domingo, 13 de marzo de 2016

Edward Mordrake - El hombre de dos caras

Mordrake fue un hombre que tenia una cara adicional en la parte trasera de su cabeza, dicha cabeza no podía hablar ni comer pero si podía llorar y reír. Nació en Inglaterra en Junio de 1887. Su madre era la Condesa de Darlington, que gracias a su apellido, poseían inmensos campos de cosechas y muchos prados que surgieron como tributos arrendatarios, también tenían un comercio que se basaba mayormente al ganado y cereales, posesiones que les permitían vivir muy bien y mantener un estatus social alto. Su castillo se encontraba ubicado en la ladera al sur del condado de Postmouth, Hampshire en Inglaterra. 


La familia se sintió bendecida al recibir la llegada a la familia del tercer hijo, pero la gestación del feto se torció cuando se cumplían los últimos meses del embarazo. El doctor Bridgewater le explico la situación del recién nacido al padre, Sir William Pitt Mondrake, quien se negaba a tener en su descendencia una criatura malformada. Podría haberse tratado de un un gemelo parásito o simplemente la deformidad pudo haber sido un estado anterior de la enfermedad que hoy en día se conoce cómo Diprosopus (Duplicación Craneofacial), la cual es una duplicación inicial de los platos craneales que duplican los nervios. Las personas que padecen ésta enfermedad, tienen un cuerpo y sus extremidades normales, pero poseen dos caras, aunque en algunos casos, las extremidades llegan a repetirse.


Desde temprana edad, Mordrake mostró grandes dotes en diferentes materias, siendo un conocedor de diversos temas científicos, matemáticos e históricos. Buen estudiante, un hábil músico violinista, y contaba con grandes habilidades lingüísticas, siendo además muy guapo si se le veía de frente. Estaba destinado a convertirse en el heredero de una de las familias más ricas y nobles de Inglaterra, a pesar de la negativa de su padre, quien, luego de una discusión haciéndole saber nuevamente que era un deforme, Mordrake dejo todo de lado y se aisló. Vivía en un retiro casi absoluto, teniendo poca comunicación y no recibía visitas. Fue en ese aislamiento que la otra cara, comenzó a hablar con él, el rostro parecía ser femenino pero parecía ser una máscara que sólo ocupaba una pequeña zona de la parte posterior del cráneo, su nuca.


En sus momentos de soledad, Mordrake lloraba al ser un fenómeno y en esos momentos de tristeza, la otra cara sonreía haciendo unas muecas y emitía sonidos de burla. Se decía que los ojos de la cara posterior seguían los movimientos de quien se le ponía de frente, moviendo los labios queriendo hablarle. La voz era inaudible para los demás pero Mordrake aseguraba que durante las noches no podía conciliar el sueño debido a los susurros casi malignos que emita esa horrible cara. Entre el estrés y la depresión sufrida por el aislamiento y las criticas destructivas de su padre, allegados y demás personas, lo llevaron a establecer contacto con su "gemela diabólica no nata", como él la llamaba.


"Ella nunca duerme y me habla de tales cosas que sólo se oirían en el Infierno", les indicaba Mordrake a los médicos Manvers y Treadwell, cuando les pedía que extirparan la cara posterior para continuar con su vida, pero las operaciones enfocadas a la cirugía de aquel entonces no garantizaban que sobreviviera luego de la operación. “La imaginación no puede concebir las tentaciones espantosas en las que me envuelve. Por alguna imperdonable maldad de mis antepasados estoy cosido a este demonio - porque estoy seguro que es un demonio-. Yo ruego y suplico para que lo eliminen del mundo, aunque yo muera”. Con desesperación le pidió a su madre que intentaran realizarla pero por el temor de no sobrevivir ante ésta, no cedieron a la petición.


Una vez en casa, su familia puso todo de su parte para mantenerlo en calma y cómodo, hasta lo vigilaban constantemente para evitar que consumiera veneno. Angustiado y ansioso, salio de su hogar y fue al centro de la ciudad, alquiló una habitación de un hotel y se ahorco, colgándose del balcón de hierro, después de haberse tomado una pequeña dosis de veneno, para asegurase de morir. Dejo sólo una carta, en la que agradecía a sus padres y a sus hermanos el cariño recibido y en la que que hacia una ultima petición ineludible, que su “cara demoníaca” fuera destruida antes de su funeral, “para que no continuase con sus espantosos susurros en la tumba. Tenia 23 años cuando se suicidó.


Se dice que los médicos decidieron extirpar la cara maligna antes de enterrarlo, para cumplir el deseo del joven y darle paz y descanso eterno. Por una petición anterior, fue enterrado en una tierra baldía perteneciente a los prados, sin ninguna lápida o marca que dejara constancia de su tumba.

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