Aprovechando los recientes días de Halloween, el Día de los Santos y el Día de los Muertos, cierro la celebración con una acostumbrada publicación especial por esas festividades. En este trataremos la historia de un personaje enigmático y aterrador que sirvió como antagonista de un filme y que nos regaló una memorable secuencia de tensión y una gran presentación. Hablamos ni más ni menos que The Pale Man o El Hombre Pálido, una figura que causa curiosidad e incomodidad, tanto por su apariencia así como también por su historia, que se deja ver en el escenario en donde se encuentra. Aquí trataremos su historia.
Pan's Labyrinth (El Laberinto del Fauno) es una película de 119 minutos, de drama y fantasía oscura del año 2006, escrita, producida y dirigida por el talentoso y querido mexicano Guillermo del Toro. Está protagonizada por Ivana Baquero, Ariadna Gil, Sergi López, Doug Jones, Maribel Verdú y Álex Angulo en los papeles principales.
La cinta fue seleccionada por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas para representar a México en los premios Óscar, en la categoría de Mejor Película de Lengua Extranjera (Best Foreign Language Film), y fue ganadora de 3 premios Óscar y otros 55 premios cinematográficos más. Cabe señalar que fue el filme de mejores críticas a nivel mundial durante 2006, también la película con más candidaturas a los premios Óscar entre las que no son de habla inglesa. También fue ganadora de 11 premios Ariel, destacado a la de mejor película y director.
Antes de iniciar, les indico que la presente publicación contiene parte del argumento de la película (el que nos interesa más para el tema central de la publicación), así que coloco el aviso de...
La cinta transcurre en el norte de España, en el año 1944. Ofelia (Ivana Baquero), una niña de 13 años muy inteligente amante de los cuentos, viaja con su madre Carmen (Ariadna Gil), quien se halla en un avanzado estado de gestación, hacia un antiguo molino, donde se encontrarán con el nuevo padrastro de Ofelia, el capitán de la Policía Armada Vidal (Sergi López), encargado de eliminar los últimos indicios de la guerrilla republicana escondida en los montes después de la guerra civil. En el camino, Ofelia se topa con un insecto extraño con forma de mantis, que la sigue. El narrador explica que hace mucho tiempo en un mundo subterráneo existía una princesa que deseaba vivir en el mundo de los humanos. La princesa logró escapar, pero la luz del sol la cegó y, al perder su inmortalidad, murió. Su padre, el rey del mundo subterráneo, sabía que su alma no había muerto, y que regresaría algún día a donde pertenecía, por lo que abrió portales alrededor del mundo esperando su regreso.
Al llegar al campamento, Ofelia conoce al capitán y se hace visible que es un hombre desagradable. En este campamento, localizado al lado de un molino, Ofelia conoce a Mercedes (Maribel Verdú), una de las trabajadoras en este lugar, quien, junto con el doctor Ferreiro (Álex Angulo), suministra a escondidas medicinas y alimentos a los rebeldes de las montañas. Al lado del molino se hallan las ruinas de un viejo y extraño laberinto que intriga a Ofelia. Durante la primera noche, el extraño insecto visita a Ofelia revelándose como un hada mágica y la guía hacia el laberinto. Allí, se encuentra con una estatua y un Fauno (Doug Jones), que le revela un gran secreto. El fauno le dice que ella es en realidad una princesa y que su padre la busca desesperadamente. Para poder regresar, Ofelia debe pasar tres pruebas y demostrar que su esencia está intacta. El fauno le da un libro en blanco que le permitirá terminar las pruebas; con este libro, el fauno también le da tres piedras de ámbar para su primera misión.
La primera prueba se lleva a cabo al día siguiente y consiste en entrar en una cueva situada en las raíces de un árbol moribundo y encontrar a un sapo que está matando a la planta lentamente. Después de encontrarlo, debería darle de comer las tres piedras y extraer una llave dorada de su vientre. Ofelia completa esta tarea, pero al hacerlo, arruina el vestido que le hizo su madre para la cena de esa noche. Esto decepciona a su madre, quien castiga a Ofelia impidiéndole cenar.
Al siguiente día, Ofelia abre el libro para saber de su nueva tarea, pero en vez de revelársela, el libro se llena de sangre. Carmen grita de dolor en la habitación y Ofelia se apresura a entrar. Allí se encuentra a su madre sangrando terriblemente. Llama al doctor inmediatamente, que seda a Carmen y le prescribe reposo absoluto. Ofelia es trasladada desde la habitación de su madre a otra habitación para que Carmen pueda descansar. Esa misma noche el fauno aparece en la habitación de Ofelia preguntándole por qué no ha cumplido la segunda tarea, Ofelia le explica al fauno sus razones y este le regala una raíz de mandrágora; Ofelia debe ponerla en un cuenco de leche, alimentarla con dos gotas de su propia sangre cada día y situarla debajo de la cama de su madre para hacerla sentir mejor. Así lo hace Ofelia al siguiente día. Antes de marcharse, el fauno advierte a Ofelia que su misión será muy peligrosa y le entrega un estuche que alberga tres hadas mágicas que la ayudarán en su misión. Le da, además, un pedazo de tiza para abrirse paso y un reloj de arena para contar el tiempo exacto que debe durar su misión. El fauno le indica que no debe comer ni beber nada en el lugar de su misión porque allí habita un ser inhumano.
