domingo, 6 de noviembre de 2022

El Árbol Antropófago de Madagascar

Los árboles carnívoros se refieren a plantas supuestamente legendarias que tienen características tanto vegetales como animales, siendo lo bastante grandes para matar y devorar animales grandes o personas. A pesar que hay algunas plantas que cumplen con esos requisitos, se desconoce la existencia de alguna planta semejante pero hay en existencia informes sin confirmar. En la actualidad, la mayor planta carnívora conocida es posiblemente la Nepenthes Rajah, con trampas de treinta y cinco centímetros y que ocasionalmente consume pequeños mamíferos y vertebrados pero, también existe un árbol en Madagascar que según, es una verdadera planta con tallo grueso que devora personas. 

El 24 de abril de 1874 el diario New York World publicó un impactante artículo, firmado por un tal Edmund Spencer, en el que se narraba una historia asombrosa. Tanto llamó la atención que un par de días después el periódico lo volvió a sacar en su edición semanal y más tarde se hicieron eco también otros medios mundiales, algunos de las Antípodas como el South Australian Register. Narraba el espeluznante sacrificio ritual que una tribu de Madagascar, la Mkodo, realizaba a un árbol carnívoro, una planta dotada de una especie de tentáculos móviles con los que envolvía a sus presas inmovilizándolas por cuello y brazos, apretando "con la cruel rapidez y tenacidad salvaje de las anacondas", para a continuación devorarlas. 

Motivado a saber más sobre dicho árbol, el explorador alemán llamado Karl Liche fue a investigarlo y, en el año 1881, apareció publicado un informe en el South Australian Register en el que daba su testimonio indicando haber presenciado un sacrificio humano realizado por la dicha tribu Mkodo en Madagascar:

"Era el más singular de los árboles... Tenía la forma de una gran piña, con una altura que superaba los dos metros, base ancha y ocho hojas enormes. Cada una de estas hojas estaba poblada de espinas en forma de garra, mismas que parecían proteger unos charcos de líquido espeso con olor dulce. De la copa de este grotesco árbol emanaban largos zarcillos retorcidos, con esbeltos y delicados palpos, con la furia de serpientes hambrientas acariciaron por un momento la cabeza de la mujer, y entonces, como si el instinto de una inteligencia demoníaca se apoderara de ellos, se enroscaron de repente alrededor de su cuello y de sus brazos; entonces, mientras chillaba salvajemente la estranguló, envolviéndola entre sus tentáculos, como grandes serpientes verdes, y con brutal energía y rapidez infernal la levantaron y se contrajeron, envolviéndola capa tras capa, aplastándola con cruel rapidez y la salvaje tenacidad de anacondas devorando a su presa."

Liche había asistido a Madagascar junto a su compañero Hendrick, a Zanzíbar, un archipiélago de Tanzania frente a la costa de África Oriental. En su principal isla, llamada Unguja, se encuentra la Ciudad de piedra, un centro comercial histórico con influencia suajili e islámica. Allí habrían tenido ocasión de asistir personalmente a una de esas ceremonias atávicas, en la que se ofreció en holocausto a una mujer que se había escogido de la multitud. Amenazaron a la mujer con lanzas para que trepara por el tronco del peculiar árbol hasta una de sus hojas. Luego, desde el suelo ordenaron a la aterrada mujer beber de uno de los charcos. El explorador y su acompañante observaban con terror como los miembros de la tribu cantaban y bailaban alrededor del extraño árbol. Después que la mujer ingirió el líquido viscoso, el árbol caníbal, que todo el tiempo estuvo inerte, repentinamente cobró vida. Los esbeltos y delicados zarcillos se estremecieron en la copa con la furia de unas serpientes hambrientas. 

Entonces, como impulsados por un instinto demoniaco se aferraron a la mujer por el cuello y los brazos. Mientras tanto, los gritos de la víctima se mezclaban con las espantosas risas de los miembros de la tribu. El ambiente era de fiesta mientras los Mkodo consumían un líquido viscoso mezclado con sangre que supuraba del tronco y las hojas. El botánico relata que los presentes entraron en un trance delirante lleno de locura. Un horrorizado Hendrick tomó por el brazo a Liche y ambos emprendieron la huida.

