jueves, 7 de enero de 2016

Los liquidadores de Chernobyl - Los héroes olvidados

Espero que hayan tenido una Feliz Navidad y un prospero inicio de Año Nuevo a cada uno de ustedes, nuevos y leales lectores. Para comenzar el año realizo una entrada dedicada a un grupo de héroes muy poco recordados que han caído casi en el olvido; se trata de Los Liquidadores de Chernobyl. Para entender su valerosa acción ante una situación de gran riesgo, debemos de tocar antes lo sucedido en ésta ciudad.

Chernobyl es una ciudad situada al norte de Ucrania, cerca de la frontera con Bielorrusia y fue creada debido a una emergencia nuclear ocurrida en Prípiat la cual fue evacuada el 26 de abril de 1986 debido al accidente ocurrido en la central nuclear constituyendo uno de los mayores desastres medioambientales de la historia. Esta central está situada a 14,5 kilómetros al noroeste de la ciudad actual de Chernobyl. La central nuclear se encontraba en la región de Chernobyl, pero la ciudad y la planta no estaban directamente relacionadas: al mismo tiempo que se construía la planta, se construyó la ciudad de Prípiat para los trabajadores de la central el 4 de febrero de 1970.


Las casas aún habitadas no son muy diferentes de las desocupadas, y sus escasos habitantes usan símbolos para avisar que «el dueño de esta casa vive aquí». Asimismo, los vigilantes y el personal administrativo de la zona de exclusión están hospedados en el extremo de la ciudad más distante a la central. Antes del accidente, vivían 14 000 residentes en la ciudad y para el año 2015 tienen aproximadamente unos 606 habitantes.


El 26 de abril de 1986, el cuarto reactor de la Central Nuclear de Chernobyl llamada Vladímir Ilich Lenin explotó a la 01:23,58 a.m. hora local. Básicamente se estaba experimentando con el reactor para comprobar si la energía de las turbinas podía generar suficiente electricidad para las bombas de refrigeración en caso de fallo. Pero una sucesión de errores provocó una enorme subida de potencia que dejó al descubierto el núcleo del reactor, con lo cual se emitió una gigantesca nube radiactiva hacia toda Europa. 


Todos los residentes permanentes de la ciudad y los que vivían en la zona de exclusión fueron evacuados debido a que los niveles de radiación sobrepasaron todos los estándares de seguridad. El accidente era hasta entonces el único de la historia que había alcanzado el nivel 7 de la escala INES. Sin embargo, el 11 de marzo de 2011 el Gobierno japonés elevó a ese mismo grado el nivel de alerta por el accidente de la planta nuclear de Fukushima, tras el terremoto y el maremoto acaecidos en ese país.


La cantidad de dióxido de uranio, carburo de boro, óxido de europio, erbio, aleaciones de circonio y grafito expulsados, 4 materiales radiactivos y/o tóxicos que se estimó fue unas 500 veces mayor que el liberado por la bomba atómica arrojada en Hiroshima en el año 1945, causó directamente la muerte de 31 personas y forzó al gobierno de la Unión Soviética a la evacuación repentina de 116.000 personas provocando una alarma internacional al detectarse radiactividad en al menos 13 países de Europa central y oriental.


Después del accidente, se inició un proceso masivo de descontaminación, contención y mitigación que desempeñaron aproximadamente 600.000 personas denominadas liquidadores en las zonas circundantes al lugar del accidente y se aisló un área de 30 km de radio alrededor de la central nuclear conocida como zona de alienación, que sigue aún vigente. Solo una pequeña parte de los liquidadores se vieron expuestos a altos índices de radiactividad. Los trabajos de contención sobre el reactor afectado evitaron una segunda explosión de consecuencias dramáticas que podría haber dejado inhabitable toda Europa. 

Dos empleados de la planta murieron como consecuencia directa de la explosión esa misma noche a las 2 de la mañana, a la hora exacta que la explosión ocurrió, y otros 29 en los tres meses siguientes. En total, 600.000 personas recibieron dosis de radiación por los trabajos de descontaminación posteriores al accidente. 5.000.000 de personas vivieron en áreas contaminadas y 400.000 en áreas gravemente contaminadas, hasta hoy no existen trabajos concluyentes sobre la incidencia real, y no teórica, de este accidente en la mortalidad poblacional.


En el caso de Los Liquidadores, eran equipos compuestos por bomberos, obreros, científicos y especialistas de la industria nuclear; tropas terrestres y aéreas preparadas para la guerra atómica; e ingenieros de minas, geólogos y mineros de uranio, debido a su amplia experiencia en la manipulación de sustancias radioactivas. Cabe resaltar que para todo el personal no militar el trabajo era voluntario.


