sábado, 6 de septiembre de 2025

¿Qué era El Shamir de Salomón?

Entre la historia y la leyenda, el nombre del Rey Salomón resuena como un eco milenario cargado de sabiduría, poder y enigmas. Hijo de Betzabé y del Rey David, fue el tercer y último monarca del antiguo Israel, entre los años 978 y 931 a.C. Su figura ha trascendido las páginas bíblicas para convertirse en un símbolo universal de inteligencia estratégica, riqueza sin igual y dominio sobre lo visible y lo invisible. Desde el mítico Sello de Salomón, atributo de poder y protección, hasta las leyendas sobre su Libro Secreto y su capacidad para dialogar con los espíritus y comprender el lenguaje de los animales, su vida se teje con hilos de historia, mito y esoterismo. Ahora bien, entre las posesiones más extrañas del imaginario salomónico, había una que causaba maravillas y era descrita de tal forma que muchos trataban de imaginarse su forma física y hasta se hacían preguntas, desde las más complejas hasta las más simples, como ¿qué era realmente El Shamir? 

Ni piedra preciosa ni herramienta forjada por manos humanas, este artefacto (o criatura) aparece en los textos antiguos como un poder vivo capaz de cortar la roca más dura, desde el hierro hasta el diamante, sin dejar rastro de golpe o fricción. Según la tradición, fue creado en el último instante del sexto día de la Creación, como una de las maravillas primordiales, y pasó de las manos de Moisés, quien lo habría usado para grabar las gemas del pectoral sacerdotal del sumo sacerdote Aarón con doce piedras preciosas que representaban a las doce tribus de Israel (Éxodo 28). Después de Moisés, pasó al Rey Salomón, quien lo empleó en la construcción del Primer Templo de Jerusalén, evitando así el uso de herramientas de hierro, consideradas impuras para una obra sagrada. 

La pregunta es ¿qué era realmente El Shamir? Algunos relatos de la tradición judía, aparece como una de las Diez Maravillas creadas en la víspera del primer Shabat (Día de descanso semanal en el Judaísmo), justo antes de que Dios completara la Creación. No era un objeto común ya que se le atribuía el poder de cortar piedra, hierro y diamante sin contacto físico, simplemente al ser mostrado a la superficie. Era descrito como un gusano diminuto de varias patas, del tamaño de un grano de cebada, que tenía la piel gruesa y rasposa, casi irrompible, con solo una mirada de sus diez ojos desintegraba la materia; otros manifiestan que era como una piedra verde o azulada, quizá un mineral abrasivo como el esmeril. Para su almacenamiento, El Shamir debía guardarse envuelto en lana y dentro de un recipiente de plomo, pues cualquier otro material se desintegraría bajo su influencia.

Según la leyenda, el Rey Salomón, consciente de que la construcción del Primer Templo de Jerusalén, que promovía la paz, debía evitar herramientas de hierro, símbolo de guerra y violencia, recurrió al Shamir para tallar las piedras sagradas. El rey no sabía dónde encontrarlo, así que ideó una operación digna de un mito de espionaje sobrenatural. Según el relato talmúdico, Salomón sabía que solo los demonios conocían su paradero y que el único que podía darle la respuesta era Asmodeo (Ashmedai), el llamado Rey de los Demonios. Para capturarlo, envió a su comandante Benaía ben Yehoyadá, con instrucciones muy precisas. 

Asmodeo bebía agua de un pozo en la montaña donde vivía, así que Benaía lo vació y lo llenó con vino, algo prohibido para Asmodeo según su disciplina espiritual. Al beber el vino, Asmodeo se embriagó y perdió sus defensas. Entonces Benaía lo encadenó con grilletes grabados con el Nombre Sagrado de Dios, lo que impedía que cualquier fuerza demoníaca los rompiera. Una vez llevado a Jerusalén y comparecer ante el Rey Salomón, Asmodeo reveló que el Shamir no se encontraba en su poder reveló su paradero. El Shamir estaba bajo custodia por Rahab, el ángel del mar, que a su vez lo había confiado a la Abubilla (Dukhiphat, en hebreo), un ave sagrada que lo usaba para partir rocas y construir su nido.  

Algunos textos describen a Rahab como un poderoso ángel o príncipe de las aguas, asociado al mar primordial y a las fuerzas que Dios contuvo durante la Creación. Es una figura enigmática y aparece como una entidad colosal derrotada por Dios, símbolo del caos marino, pero que en ciertas versiones fue reinstalado como guardián de secretos y tesoros ocultos en las profundidades. Rabah custodiaba El Shamir pero no lo usaba directamente. Este detalle conecta el mito con un patrón muy antiguo: el de guardianes liminales que custodian objetos sagrados en lugares inaccesibles y que solo pueden ser alcanzados mediante mediadores sobrenaturales.

Este episodio no solo es una pieza clave en la leyenda del Shamir, sino que también muestra a Salomón como un estratega que combina astucia, conocimiento de lo oculto y dominio sobre fuerzas sobrenaturales. 

Se dice que el Shamir desapareció o perdió su poder con la destrucción del Primer Templo en el año 587 a.C., junto con otros elementos sagrados. Desde entonces, su rastro se diluye en la leyenda, dejando tras de sí un símbolo de lo que alguna vez fue posible y hoy parece inalcanzable. Su mito, simbolismo y especulación, sitúan al Shamir en la frontera entre lo divino y lo imposible. Porque, como todo gran misterio, el Shamir no solo habla de lo que fue, sino de lo que aún nos negamos a comprender.  

Desde una mirada moderna, hay quienes indican que El Shamir era un tipo de ácido extremadamente potente, un material radiactivo o incluso, un artefacto de tecnología perdida, comparable a un rayo láser. Si quieres saber un poco más de las posesiones misteriosas y poderosas del Rey Salomón, puedes darle clic aquí, ya que hemos hablamos del personaje y uno de sus objetos sagrado antes.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario