La toma de decisiones es el proceso mediante el cual se realiza una elección entre diferentes opciones o formas posibles para lograr una mejor elección o solución. Se caracteriza por el hecho de que una persona haga uso de su razonamiento y pensamiento para elegir la mejor alternativa en una situación planteada. Dichas alternativas en acción deben de evaluarse muy bien. Para tomar una decisión, cual sea su naturaleza, es necesario conocer, comprender y analizar un problema, para así poder darle una solución. Pero, ¿qué pasa cuando se toma una decisión tan radical que puede llegar a cambiar TODO en la vida de la persona? Apresurada o no, por amor, por querer darle una vuelta total a la vida, por la razón que sea, pero aun así dejando atrás su vida anterior, sus negocios, su costumbre, su cultura, su familia, todo. En la presente publicación conocerás la historia de Corinne Hofmann, una mujer que lo dejó TODO por un guerrero africano.
Corinne Hofmann nació en Frauenfeld, una comuna y ciudad de Suiza, el 4 de junio de 1960, de padre alemán y madre francesa. Tras completar la escuela secundaria en el cantón de Glaris, ciudad histórica de Suiza, recibió formación en ventas y trabajó varios años para una compañía de seguros. En 1981, a la edad de 21 años abrió su propia tienda de moda para novias y ropa exclusiva de segunda mano. Tres años después conoció a Marco, un joven involucrado en los temas de interés de ella, además de estar dentro del negocio que ella manejaba. Comenzaron a salir y luego de unos meses se hicieron novios. Tenían muchos planes por hacer y programaciones de trabajo que resultaron ser un éxito. En 1985 comenzaron a viajar con el fin de conocer algunos países del mundo, conocer su cultura, comer sus comidas típicas, compartir con su gente y llevarse recuerdos únicos del lugar. Para el año siguiente, cuando ambos ya se encontraban comprometidos, el destino a conocer era Kenia (República de Kenia), un país del este de África.
Allí, en Kenia meridional, conocieron y compartieron con el pueblo de los Masáis, una tribu del lugar que hablan maa, una lengua nilótica oriental, aunque muchos de ellos son capaces de expresarse correctamente en suajili e inglés. La mayoría de los masáis mantienen su religión tradicional, aunque en los últimos años algunos se han convertido al cristianismo. Es importante destacar que antes de la colonización se dedicaban a la depredación. Ahora, son pastores nómadas de bóvidos, ovejas y cabras, alrededor de los cuales gira su riqueza económica, rigiéndose por la salida y la puesta del Sol, y las estaciones. Se alimentan de mantequilla, carne de cabras y antílopes, leche de vaca y sangre de animales. La sangre de buey mezclada con leche es utilizada como medicina, la cual recogen en calabazas, y utilizan cuando están agotados y muy cansados.
A pesar de que son una tribu seminómada, que no viven en un solo lugar, sino que migran con sus casas y pertenencias en busca de alimento y tierra, sus miembros viven en asentamientos llamados "Boma" o "Enkai", círculos de cabañas hechas a base de ramas, paja y excrementos de vaca y rodeadas por una valla hecha de troncos y ramas para encerrar a los animales. Su vida cultural está llena de celebraciones, que empiezan con el nacimiento. El sistema político masái es descentralizado; se convocan reuniones de ancianos y discusiones públicas para decidir sobre los asuntos más generales. Todavía se impone la importancia que tiene para ellos el rebaño. Su religión se centra alrededor de creencias místicas referentes a los masái, a su rebaño, y a Dios. Las vacas son sagradas, y también lo es su tierra y todos los elementos que giran alrededor del rebaño. El rebaño provee de todas las necesidades a los masáis: leche, sangre y carne para la dieta, cuero y pieles para su ropa.
