jueves, 4 de junio de 2015

El parque abandonado de Disney

Disney es sin duda una de las más grandes y famosas compañías de entretenimiento del mundo, con un estudio que realiza grandes producciones de largometrajes animados para todo público pero mayormente enfocados en lo infantil. Teniendo además organizaciones afiliadas, diversos canales de televisión por cable, cotizando en la bolsa de valores de New York y con alucinantes parques de diversiones temáticos, y es en éste punto donde examinaremos un acontecimiento que involucra a Disney y que dio como resultado un devastado parque temático en una isla.



En el año 1990 Disney construyó un centro turístico llamado "Treasure Island / Isla del Tesoro" o "Discovery Island / Isla Descubierta" en español, en la Bahía de la Baker por el Cayo de Guana Grande en las Bahamas. Los cruceros de Disney trasportaban a los turistas dándoles un paseo por los caminos acuáticos cuidadosa y estrategicamente construidos por alrededor de la Isla apara luego terminar dejándolos en el centro de ella en una lujosa edificación sacada de cuentos de hadas.



Disney invirtió en el lugar $30,000,000 para luego abandonarlo. No era la primera vez que ocurría un inconveniente con las atracciones de Disney ya que se tienen registradas varias fallas en sus atracciones que han resultado personas heridas y hasta fallecidos. El personal de Disney culpo a los empleados diciendo que eran flojos y hasta le echaban la culpa a las aguas poco profundas que hacían que sus barcos no navegasen de manera correcta.



Muchas fueron las excusas que se dijeron, muchas de ellas sin un fundamento sólido y hasta alocadas que algunos no llegaron a convencer, lo cierto es que desde las gestiones de inicio de creación del parque ya habían ciertos inconvenientes que se afianzaron en la realización de la atracción más grande que tendría el parque, "El Palacio de Mowgli", basado en la película de animación de 1967 de un niño abandonado en la selva y que fue criado por lobos. 



Dicha atracción tenia como concepto temático la selva con algunos personajes y un gran palacio en el centro pero resultaba un proyecto controversia desde el comienzo ya que los miembros adinerados de Disney habían contratado a hombres y mujeres con vestimentas puramente salvajes, única y exclusivamente disfrazados con taparrabos pero existía aun en ese tiempo el tema de tabú al desnudo cayendo a lo vulgar y hasta el racismo de una manera mínima. La idea junto con el arte conceptual fue presentada a un grupo de personas interesadas y a un público seleccionado pero para ellos la idea fue una total locura y un tanto escandalosa, rechazando la oferta de inmediato.

Para la creación de las zonas alrededor del palacio, Disney compro toneladas de tierra de alto valor y hasta hubo escándalos relacionados a los lugares de la procedencia de la tierra para que se viera real. El gobierno local no estaba de acuerdo con algunas medidas de trabajo y dominio de los empleados y de Disney en general. Se dice que una casa de tipo aldea que seria escenario de la vivienda de Shanti, la niña que gusta del niño Mowgli, que se había construido fue demolida sin dar motivo alguno.

Los medios de comunicación también estaban detrás de cada noticia respecto al parque y su inauguración. Hasta se comenta que Disney pago a varios medios para no hacer públicos ciertos detalles de las atracciones y noticias que luego vendrían y serian la razón de su abandono, a pesar que las instalaciones estaban terminadas. No hubo una inauguración como tal pero si una apertura de prueba donde se produjeron contratiempos usuales, tráfico de atracciones, afluencia de turistas irritados y hasta pérdida de personas que no se llegaron a conseguir.

Entre todo lo que se dijo, un ex empleado que estuvo relacionado en la manufactura de algunos personajes mecánicos y atracciones menciono que cosas raras comenzaron a pasar cuando un lote inmenso de tierra fue trasladado de su África natal a la isla como parte de relleno para la zona trasera del "Palacio de Mowgli", voces, sonidos, desapariciones, locura entre sus compañeros, vómitos, mareos, sangrados internos y hasta suicidios se hicieron presentes y Disney no pudo con todo eso y la presión de los pagos a los familiares más afectados y la prensa siguiéndolos de cerca. Disney tuvo que pagar una gran suma de dinero para que todo quedara en anonimato y dándose cuenta que la isla era una gran perdida en sus intereses financieros, se retiraron.

