lunes, 8 de julio de 2019

La mano incorrupta de Santa Teresa de Jesús - El verdadero Guantelete del Infinito

Aprovechando el éxito y el reestreno en algunos países de la película de Marvel, "Avengers: Endgame", que marca el fin de la Fase 3 de la reconocida distribuidora de filmes de superhéroes con el reciente estreno de "Spider-man: Far from Home", siendo un nuevo inicio para las próximas entregas. El film fue antagonizado por el personaje Thanos, el cual tenía en su poder el "Guantelete del Infinito" un artefacto que podía albergar y controlar las seis Gemas del Infinito (Realidad, Poder, Mente, Tiempo, Espacio y Alma), capaz de desaparecer a la mitad de todo ser viviente existente del Universo con un solo chasquido. Dicho guantelete fue mostrado por primera vez en "The Infinity Gauntlet", una serie de cómics de seis números publicados entre julio y diciembre del año 1991, de la mano del creador del personaje, Jim Starlin, siendo dibujado por George Pérez y Ron Lim.


Ahora bien, dicho artefacto guarda particular similitud con una antigua reliquia católica que guarda la mano incorrupta de Santa Teresa de Jesús, que se conserva en el convento carmelita del Corazón Eucarístico de Jesús, en la Diócesis de Ávila de las Carmelitas Descalzas, en Ronda, una ciudad de la provincia de Málaga, Andalucía, en España. Una de las reliquias que más atesoran en el país europeo. ¿Sería esta la inspiración para crear ese famoso guantelete para los cómics de Marvel?


Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, más conocida como Santa Teresa de Jesús o simplemente Santa Teresa de Ávila, nació en Gotarrendura, localidad de la provincia del Ávila, el 28 de marzo de 1515, en la casa señorial de Don Alonso Sánchez de Cepeda y Doña Beatriz Dávila de Ahumada. Eran 10 los hermanos de Teresa y 2 los hermanastros, pues su padre tuvo dos hijos en un matrimonio anterior. Fue una monja, mística y escritora española, fundadora de la Orden de Carmelitas Descalzos (rama de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo).


El 4 de abril del mismo año fue bautizada y desde muy pequeña manifestó interés por la vida de los santos y las gestas de caballería. A los 6 años llegó a iniciar una fuga con su hermano Rodrigo para convertirse en mártir en tierra de moros ya que consideraban que los mártires habían comprado la gloria a un precio muy bajo. El proyecto fue frustrado por su tío que los descubrió aún a vista de las murallas de Adaja, un río de España. Su madre falleció en 1528, contando ella con 13 años de edad, en ese momento le pidió a la Virgen que la adoptara como hija suya. Ella tenía una relación sentimental con su primo, algo que su padre no vio con buenos ojos, lo que lo obligó a internarla en 1531 en el Colegio Santa María de Gracia, regido por monjas agustinas, donde Teresa extrañó a su primo pero se sintió muy a gusto en todo el año que pasó como interna.


Una de sus amigas, con quien mantuvo largas conversaciones, llevaron a Teresa al convencimiento de su vocación, ingresando al convento de la Encarnación de las monjas carmelitas, en Ávila, en 1535. Al regresar a su hogar paterno, ofició como ama de casa durante unos tres años. El ingreso de Teresa al convento no fue algo que le agradó a su padre, quien se opuso a la idea, argumentando que mientras él viviera no lo consentiría. Sin embargo, Teresa dejó la casa paterna, y entró el 2 de noviembre de 1536 en el convento de la Encarnación, y allí profesó el día 3 de noviembre de 1537. Tras entrar al convento su estado de salud se deterioró. 


Padeció desmayos, una cardiopatía no definida, entre otras molestias. Así pasó el primer año, pero a pesar de, se hallaba centrada y a gusto con la vida compartida en aquella comunidad de casi 180 monjas, pero su consagración a Dios fue tan radical que cambió la oración sencilla y de amistad que tenía antes de su entrada en la Orden por una oración sistemática que seguía la técnica de los maestros de aquel tiempo. Perdió su jovialidad, su alegría en la comunicación, y la tristeza la invadió, en tanto que las penitencias corporales no contentaban su búsqueda de amor y de intimidad con Dios. Todo eso terminó por generar un desequilibrio de orden psíquico, que tuvo su contraparte de orden físico.


Su situación de salud llevó a que su padre la sacara del convento y la llevara  en otoño de 1538 a Castellanos de la Cañada, con su hermana. En la aldea de Castellanos, Teresa permaneció hasta la primavera de 1539. Fue un periodo de libertad espiritual sin la disciplina estricta del convento,​ en el que alcanzó la oración de quietud y el recogimiento del Tercer Abecedario espiritual de Francisco de Osuna. Allí comprendió que la oración no podía programarse al margen de la persona y de sus necesidades. Luego fue a Becedas, Ávila, el 15 de agosto de 1539, en donde sufrió un ataque repentino y violento de su enfermedad, una serie de convulsiones seguidas de pérdida de conocimiento, un coma profundo de nivel 3 que duró cuatro días. Todos pensaron que había muerto y luego de despertar, quedó paralítica, donde sus padecimientos físicos fueron horribles. Al recuperarse volvió al convento a finales del mimo año. Tardo en valerse por sí misma alrededor de tres años.