Esa misma noche, Ofelia se dispone a cumplir su segunda misión. Dibuja una puerta en la pared con la tiza. Al abrir esta puerta, ve un largo y extraño pasillo. Antes de saltar a ese lugar nuevo, gira el reloj de arena ya debe regresar antes de que la arena del reloj terminase de caer, y libera a las hadas, quienes la dirigen hacia unas pequeñas puertas en la pared, como cajas fuertes al finalizar el pasillo, el cual es un gran salón de comedor. Allí, también hay una gran mesa llena de apetitosa comida de muchas clases y, sentado en el centro, se encontraba durmiendo en una silla junto a una cálida chimenea crepitante, un monstruo delgado y sin ojos llamado Hombre Pálido (Doug Jones). En las paredes se hallan pinturas de este monstruo matando y comiendo niños pequeños. A un lado, hay una montaña de zapatos de niños que sugiere un destino terrible para ellos. Ofelia utiliza la llave que obtuvo del vientre del sapo para abrir una de las tres puertas en la pared. Decide abrir la puerta de la izquierda a pesar de que las hadas le indicaron que abriese la que se encuentra en el medio. De esta saca una daga. Al dirigirse a la salida, Ofelia no puede resistir la tentación de comer dos uvas, sin tener en cuenta la advertencia que el fauno le había hecho previamente ni prestando atención a las advertencias de las hadas en ese momento.
Esto causa que el Hombre Pálido se despierte y, con sus ojos ocultos en las palmas de sus manos, se disponga a atacar a Ofelia. Las hadas se apresuran a defenderla, pero el monstruo captura a dos de ellas y las asesina al arrancarles la cabeza con la boca antes de comérselas. Ofelia se apresura a la salida, pero su tiempo se agota antes de llegar y la puerta se cierra frente a ella. Asustada, logra crear otra puerta en el techo y escapar con una sola hada instantes antes de que el monstruo la alcance.
Después de atender a su madre al día siguiente, Ofelia se entera por medio de una conversación entre el capitán y el doctor, que la vida de su madre no significa nada para el capitán, al que solo le preocupa su hijo nonato, continuador de su estirpe. Por la noche, el fauno visita a Ofelia para saber el resultado de la segunda misión. Con lágrimas en los ojos, Ofelia empieza a explicar que tuvo un accidente, pero antes de que pueda continuar, el hada que sobrevivió a esta travesía se apresura a contarle al fauno lo sucedido. El fauno, furioso, le dice a Ofelia que cometió un error y que no es la elegida. Al desobedecer las reglas, Ofelia agotó sus posibilidades de volver a su reino junto a sus padres y debería seguir viviendo como humana. El fauno desaparece en las sombras y deja a Ofelia llorando.
Mientras Ofelia alimenta la mandrágora, que alivia el dolor de su madre, el capitán la sorprende y grita enfurecido al darse cuenta de lo que estaba debajo de la cama. Carmen despierta y pide hablar con Ofelia a solas. Le explica que la vida es dura y que la magia no existe. Carmen lanza la mandrágora a la chimenea encendida, donde se retuerce con un agudo chillido, hasta morir. Al instante, Carmen se encuentra sangrando en el suelo. Llaman al encargado del botiquín del puesto, pero Carmen muere durante el parto. La única preocupación de Vidal es su hijo, que se encuentra bien. Pronto comiena un enfrentamiento entre los guerrilleros y los soldados. Entretanto, Ofelia es visitada por el fauno una vez más en su habitación. Se abraza a él y este le ofrece una segunda oportunidad con la condición de que ella haga todo lo que le diga sin hacer preguntas. Ofelia acepta y el fauno le pide que lleve con ella a su hermano recién nacido al laberinto.
Ofelia sale con el bebé en brazos, pero Vidal la descubre y la sigue. Al mismo tiempo, los guerrilleros atacan el campamento. Ofelia lleva al niño hasta el laberinto, donde se encuentra con el fauno. Este le pide al niño y le dice que para abrir el portal a su reino se debe derramar sangre inocente. Ofelia rehúsa hacerle daño a su hermano a pesar de las constantes demandas del fauno. Este, muy molesto, da un paso hacia atrás y le dice que haga lo que quiera. En ese momento llega Vidal, que no puede ver al fauno, le quita a Ofelia al bebé de las manos, le dispara y la deja sangrando en el suelo, a la entrada del pozo que da acceso al mundo del fauno.