Los masái dividen los grupos de edad en niñez, guerrero menor "Moran", guerrero mayor, adulto menor y adulto mayor. Cada generación de hombres constituye un grupo que pasa sucesivamente por cada grado de edad. Después de la circuncisión, los chicos acontecen hombres y guerreros menores. Antiguamente, para convertirse en adulto, tenían que pasar una prueba que consistía en cazar un león. Hoy se ha perdido la tradición porque los leones son considerados especie protegida.
La sociedad dentro de la tribu se divide en tres grupos según las edades: niños y niñas, jóvenes y adolescentes, adultos. Los adultos también se dividen según sí son hombres o mujeres y si tienen hijos o no. El trabajo de los niños es de vigilar el ganado, mientras que las mujeres ordeñan los animales. También barren y limpian las casas y el campamento, y cuando el sol agrieta el techo de las casas le dan un revestimiento nuevo. El tiempo que les sobra, lo utilizan en hacer collares y adornos con perlas de colores. Cabe señalar que, en el caso de las féminas, cuando son bebés se les realizan perforaciones genitales como parte de su costumbre y cuando alcanzan la edad de cambio de niñas a adolescentes, se les practica una mutilación genital como parte de una ceremonia tradicional. Hay también una persona llamada "Laibon" o profeta, que es el intermediario entre la divinidad, Ngai, y el pueblo masái. Su cargo es hereditario y limitado a un reducido linaje. Actúa como juez y también predice el futuro. Preside las ceremonias, asegura la fertilidad y autoriza las guerras y trae la lluvia. Otro trabajo importante que tienen es aconsejar a los "Moran".
Los masáis se describen como una tribu guerrera. Dentro de la tribu, los "Moran" se dedican exclusivamente a luchar y a robar básicamente ganado. Son una comunidad propia que lo comparte todo. Sus madres les hacen compañía y les cocinan la comida durante el día, mientras que, por la noche, son sustituidas por sus amantes. Entre los 14 y 20 años de esta vida, le está permitido casarse, excepto si algún sabio les da un permiso especial debido a su valor. A los moran, les está prohibido, por tradición, beber alcohol o inhalar tabaco por la nariz. El único estimulante que les está permitido es la corteza del árbol de la mimosa, que mastican antes de entrar en batalla.
En su estadía y compartiendo con la tribu, la pareja conocido a Lketinga, un guerrero samburu de la tribu Barsaloi, un grupo étnico emparentado muy similar a los los Masái. Corinne quedó flechada a primera vista y comenzó a compartir más con el guerrero. Sin imaginarlo, el hombre lo cambió todo.
La mujer apenas podía hablar su idioma, pero se interesó mucho para lograr comunicarse más con él. Pasaron las semanas y ya la pareja debía regresar a Suiza pero Corinne le dijo a su prometido que quería quedarse un poco más pero no le dijo a Marco el porqué. Él no quiso regresar sin ella pero, ya el trato entre la chica y el guerrero era evidente.
Llegó el momento y ambos regresaron a Suiza pero, una vez en el país, Corinne no tuvo el valor para decirle a Marco que volvería a Kenia para estar con Lketinga, así que lo hizo mediante una carta. El hombre simplemente no podía creerlo y más cuando le preguntó luego por el destino de su compromiso, donde ella sin titubear le dijo que lo dejaría todo para casarse con el guerrero africano. El hombre, destrozado, aceptó su decisión pero le advirtió que pondría en peligro su vida y salud, ella simplemente ignoró todo. Así pues, vendió todas sus pertenencias, incluyendo su negocio, su ropa, su automóvil, su apartamento, todo. Se despidió de su familia y, luego de seis meses, regresó a Kenia para estar con Lketinga y vivir en la aldea Barsaloi.
A pesar de que hubo algunos inconvenientes con el visado, su determinación prevaleció y llegó a su destino planeado. Él la recibió en sus brazos y la quería hacer parte de su familia, llevándola así a conocer al resto de su comunidad, algo que no fue fácil ya que la tonalidad de piel, las diferentes costumbres y culturas y los límites del idioma hacían que la interrelación de ella con los miembros de la tribu se tornara extraña.