Varias semanas después, Karl Liche regresó solo al sitio donde se encontraba el monstruoso árbol. Allí encontró a la planta con las hojas abiertas y un macabro cráneo completamente blanco justo al lado. En el sitio no había ningún otro rastro de la víctima. A pesar de sonar como algo disparatado para muchos, pareciendo contenido de alguna película de terror de los años dorados del cine, es importante mencionar que en la segunda mitad del siglo XIX, tanto Madagascar como África, todavía eran lugares semidesconocidos capaz de exaltar la imaginación de cualquiera, teniendo también grandes y fantásticos misterios, como por ejemplo; la casi inalcanzable localidad de los Xüaz en el Congo.

El árbol carnívoro recibió más publicidad en el libro Land of the Man-eating Tree (Tierra de los Árboles come Hombres), del año 1924, del autor, periodista, editor y político Chase Salmon Osborn. Osborn afirmaba que tanto las tribus como los misioneros de Madagascar conocían el terrible árbol y también repetía el informe de Karl Liche, dando veracidad al asunto y y lo sustentaba en supuestos relatos de misioneros. El científico Willy Ley, en su libro de 1955 llamada Salamanders and Other Wonders (Salamandras y Otras Maravillas), indica que la tribu Mkodo, Karl Liche y el árbol carnívoro de Madagascar eran un fraude, aunque el informe de Liche todavía sigue siendo considerado verídico en algunos círculos populares.

En la cultura popular, existen varias obras (literarias y cinematográficas), que se han realizado con temativas similares, siendo uno de ellos The Day of the Triffids (El Día de los Trífidos), una novela de ciencia ficción de carácter post-apocalíptico, escrita por el británico John Wyndham y publicada en el año 1951. Es una obra de ficción escrita con ciertos tintes de terror, lo cual es una cualidad que distingue a su autor y que hizo de la novela una de las más grandes en su género.

El biólogo británico Bill Masen despierta en un hospital con los ojos cubiertos de vendas debido a sus cuidados médicos. Pero apenas despierta se da cuenta de que algo anda muy mal a causa del horrible silencio que reina en el lugar. Masen hace memoria de qué había pasado el día anterior, recordando que la noche pasada se esperaba un fenómeno que se propagaba por todo el mundo: unas luces verdes en el cielo clasificadas como un cometa. Al quitarse el vendaje de los ojos se da cuenta que puede ver perfectamente. Bill se encuentra con pacientes ciegos e indefensos empujándose, tanteando con las manos, apretados y lamentándose con gritos aterradores que reflejaban pesar, desespero y miseria. El mismo escenario que en el hospital se presenta en las calles de Londres: el vacío y el silencio. Las personas que se encuentra Bill se encuentran ciegos. Al parecer las luces de la noche anterior fueron las causantes de la ceguera colectiva. Bill salva a una mujer llamada Josella Playton, la cual es atacada por un hombre ciego para que le sirviera como un perro guía. La mujer es  una joven novelista que se había salvado de los horrores de las luces debido a una resaca por una fiesta. Al día siguiente su padre había perdido la vista y ella había salido a buscar ayuda. Al llegar a la casa del padre de la chica se encuentran en el patio a una figura familiar para Bill: un trífido.

Los trífidos constituyen una extraña forma de vida, híbridos entre el mundo vegetal y el animal. Aparentemente producidos en laboratorios secretos soviéticos, sus semillas se han esparcido por todo el mundo antes de la catástrofe y después de un tiempo existen ya importantes plantaciones explotadas por la industria aceitera, siendo cultivados incluso en los jardines particulares ya que las propiedades de su aceite supera con creces las de cualquier otra forma de vida. Los trífidos pueden llegar a medir poco más de dos metros, pueden mover su tallo a voluntad y con gran flexibilidad y poseen un veneno capaz de matar grandes animales para luego alimentarse de su carne descompuesta. Además, son capaces de sacar sus raíces de la tierra y desplazarse a una velocidad relativamente rápida para su volumen y forma, además de atacar directamente a la cabeza de sus víctimas. Cuando Bill era pequeño, un espía industrial robó una caja de semillas de trífido desde la Unión Soviética, pero su avión fue derribado al huir y las semillas se dispersaron por todo el mundo. En la infancia Bill, una de estas plantas germinó en su jardín y lo atacó sobreviviendo milagrosamente, ya siendo adulto aprendió mucho sobre los trífidos trabajando como biólogo para una compañía de aceites. Junto a sus compañeros descubrió muchas cosas y desarrolló teorías acerca de la capacidad de los trífidos para comunicarse por medio de los sonidos de su tallo y de su conciencia colectiva. De hecho, fue debido a un ataque de un trífido en los ojos por lo que Bill fue al hospital; gracias al ataque que sufrió en su infancia desarrolló una mayor resistencia al veneno que el resto de la gente y gracias a esto solo sufrió ceguera temporal. Por último, los trífidos, al no tener vista y estar acostumbrados a ello, están en mejor posición ante cualquier hombre ciego.

