lunes, 10 de agosto de 2020

La historia de Rosalía Lombardo

La realidad a veces supera la ficción. Muchos consideran que la vida es un sueño hermoso el cual hay que disfrutar y aprovechar cada día, pero para otros, la vida simplemente es un chiste cruel que se puede convertir en una pesadilla terrible al haber un hecho trágico que cambie su ritmo drásticamente en el que llevan su existencia. La muerte es siempre injusta e inoportuna, en especial con los niños.


Rosalía Lombardo nació en la ciudad de Palermo, capital de la región autónoma de Sicilia, en Italia, el 13 de diciembre de 1918. La preciosa niña rubia era hija de Mario Lombardo, un acaudalado oficial del ejército italiano, y de su esposa María Di Cara. La niña fue recibida con amor y era la dicha y felicidad de sus padres, los cuales sentían la iluminación de su hogar con la presencia de la bella infante. 


Pero la dicha duró poco para la familia. Rosalía no llegó a celebrar su segundo cumpleaños ya que falleció una semana antes, el 6 de diciembre de 1920, de una bronconeumonía, como resultado de la Gripe Española. Esa época era especialmente difícil ya que los más pequeños, de familias más humildes, tenían muertes precoces por desnutrición, y enfermedades tales como la difteria, el tifus, la polio, la viruela, entre otras. Los hijos de las familias acaudaladas, morían de neumonías.


Ante tal perdida, su padre Mario no podía soportar la idea de vivir ni un solo día sin ver el rostro de su hija Rosalía. Esa pequeña niña rubia de tan solo dos años de edad. Por la tragedia, Mario pensó que como no pudo salvar la vida de su hija ni era posible regresarla de la muerte, al menos podría preservar su memoria, e incluso su cuerpo. Fue entonces cuando contactó a Alfredo Salafia (7 de noviembre de 1869 - 31 de enero de 1933) un profesor de química de la ciudad, y también un notable embalsamador y taxidermista de animales. Mario le solicitó preservar el cuerpo de su hija Rosalía en el estado más natural posible, costara lo que costara.


Salafia hizo uso de su "fórmula secreta", que guardaba celosamente, que consistió en la sustitución de la sangre de la niña con una solución de formalina, sulfato de zinc y cloruro, alcohol etílico, ácido salicílico y glicerina. Este proceso se realizó a través de una inyección de un solo punto, directamente en la arteria femoral a través de un inyector de gravedad. La mezcla conservo muy bien el cuerpo de la niña, ya que el ácido salicílico evitó la proliferación de hongos, y glicerina previno el excesivo secamiento de los tejidos corporales. 


Luego de la momificación de la niña, fue conocida como "La Bella Durmiente"


Es importante mencionar que en el mes de julio del año 2008, el equipo formado por la paleontóloga Stephanie Panzer, y otros expertos; como Albert R. Zink, y Dario Piombino-Mascali, practicaron un estudio con rayos X, demostrando que el cuerpo, incluidos los órganos, se encuentran en muy buen estado de conservación y con un grado de deterioro muy leve.


En la actualidad, el cadáver se encuentra bajo una cubierta de cristal, colocado en un pedestal de madera, sellada en un ataúd localizado en una pequeña capilla al final del recorrido en la Capilla de los Niños de las catacumbas de los Capuchinos de Palermo, siendo uno de los últimos cadáveres en ser admitido. 


El acceso está disponible para el público con la acotación de que se trata de uno de los cuerpos mejor conservados de la colección. Pero, el cuerpo de Rosalía guardó siempre un misterio. 


Durante muchos años y varias veces al día, diversos visitantes han sido testigos de que la niña abre los ojos, observa todo a su alrededor y luego, los vuelve a cerrar, revelando sus iris azules intactos. Algunos piensas que es una  ilusión óptica producida por la luz que se filtra a través de las ventanas laterales, que durante el día está sujeta a cambios. 


Otros opinan que Alfredo Salafia, además de ser un famoso profesor de química y un notable embalsamador y taxidermista, era también un ocultista, el cual había recibido casi toda la fortuna de Mario Lombardo, para mantener una pequeña fracción del alma o la esencia de la niña en su propio cuerpo luego de su muerte.


Muchos piensan que su historia esta ligada a una maldición, y dicen que todos aquellos que vean los ojos de Rosalía Lombardo, incluso a través de las fotografías, pueden ser sus próximas víctimas, es decir, la niña podría poseer por breves periodos de tiempo a la persona, todo con el fin de poder vivir un poco, esa vida que la muerte le arrebato, y luego, caer muertas de un infarto. Así pues, la única manera que esa pequeña fracción de alma, o esencia de Rosalía Lombardo puede salir de su seco cuerpo, es entrando por los ojos, de manera aleatoria, de todas aquellas personas que han visto sus ojos, bien sea frente a frente o por medio de fotografías.

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