domingo, 17 de agosto de 2025

El Hombre tragado por un Leviatán

En las vastas y misteriosas profundidades del océano, las leyendas han navegado a través del tiempo, tejiendo relatos de maravillas y peligros casi imposibles. Desde mitos de criaturas marinas hasta historias de valientes navegantes, la vida en el mar está marcada por la ironía y el asombro, donde lo cotidiano puede transformarse en lo extraordinario en un abrir y cerrar de ojos. Entre narraciones, surge la asombrosa y trágica historia de un hombre tragado por una ballena, un recordatorio de que, en un abrazo de las olas, la realidad y el mito a menudo se entrelazan de manera sorprendente.

En el año 1891, durante una expedición ballenera cerca de las Islas Malvinas, el ballenero británico Star of the East se encontraba en casa de un enorme cachalote. Cuando se encontraba en observación, se avistó un enorme cachalote a unas tres millas de distancia. El barco arrió dos botes pequeños y comenzó una carrera entre los dos balleneros y la ballena. El joven aprendiz James Bartley, nacido en 1870, se encontraba en el primer bote en llegar al costado de la ballena. El arponero se inclinó y clavó su arma profundamente en los órganos vitales de la ballena. La bestia, herida, comenzó a agitarse en las aguas espumosas en agonía. Bartley y los demás remaron frenéticamente para escapar del animal que forcejeaba, pero sus latigazos volcaron el bote, arrojando a los hombres a las gélidas aguas. La segunda lancha llegó y recogió a los supervivientes. Pero dos hombres estaban desaparecidos, y uno de ellos era el joven aprendiz James Bartley.

Comenzaron a buscarlo luego de que la situación se calmó, pero no lo encontraron. Dieron por muerto a su compañero Bartley después de unas horas y después se prepararon para seguir al cachalote herido ya que no podía encontrarse lejos. Quería asesinarla para extraer su aceite. Pronto, el ballenero dio con el animal a la que rápidamente arponearon nuevamente. El cadáver de la ballena emergió a la superficie a solo unos cientos de metros del barco. La tripulación ató una cuerda a la ballena y la izó hasta el costado del barco. Inmediatamente, los hombres comenzaron a abrirla y a despegarla de la grasa del lomo. Esa misma noche, cuando la tripulación intentó extraer el estómago, notaron movimiento dentro del gran saco. Creyendo que algún gran animal marino estaba atrapado dentro, abrieron el estómago y descubrieron que se trataba del marinero desaparecido Bartley. 

Allí descubrieron que James Bartley había sobrevivido. Fue descubierto en el estómago de la ballena por sus compañeros sin saber que se encontraba dentro, ya que el calor habría podrido la carne. El joven marinero estaba vivo, apenas respirando, pero su piel se había decolorado por los jugos gástricos, su cabello se había caído y tenía en los ojos una membrana mucosa y pegajosa. La tripulación tuvo que reanimarlo con agua helada de mar durante casi cuatro horas para que volviera en sí. Una vez consiente, él hablo de una oscuridad total, un calor insoportable y de paredes carnosas que parecían cerrarse con cada respiro. Habían transcurrido ya 36 horas de su desaparición. Durante casi dos días, Bartley sobrevivió en las entrañas de la criatura, con su mente quebrada por el terror y su cuerpo afectado por el estómago caliente del animal. Al regresar a puerto fue atendido donde se estableció que no volvería a ver con claridad por el resto de su vida. A pesar de eso, Bartley que regresó al trabajo tres semanas después. El joven indicó: “Fui tragado hacia la oscuridad, hacía un calor sofocante, hacia el lento remolino de ácido y presión que aplasta todo. Pero no quería morir, tenía la voluntad de vivir.”

Su historia apareció en periódicos estadounidenses. Un artículo anónimo apareció en el St. Louis Globe Democrat de San Luis, Misuri, y luego la nota apareció en otros periódicos con el título "Un Jonás moderno". Posteriormente, la historia fue reimpresa en periódicos internacionales, como el Yarmouth Mercury en Inglaterra, Great Yarmouth, el 22 de agosto de 1891, bajo titulares como "El hombre en el estómago de una ballena" y "El rescate de un Jonás moderno".

Durante décadas, la crónica de Bartley se contó y replicó en diarios y revistas, panfletos y sermones religiosos. Lo ocurrido con el marinero funcionaba como testimonio. La historia bíblica en la que Dios salvó a Jonás de terminar ahogado al ser tragado por una ballena en cuyo vientre permaneció tres días y tres noches hasta ser devuelto a la costa, era posible.

James Bartley nunca sanó del todo, si su piel ni en su mente, pero se mantuvo firme en su trabajo y en su vida personal. Su trabajo como marinero duró poco luego de la experiencia y, una vez en Londres, se dedicó a ser zapatero. Falleció completamente ciego, 19 años después, en el año 1909 a la edad de 39 años. En su lápida, en el cementerio de la iglesia de Gloucester, al suroeste de Inglaterra, hay un breve relato de su experiencia en el mar y una nota a pie de página que dice: James Bartley -1870-1909 - Un Jonás moderno.

Las ballenas, como la jorobada o la azul, tienen unas láminas elásticas de queratina, la misma proteína que tenemos en el pelo y las uñas, en lugar de dientes. Cuando se alimentan, abren sus bocas a casi 90 grados, tragan una cantidad enorme de agua y usan esas láminas o barbas como colador para retener plancton y krill (crustáceos marinos diminutos). Sus gargantas son muy angostas. Es una abertura demasiado estrecha y eso se debe a que estos animales no tragan presas de gran tamaño sino muchas cosas pequeñas.

Se dice que es poco probable que alguien sobreviva a ser tragado por una ballena ya que atravesar el esófago y llegar al estómago es algo casi imposible, ya que la garganta de una ballena es muy estrecha, aproximadamente del tamaño de un puño humano, y solo puede estirarse hasta unos 38 centímetros de diámetro para dar cabida a una comida más abundante. Incluso si una persona lograra sobrevivir a la deglución y llegara al estómago, se encontraría en un entorno hostil. Los cachalotes tienen cuatro cámaras estomacales, como una vaca, llenas de enzimas digestivas. Además, no hay aire dentro del estómago, lo que haría imposible la supervivencia.

Ser tragado por una ballena y sobrevivir en su vientre es una historia magnífica y muy conocida. En Las aventuras de Pinocho (1883), popularizada por la adaptación cinematográfica de la novela de Walt Disney en el año1940, Geppetto, el padre de Pinocho, es tragado por una gran ballena y vive en su estómago durante varios años, sobreviviendo con los restos que come la ballena. Más tarde, Pinocho es tragado por la ballena y, junto con su padre, escapan con la ayuda de un atún.

Otra historia similar es "Cómo la ballena se atragantó", de Rudyard Kipling. Cuenta la historia de un marinero náufrago que fue tragado por una ballena junto con su balsa. Una vez dentro, el marinero saltó tanto que la ballena tuvo hipo y accedió a liberarlo. Justo antes de salir, el marinero atascó la balsa en la garganta de la ballena para que ya no pudiera comer gente. Desde entonces, la ballena solo pudo comer peces pequeños.

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