Muchos de los liquidadores fueron condecorados con el título de Héroe de la Unión Soviética por el gobierno y fueron aclamados por la prensa nacional. Los liquidadores en su totalidad son beneficiarios en la actualidad de beneficios sociales elevados, además de ser honrados como veteranos, algo que no fue ni siquiera mencionado por el estado soviético en el momento que se dio la catástrofe.


Si un ser humano recibe radiaciones de 400 roentgens/hora, se considera dosis letal y con toda probabilidad la muerte puede llegar en cualquier momento. En algunos casos extremos incluso se llegaron a alcanzar los 40.000 roentgens, equivalente a 50.000.000 de veces la cantidad que una persona puede soportar en circunstancias normales. Esto supuso la muerte en pocos minutos de quienes sufrieron esos niveles de exposición.

A consecuencia de todo ello, muchos de los liquidadores tuvieron efectos secundarios y varios miles murieron y nunca se ha sabido la cifra exacta, pero de acuerdo con Georgy Lepnin, un médico bielorruso que trabajaba en el reactor número 4, "aproximadamente 100.000 liquidadores han muerto". En abril del año 1994, un texto de conmemoración de la embajada de Ucrania en Bélgica cifra 25.000 muertos entre los liquidadores desde 1986. Según Viacheslav Grishin del sindicato de Chernobyl, la principal organización de liquidadores, "25.000 de los liquidadores rusos han muerto y hay 70.000 personas con discapacidad, aproximadamente el mismo número en Ucrania, más otros 10.000 muertos en Bielorrusia y 25.000 discapacitados", lo que hace un total de 60.000 muertos y 165.000 discapacitados.


Los liquidadores acudieron sabiendo la situación de peligro y a pesar de ello realizaron su trabajo con enorme valor y responsabilidad. Cientos, miles de ellos, de manera heroica hasta el escalofrío. Los bomberos que se turnaban entre vómitos y diarreas radiológicas para subir al mítico tejado de Chernóbyl, donde había más de 40.000 roentgens/hora, para apagar desde allí los incendios (la radiación ambiental normal son unos 20 microrroentgens/hora). Los pilotos que detenían sus helicópteros justo encima del reactor abierto y refulgente para vaciar sobre él los buckets de arena y arcilla con plomo y boro. Los técnicos y soldados que corrían a toda velocidad por las galerías devastadas cantándose a gritos las lecturas de los contadores Geiger y los cronómetros para romper paredes, restablecer conexiones y bloquear canalizaciones en turnos de cuarenta o sesenta segundos alrededor de la sala de turbinas (20.000 roentgens/hora). 


Los mineros e ingenieros que trabajaban en túneles subterráneos, inundándose constantemente con agua de siniestro brillo azul, para instalar las tuberías de un cambiador de calor que le robase algo de temperatura al núcleo fundido y radiante a escasos metros de distancia. Los miles de trabajadores y arquitectos que levantaban el sarcófago a su alrededor, retiraban del entorno los escombros furiosamente radioactivos y evacuaban a la población. Salvo a los soldados, sometidos a disciplina militar, a nadie se le prohibía coger el petate e irse si no quería seguir allí; casi nadie lo hizo. Es más: muchos de ellos llegaron como voluntarios desde toda la URSS, especialmente muchos estudiantes y posgraduados de las facultades de física e ingeniería nuclear. Esta fue la clase de hombres y no pocas mujeres que algunos creen o quieren creer una turba ignorante y patética. Esto fueron los liquidadores.


Les llamaban, y se llamaban a sí mismos, los bio-robots, que seguían funcionando cuando el acero cedía y las máquinas fallaban. No lo hicieron por el dinero, ni por la fama, de lo que tuvieron bien poco. Lo hicieron por responsabilidad, por humanidad y porque alguien tenía que hacer ese trabajo. 


Tras prolongadas negociaciones con el gobierno ucraniano, la comunidad internacional financió los costes del cierre definitivo de la central, completado el 15 de diciembre de 2000. Inmediatamente después del accidente se construyó un "sarcófago", para aislar el interior del exterior, que se ha visto degradado en el tiempo por diversos fenómenos naturales por lo que corre riesgo de desplomarse. Desde 2004 se lleva a cabo la construcción de un nuevo sarcófago para el reactor. El resto de reactores de la central están cerrados.


La ciudad de Chernobyl y los suburbios adyacentes son ahora hogar de científicos, oficiales de mantenimiento de la central nuclear, liquidadores, doctores, científicos y físicos especializados en radiación. Aunque Prípyat, la ciudad vecina y más cercana a la central nuclear, permanece sin mantenimiento, Chernobyl ha sido renovada y es ahora hogar de más de 2000 personas, entre ellos eventuales visitantes a la zona de exclusión, quienes se hospedan en los sectores de la ciudad más distantes a la central nuclear. Cabe señalar que en al momento del accidente, algunas mujeres embarazadas que fueron alcanzadas por la radiación durante el accidente tuvieron hijos que nacieron con malformaciones o con problemas de salud crónicos graves.

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