domingo, 26 de noviembre de 2023

La leyenda del Apaychaku

Perú es un país del centro de Sudamérica, que abarca una sección del bosque del Amazonas y Machu Picchu, una antigua ciudad inca en las alturas de los Andes. Un país bello y rico en cultura, comidas típicas, lugares únicos y tradiciones, sin duda un gran destino a conocer. Como todo país, tienen en su cultura sus creencias y leyendas, unas parecidas a las de países vecinos o del otro extremo del mundo, pero si parecidas. Hay unas que no, hay algunas que son únicas y típicas de zonas del país y hoy tocaremos en la presente publicación una leyenda interesante de este país.

En las ciudades peruanas de Huancavelica y Ayacucho hay un relato antiguo sobre una criatura maligna que suele aparecerse en los Andes, llamada El Apaychaku,  nombre que proviene de la acción "apay" que es "llevar" y "chaku" que significa "cacería", en lengua quechua. Esta entidad es descrita como una cabra humanoide de gran estatura, muy parecida a la apariencia que tienen los sátiros y faunos europeos, muy parecido en apariencia al Krampus.

Los campesinos cuentan que el Apaychaku vive en las cuevas de las montañas y sale de noche para ir a los pueblos cercanos con la intención de robarse a los niños y bebes recién nacidos de las casas. La leyenda de esta criatura es transmitida a los niños pequeños de manera oral, para persuadirlos así de no salir de sus casas a altas horas de la noche o regresar temprano a sus hogares cuando salen a jugar. Aquellso que han logrado verlo, mencionan que es un ser horrible y amenazador, muy alto y violento.

Dicha criatura guarda similitud con otro ente llamado Wa-Kon, originario del interior de la ciudad de Canta, ubicada en el valle del río Chillón, al Noreste de la ciudad de Lima. Según las viejas leyendas, la entidad salió de una fractura en una montaña luego de un fuerte movimiento de tierra y, sedienta y hambrienta, salía a cazar y devoraba a los adultos en dos mordiscos y solo tomaba sangre de niños. Las tribus locales lo mantenían al margen con sacrificios humanos anuales para evitar muertes aleatorias. Otros indican que solo es un engaño para mantener a los niños obedientes, según el mito local "El Wa-kon y los Willkas".

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