jueves, 19 de noviembre de 2020

Trasmoz - La legendaria Ciudad de las Brujas

De las brujas y de la brujería se ha hablado mucho, desde tiempos antiguos hasta tiempos recientes. Los temas sobre brujas se presentan en cada cultura y pueden llegar a maravillar, como también aterrorizar. El término Bruja proviene del latín Maleficae, que significa Malefica, palabra que se designó para las mujeres de zonas rurales que hacían un pacto con El Diablo al renunciar a su fe para rendirle culto en Europa durante toda la Edad Media y gran parte de la Edad Moderna. Desde la antigüedad, ciertos lugares eran considerados puntos de pasaje al mundo infernal, y por ende, muchos de esos lugares eran sitios de reuniones de brujas, llamados aquelarres o sabbats. Dichas zonas estaban asociadas a pantanos, lagos, cementerios, bosques y ciudades subterráneas.


En el caso de Trasmoz, se trata de una pequeña aldea anidada en la Sierra de Moncayo, en la región que pertenece a la provincia de Zaragoza, capital de la región de Aragón, en el noreste de España. El lugar aparenta ser algo normal, otro pequeño poblado al interior del país, sin embargo, Trasmoz fue escenario de una larga y perturbadora historia que la convirtió en la llamada "Ciudad de las Brujas".


El nombre Trasmoz significa Trasmontes, motivado a su localización geográfica, ya que el pueblo está rodeado por montes hacia el este y hacia el oeste al situarse en las faldas de la montaña San Miguel o Moncayo. Con el paso del tiempo, el nombre Trasmontes fue perdiendo la primera vocal postónica, y luego el "ts" se convirtió en "z", algo que sucede muy a menudo en la forma de hablar de la comunidad aragonesa. El municipio tiene un área de 18,26 kilómetros cuadrados con una población empadronada de noventa y dos habitantes en la actualidad, albergando en su época de oro a casi diez mil. Cabe señalar que es el único pueblo español oficialmente maldito y excomulgado por la Iglesia Católica, cuya excomunión no ha sido revocada aun. 


La historia del pueblo se remonta al siglo XII, cuando se fundó el Señorío de Trasmoz, que durante los siglos XII y XIII fue alternando entre el Reino de Aragón y el Reino de Navarra, hasta que Jaime I de Aragón -El Conquistador- en el año 1232 lo conquistó definitivamente. Así pues, la Corona le otorgó al pueblo una serie de derechos que lo situaban en una posición más ventajosa que al resto de municipios, como por ejemplo; el pago de menos impuestos y el uso de la leña y el agua. Esta situación impedía que el Monasterio Cisterciense de Veruela impusiese un control absoluto sobre el territorio como ocurría con el resto de poblaciones de los alrededores. Es importante mencionar que Trasmoz posee un castillo, una gran fortaleza ubicada en el área de Valle Negro que fue uno de los enclaves más disputados por los reinos de Aragón y Navarra, en la frontera entre ambos. 


Según la historia, el Castillo de Trasmoz ya existía en el año 1185, cuando las tierras en torno a él pertenecían a Navarra, y eran pugnadas por los aragoneses. Dicha fortaleza era extraña ya que fue diseñada en forma hexagonal, situación que para muchos fue un mal presagio pues sus muros parecían dibujar un símbolo pagano, el hexagrama. También hay que añadir que, desde los años de la conquista, se decía que prácticas oscuras se llevaban a cabo entre los límites del pueblo, reuniones de mujeres se realizaban después que caía y el sol y extrañas luces se podían observar desde lejos. 


Los habitantes originales del pueblo indicaban que el castillo se edificó sobre un antiguo cementerio donde eran sepultados los paganos en tiempos remotos. Desde el comienzo, este castillo generó desconfianza entre los habitantes, quienes aseguraban que en este sitio se llevaban a cabo los aquelarres antes de la llegada de los cristianos. Los más viejos decían que la estructura apareció erguida una mañana, y eso ocurrió cuando un noble que habitaba el lugar habría hecho un pacto con un hechicero moro llamado Mutamin. La fortaleza sería construida en apenas una noche gracias a su magia y, a cambio, el noble habría entregado a su hijo mayor para que se convirtiera en sirviente del hechicero.