Mucho de lo que dijo el ex empleado de Disney había sido tomado como comentarios dementes de un ex trabajador inconforme hasta que en el año 2003 un joven llamado Max Margolis obtuvo información de la isla de atracciones abandonadas de Disney por su tío, que trabajaba en los medios cuando Disney pago por su silencio hacia el público y fue hasta la isla, tomando fotos y regresando con una perturbadora experiencia que leerán a continuación.

"Vivía quizá a cuatro horas de Isla Esmeralda, así que en realidad sólo escuché los rumores y nunca experimenté nada de primera mano.


Entonces leí un artículo de alguien que había explorado Isla Tesoro y publicado todo un blog sobre las cosas extrañas que encontró ahí. Cosas… que simplemente abandonaron. Cosas rotas, inutilizables, probablemente arruinadas por los disconformes empleados que habían perdido su trabajo. Hombre, seguramente los habitantes de todo el lugar colaboraron en destruir el centro. Esas personas se debieron de sentir tan enojadas con Isla Tesoro como se sintieron aquí con el Palacio de Mowgli.

Aun cuando habían pasado muchos años desde que cerró, supuse que sería interesante hacer una expedición al Palacio de Mowgli. Tomar algunas fotos, escribir sobre mi experiencia y probablemente ver si hay algo que me podía llevar a casa como recuerdo.


No voy a decir que no perdí tiempo en llegar ahí, porque sinceramente me tomó un mes desde que encontré ese blog sobre Isla Tesoro animarme a ir a Isla Esmeralda. En el curso de ese mes, por supuesto, investigué mucho sobre el parque temático… o mejor dicho, lo intenté. Naturalmente, ningún sitio oficial de Disney hacía ninguna mención de él.

Aún más extraño, sin embargo, era que aparentemente nadie antes que yo había pensaba en publicar algo acerca del lugar o siquiera subir una fotografía. Ninguno de los programas de televisión local o sitios web de periódicos había dicho nada sobre el parque, aunque eso era lo esperado, puesto que habían decidido seguir el mismo camino que Disney. No iban a estar exhibiendo sus fracasos, ¿saben?


Recientemente aprendí que las organizaciones pueden pedirle a Google, por ejemplo, que remueva enlaces de los resultados de búsqueda… básicamente por ningún motivo. Pensándolo bien, probablemente no era que nadie habló del lugar, sino que sus palabras se hicieron inaccesibles.

Así que en conclusión apenas y podía encontrar el parque. Los lugareños no me ayudaron en nada, pues la mayoría eran inmigrantes que se habían mudado a la playa en años recientes… o antiguos residentes que sólo me hicieron mala cara al momento que empecé preguntar, «¿sabe a dónde puedo encontrar el Palacio de…?».


El viaje en auto me llevó a un excesivamente largo camino de maleza. Plantas tropicales habían crecido descontroladamente y saturado el área junto con las especies de flora nativas que realmente pertenecían ahí, e intentaban reclamar su tierra.

Estaba asombrado cuando llegué a la entrada principal del parque. Era una inmensa puerta monolítica de madera, cuyos soportes en ambos lados parecía como que si se hubiesen extraído directamente de secoyas gigantes. La puerta en sí había sido agujerada en varios lugares por pájaros carpinteros y carcomida desde la base por insectos excavadores.


Colgando en la puerta estaba una lámina de metal con letras garabateadas con pintura negra: «ABANDONADO POR DISNEY». Claramente la obra de algún antiguo residente o empleado que quería hacer una pequeña protesta. La puerta estaba lo suficientemente abierta como para entrar caminado, pero no en auto, así que agarrando mi cámara digital, seguí mi camino a pie.


Los adentros del lugar estaban tan llenos de vegetación como la entrada. Palmeras descuidadas sobre pilas de sus propios cocos; matas de plátano en un estado similar, recubiertas de su propio desecho apestoso y plagado de insectos. Había cierto choque entre orden y caos, ya que plantas perennes sembradas cuidadosamente se mezclaban con la maleza y pestilentes hongos ennegrecidos.

