domingo, 10 de septiembre de 2023

La Daga de Tutankamón (El Cuchillo del Espacio) y La Pirámide de Ben Ben (La Piedra Negra Magnética)

Hay objetos en nuestro mundo cuya existencia es un auténtico misterio. Su creación o formación, en algunos casos, es atribuida a material extraterrestre y para muchos es algo asombroso. La mayoría de los átomos en la Tierra provienen del polvo y el gas interestelar del cual se formaron el Sol y el Sistema Solar. Según los científicos, más del 20% del carbono en el universo puede estar asociado con los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), posibles materiales de partida para la formación de la vida. Los HAP parecen haberse formado poco después del Big Bang, están muy extendidos en todo el universo y están asociados con nuevas estrellas y exoplanetas. Aquí conocerás dos objetos singulares que son extraterrestres.

En noviembre del año 1922, el célebre arqueólogo y egiptólogo inglés Howard Carter (Kensington, Londres, 9 de mayo de 1874-  2 de marzo de 1939), descubrió en el Valle de los Reyes, frente a Luxor, Egipto, la tumba de Tutankamón/ Tut-Anj-Amón (c. 1342-c. 1325 a. C.), un faraón del Antiguo Egipto, último monarca de su familia real en el final de la dinastía XVIII. Dicho descubrimiento alcanzó fama mundial debido a que se encontraba intacta tras más de tres milenios, siendo la tumba mejor conservada del Valle de los Reyes.

Luego, tres años después, en 1925, se descubrió en dicha tumba un daga, un objeto bastante peculiar. Era un cuchillo alargado de hierro, con una empuñadura dorada. Los estudios realizados a la daga han demostrado que los componentes de su forjación no todos son terrestres, siendo uno de varios objetos de la Edad de Bronce que se construyeron a partir de materiales extraterrestres. Albert Jambon, miembro de Institut de Minéralogie, de Physique des Matériaux et de Cosmochimie (Instituto de Mineralogía, Física de Materiales y Cosmoquímica - IMPMC), un instituto multidisciplinario de física, ciencias de la Tierra y biofísica-bioinformática, ubicado en el corazón de París, dentro de la Universidad de la Sorbona y el Museo Nacional de Historia Natural, ha demostrado que el hierro utilizado durante la Edad del Bronce es siempre procedente de meteoritos y asegura que esta práctica se abandonó durante la Edad del Hierro.

La Edad del Hierro comenzó en Anatolia (Turkia) y el Cáucaso alrededor del 1200 a.C. pero casi 2.000 años antes, varias culturas ya estaban fabricando objetos con este metal. Su particularidad es que el hierro usado no se sacaba de la superficie terrestre, si no de las rocas procedentes del espacio exterior. Jambon reunió los datos disponibles y realizó un análisis químico de varias muestras utilizando un espectrómetro portátil de fluorescencia de rayos X. Entra la colección que estudio había cuentas de Gerzeh (Egipto, 3200 a.C.); una daga de Alaca Höyük (Turquía, 2500 a.C.); un colgante de Umm el-Marra (Siria, 2300 a.C.); un hacha de Ugarit (Siria, 1400 a.C.) y varias otras de la civilización de la dinastía Shang (China, 1400 a.C.); y la daga, el brazalete y el reposacabezas de Tutankamón (Egipto, 1350 a.C.). Las investigaciones del científico francés revelaron que cada uno de estos artefactos de la Edad de Bronce estaba hecho con hierro meteórico. 

Los compuestos de hierro en los minerales terrestres primero tienen que someterse al proceso de reducción, que elimina el oxígeno para producir el metal deseado. Esta es la base de la fundición en hornos, un avance que marcó el comienzo de la Edad del Hierro. "Cuando se forman grandes cuerpos celestes, como nuestro planeta, casi todo el níquel se desplaza hacia el núcleo de hierro fundido. Por lo tanto, es extremadamente raro encontrar níquel en la superficie. Sin embargo, algunos meteoritos se crean cuando los cuerpos celestes se rompen. En su mayoría contienen hierro con altos niveles de níquel y cobalto. Esta característica permite identificar la fuente de hierro. El hierro meteórico también se encuentra en estado metálico, listo para usar, lo que explica por qué entró en todos los artefactos de hierro de la Edad del Bronce.", afirma el científico francés.