Una vez que el castillo fue habitado, historias sobre sonidos extraños provenientes de la ruta de piedra cercana durante la noche empezaron a surgir. Sonidos metálicos y destellos luminosos perturbaban la tranquilidad de la noche. Los calabozos se desplegaban a través de un complejo de túneles que habían sido excavados en el suelo rocoso y se extendían bajo algunos lugares de la aldea, precisamente en estos sitios se originaron la mayoría de los rumores que pregonaban los preocupados habitantes de Trasmoz. Los pasadizos eran usados en las madrugadas de noches más oscuras por las que denominaban brujas.


Pronto se descubrió que dichos sonidos y los destellos no eran acciones sobrenaturales. Los sonidos metálicos eran productos del ruido provocado por el choque de metal contra metal causado por martillos golpeando yunkes, y los destellos misteriosos se generaban en las fraguas que reflejaban las llamas en las nubes bajas. Y es que en dicha región montañosa abundaban las minas de plata. Allí, una banda de falsificadores empleaban el metal extraído para fabricar monedas falsas. La plata era mezclada con otros metales para economizar la producción. 


Dicha banda, con el objetivo de mantener a raya a los curiosos pueblerinos y las autoridades, se dedicó a inventar toda clase de historias, desde lo poco común hasta lo paranormal, aprovechando la leyenda de las brujas. La artimaña resultó efectiva, pero a un costo muy alto ya que la reputación de Trasmoz cayó, donde en las aldeas vecinas decían que era el hogar de fantasmas, un escondrijo de estafadores, un nido de brujas y toda clase de blasfemias. Con los años, los rumores esparcidos por los falsificadores se salieron de control, algo desafortunado para los ciudadanos. El Señorío de Trasmoz, para medir la situación y tener control sobre el asunto, envió a uno de sus vasallos. El Castellano, como era conocido, tenía fama de perverso y se decía que disfrutaba torturando a los que tenían el atrevimiento de desafiarlo.


El Castillo de Trasmoz fue tomado, siendo El Castellano responsable del lugar, momento en que la banda cesó sus actividades criminales, pero las leyendas seguían por la mala reputación del lugar. El hombre tomó control de la fortaleza y usaba los calabozos del lugar frecuentemente para castigar a los aldeanos que no eran de su agrado. Las desafortunadas víctimas del sujeto gritaban del dolor, gritos que hacían eco por los túneles y los habitantes de Trasmoz podían escuchar con claridad cuando este hombre estaba "trabajando". El Castellano sabía que las brujas habitaban las inmediaciones de poblado, por lo que vivía enemistado con ellas. En varias oportunidades, el hombre ordenaba a los soldados que las brujas fueran capturadas y presentadas ante él para interrogarlas pero siempre escapaban cuando se acercaban a sus aisladas cabañas.


Sin embargo, cierto día, los soldados lograron capturar a una vieja bruja. La anciana, conocida como Tía Casca, fue torturada en los calabozos hasta la muerte. La mujer murió aplastada bajo una cama de madera cubierta con pesadas lajas de roca pizarra. Después de esa acción, la suerte de El Castellano comenzó a cambiar para mal, ya que el acto no quedó impune. El Castellano comenzó pronto a tener visiones sobre una mujer de cuerpo encorvado que tomaba formas extravagantes mientras volaba por el pueblo cada noche. El sujeto terminó volviéndose loco. No se sabe con exactitud si fue a causa del vengativo espíritu de la anciana bruja o por un maleficio realizado por la comunidad de brujas que buscaban venganza por la afrenta cometida contra una de ellas.


Pocas noches después, una noche de luna llena, el perturbado hombre terminó subiendo hasta la parte más alta de una de las torres de los extremos del castillo y se lanzó al vacío estrellándose en las rocas del patio. Tras el suicidio, El Castellano fue sepultado en un cementerio cercano sin ningún tipo de ceremonia religiosa por parte de los sacerdotes, pues el acto se consideraba pecado mortal. Su historia no termina allí. El cadáver del cruel hombre fue exhumado por las brujas seis días después para utilizarlo en rituales nigrománticos, todo con una finalidad. La leyenda dice que El Castellano fue traído de regreso a la vida convertido en un horrible y podrido muerto viviendo al que se le condenó vagar sin rumbo por los pasajes más recónditos de los laberínticos calabozos bajo el Castillo de Trasmoz, incapaz de encontrar algún camino que lo lleve a la salida. 