Todo lo que quedaba de la estructura exterior estaba arruinado, sólo era madera podrida y varios trozos carbonizados de materiales inidentificables. Lo más interesante era una estatua de Baloo, el oso amistoso de El libro de la Jungla, que se encontraba en una especie de patio enfrente del edificio principal. Estaba esculpido en una posición jovial con los brazos extendidos hacia uno, viendo a la nada con una sonrisa infantil, con mierda de ave cubriéndole su «pelaje» y enredaderas por toda su plataforma.


Me acerqué al edificio principal, el palacio, encontrándome con que la fachada estaba llena de grafiti en donde la pintura original aún no se había descarapelado. Las puertas de la entrada no sólo estaban abiertas, sino que habían sido separadas de sus bisagras y robadas.

Por encima de las puertas, o el amplio espacio en donde una vez habían estado, alguien pintó una vez más la frase «ABANDONADO POR DISNEY».


Me gustaría poder contarles sobre todas las cosas increíbles que encontré dentro del palacio. Estatuas olvidadas, cajas registradoras abandonadas, una super secreta sociedad de vagabundos… pero no. El interior del edificio estaba tan escueto, tan vacío, que creo que incluso se robaron la moldura de las paredes. Todo lo que era demasiado grande como para ser robado, mostradores, mesas, árboles artificiales gigantes, se encontraban reposando entre ese espacio deshabitado que amplificaba el sonido de cada paso que daba.

Revisé todos los lugares que podrían parecer interesantes de alguna forma. La cocina era como se imaginarían, un área para preparar alimentos industriales con todos los utensilios y el espacio, sin escatimar gastos. Cada superficie de vidrio estaba rota, cada puerta colgaba de sus bisagras, cada superficie de mental abollada y dentada. Todo el lugar olía a orina. El enorme congelador, ahora ni siquiera remotamente helado, tenía estante tras estante vacío. Había ganchos adheridos al techo, probablemente para colgar carne. Los baños se encontraban en el mismo estado que el resto del lugar. Había una capa como de dos centímetros de agua estancada en el suelo, así que no me quedé mucho tiempo. Lo raro era que los inodoros y lavados (y los bidés en el baño de mujeres, sí fui ahí) goteaban o estaban húmedos, cuando lo lógico era que tuvieron que deshabilitar el servicio de agua desde hace demasiado tiempo.


Había muchos cuartos en el parque, pero naturalmente no tenía tiempo para revisarlos todos. Los pocos que sí revisé estaban igualmente destruidos, y no esperaba encontrar nada en ellos. Pero pensé que había un televisor o radio en una habitación, porque me parece haber escuchado una conversación silenciosa viniendo de ella; aunque eran más como susurros, tal vez el eco de mi respiración o sólo otro caso del sonido de agua fluyendo engañando a mi mente… pero sonó como esto:

1: «No lo creía».

2: (respuesta corta, desconocida).

1: «No lo sabía. No lo sabía».

2: «Tu padre te lo dijo».

1: (respuesta desconocida, o posiblemente sólo sollozos).

Lo sé, lo sé, suena ridículo. Solamente les estoy contando lo que vivencié, por qué creí que podría haber alguien en esa habitación —o peor, unos maleantes que se habían ocultado ahí y probablemente me habrían acuchillado—.

Cuando había vuelto a la entrada del palacio supuse que no había encontrado nada que valiera la pena y había perdido mi tiempo.

Mientras miraba fuera de la puerta, noté algo interesante en el patio, que aparentemente había pasado por alto. Algo que podría darme al menos una cosa que mostrar y que me retribuyera lo que invertí en el viaje, aun si se trataba de una fotografía.

Había una estatua realista de una pitón, quizá de 20 metros, enrollada y «asoleándose» en el pedestal ubicado en el centro de la zona. Ya casi era tiempo para que el sol se metiera, así que la luz caía sobre el objeto en el ángulo perfecto para una fotografía.

Me acerqué a la pitón y le tomé la foto. Luego me puse de puntillas y le tomé otra. Me acerqué un poco más para ver los detalles de su rostro.

Lentamente, casualmente, la pintón levantó su cabeza, miró directamente hacia mis ojos, se giró y bajó del pedestal, yendo hacia los árboles.

Todos los 20 metros. Su cabeza desapareció entre el bosque antes de que su cola siquiera abandonara el pedestal. Estaba atontado, completamente estupefacto. Mi boca debió de estar abierta una eternidad antes de que volviera en sí y la cerrara. Parpadeé un par de veces y retrocedí de donde había estado la serpiente, hacia el palacio. Aunque ya se había ido, no me iba a exponer a nada y regresé al edificio.