En la casa de Josella los trífidos se han extendido por todo el patio y luego de esquivarlos, ambos confirman que el padre de Josella está muerto. Josella y Bill se equipan de armas antitrífidos y pasan la noche en un apartamento, donde ambos se enamoran. Esa noche observan una luz saliendo desde la universidad, por lo que al día siguiente parten hacia ese lugar. Allí se encuentran en medio de un conflicto provocado por un hombre llamado Wilfred Coker, que pide a los resguardados con vista a ayudar a los ciegos para que aprendan a vivir. El lío es resuelto rápidamente y los dos pueden entrar a la universidad, para encontrarse con un grupo de supervivientes del desastre bajo el mando de Michael Beadley, quien planea dejar la ciudad e irse a vivir a las afueras con el resto, bajo ciertas normas esenciales para la supervivencia de acuerdo a la situación; Bill está de acuerdo con el grupo, pero intenta advertirles que deben prepararse para confrontar a los trífidos, que ahora sin supervisión han comenzado a escapar de las plantaciones. Beadley y los demás consideran un contratiempo menor a estos seres y cualquier preparación en su contra solo una pérdida de tiempo, espacio o recursos, por ello solo acepta llevar unas pocas armas antitrífidos. Los planes de Beadley se ven arruinados cuando, en una astuta maniobra, Coker secuestra a gran parte del grupo y los obliga a cuidar a cierta cantidad de ciegos en distintas partes de la ciudad. Bill es uno de los capturados y es puesto a cargo de un grupo que, pese a los cuidados que este les brinda de mala manera, es devastado por una misteriosa enfermedad. Después de perder a su grupo, Bill vuelve a la universidad para encontrar el paradero de Josella, pero solo haya una inscripción que le indica dirigirse a la finca Tynsham. Antes de partir, Bill se encuentra con Wilfred Coker, quien se ha redimido y pretende acompañarlo. De ese modo, ambos parten al día siguiente. 

Avanzando por las afueras se dan cuenta de que los trífidos se han aprovechado de la situación y se han expandido de manera increíble, acechando a cualquier ser indefenso que se halle a su alcance. Al llegar a la finca Tynsham se encuentran con que el grupo de Beadley se ha separado y que el grupo establecido en la finca, a cargo de una mujer de carácter rígido de apellido Durrant, está establecido sobre las antiguas bases religiosas y morales, apelando todavía al matrimonio y al refugio de los indefensos como método de salvación. Al ver que aquel grupo no tenía futuro, Coker y Masen se marchan a buscar el grupo de Michael Beadley por los alrededores. Sin embargo, la verdadera motivación de Bill es encontrar a Josella. En el camino se encuentran con otro grupo de supervivientes que se han atrincherado con gran cantidad de armas y suplementos contra el ficticio peligro de las hordas provenientes de la ciudad, esperando la ayuda de los estadounidenses, al igual que muchos otros personajes a lo largo de la historia. Coker los convence de que los estadounidenses no van a ir y decide llevarlos a todos ellos a la finca Tynsham, donde podrían dar un cambio radical y hacerla funcionar pese a la conducta conservadora y autodestructiva con que la dirige la señora Durrant. Todos deciden partir, menos Bill, que decide ir a buscar a Josella a un sitio que ella había mencionado con anterioridad.

