viernes, 9 de agosto de 2019

La niña que rezaba por El Diablo

Cuenta la leyenda que en un pequeño pueblo vivía una pareja junto a sus hijos, entre los cuales destacaba la única hembra, la menor de todos; una inocente niña. Era muy querida por todos al demostrar su ingenuidad y buenos deseos con todos, sin duda, no tenia malicia alguna. Pronto ella comenzó a ser observada por sus padres, con sorpresa y creciente preocupación porque se encontraban asombrados por las oraciones nocturnas de la niña. 

Una día llamaron al sacerdote del pueblo, quien solo pensó que los padres de la niña exageraban. Esa tarde lo invitaron a cenar con la intención de que luego observara a la niña. El clérigo solo se encontró con una dulce niña de aspecto angelical de buenos modales y singular ternura. Al terminar la cena, la joven se despidió de sus padres y del sacerdote, yéndose a su habitación después. Los padres le pidieron al hombre de fe que los acompañara a la habitación de la niña. Se detuvieron justo en la puerta y comenzaron a escuchar la oración de la niña:

"Y cuida a mi mami. Cuida a mi papi. Cuida a mis hermanos. Ahhh.... y por favor cuida mucho de Lucifer, nadie pide por él, yo lo hago en nombre de todos."


Sus padres se encontraban horrorizados, sin embargo la conducta de la pequeña era intachable, por lo que el sacerdote solo ordenó que la vigilaran. El tiempo pasó y lamentablemente las condiciones en las que vivían no eran de las mejores, solían caer en hambrunas y padecer enfermedades. Sus padres trataron de que dejara de orar de ese modo por medio de algunos castigos, pero eso no era motivo para que la niña dejara de rezar. Cada noche la oración se repetía:

"Y cuida a mi mami. Cuida a mi papi. Cuida a mis hermanos. Ahhh.... y por favor cuida mucho de Lucifer, nadie pide por él, yo lo hago en nombre de todos."


Un día sus padres salieron en busca de alimentos para ella y sus hermanos. Durante su ausencia, ella sufrió un accidente casero y falleció. La familia era muy humilde, por lo que no podían darle una sepultura y lloraban su miseria. De pronto, de la nada apareció en su casa el más majestuoso y jamás visto cortejo fúnebre; rosas, coronas, una elegante carroza jalada por seis corceles negros, y al frente del cortejo, un hermoso joven de piel blanca como la nieve, pelirrojo, vistiendo un traje de gala negro. Tanta belleza impactaba, pero lo que más cautivaba eran los ojos del chico, los cuales eran  rojos como la sangre, como carbón encendido, pero hermosos y encantadores, bañados en lágrimas que ocultaban la verdadera fiereza de su dueño.

Inició la misa de cuerpo presente, la iglesia estaba a tope y el joven se encontraba en primera fila, llorando y sin mirar a nadie, solo observaba la caja blanca de fino alabastro que contenía aquel angelical cuerpo. Los padres de la niña no se animaban a agradecer o cuestionar a su distinguido benefactor, quien cabizbajo siguió en su solemne y silencioso llanto que desgarraba el alma del más valiente. Finalmente, el cortejo partió hacia el cementerio, donde los padres, hermanos y familiares de la niña pudieron contemplar el sepulcro más majestuoso jamás visto. Al ingresar el féretro al nuevo lugar eterno descanso, el joven estalló en un llanto que dobló a más de uno, los padres no sabían que hacer.

¿Como era posible que ese desconocido joven llorara de esa manera por la niña? ¿Como podía haberla amado tanto y sentir su muerte sin conocerla?

En ese momento y, como si hubiera podido leer la mente de todos los presentes, se volteó y observó con su fiera pero enternecedora mirada y con pena y dulzura infinita dijo: "Por miles de años el mundo ha buscado la manera de tacharme de lo peor, desde tentador, ladrón, traidor, enemigo, hasta lo más ofensivo y blasfemo, pero ella. Ella con su dulzura, su inocencia, su amor infinito, todas las noches sin falta y a pesar de que era castigada por hacerlo, nunca dejo de orar y pedir por mí, ni una sola noche."

"¿Quien eres tu?", preguntaron los padres. Él, sin observar a nadie, se alejó al dar la vuelta. Al alejarse unos pocos pasos contestó: "Ustedes. Recuerden el final de las oraciones de su hija. Recuerden... Bendice a Lucifer, porque nadie pide por él, yo lo hago en nombre de todos."

Dicho esto, el hombre desapareció en una  nube de ceniza.

2 comentarios:

  1. Oye Nathan de esa si no tengo conocimiento, de igual manera, investigaré sobre ella. ¡Gracias por comentar y te envió un gran saludo!

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  2. Buena historia pero s3ra bueno lucifer?

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