A pesar de ello, los enamorados se casaron mediante una ceremonia típica del lugar, Corinne estaba vestida de blanco y fue una celebración promedio de tribu. Todo era muy diferente, ellos eran diferentes a los europeos y no daban muchas muestras de afecto, sino por el contrario eran breves en el trato de relación y lo miembros de la tribu la veían de una manera diferente y curiosa.
Ella notaba grandemente la diferencia de todo pero trató de adaptarse; comenzó a vestirse con las mismas prendas que ellos vestían, usar collares de colores típicos de las mujeres de la aldea y ser parte de las ceremonias y bailes que realizaban. Se tomaban fotos juntos y eran felices.
Pero pronto algo se hizo notorio en Corinne, y es que las condiciones en las que vivían no eran óptimas para alguien ajeno a la tribu que estaba acostumbrada a otra rutina. El contacto animal, también con las cabañas hechas a base de ramas, paja y excrementos de vaca, el consumo de agua sin hervir y los insectos de la zona fueron razones suficientes para contraer Malaria o Paludismo, una enfermedad que le causó fiebre alta y escalofríos con temblor. Lketinga junto a algunos guerreros compañeros la llevaron a la ciudad más cercana en donde la diagnosticaron y trabajaron rápidamente en recuperarla ya que también se encontraba embarazada. Su radical decisión comenzaba a dar sus consecuencias.
A finales del año 1987, nació la hija de Corinne y Lketinga, a la que llamaron Napirai. Ella le dedicó toda su atención mientras que el guerrero también cumplía con sus labores en la tribu, que se tornó cada vez más defensiva ya que tenían costumbres con los bebes. Las condiciones de vida en la aldea eran cada vez más difíciles ya que Corinne quería darle a su bebé cosas que no había o escaseaban en la tribu, además de que contaban con poca higiene, sin electricidad y con poca agua potable. Pronto la bebé sufrió desnutrición y la misma Corinne enfermó varias veces de malaria. También tuvo graves conflictos culturales debido a las diferencias en la concepción de la sexualidad, la poligamia, la mutilación genital femenina o la educación. Corinne quería lo mejor para su hija pero allí, nada estaba garantizado para ambas, además que la relación con Lketinga se deterioró aún más. Las discusiones por temas con la tribu, los celos, sus "funciones como mujer", etc., la llevaron a separarse de su esposo.
Así pues, Corinne abandonó la aldea Barsaloi en el año 1990 y regresó a Suiza con su hija de 3 años. Corinne quería darle a su hija una mejor vida y no someterla a las costumbres que ella no compartía, pero a pesar de todo, ella no se mostraba en ningún momento arrepentida, ya que siempre mencionaba que las experiencias la hizo más fuerte y todavía guarda una profundo aprecio por África.
A los pocos años, decidió escribir un libro sobre las experiencias vividas en Kenia, titulado Die Weisse Massai (La Masái Blanca), llegó a ser todo un fenómeno. Ha sido traducido varios idiomas, y en el año 2005 fue llevado al cine protagonizado por la actriz alemana Nina Hoss y el burkinés Jacky Ido. Desde entonces, Corinne Hofmann ha escrito otros dos libros, Zurück aus Afrika (De vuelta de África) y Wiedersehen in Barsaloi (Nos vemos en Barsaloi).
A pesar de las dificultades, Corinne Hofmann mantuvo contacto con su exmarido, el cual fue expulsado de su tribu ya que el divorcio está totalmente prohibido. Aun así, Lketinga continuó con su vida y formó otra familia. Corinne ahora sigue unida a esa región de Kenia y ahora su hija siente una fuerte conexión también, la cual quiso regresar para conocer a su abuela paterna samburu, una figura maravillosa según la propia Masái Blanca.
Luego de 14 años, en el año 2004, se dio el reencuentro de Corinne con Lketinga. Fue un momento emocionante para ambos y el guerrero la esperó pacientemente a su llegada al país, acompañado por los jóvenes guerreros de su nueva tribu.
