrucarse en él toda la noche.

Un par de lágrimas rodaron por la mejilla de Herman, sin duda extrañaría su cercanía, le sería muy difícil sobreponerse a su ausencia, pero nuevamente le tranquilizó leer en último párrafo, en el cual se lanzaba una promesa. "Juro no abandonarte jamás. No permitiré nunca que te sientas solo. A pesar de no encontrarme físicamente y estar en el umbral de la muerte, yo te seguiré abrazando" Decía la carta de Olivia.

Una firma amorosa terminaba la carta, pero Herman ya no podía ni siquiera sujetar la hoja entre sus manos, lo único que quería era tirarse en su cama y dormir hasta que el dolor definitivamente pasara. Sin embargo no podía conciliar el sueño, daba vueltas y vueltas, y aunque sus ojos se cerraban, su mente no se apagaba, pensaba en ella, la extrañaba, y en cierto punto, alcanzó a percibir su perfume, mezclado con un olor a podredumbre. Una tenue respiración cayó de inmediato su llanto. Allí, en el rincón más oscuro de la habitación, algo se movía lentamente en las tinieblas. Herman apuntó la lámpara hacia ese rincón y ¡ahí estaba Olivia! Se había escapado de su sepultura y de las garras de la muerte. Ella estaba allí con la intensión de cumplir la promesa a su amado y estar con él eternamente.


Al final del túnel

No es raro encontrarse con algún sitio abandonado, como una casa o construcción. Ya sea en un entorno rural o urbano, estas se encuentran en todas partes, simplemente están allí, forma parte del lugar y el olvido. Unas son comunes sin nada en particular, otras sin embargo, tienen su historia, como es el caso de ese almacén de suministros en el antiguo pueblo minero. El inmueble tenia tanto tiempo en desuso que la naturaleza había recuperado lo que le pertenecía, los letreros de prohibido el paso estaban colgados por doquier por lo inestable de la estructura, pero aun así, los adolescentes adoraban visitar este lugar para mantenerse lejos de los ojos vigilantes. Aunque iban allá en busca de aventura, se alejaban de las zonas más oscuras, pues el sitio era en verdad peligroso y trataban de evitar un accidente.

Un día, un grupo de adolescentes se dirigió al lugar luego de clases. Uno de ellos, molestando a una de las chicas, uso su bolso como pelota y este fue a caer en un oscuro rincón. Sin pensarlo un solo segundo, otro chico que se sentía atraído hacia ella, se aventuró para recuperarlo, iluminado solamente con su celular. Al llegar hasta el punto, sintió un aire frío helándole los pies, y descubrió un túnel casi vertical en un punto de la oscuridad, al parecer bastante profundo, cubierto con unas cuantas piezas de madera crujiente. Al darse cuenta donde estaba parado, dio un salto atrás casi felino para ponerse a salvo.

Cuando todos en el grupo dejaron de reír por su hazaña, éste les contó lo que había visto. Con un poco de escepticismo, todos sacaron sus celulares y se acercaron al rincón. A pesar de la luz que todos los celulares ofrecían, no era la suficiente iluminación para ver esa intensa oscuridad. Algunos trataron de adivinar la profundidad del agujero arrojando cosas en él, pero tampoco hubo suerte con eso. Al aburriste, comenzaron a bromear, hasta que uno de ellos gritó:

—¿Hay alguien ahí?.— y desde el fondo una voz infantil y cavernosa respondió en tono burlón.
—¡Sí!, y voy a subir por ti —.

Demás esta decir que todo el grupo salió despavorido del lugar. Ninguno de ellos regresó por ahí. Ninguno de ellos habló con nadie al respecto, así que nadie supo la experiencia que tuvieron en ese lugar abandonado. Otro grupo de tantos que solía pasearse por el lugar, pudo descubrir a su pesar, que era lo que habitaba en al final de ese oscuro y siniestro túnel. Muchos no vivieron para contarlo pero esa es otra historia.