Cuando se ocultaba el sol, aterradores lamentos comenzaban a escucharse en el pueblo. Decían que el cuerpo cadavérico del vasallo se encontraba solitario y desesperado por salir de los oscuros pasajes de laberinto de los calabozos para encontrar descanso eterno. Su sufrimiento se hacía eco entre los túneles y las cámaras de las catacumbas de la misma forma que los lamentos de sus víctimas. Su sufrimiento eterno era escuchado en las construcciones superiores, las calles del pueblo y con mayor fuerza en algunas casas. Se dice que los lamentos terminaron una tarde cuando un párroco de Veruela se dirigía a Trasmoz para oficiar una boda y perdió la vida en un accidente trágico cerca del Castillo. La noticia lamentable comenzó a circular por las aldeas vecinas, empeorando las cosas en el pueblo. Decían que el religioso había sido una víctima más de las Brujas de Trasmoz, enfurecidas por la visita de un hombre de Dios.


La situación escaló tan alto que el monasterio de Veruela solicitó de forma oficial a la Iglesia Católica que excomulgara a todos los habitantes de Trasmoz. Parte de la razón de ello era por la ventaja que tenia el pueblo gracias a la Corona. Dicha solicitud buscaba que Trasmoz pagara una mayor cantidad de impuestos a las arcas públicas, pues en aquella época las comunidades no cristianas estaban obligadas a contribuir con un gravamen especial. La Iglesia no atendió la solicitud de los monjes, pero esta situación tuvo serías repercusiones. Pronto comenzaron los rumores de que los habitantes del poblado podrían ser excomulgado, una situación extremadamente grave en el Medievo. 


Los chismes provocaron que muchos de los habitantes se fueran del pueblo de manera masiva, dejando en abandono sus hogares. Aquellos que se quedaron profesaban religiones como la musulmana y la judía, hecho que terminó reforzando la creencia de que Trasmoz era refugio de paganos adoradores del Diablo. Sin embargo, los que no abandonaron su tierra y hogar vieron tiempos prósperos donde el comercio despegó y trajo riqueza a la ciudad, en donde la falsificación de monedas se hizo presente de nuevo.


En el año 1255, el abad del Monasterio de Veruela, Andrés de Tudela, arrancó el catolicismo de las vidas de los vecinos de Trasmoz al excomulgarlo. El motivo de este "castigo divino" se debió a un gran conflicto que hubo por la leña talada del lugar. El clérigo, cansado de las discusiones con los habitantes del pueblo por la provisión de madera del cercano Monte de la Mata, y teniendo en cuenta que habían acusaciones de practicantes de brujería en el lugar, excomulgó a la aldea, apartándola del Reino de los Cielos para toda la eternidad. Aunque se cree que la verdadera razón por la que el municipio quedó excomulgado por orden papal fue porque en el mencionado Castillo de Trasmoz, se acuñaban todas las falsas monedas de plata que minaban los ingresos del pueblo y aldeas vecinas.


Al no haber vestigios de cosecha católica en el pueblo de Trasmoz, el lugar quedó a merced total de un nuevo cimiento. El pueblo quedó abierto ante cualquier tipo de prácticas oscuras y ceremonias paganas, costumbres que eran penadas con la muerte durante el Medievo. El lugar se convirtió en un sitio lúgubre en donde las praxis negras, los rituales y sacrificios se realizaban sin ningún tipo de pudor cuando las noches se mostraban más oscuras, mientras que los demás habitantes del pueblo rezaban con fervor en el Monasterio de Veruela para librarse de la maldad y de los entes demoniacos. Fueron pasando los años y al pueblo era evitado por toda alma piadosa y, aquellas que por casualidad llegaban a pisar el lugar, manifestaba que habían mujeres con el cabello suelto cabalgando criaturas del inframundo que las transportaban de un monte a otro a gran velocidad. 


A mediados del siglo XIV, el pueblo perteneció a la Casa de Luna, hasta que en el año 1437, Alfonso V hizo que Trasmoz, tras el apoyo dado a Jaime II de Urgel en el Compromiso de Caspe y Lituénigo sometieran autoridad a don Lope Ximénez de Urrea -I conde de Aranda. Tras la muerte de Lope, el Señorío de Trasmoz fue sucedido por Pedro Manuel Ximénez de Urrea, que era el segundo hijo de Lope, y el conseguir el señorío de Trasmoz hizo que se enfrentara a su hermano primogénito Miguel Ximénez de Urrea - II Conde de Aranda. 