Ahora bien, en el caso de la daga, si es de origen extraterrestre, pero no fue forjada en Egipto. Los métodos de fabricación que se usaron tampoco concuerdan con los que eran habituales en el Antiguo Egipto hace más de 3.000 años, ya que en la empuñadura de oro se usó yeso de cal, que no se usó en Egipto hasta mil años después de la muerte de Tutankamón. La daga excepcionalmente conservada fue forjada a baja temperatura (a menos de 950 grados). Además, su empuñadura de oro presenta un pequeño porcentaje de calcio sin azufre, lo que sugiere que se usó yeso de cal en lugar de yeso como adhesivo para las decoraciones.

El yeso de cal en Egipto comenzó a utilizarse durante el período ptolemaico (305-30 antes de Cristo), por lo que la empuñadura de oro de la daga insinúa el origen extranjero, posiblemente llegada de Mitanni, Anatolia, como sugiere una de las cartas de Amarna (correspondencia diplomática) donde se explica que Tusratta, rey de Mitanni, le regaló la daga de hierro con mango de oro a Amenhotep III (1417-1379 a. C.), el abuelo de Tutankamón.

Hablemos ahora de otro objeto que, casualmente, es también de Egipto y se trata de la Pirámide de Ben Ben, una reliquia que forma parte de la mitología del antiguo Egipto. Se cuenta que en el pasado, esta mítica piedra se encontraba alojada en lo más profundo de un santuario del complejo de templos dedicado al dios Atum en Heliópolis, conocido como el hwt Benben, que se podría traducir como "La Casa del Benben", del que Atum era la deidad principal, constituyendo su centro sagrado. En la mitología del antiguo Egipto existen diversos relatos sobre la creación del mundo. Uno de ellos está centrado en el dios Atum, y tuvo su origen en la ciudad de Heliópolis. Según esta versión de la creación del mundo, Atum dotó de esencia al universo. En un principio, no existía nada sino oscuridad y caos. Fue de las oscuras aguas de donde surgió la colina primordial, conocida como Piedra Benben, en cuya cima se alzaba Atum. 

Según otra interpretación, la piedra Benben era la colina primordial sobre la que Atum descendió en un principio. El dios miró en torno suyo y se dio cuenta de que no había nada salvo oscuridad y caos, observando que estaba solo. Deseoso de tener compañía, Atum dio inicio a la creación. En algunas versiones del mito, Atum se masturbaba, y mediante este acto creó a Shu (dios del aire) y Tefnut (diosa de la humedad). En otras versiones del relato, estas deidades surgían al copular Atum con su propia sombra. Tras su nacimiento, Shu y Tefnut dejaban a Atum en la Piedra Benben y se marchaban a crear el resto del mundo. Cuenta la leyenda que, después de cierto tiempo, Atum se sintió preocupado por sus hijos. De este modo, se arrancó un ojo y lo envió en su búsqueda. Shu y Tefnut regresaron con el ojo de su padre, y el dios, al ver a sus hijos de nuevo, derramó lágrimas de alegría. Estas lágrimas, que cayeron sobre la piedra Benben en la que se encontraba Atum, se transformaron en los primeros seres humanos.

La Piedra Benben es conocida también como término arquitectónico, ya que es el nombre que se da a la punta de un obelisco o a la piedra que remata la cúspide de una pirámide. En lengua egipcia se denominaba a este elemento "benbenet" (femenino de benben), aunque en la actualidad es más conocido por la palabra de origen griego pyramidion (en plural pyramidia). Parece ser que en el primer caso el piramidión se encontraba a menudo recubierto de oro o electrum (aleación de oro y plata).

Dicho objeto está hecho de piedra negra, pero no es una piedra ordinaria ya que algunos de sus componentes no provienen de la tierra sino que se encuentran en meteoritos espaciales. La piedra de hierro es muy dura y difícil de moldear y excavar, pero no es difícil de romper, por lo que se las preguntas sobre sus cortes precisos siempre se han mantenido, ya que posee ángulos y desviaciones notables. A los científicos en los estudios del objeto, les resultó imposible tallar estas inscripciones con cualquier herramienta, vieja o nueva, excepto con una herramienta de corte por láser. Además, la pirámide negra posee una transferencia de energía electromagnética positiva en su entorno que hace que todo el que se acerque se sienta psicológicamente cómodo, y afecta la energía humana. La pirámide negra del Ben Ben se exhibe en la actualidad en el Museo Egipcio.

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