El brazalete rojo

En un hospital, cuando se admite a alguien, se le coloca un brazalete de plástico blanco con su nombre y datos impresos en él. Existen otros colores de brazaletes, y cada uno tiene su significado. Los brazaletes rojos, por ejemplo, se le colocan sólo a la gente ya fallecida. Un experimentado cirujano del hospital había terminado su turno y estaba listo para retirarse a casa a descansar, el turno de noche era de por si pesado y además recién había terminado de operar a un paciente, y se sentía muy cansado, casi arrastrando los pasos se disponía a bajar al estacionamiento, pues estaba en el cuarto piso. El elevador estaba tardando así que se recargó en la pared mientras esperaba, pues ir por las escaleras no le parecía muy buen idea en ese momento.

Al finalizar su espera se metió al elevador con rapidez, y se recargó de nuevo en la pared después de darle las buenas noches a una joven que venía ya en la cabina. Estando los dos solos, él comenzó una plática de forma casual a la señorita mientras el elevador bajaba. De pronto el elevador se detuvo en un piso, las puertas se abrieron y una mujer quiso subir con ellos, pero el doctor rápidamente presionó el botón para cerrar las puertas y al azar cualquier otro botón que los llevase hasta cualquier piso.

La chica que lo acompañaba se sorprendió demasiado, y no perdió tiempo para expresar su desacuerdo, diciendo que eso había sido bastante grosero y con una mueca de desaprobación le preguntó:

– ¿Porque le cerró la puerta a esa mujer? – 

El médico con la cara muy pálida y las manos temblorosas contesto:

– Esa mujer es la que acabo de operar, por desgracia murió en la sala de operaciones hace ya un rato… ¿No vio usted el brazalete rojo que llevaba puesto?  -

La joven le sonrió mientras alzaba la mano diciendo:

– ¿Uno igual a éste? -

El elevador se detuvo en la planta baja, donde algunos médicos y enfermeras consiguieron al médico tirado en un rincón de la cabina. Había muerto de miedo con un gesto de horror. Solo se encontraba él adentro.


Tu estás en peligro

Aaron era un estudiante universitario que necesitaba dinero para pagar sus estudios y otros asuntos personales. El problema era el conseguir empleo ya que en esa época se pedía trabajo con experiencia y su opción más rentable era cuidar a un octogenario enfermo. Su única función era verificar que el señor tomara todas sus medicinas y estar con él durante las noches. El médico le aconsejó que no lo dejara solo ya que no era conveniente por su estado de salud. Durante semanas el joven se quedaba con el señor y tenía apenas pocos días libres, sin embargo, la paga era muy buena así que no se quejaba en absoluto.

En una de sus noches libres, el anciano lo llamó más temprano con urgencia para que fuera a atenderlo. Aaron estaba preocupado por lo que pudiera sucederle al señor y en seguida emprendió su camino hasta la vieja casa del vecindario. Eran las 7:00 pm, no era muy tarde pero todo estaba oscuro, el ambiente era tenso, algo no andaba bien. Cuando entró a la casa, el anciano le comentó que no podía dormir porque se sentía observado, Aaron decidió quedarse con él y así poder defenderlo en caso de que algo pasara.

Pasaron los minutos y el teléfono de la casa comenzó a sonar, Aaron contestó y una voz ronca y desagradable le dijo:

– Niño, sal de la casa ahora mismo, sino, tendrás el mismo destino que tendrá pronto el viejo. Estarás muerto...

El chico no le prestó atención y colgó sin siquiera hablar. Pasados 5 minutos, volvieron a llamar y le hicieron la misma amenaza, ya harto, llamó a la policía para que ellos se encargaran. El agente que se hizo cargo le dijo que si volvían a llamar, que hablara un poco para que ellos pudieran rastrear la llamada. Aaron estuvo de acuerdo. Poco después el teléfono volvió a sonar. Con firmeza, Aaron le dijo a la insistente voz que no se iría de la casa y que lo dejara en paz, el sujeto del otro lado de la bocina comenzó a reír descontroladamente y colgó. Solo pasaron unos segundos para que la policía se comunicara con el chico diciéndole: "Salgan ahora mismo de ese lugar, el hombre ha estado llamando desde la segunda línea telefónica, él se encuentra también en esa casa."