Al salir del laberinto, los guerrilleros, con Mercedes al frente a su lado, están esperando a Vidal. Este les entrega voluntariamente el niño y y el acompañante de Mercedes le dispara en la cara y lo mata. Los rebeldes entran en el laberinto y encuentran a Ofelia en el suelo moribunda. Sin poder ayudarla, solo pueden verla sucumbir. Su sangre gotea desde arriba sobre la extraña estatua de la gruta del fauno y la luz de la luna llena obra un milagro: en la cara de Ofelia nace una sonrisa. En una última visión, se ve a sí misma en un palacio dorado frente a sus padres, el rey y la reina (la cual guarda un enorme parecido con Carmen) del mundo subterráneo. El rey dice que la última prueba era derramar su sangre antes que la de un inocente (su hermanito), y el Fauno felicita a la niña de que ha elegido bien. Ofelia se convierte en la princesa y está lista para vivir eternamente en su palacio. Mientras tanto, la Ofelia terrenal muere en los brazos de Mercedes. El narrador entonces dice que la princesa reinó con justicia por muchos siglos y que fue amada por todos sus súbditos. Dice también que todo indicio de su existencia en este mundo fue borrado, con excepción de los pequeños detalles: una flor blanca retoña sobre el árbol antes moribundo, visibles solo para aquellos que saben dónde mirar.
Ahora bien, en el mencionado clímax de la película, justamente cuando Ofelia debe hacer la segunda prueba es donde aparece el personaje principal de esta publicación. Se cuenta que dicho personaje es un ser grotesco y aterrador que solo desea sangre para alimentarse, especialmente de niños, pero que puede estar inactivo por muchos años. Es una figura humanoide de piel pálida y sin ojos en sus rostro, sino que posee agujeros en las palmas de sus manos para colocárselos y ver de esa manera. A pesar de su frágil aspecto, posee una gran fuerza y es inmortal, y se cree tiene habilidades mágicas para conservar en buen estado el banquete en su mesa, la cual es parte de su reino y de manera, cualquier niño que caiga en sus dominios no tendría escapatoria.
Pero, ¿Qué es él? ¿Es otro fauno o es demonio? No, no es un fauno y tampoco es un demonio. El Hombre Pálido en sus inicios, era un humano. Un hombre deformado por su aspecto vicioso que disfrutaba de excesos sin medidas. El obeso hombre de alguna manera puso en peligro uno de los accesos hacia el mundo subterráneo al encontrar una legendaria daga de poder que podría derramar sangre mágica (la misma que recupera Ofelia de las puertas de la guarida en la segunda prueba).
Para hacerle frente, los reyes enviaron al mismísimo Fauno, a quien dotaron con facultades para detenerlo. Le ofrecieron todos los placeres comestibles más suculentos del mundo a cambio de la daga pero el vicioso hombre no realizó el cambio, ya que pensaba que esa relíquia valia mucho más que eso.
Así pues, el hombre fue castigado al usarse magia antigua y fue arrastrado a un lugar secreto del inframundo que solo conectaba con la luz del sol por medio de extensos y angostos respiraderos en el techo. Allí, el hombre, con la daga aun en su propiedad, estaba encerrado en gran salón de comedor que conectaba a un pasillo tenuemente iluminado que no conducía a ninguna parte. Lo más desesperante para él era que en salón había una gran mesa llena de grandes y deliciosos banquetes de comida, pero él no podía alimentarse de ella porque desaparecían en sus manos y no llegaban a tocar su boca. Duramente se dio cuenta que pasaba el tiempo y que el hambre era insaciable pero que no podía morir, pero su cuerpo si se deformaba grotescamente.
Como parte de la segunda prueba para probar que la hija del rey era la adecuada y por otras razones, muchos niños llegaron a caer en la guarida del hombre, que ya era más monstruo por su apariencia, cuya maldad, falta de comida, odio y resentimiento hacia el mundo mágico lo habían deformado. Allí se alimentaba de los niños que no llegaban a irse de ese lugar. Se los comía vivos y se bebía plácidamente su sangre, devorándose desde vísceras hasta huesos. Cabe destacar que la guarida de esta criatura tenía pinturas en las paredes que mostraba en destino de los niños, quienes sin éxito pidiendo misericordia y de igual manera eran devorados, lo que indica que el Hombre Pálido no tenía rastro de la humanidad. En un rincón de la guarida había una gran montaña de ropa y zapatos para niños, lo único que llegaba a quedar de ellos. Dichas pinturas eran realziadas por él mismo, y las ropas y zapatos de sus víctimas las mantenía de esa manera a modo de trofeos.
El diseño del personaje se le ocurrio al director por un antiguo póster, que dejaba ver al monstruo mitológico japonés Tenome (un nombre que significa "ojos de mano"), de allí la apariencia de los ojos en las manos, además que basó su rostro en las mantarrayas.
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