Di un respiro y me abofeteé la cara para recobrar la noción de dónde estaba. Busqué un lugar para sentarme, ya que mis piernas se sentían como gelatina en ese momento. Por supuesto, no había ningún lugar para sentarse, a menos que quisiera reclinarme en las esquirlas de vidrio y la alfombra de plantas muertas o apoyarme sobre la mesa de fiabilidad cuestionable.

Había visto unas escaleras cerca del vestíbulo del palacio, y decidí ir ahí para sentarme hasta que me sintiera mejor. Las escaleras estaban lo suficientemente lejos de la parte anterior del edificio como para estar relativamente limpias, aparte de una ligera concentración de polvo. Tomé una lámina de metal de la pared con el mismo lema de «ABANDONADO POR DISNEY» al que ya me había acostumbrado. Puse la lámina sobre el escalón y me senté en ella para mantenerme un tanto limpio.

La escalera conducía hacia abajo, por debajo del nivel del suelo. Usando el flash de mi cámara como una linterna improvisa, pude ver que los escalones terminaban en una puerta de malla metálica con un candado. Había un letrero en la puerta, un letrero real, que decía, «¡SÓLO MASCOTAS! ¡GRACIAS!».

Esto me levantó un poco los ánimos, por dos razones. Primero, porque un área de «sólo mascotas» definitivamente tuvo que tener cosas interesantes en sus días. Segundo, porque el candado seguía en su lugar; nadie había ido ahí abajo, ni vagos, ni maleantes, nadie.

Ese podría ser el único lugar «explorable», y tal vez encontraría algo para fotografiar o robar —había ido al palacio mentalizado de que estaba bien llevarme cualquier cosa, porque, hey, «abandonado»—.

No me llevó mucho romper el candado, el tiempo había hecho la mayor parte del trabajo. El área fue un cambio agradable del resto del edificio. Para empezar, cada dos o tres lámparas de techo había una que sí funcionaba, aunque parpadeaba y se apagaba de un momento a otro. Tampoco había sido robado o roto nada aún.

Las mesas tenían libretas y bolígrafos, había relojes, las sillas estaban regadas y había un pequeño cuarto de recreo con un viejo televisor en estática y comida y bebidas caducadas en los mostradores. Parecía una de esas películas post-apocalípticas en las que todo permanece como se encontraba para el momento de evacuación.

Mientras caminaba por los corredores de ese sub-sótano, los escenarios se volvían más y más interesantes. Las mesas y escritorios estaban caídos, había papeles en el suelo hechos una masa en el piso mojado, y una larga capa de moho estaba cubriendo el originalmente rojo tapiz del suelo.

Todo estaba severamente humedecido. Los productos de madera se desintegraban cuando le aplicaba la más mínima fuerza, y las vestimentas colgadas en ganchos en una de las habitaciones simplemente se deshilaban cuando trataba de descolgarlas.

Algo que me molestó fue que las luces se volvían cada vez más escasas en tanto me adentraba en los acuosos y sofocantes interiores de ese lugar.

Eventualmente, llegué a una puerta pintada de negro y amarillo, con las palabras «ARREGLO DE PERSONAJES 1» pintadas en la parte superior. Supuse que era probablemente en donde guardaban los disfraces, y definitivamente quería una foto de ese desastre lúgubre y apestoso.

Dentro, el cuarto era exactamente como me lo imaginaba. Varios disfraces de Disney colgados en las paredes como extraños cadáveres de caricatura colgando de lazos invisibles. Había todo un estante de taparrabos y vestimentas «nativas» al final.

Lo que encontré extraño, y lo que quería fotografiar de inmediato, era un disfraz de Mickey Mouse en el centro del cuarto. A diferencia de los demás disfraces, éste estaba recostado sobre su espalda en el centro como la víctima de un asesinato. El pelaje del disfraz estaba raída y descosiéndose, resultando en varios agujeros en la tela.

Lo que era aún más extraño, sin embargo, eran los colores del disfraz. Se veía como el negativo de una fotografía del Mickey Mouse real. Negro donde debería ser blanco y blanco donde debería ser negro. Su overol rojo era azul claro.