La alegría de verla ahora, luego de tantos años con su cabello teñido de rojo rompió toda tensión que haya habido al momento del reencuentro. Fue un momento lleno de emoción y lágrimas para ambos.
En el año 2005, se estrenó la película dramática alemana Die Weisse Massai (La Masái Blanca), 131 minutos de duración. Fue dirigida por Hermine Huntgeburth, producida por Günter Rohrbach, teniendo un guion de Johannes W. Betz, Hermine Huntgeburth y Ruth Tom, según la novela homónima de Corinne Hofmann. Está protagonizada por Nina Hoss quien interpreta a Carola Lehmann, Jacky Ido como el guerrero Lemaliano, Janek Rieke como el Stefan, Katja Flint como Elisabeth, y Nino Prester como Pater Bernardo.
La cinta cuenta como Carola (Nina Hoss) y su novio Stefan (Janek Rieke) llegan a Kenia a pasar sus vacaciones. Al final de la estancia, conocen a un guerrero Samburu Lemaliano (Jacky Ido).
Los Samburu son una tribu emparentada con los Massai, que comparten su lenguaje y su cultura. El aspecto del guerrero fascina a Carola y no tarda en despertar los celos de Stefan. Después de que el guerrero y su amigo ayudan a los turistas a evadir unos delincuentes, Carola los invita a tomar un refresco en símbolo de agradecimiento, gesto que Stephan interpreta como un exceso de atención de su novia hacia Lemaliano. Stefan desea estar a solas con Carola en su última noche de vacaciones, pero siente que ella lo evade. La joven baila con el guerrero pero se va antes de que Stefan protagonice una escena de celos en el club. La pareja tiene programado el vuelo de regreso a Suiza la mañana siguiente, pero a última hora ella decide quedarse en Kenia y buscar al Lemaliano. Sorprendido, Stefan la acusa de estar interesada sólo en el sexo.
Mientras tanto, el Lemaliano ha abandonado la localidad de Mombasa. Su amigo Tom le dice a Carola que él ha regresado a Barsaloi, la remota aldea donde vive con su tribu y comparte la vida con pastores. Allí no hay sitio para una mujer blanca, aun así Tom le indica cómo llegar. Después de un largo trayecto en autobús, Carola llega a Maralal. Siguiendo el consejo de Tom, busca a Elisabeth (Katja Flint), una alemana que vive allí con su marido keniano. Las dos mujeres se vuelven amigas y Elisabeth, visiblemente marcada por su vida en África, le da algunas recomendaciones para afrontar la dura vida de la mujer en Kenia. La travesía de Carola termina en Maralal, sólo le resta esperar. Si el Lemaliano la desea, vendrá a buscarla, pero pasan diez días antes de que el guerrero vaya a verla. Su encuentro no es en absoluto lo que ella esperaba: no hay ternura, no hay romance, sólo sexo rápido. A pesar de la decepción, Carola ella decide seguir a su lado.
El tortuoso camino a pie hacia Barsaloi toma un día completo. Carola está exhausta al llegar a la primitiva aldea. Ella y el guerrero deben compartir una choza con la madre del Lemaliano, quien da una bienvenida afectuosa a Carola. La vida allí es muy dura y la joven no puede contar con ninguna ayuda del padre Bernardo (Nino Prester), un misionero italiano. Uno de los jefes locales, un burócrata corrupto que acosa a los aldeanos con sus demandas financieras, no tardará en sobornar a Carola. Le dice que la única forma de concederle el permiso para quedarse le será otorgado si se casa con el Lemaliano y para obtener los papeles necesarios, ambos tendrán que viajar a Nairobi. Allí, lejos de la tribu, ellos intentarán aprovechar el tiempo para estar juntos. Aunque no es costumbre entre los Samburu besar y acariciar a la mujer mientras hacen el amor, Carola le enseña al Lemaliano su concepto de amor y ternura, introduciéndolo en un mundo completamente nuevo de sensualidad.