Bill se dirige a Sussex, el lugar que había mencionado Josella. En su búsqueda tropieza con una pequeña niña de diez años llamada Susan a quien saca de una casa llena de trífidos que habían matado a su hermano Tommy. Bill la lleva consigo para cuidarla y protegerla, y es la misma Susan quien le ayuda a encontrar la casa en la que habita Josella, quien, después de haber dejado Londres, se dirigió a los bajos de Sussex donde se hospedó en una casa de tres ciegos. De ahí en adelante pasan los años, en los que Josella y Bill tienen un hijo, David, a quien crían junto con Susan. Además, combaten a los trífidos, que han desarrollado un nuevo comportamiento y que más de una vez asedian la casa en la que ellos viven.

Un día un helicóptero aparece en la finca donde viven y se prende una gran fogata para llamar su atención. El piloto resulta ser un enviado de Michael Beadley a buscarlos después de que fueran avisados de su posición por Coker, quien ya se había mudado de la finca Tynsham y vivía en un refugio a orillas de un río antes de ser encontrado por Beadley. Beadley dirigía una colonia en la isla de Wight, donde las barreras naturales del agua los protegían en gran medida de los trífidos. El piloto ofrece llevarlos allá, pero Josella y Bill deciden esperar hasta pasado el invierno. Días después un hombre llamado Torrence aparece junto con otras personas que fueron atraídas por la fogata. Torrence ofrece a Bill unirse al nuevo sistema de carácter feudal que se expande por el país, donde los dotados de vista mantienen a los ciegos y a cambio los ciegos son sus vasallos y su hijos heredan riquezas. Bill los engaña diciéndoles que acepta, pero cuando los hombres duermen, este avería su camión y escapa con los integrantes de la casa. La historia finaliza con la aclaración de su llegada a la isla de Wight, el desarrollo de esta y de los sistemas feudales del resto del país, que se derrumban poco a poco. Así pues Bill Masen espera que en algún momento de las futuras generaciones sus descendientes puedan "iniciar la gran cruzada que hará retroceder a los trífidos, más y más, destruyéndolos incesantemente hasta borrarlos de la faz de la Tierra que han osado usurpar".

La historia continua con The Night of the Triffids (La Noche de los Trífidos), novela de ciencia ficción del autor Simon Clark publicada en el año 2001. La secuela está escrita en primera persona y narrado por David Masen, hijo del protagonista del primer libro.

La historia comienza veinticinco años después del final del libro. El piloto David Masen ha crecido en una comunidad en la Isla de Wight, a salvo de los trífidos que han dominado al mundo cuando la mayoría de los humanos fueron cegados por una supuesta lluvia de meteoritos veintinueve años antes. Cuando la novela empieza, una misteriosa oscuridad cae, el sol no sale, como si algo lo hubiera borrado. Masen toma la decisión de determinar si una gran nube está bloqueando el sol, pero pierde contacto con su comunidad y aterriza en una isla poblada por trífidos. Allí conoce a una joven huérfana, y los dos son rescatados por un barco estadounidense y llevados a Nueva York.

Manhattan, otra comunidad a salvo en una isla, parece una utopía, pero David la define como una dictadura, liderada por un antiguo enemigo de su padre. David y su amiga pronto son usados por el dictador y los rebeldes que se oponen a él, mientras los trífidos (que han evolucionado a formas más peligrosas), tratan de tomar ventaja de la oscuridad.

Como conclusión, se puede manifestar que en la naturaleza existen plantas carnívoras pero no con semejantes características antropófagas, al menos no catalogadas aún. Hay unas seiscientas treinta especies de ellas más otras trescientas consideradas protocarnívoras, pero todas atrapan y degluten insectos o artrópodos. Para ello emplean diversos sistemas, desde un tallo pegajoso a unos cilios detectores que hacen que se cierre como una boca, pasando por una especie de bolsa en cuyo fondo se ahoga la presa y algunas variantes más. Con esto no se descarta que existan ciertas plantas capaces de crecer a tamaños colosales y devorar humanos y succionar sangre. Es posible que, al prestarse las condiciones adecuadas, la evolución vegetal y siendo un tipo de planta aun no catalogada, existan ciertos árboles que lleguen a tener tan extrañas características.

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