jueves, 7 de enero de 2016

La misteriosa Zona del Silencio

La Zona del Silencio es un área repleta de misterio que se encuentra localizada en la parte central del Bolsón de Maprimí, situado en la parte centro-norte de Méxicoa unos 180 km al noroeste de La Laguna que tiene como ciudades principales a Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, y forma parte del Desierto Chihuahuense; entre los estados mexicanos de Cihuahua, Coahuila y Durango. Su nombre se debe a una leyenda urbana que afirma que las ondas de radio son nulas en ese sitio.


Francisco Sarabia Tinoco era el más famoso pionero aviador en México, debido en parte, a su récord de velocidad volando entre la Ciudad de México y Nueva York en 1939. Sarabia ha sido homenajeado a lo largo de los años con estatuas, sellos especiales de emisión que llevan su imagen y otros monumentos. El aeropuerto nacional en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, lleva su nombre. En la década de 1930, Sarabia volaba sobre Durango cuando entró en el espacio aéreo situado sobre el desierto de Chihuahua. De repente hubo un silencio de radio, que alertó al control del tráfico aéreo que algo no iba bien. Sarabia tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia después de que su equipo fallara. Él sobrevivió, pero ni él ni los ingenieros pudieron encontrar explicación a lo que había ocurrido. Este fue el primer caso conocido de problemas técnicos en la Zona del Silencio.


En julio de 1970, un misil de pruebas Athena lanzado desde una base militar cerca de Green River, Utah, en dirección al polígono de misiles de White Sands, perdió el control y cayó en esta zona. El cohete transportaba dos pequeños contenedores de cobalto 57, un elemento radiactivo. Inmediatamente, un equipo de especialistas llegaron para buscar el misil. La búsqueda, por tierra y aire duró tres semanas. Cuando finalmente se localizó el cohete, se construyó una carretera para transportar los restos y una pequeña cantidad de tierra contaminada. Como resultado de las operaciones de rescate de la Fuerza Aérea estadounidense, surgieron varios mitos e historias sobre el área, incluyendo extrañas anomalías magnéticas que impiden la transmisión por radio, aterradoras apariciones nocturnas, mutaciones de la flora y fauna o visitas extraterrestres.


Un desierto cuya inmensidad bordean montañas con aspecto de cráteres, donde abundan aerolitos esparcidos en sus alrededores, así como el recuerdo de un cohete espacial que cayo en su árido territorio, hacen de la misteriosa Zona del Silencio, en el norte del país un escenario sideral. A esta impresión contribuye la magnifica vista de la bóveda celeste que se tiene desde ahí, la cual permite apreciar constantes lluvias de estrellas y algunos satélites artificiales en movimiento, acompañada del manto silencioso que efectivamente cubre este lejano paraje, a donde se dice no penetran las ondas electromagnéticas de la radio.



En la zona también existen áreas con gran concentración de fragmentos de aerolitos, así como especies endémicas, como lo es la tortuga del desierto, reptiles únicos en el mundo y abundantes nopales violáceos. También se puede encontrar especies vegetales como la gobernadora, la sabaneta, ocotillos, magueyes y cactáceas, algunas de ellas endémicas. La fauna incluye liebres y conejos, ratones y ratas canguro, zorros, coyotes y búhos. Al igual que la vegetación, los animales sufren adaptaciones especiales que les permiten vivir en las condiciones adversas de esta árida región.


En el llamado Vértice de Trino, confluencia de los estados de Coahuila, Durango y Chihuahua, delimitada por la peculiar Sierra del Diablo y vigilada por el solitario cerro llamado Pastelone o de San Ignacio, la Zona del Silencio produce realmente ese encuentro con la callada quietud de la naturaleza por la sensación de vació y alejamiento que caracteriza el lugar.


Sin embargo, una poderosa energía magnética, responsable de la atracción de los cuerpos celestes hacia el sitio, es en realidad lo que puebla este singular desierto mexicano y lo reviste de un ambiente denso que pesa sobre el visitante, remontandolo a otra dimensión, distinta de la normal. Así, la Zona del Silencio ofrece no solo un paisaje insólito sino también una experiencia sensorial. Es posible que el magnetismo mencionado mas bien influye en la frecuencia con la que se pueden apreciar numerosas estrellas fugaces que "caen" hacia el desierto y se acercan tanto que parecen bolas de fuego.