El pastel de manzana

Anthony Carter era un anciano gruñón y desquiciado, odiaba con todo su ser a los niños, sobre todo en la temporada de Halloween. Detestaba que los pequeños tocaran la puerta de su casa para pedir dulces, él solo quería deshacerse de todos ellos, así que ideó un plan para acabar con todos esos niños de la manera más sanguinaria posible. Compró muchas manzanas y varias hojillas, estas últimas las cortó hasta convertirlas en pequeños trozos punzantes que introduciría más tarde en las manzanas. Su esposa estaba aterrorizada con lo que aquel viejo iba a hacer y supo que tenía que detenerlo en cuanto vio que el señor le añadía caramelo a las frutas.

Tomó todas las manzanas y teniendo cuidado de no acabar con las hojillas, preparó un gran pastel. Lo decoró como a su esposo solía gustarle y se lo obsequió minutos antes de que llegaran los niños para pedir los dulces. El viejo estaba impaciente, él quería que esos mocosos murieran cuanto antes y en vez de degustar el pastel como una persona normal, lo consumió de manera rápida sin siquiera llegar a masticar el rico postre. Su esposa estaba sonriente, más de lo que había estado durante los últimos años en los que el señor cambió su actitud. Antes de que el viejo pudiera preguntarle a su mujer por qué le sonreía de esa manera, comenzó a ahogarse, sentía que algo le desgarraba la garganta y bajaba sin piedad hasta su estómago. El dolor y espasmos que atacaban su anatomía eran tan bestiales que el señor se tumbó al suelo escupiendo sangre, ahogándose con ella y observando con ojos desorbitados a sus ahora risueña esposa.

– ¿Creíste que dejaría que asesinaras a esos niños como lo hiciste con nuestros hijos?

El viejo falleció de una manera trágica, tal como murieron sus hijos y como planeaba asesinar a los niños en Halloween. ¿Qué paso luego? ¿Qué pasó con la mujer? Se dice que ella cada temporada de Halloween, aparece cobrando venganza con todos los hombres que tratan mal a los niños, todo lo hace en memoria del viejo y el pastel de manzana.


¿Qué fue lo que ocurrió?

Una pareja, casada durante algunos años, vivía en una modesta casa de un barrio japonés con sus hijos pequeños; un niño y una niña. Como en muchas situaciones, el acuerdo entre los dos niños no era bueno y el niño siempre había desarrollado un sentimiento de odio hacia su hermana menor. Un día, empezó a hacerle un mal truco. El niño decidió colocar una cámara en el baño de la familia para filmar a su hermana y poner el vídeo en línea. Su objetivo era humillarla delante de todos sus amigos y de toda la escuela. El chico malo escondió la videocámara bajo un montón de toallas en el baño. Unos minutos más tarde, la niña se fue al baño, asegurándose de cerrar la puerta detrás de ella. La chica nunca saldría de esta habitación.

La madre comenzó a preguntarse qué podía mantener a su hija ocupada en el baño durante tanto tiempo. Ella tocó la puerta gritando el nombre de su hija, pero no recibió respuesta. Cada vez más preocupada, llamó a su marido. Este último comenzó a derribar la puerta. El espectáculo que observaron los aterrorizaría por el resto de sus vidas. El cuerpo de la joven yacía sobre el suelo de baldosas en un charco de sangre. La apuñalaron hasta matarla. Su cabeza había sido lacerada tanto que la niña era irreconocible. Peor aún, le habían cortado la lengua. Una pequeña hoz empapada de sangre descansaba junto al cuerpo inanimado de la niña.

Inmediatamente se llamó a la policía y los efectivos de mantenimiento de la paz pudieron intervenir en el lugar del crimen. Mientras inspeccionaban el baño, un misterio inextricable se impuso a los agentes de policía. La puerta estaba cerrada por dentro, el cerrojo de la ventana estaba bien cerrado, y la habitación era tan pequeña que nadie podía esconderse allí para esperar discretamente la llegada de la chica. ¿Entonces cómo fue asesinada? Los agentes de policía notaron que la única otra salida del baño era un pequeño agujero detrás de la poceta, de apenas veinte centímetros por veinte centímetros. Nadie en el mundo podría haberse deslizado en un espacio tan estrecho. La policía estaba perpleja. No entendieron cómo alguien entró en la habitación y asesinó a la niña. Intentaron tomar las huellas dactilares de la hoz sin éxito. En este punto de la investigación, la policía pensó que el caso nunca se resolvería.