En el año 1511, Pedro Manuel se enfrentó al abad del Monasterio de Veruela debido que el curso del agua transitaba por zonas que pertenecían al convento. Así pues, los clérigos construyeron una represa que cambiaba el curso natural del agua para que los habitantes pagaran determinado porcentaje para suministrarles el agua directamente. El vital líquido no les no llegaba a las familias del pueblo y para resolver el asunto, Las Cortes de Aragón mediaron en el conflicto en favor del Señor de Trasmoz para así evitar una guerra civil. El Rey de Aragón, Fernando II de Aragón, llamado "El Católico" les dio la razón a los habitantes, pero la Iglesia se lo tomó como una ofensa y ante la respuesta, el abad tomó cartas severas sobre el tema. 


La Iglesia Católica tomó una nueva postura al asegurar que el rey Fernando II se había equivocado por haber dado la razón a un lugar habitado por brujas en lugar de apoyar a la comunidad de monjes. La repercusión de este caso fue tan grande que terminó llegando a la máxima autoridad católica, el Papa Julio II, que solicitó una revisión del caso. Es importante mencionar que este Papa es recordado como el Papa Mercurio por su mal genio y decisiones intempestivas. Para ese entonces, doscientos cincuenta y seis años habían pasado desde la excomulgación de la Iglesia Católica y el poblado se había convertido en un nido de brujería y espiritismo peligroso. El abad decidió renegar definitivamente de Trasmoz y arrancarle toda posibilidad de redención. A inicios del año siguiente, en 1512, los clérigos, por una decisión del pontífice, celebraron una misa en plena madrugada en la que cubrieron el crucifijo del altar con un velo negro y recitaron el Salmo 108 del Libro de los Salmos de la Biblia - Petición de ayuda contra el enemigo:

Mi corazón está dispuesto, oh Dios;
Cantaré y entonaré salmos; esta es mi gloria.

Despiértate, salterio y arpa;
Despertaré al alba.

Te alabaré, oh Jehová, entre los pueblos;
A ti cantaré salmos entre las naciones.

Porque más grande que los cielos es tu misericordia,
Y hasta los cielos tu verdad.

Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios,
Y sobre toda la tierra sea enaltecida tu gloria.

Para que sean librados tus amados,
Salva con tu diestra y respóndeme.

Dios ha dicho en su santuario: Yo me alegraré;
Repartiré a Siquem, y mediré el valle de Sucot.

Mío es Galaad, mío es Manasés,
Y Efraín es la fortaleza de mi cabeza;
Judá es mi legislador.

Moab, la vasija para lavarme;
Sobre Edom echaré mi calzado;
Me regocijaré sobre Filistea.

¿Quién me guiará a la ciudad fortificada?
¿Quién me guiará hasta Edom?

¿No serás tú, oh Dios, que nos habías desechado,
Y no salías, oh Dios, con nuestros ejércitos?

Danos socorro contra el adversario,
Porque vana es la ayuda del hombre.

En Dios haremos proezas,
Y él hollará a nuestros enemigos.

Es importante mencionar que el Salmo 108 solicita la intervención de Dios para destruir a los enemigos del creador y la cristiandad, representando un tipo de maldición del Dios cristiano destinada exclusivamente contra sus enemigos: los herejes que cometen los crímenes más graves. Según la tradición cristiana, al cubrir con un velo negro cualquier representación religiosa y entonar las palabras del Salmo, un gran poder divino atacara a los enemigos quienes, para los clérigos celebraban misas negras y rituales nigromantes en el alrededores del poblado. Cada frase iba acompañada de un toque de campana para que los vecinos del pueblo lo escuchasen y constase en acta. De ese modo el pueblo fue maldecido con nocturnidad y alevosía con la conocida "Maldición de Trasmoz".


En el año 1520 comenzó la primera epidemia de Viruela. El poblado superó a duras penas la misteriosa epidemia que ocasionó el abandono del Castillo de Trasmoz. Luego, en 1530 el pueblo tuvo que hacer frente a un incendio que se presentó en el mencionado castillo, específicamente en la torre del homenaje.


Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida (1836- 1870), más conocido como Gustavo Adolfo Bécquer, fue un poeta y narrador español, perteneciente al movimiento del Romanticismo. Nació en Sevilla el 17 de febrero de 1836. Fue gran aficionado a la ópera italiana, la lectura y estudio pintura. En el año 1857 contrajo tuberculosis y a pesar de su estabilidad con la infección bacteriana, en 1863 padeció una grave recaída en su enfermedad. Para recuperarse, Bécquer se trasladó con su hermano, el pintor Valeriano Domínguez Bécquer, a vivir a Trasmoz, específicamente en la hospedería del Monasterio de Veruela, cuyo aire puro era conocido como tratamiento para la tuberculosis. Al antiguo lugar poseía un gran encanto que fue un lugar de inspiración para ambos hermanos. A pesar de la breve estancia, que no llegó a un año, esta etapa constituye una parte fundamental de la producción artística de los hermanos Bécquer. En el caso de Gustavo Adolfo, escribió allí las cartas agrupadas después en "Desde mi Celda", y también varias de sus leyendas están ambientadas en el Moncayo en la cual los frailes le narraron la fantástica historia de Trasmoz.


En la actualidad, Trasmoz es un pueblo normal, o medianamente hablando. Lo normal que un pueblo maldito y excomulgado puede llegar a ser. Ya se ofician misas religiosas con total naturalidad pero el lugar es sede de la Convención Anual de Brujas y Hechiceras donde se escenifican rituales y hacen homenajes en memoria de aquellos que fueron perseguidos y asesinados por la Iglesia Católica durante la Edad Media. Además, cada mes de julio se celebra una Feria de Brujas y Plantas Medicinales, donde hechiceros de toda España se reúnen para compartir sus misteriosos conocimientos. Entre el 28 de octubre y el 02 de noviembre, la actividad energética aumenta al celebrarse la Noche de las Brujas y la Noche de las Ánimas, donde se festeja un mágico y misterioso evento conocido como "La Luz de las Ánimas".


Dicho suceso se compone de tres rituales que se conjugan: rezos, toques de campanas y prendimiento de luces. Allí se reza el Rosario desde la Iglesia al cementerio y se tiene lugar un responso por las ánimas benditas. Una procesión en la que también es tradición entonar el canto de "Los Gozos para las Ánimas Benditas", un cántico recuperado que se cantaba hace siglos en la localidad. La experiencia puede pasar de ser una noche tradicional a ser terrorífica, ya que hay quienes dicen que sombras se hacen presente en la multitud, llenando los espacio para formar una gran concentración de "personas".


Muchos turistas, especialmente en ese mes, acuden al pueblo para comprobar si las leyendas son ciertas, además que transitan entre ruinas del Castillo de Trasmoz. El edificio fue adquirido en el año 1988 por Manuel Jalón Corominas que creó la Fundación Castillo de Trasmoz para labores de restauración y excavaciones arqueológicas. La torre del homenaje es el elemento más antiguo que se conserva de la fortaleza. De planta cuadrada y antiguamente rematada con almenas, se localiza en el centro del castillo, la reutilización de materiales de construcción que había en el castillo, hizo que a día de hoy solo estén los muros y la torre. Allí visitan el Museo de Brujería y Supersticiones del Moncayo, dejando volar la imaginación con la información del guía y las decoraciones del sitio. 


La historia de Trasmoz se convirtió en leyenda y la leyenda se fundió con la historia. El pueblo, sus habitantes y sus descendientes quedaron entonces excluidos de la Iglesia y de toda posibilidad de salvación divina. Solo el Papa "tiene poder" para revocar una excomunión y a día de hoy, setecientos sesenta y cinco años después de la excomulgación y quinientos doce años después de haber sido maldecida, el Papa de turno no ha mostrado intenciones de revocar las acciones que mantienen el pueblo de Trasmoz con tan mala fama y con una larga historia oscura y lúgubre.


"Los sábados, después de que la campana de la iglesia dejaba oír el toque de las ánimas, unas sonando panderos, y otras, añafiles y castañuelas, y todas a caballo sobre escobas, los habitantes de Trasmoz veían pasar una banda de viejas de cuerpos encorvados, con greñas blancuzcas, espesas como las grullas, que iban a celebrar sus endiablados ritos a la sombra de los muros de la ruinosa atalaya que corona la cumbre del monte."

Gustavo Adolfo Bécquer

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