En el corazón de Florida, donde la tierra parece sólida pero esconde secretos bajo su piel, hay historias que desafían nuestra idea de seguridad y permanencia. Entre ellas, una en particular se ha convertido en símbolo de lo inesperado: la de un hombre cuyo destino quedó marcado por un fenómeno tan repentino como sorprendente. No es solo un relato sobre la fragilidad del suelo que pisamos, sino sobre el misterio que se abre cuando la naturaleza decide recordarnos que, bajo nuestros pies, existe un mundo que no controlamos.

Jeffrey Bush era un residente promedio de Seffner, condado de Hillsborough en Florida. Él tenía 36 años en aquel entonces y vivía en una casa junto a cinco miembros de su familia y todo marchaba relativamente bien. Pero, en una noche de marzo del año 2013, ocurrió lo impensable. Su hermano Jeremy se despertó en medio de la oscuridad por los desgarradores gritos de auxilio de su hermano Jeffrey. Algo sin lugar a dudas le pasaba. Con desesperó, Jeremy corrió hacia la habitación de su hermano y lo que vio lo dejo horrorizado.

Un enorme agujero se había tragado el cuarto entero de Jeffrey. Eso incluía la cama, los muebles y a su propio hermano. Decidido a encontrarlo, comenzó a escavar desesperadamente con sus manos dentro del recién hecho pozo, mientras se podía escuchar a lo lejos a Jeffrey suplicar por ayuda. Los bomberos acompañado del sheriff y miembros de la policía, llegaron al lugar del accidente y Jeremy fue sacado del agujero, advirtiéndole que el suelo seguía colapsando. Después de gritos de gritos de auxilio, un silencio sepulcral lo invadió todo. Las últimas palabras de Jeffrey fueron "¡Jeremy, por favor, ayúdame!". Jeremy, el sheriff y el resto de miembros de rescate tuvieron que huir de la casa, que ya no volvería a ser habitable.

A pesar de la situación peligrosa de que el suelo siguiera cediendo, los equipos de rescate trabajaron incansablemente durante días para localizar a Jeffrey, pero pronto se hizo evidente que el terreno era demasiado inestable. Los funcionarios de la ciudad de Seffner, cerca de Tampa, en la región central de Florida, suspendieron sus esfuerzos de rescate hasta que puedan establecer si el suelo alrededor del pozo es seguro. Las autoridades determinaron que no podrían recuperar el cuerpo del hombre ya que bajar a buscarlos sería un riesgo mortal. De manera desgarradora y con gran pesar, la familia Bush tuvo que decirle adiós a Jeffrey con un ramo de flores y un osito de peluche frente a la casa que se había convertido en su tumba. La imposibilidad de un entierro digno donde no había un lugar para llorar a un ser querido era algo difícil de procesar.

Entre lágrimas e impotencia, Jeremy lamentó: "Ellos no hicieron nada. Simplemente lo dejaron ahí". Esa sensación de no haber podido salvar a su hermano a pesar de haber estado tan cerca. Los expertos indicaron que el cuerpo de Jeffrey terminó en un vacío lleno de agua a unos 18 metros bajo el pozo, atrapado entre los sedimentos, muy probablemente. Recuperarlo habría sido extraordinariamente difícil, además de riesgoso. La casa tuvo que ser demolida y tras ello, las autoridades rellenaron el enorme agujero con grava, sellando así el destino de Jeffrey.

Pero el asunto no terminó allí. La pesadilla regresó dos años después, en pleno año 2015, cuando el pozo volvió a abrirse en el mismo sitio exacto, como una herida que se negaba a sanar. Luego, una década exacta después de la tragedia, el sumidero apareció por tercera vez, despertando todos los fantasmas del pasado. Las autoridades manifiestan que el sumidero no representa un peligro para los vecinos, ya que siempre reaparecerá en el mismo punto, lo que no es un consuelo para los Bush.

Jeremy, visiblemente afectado declaró. "Vivo este infierno todos los días. Tengo problemas para dormir. Es muy duro. Su lugar de descanso final era ese pozo. Simplemente sigue abriéndose y siguen echando más tierra encima. Es desgarrador para mí." La pequeña hija de Jeremy, que tenía solo 2 años cuando ocurrió la tragedia, aún pide que rescaten a su tío Jeffrey. Solo la familia sabe la intimidad de su dolor. La memoria de Jeffrey, tragado por la tierra sin dejar rastro, permanecerá indeleble en los corazones de quienes lo amaron.

El poder de la naturaleza es inmenso y este es sin duda un ejemplo estremecedor. El hecho cambió la vida de los miembros de la familia Bush de un día para otro, los de los conocidos y los de los propios vecinos de la zona. Los sumideros son una amenaza silenciosa pero letal, aunque este en particular es capaz de abrir heridas que ni el tiempo es apto para curar. Lo trágico es que, hoy en día Jeffrey sigue allí, bajo el terreno de su propio cuarto.

Florida se encuentra sobre una red de cuevas de piedra caliza que a veces colapsan debido a la erosión causada por el agua, que forma depresiones en la superficie. Miles de estos agujeros aparecen en Florida anualmente debido a la geología, pero suelen ser pequeños y las muertes son poco comunes. Entre los años 2006 y 2010 se presentaron 24.671 reclamos de indemnizaciones por sumideros de esta naturaleza en Florida, de acuerdo a un informe del Comité de Banca y Aseguradoras del Senado de este estado.

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