En el año 1544, muere su padre Don Alonso Sánchez de Cepeda. En abril de 1554, cuando Teresa contaba con 39 años y 19 como religiosa, lloró ante un Cristo pidiéndole fuerzas para no ofenderle, ya que, al no volver a practicar la oración, su alma podría encontrarse en peligro. Desde este momento su oración mental se llenó de visiones y estados sobrenaturales, aunque alternados siempre con periodos de sequedad. Dicha visiones y experiencias místicas elevadas se convirtieron en una visión muy viva y terrible del infierno, produciendo en ella el anhelo de querer vivir su entrega religiosa con todo su rigor y perfección, siendo esa su conversión definitiva. 


Teresa falleció la noche del jueves 4 de octubre de 1582 (al día siguiente el calendario juliano fue sustituido por el calendario gregoriano en España, por lo que al día de su fallecimiento le sucedió el día viernes 15 de octubre). Su cuerpo fue enterrado en el Convento de la Anunciación en Alba de Tormes, municipio y localidad de Salamanca, España. Fundó en total 17 conventos: Ávila (1562), Medina del Campo (1567), Malagón (1568), Valladolid (1568), Toledo (1569), Pastrana (1569), Salamanca (1570), Alba de Tormes (1571), Segovia (1574), Beas de Segura (1575), Sevilla (1575), Caravaca de la Cruz (1576), Villanueva de la Jara (1580),  Palencia (1580), Soria (1581), Granada (1582) y Burgos (1582), en el año de su muerte.


Teresa escribió muy poco por iniciativa suya, muchas cartas, alguna poesía y anotaciones. Pero sus obras maestras son fruto de la obediencia a sus superiores, que veían el interés de que escribiera sus experiencias y enseñanzas. La Inquisición vigiló muy de cerca sus escritos temiendo textos que incitaran a seguir el cisma iniciado en Europa, o se alejaran en algún punto de la recta doctrina. Muchos de sus textos están autocensurados, temiendo esta vigilancia. Su manuscrito "Meditaciones sobre El Cantar de los Cantares" lo quemó ella misma por orden de su confesor, en una época en que estaba prohibida la difusión de las Sagradas Escrituras en romance.


En el año 1614, fue beatificada por el Papa Pablo V, canonizada por el Papa Gregorio XV el 12 de marzo de 1622, siendo conocida como Santa Teresa de Jesús, y nombrada doctora de la Iglesia Universal por el Papa Pablo VI en 1970. La primera mujer de las tres actuales doctoras de la Iglesia, siendo las otras dos: Santa Catalina de Siena y otra carmelita descalza; Santa Teresita del Niño Jesús. Junto con san Juan de la Cruz, se la considera la cumbre de la mística experimental cristiana y una de las grandes maestras de la vida espiritual de la Iglesia. En 1626 las Cortes de Castilla la nombraron copatrona de los Reinos de España, pero los partidarios de Santiago Apóstol lograron revocar el acuerdo. Santa Teresa de Jesús fue designada en 1627 para patrona de España por el papa Urbano VIII. Fue nombrada Doctora Honoris Causa por la Universidad de Salamanca y posteriormente fue designada patrona de los escritores. La Iglesia católica celebra su fiesta el 15 de octubre y en el año 2015, la Universidad Católica de Ávila la nombró también Doctora Honoris Causa.


Nueve meses después de su muerte, su cuerpo fue exhumado y descubrieron que estaba completamente incorrupto, es decir, el cuerpo estaba intacto pero su vestimenta se encontraba putrefacta. Antes de devolver el cuerpo al ataúd, le diseccionaron la mano izquierda y la envolvieron para llevarla a Ávila. Un padre de apellido Gracián, cortó el dedo meñique y, según su propio relato, lo mantuvo con él hasta que fue hecho prisionero por los turcos. Lo rescató a cambio de unas sortijas y 20 reales de la época. Tres años después del fallecimiento de Teresa, la Orden de los Carmelitas Descalzos mandó llevar el cuerpo a Ávila, así que fue exhumado el 25 de noviembre de 1585. Se trasladó el cuerpo incorrupto a Ávila, donde se lo colocó en la sala capitular, aunque sin un brazo que se quedó en Alba de Tormes para compensar de la pérdida, como reliquia, a pedido de las monjas.


Después de estos hechos no la volvieron a trasladar más, pero se sacaron varias reliquias (el pie derecho y parte de la mandíbula superior están en Roma, la mano izquierda, en Lisboa, el ojo izquierdo y la mano derecha, en Ronda, el brazo izquierdo y el corazón, en sendos relicarios en el museo de la iglesia de la Anunciación en Alba de Tormes, un dedo, en la Iglesia de Nuestra Señora de Loreto en París, otro dedo en Sanlúcar de Barrameda, dedos y otros restos santos, esparcidos por España y toda la cristiandad). Se elevó su sepulcro en 1598; se colocó su cuerpo en la capilla Nueva en 1616, y en 1670, todavía incorrupto, en una caja de plata. Su sepulcro está custodiado por nueve llaves. Un párroco resguardó muy bien la mano, envolviéndola en un guante de plata dorada con joyas preciosas. Por años, la reliquia se mantuvo dando vueltas hasta que llegó en 1910 a Ronda, España, luego de la expulsión de las carmelitas que vivían en Lisboa, Portugal. Durante la guerra civil española, la reliquia fue requisada por milicianos, para ser hallada tiempo después en Málaga por el bando nacional. El dictador Francisco Franco mantuvo la reliquia en la capilla del Palacio Real de El Pardo. A su muerte, en 1975, la reliquia regresó al monasterio en Ronda.

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