La escena me desconcertó lo suficiente como para que decidiera fotografiarlo de último. Le tomé fotos a los disfraces colgando de las paredes. Ángulos hacia arriba, ángulos hacia abajo, tomas laterales para mostrar una entera fila de rostros de caricatura congelados y pútridos, a algunos faltándole un ojo de plástico.

Luego decidí armar una escena. Sólo una de las cabezas de esos personajes desaliñados en el resbaloso y mugriento piso. Me acerqué a la cabeza del disfraz del Pato Donald y la retiré cuidadosamente para que no se fuera a deshacer en mis manos.

En lo que miraba a la mohosa cabeza de ojos grandes, un fuerte sonido de algo cayendo me hizo sobresaltarme.

Vi hacia mis pies, y entre mis zapatas había un cráneo humano. Había caído de la cabeza de la mascota y se había hecho añicos en el suelo; sólo quedaban el rostro vacío y la mandíbula inferior, viendo hacia mí.

Solté la cabeza del pato inmediatamente, como se esperaría, y me moví hacia la puerta. Mientras estaba parado en la entrada, volteé a ver al cráneo en el suelo.

Le tenía que tomar una foto, ¿saben? Tenía que, por un sin número de razones que pueden sonar tontas, pero sólo si no lo piensan a fondo.

Iba a necesitar pruebas de que esto pasó, especialmente si Disney iba a hacerlo desaparecer de alguna manera. No tenía ninguna duda en mi cabeza, desde el comienzo, de que aun si sólo se trataba de negligencia grave, Disney era responsable de esto.

Ahí fue cuando Mickey, esa versión en negativo de él a la mitad del cuarto, se empezó a levantar. Primero sentándose, luego apoyándose sobre sus rodillas. Ese disfraz de Mickey Mouse… o lo que estaba dentro de él, se puso de pie, viéndome fijamente con su rostro falso mientras yo murmuraba «No…» una y otra vez.

Con mis manos temblándome, mi corazón palpitando violentamente y piernas que de nuevo se habían convertido en gelatina, alcancé a levantar la cámara y apuntarla a la criatura que ahora me estudiaba.

La pantalla de la cámara digital mostraba sólo pixeles muertos en la forma de esa cosa. Era una silueta perfecta del disfraz de Mickey. Cuando la cámara se movía por mi pulso tembloroso, los pixeles se dispersaban, alterando la pantalla a donde quisiera que la silueta de Mickey se moviese.

Luego la cámara murió. La pantalla se tornó negra y silenciosa… e inservible.

Alcé la vista de nuevo hacia el disfraz de Mickey.

«Oye», dijo con una voz débil y distorsionada, pero que remedaba perfectamente a la de Mickey Mouse, «¿quieres ver cómo me quito la cabeza?».


Comenzó a tirar de su propia cabeza, posando sus torpes dedos enguantados alrededor de su cuello con movimientos impacientes, como un herido que trata de liberarse de las mandíbulas de su depredador.

Mientras empujaba con sus manos desde su cuello… tanta sangre…


Me di la vuelta, escuchando el enfermizo sonido de prendas y carne siendo rasgadas… sólo me interesa salir. Arriba de la entrada del cuarto, vi el último mensaje tallado en el metal:

«ABANDONADO POR DIOS».

Nunca logré sacar las fotos de la cámara. Nunca hice la entrada de blog sobre ello. Luego de que huí de aquel lugar, de que huí por mi cordura, si no es que por mi vida, comprendí por qué Disney no quería que nadie se enterara de su existencia.

No querían que nadie como yo entrase.

No querían que nada como eso saliese."


2 comentarios:

  1. Toda esta alegría me llena de gozo. Me dan ganas de abrirme la tapa de los sesos con un lápiz haciendo palanca por el oído. ¿Sabíais que un murciélago de estos me mordió justo en ese lugar de la espalda donde no me llegaba la mano para quitármelo de encima, y que de la rabia que sentía por ello me clavé el piolet hasta casi asomar la punta por la teta,y todo porque se me apagó el foco del casco de espeleólogo?.

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    1. ¡Hola y muchas gracias por comentar amiga anónima! Me gustó tu redacción e intensidad. Continua así. ¡Saludos!

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