En 1974 se estableció en la zona una reserva de biosfera, que inició bajo la dirección del Instituto de Ecología, con la participación activa del Gobierno del estado de Durango, CONACYT, INIREB, IPN, SEP, Comités MaB-México y MaB-E. U., École Normale Supérieure de París, Universidad de Arizona, Musée National d’Histoire Naturelle de París, UNAM y otras organizaciones.


Una de las muchas historias que se cuentan de la zona incluyen a una pareja de nombres Ernesto y Josefina Díaz que tuvieron un incidente en la carretera debido a una inundación repentina de la zona por la lluvia. El 13 de octubre de 1975 la pareja se montó en su pickup con destino la Zona de Silencio para recoger muestras de rocas y fósiles. Fueron sorprendidos por una tormenta que anegó el terreno, en el que se les quedó atascado el vehículo. Cuando estaban intentando liberarlo, tres seres muy altos (dos hombre y una mujer), los tres eran rubios, con impermeables amarillos y con extrañas facciones se les acercaron. Les pidieron que se montasen en el vehículo mientras que ellos empujaban y consiguieron sacarlo con facilidad. Al mirar atrás, los seres ya no estaban y no encontraron huellas de pisadas en el barro.


Otras historias hablan de extrañas luces en el cielo, arbustos ardiendo y lluvia de fuego. También ayuda, que esta zona se encuentra en el mismo paralelo que el triángulo de las Bermudas, las pirámides de Giza, o las ciudades sagradas del Tíbet, creando así un vórtice energético.


Las personas que viven en los pueblos vecinos dicen que al ocultarse el sol, la zona se vuelve más silenciosa aún, la señal de la radio se pierde pero el ruido generado por la estática no es normal ya que se llega a escuchar estruendosos altibajos, los relojes se paran, algunos vehículos no funcionan, los GPS pierden los puntos direccionales, las brújulas dan vueltas como locas, animales muertos aparecen a los costados de la carreta, luces coloridas más allá de las montañas y hasta al otro extremo del camino; son algunas de los fenómenos que afirman que suceden. En el caso de las luces, solo aparecen cuando esta otro vehículo en la carreta, el vehículo avanza avanza paralelamente con una distancia de unos 50 metros al auto que se conduce, cuando de pronto desaparece.



Otras historias hablan del mismo grupo de personas rubias (los dos hombres y la mujer), que aparecen misteriosamente en varias partes de la Zona del Silencio. En una ocasión un turista consiguió hablar con ellos, informó que su español era perfecto y les pregunto de donde venían, ellos respondieron, “de arriba”.


Desde el siglo XIX, ha habido informes de unas piedras calientes que caen del cielo en la Zona del Silencio. Al parecer aparecen desde la nada, con el cielo completamente despejado. También se ha informado de misteriosas luces flotando sobre el suelo o en el cielo. Incluso los más escépticos admiten haber visto luces, declarando son un fenómeno común. A todo esto se suma los avistamientos ovnis, siendo esta zona tan conocida entre los ufólogos.


Otro fenómeno que se presenta constantemente en este territorio es la continua caída de material espacial, como si fueran atraídos por un gigantesco imán, principalmente en el Valle de los Meteoritos, ubicado en una propiedad privada, donde además se han encontrado numerosos restos fósiles principalmente de fauna y flora de mar, que habitaron hace por lo menos 70 millones de años. Y es que lo que hoy es un despiadado desierto, durante la era mesozoica albergó al mar Tetis.


Por eso, es difícil penetrar a la Zona del Silencio a través de polvorientas e interminables brechas, y los campesinos de ejidos como Las Lilas, en Coahuila, dan la impresión de ser los mas alejados de la civilización moderna, viviendo en un confín del mundo, solitario y remoto.


A 64 kilómetros de la carretera que va de Torreon a Químicas del Rey, en Coahuila, y otros tantos del ferrocarril que conecta con Estación Carrillo, Chihuahua, o de la salida hacia Ceballos, Durango, el desierto ocupa al menos 160 mil hectáreas de silenciosa y desolada extensión.

2 comentarios:

  1. Interesante, nada más no se que es lo que camina en la pantalla, si un zombie o un extraterrestre zombie.

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    1. Gracias por comentar Querid@ Anónim@. Te cuento que lo que hace el recorrido por la pantalla es un zombie algo desaliñado je je. ¡Saludos!

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