Llegó el momento de las declaraciones. La policía interrogó al padre y luego a la madre sin resultado. Cuando llegó el turno del niño, no lo encontraron. Los oficiales fueron a buscarlo y lo encontraron acurrucado en el fondo de un armario de su cuarto. El niño quedó atrapado en violentos temblores incontrolados con una mirada perdida. En sus manos temblorosas, sostenía firmemente una cámara de vídeo. El joven fue incapaz de responder a sus preguntas, así la policía decidió echar un vistazo a la grabación en cámara. Lo que descubrieron en el vídeo les perseguiría por el resto de sus vidas.

Un policía conectó la cámara de vídeo al televisor grande de la sala de estar y pulsó el botón “play” de la cámara. La niña apareció en la pantalla, sentada en el inodoro. Mientras se subía los pantalones, la policía notó un movimiento en el pequeño agujero detrás de la poceta. Luego, una pequeña silueta de repente y silenciosamente surgió del agujero, sosteniendo una hoz en la mano.

Los oficiales no podían creer lo que veían. Esa cosa no medía más de 15 centímetros de alto. Saltó sobre la espalda de la niña y antes de que tuviera tiempo para gritar, la criatura le cortó la garganta con un fuerte golpe. Luego procedió a lacerar el cuerpo de la niña con su afilada hoz hasta que la niña cayó al suelo, muerta. Pero la horrible escena estaba lejos de terminar. Esta cosa golpeaba la cara de la pobre niña con innumerables puñaladas, y luego terminaba su trabajo cortándole la lengua. Una vez terminada la carnicería, la aterradora criatura se acercó a la cámara. Los policías pudieron entonces detallarla mejor: su cara parecía la de una mujer muy vieja, arrugada hasta el extremo y los rasgos anudados por unos rostros atroces. Miró directamente al lente de la cámara y silbó en una voz desde el más allá de la tumba: "¡Tú eres el siguiente!". Entonces la criatura se giró y desapareció en el pequeño agujero del que había salido, tomando con ella la lengua de la niña.

Una vez que terminaron de ver la cinta, la policía se secó los ojos inundados de lágrimas. Algunos no podían evitar vomitar en el suelo mientras que otro, habiendo perdido todas sus facultades, se manchaba los pantalones. Hoy, el caso del asesinato de la chica es uno de los casos sin resolver. La extraña silueta nunca pudo ser identificada. La grabación de vídeo existe y permanece cuidadosamente oculta al público en general en un armario de exhibiciones policiales y la policía se niega a comentar sobre el tema. El caso nunca fue retransmitido por la policía en los medios de comunicación locales o nacionales. 

Se cree que el niño perdió el habla y que meses después fue asesinado una tarde en su habitación. Le habían sacados ambos ojos y cortado el cuello. Otros opinan que el niño creció y se encuentra ahora en un hospital internado por su cuenta para que aquella criatura no lo asesine. En cuanto a que era la criatura, muchos que han escuchado la historia opinan que se trata de un Homunculi, para saber sobre ellos, darle clic aquí.

6 comentarios:

  1. Faa amigo, impecable como siempre, he disfrutado los cuentos y mas el post anterior, aterrador realmente, esos Beans eran unos desgraciados jeje. Que pases un divertido Halloween cumpa, un abrazo.

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    1. Amigo Jeremias muchas gracias por tu comentario. Me alegra de verdad que el artículo haya sido de tu agrado al igual que el anterior. Es verdaderamente impactante todo lo acontecido con Sawney Bean sin duda. Sigo atento a las nuevas entradas por publicar. ¡Un gran saludo amigo Jeremias Flowers!

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  2. me encantas tus historias, son aterradoras

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    1. ¡Hola Querida Lectora! Me es grato saber que haya sido de tu agrado. Gracias a ti por comentar. ¡Saludos!

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    2. Hola Karim,ya llevo un buen tiempo leyendo tus publicaciones y son increíbles, estas historias estuvieron buenisimas. Espero mas contenido tan bueno como siempre

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