Su felicidad no durará mucho, pues Carola contrae la malaria. El guerrero cuida amorosamente de ella. Tan pronto se recupera, obtienen los documentos necesarios para el matrimonio y Carola recibe dinero enviado desde Europa. Con parte de él, compra un todoterreno destartalado para llegar a la aldea más fácilmente. En el camino de regreso, recogen a una mujer que se burla del Lemaliano, por dejar conducir a su futura esposa. Él le pide a Carola permitirle conducir, aunque nunca antes haya estado tras el volante. Poco después de tomar el control, se choca contra un árbol. Carola grita y discute con él, algo que hiere profundamente el orgullo del guerrero.
Con la intención de resolver asuntos pendientes en casa, Carola regresa a Suiza. Su madre y su hermano quedan devastados al conocer sus intenciones de vender su tienda de ropa y regresar a África. Mientras que en Barsaloi, todos están preparándose para la boda, programada para la luna llena siguiente.
La celebración se llevará a cabo de acuerdo a las costumbres nativas. Carola, quien decide llevar un vestido blanco que consiguió en su boutique, luce hermosa, pero también extraña y solitaria. Entre los invitados está el Padre Bernardo, quien lentamente empieza a aceptar a la mujer blanca y a respetarla. Antes de que Carola lo sospeche siquiera, la madre del Lemaliano le dice que está embarazada.
La vida diaria es tremendamente exigente, y la dieta de los Samburu consiste solamente en carne de cabra y té con azúcar. Para mejorar sus condiciones de vida y las del niño que espera, Carola decide abrir una tienda de víveres. El negocio es un éxito, está a reventar de la mañana a la noche. Su vida con el guerrero, sin embargo, es cada vez más difícil. Él se siente humillado por el progreso de su esposa y es extremadamente celoso cuando ella habla con los clientes.
Carola planea dar a luz entre un círculo de mujeres de la tribu, pero las cosas se complican. Cuando las comadronas le dan una medicina, ella cree que la quieren envenenar a ella y a su pequeño. En último momento, los doctores la llevan en avioneta al hospital en el pueblo keniano de Wamba, donde nacerá Sarai, una bella y saludable bebé. De regreso a Barsaloi, los celos del Lemaliano se convierten en el infierno de su esposa. La situación empeora cuando él la acusa de tener una aventura con el sacerdote y le reprocha que Sarai no es su hija. Él comienza a beber y golpea a Carola durante una discusión. Ella también lo agrede, y es entonces cuando intervienen los habitantes de la aldea para evitar un final trágico.
El guerrero Lemaliano se corta su larga cabellera y temporalmente abandona su traje tradicional. Carola sabe que no será capaz de manejar esta situación, y no ve futuro para ella y para su pequeña, que en ese momento ya ha cumplido los 2 años. Le dice a su esposo que quiere llevar a la pequeña a Suiza, para que su familia la conozca y promete que regresará. Para sacar a la niña del país, el padre tiene que dar su consentimiento. A Carola le espera la prueba que demostrará su fortaleza.
Aunque hubo momentos difíciles, como la lucha contra mejores condiciones y la malaria, Corinne también atesora recuerdos felices de aquel tiempo en Kenia. Su amor por Lketinga y su hija Napirai es un testimonio de la fuerza del corazón y la valentía para enfrentar lo desconocido. La superación de obstáculos y las experiencias inolvidables vividas en su aventura africana demuestran que el amor y la valentía pueden romper barreras y cambiar destinos. Su historia, llena de aprendizajes y encuentros con lo desconocido, es un testimonio de la fuerza del corazón humano y la capacidad de abrirse a nuevas culturas y experiencias.
En el año 2021, Corinne Hofmann comentó que después de bastante tiempo sin pareja, ya había encontrado alguien para su vida sentimental. "Tengo mi guerrero de amor y nunca me dejará ir." Se trata de Dario Furrer, un granadero profesional, 3 años menor que ella. "Corinne es una mujer poderosa, eso es lo que me gusta de ella". afirma su nuevo amor.
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