miércoles, 12 de septiembre de 2018

El hospital de Monterrey y la leyenda de la enfermera del séptimo piso

México, un país hermoso, riquísimo en folklore que, al igual que muchos otros países, está plagado de leyendas que alimentan la cultura popular, haciéndolas sonadas hasta el punto en que rebasa las barreras de dicho país. En Monterrey existe un hospital que tiene una aterradora leyenda que por mucho tiempo ha despertado la fascinación y el interés de aquellos que la escuchan. Muchos consideran que el lugar tiene una maldición después de lo ocurrido y que los sucesos acontecidos antes y después, forjaron la infame leyenda. A continuación, para todos ustedes; la leyenda de la enfermera del séptimo piso.


Muchos opinan que, simbólicamente, los hospitales son puertas que conectan con el más allá, una conexión entre la vida y la muerte, y un hospital ubicado en Monterrey es prueba de ello. El Hospital Regional de Especialidades No. 25, es un Centro Médico del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y se encuentra ubicado sobre la avenida Lincoln, al poniente de Monterrey, en la colonia Nueva Morelos, cuya coordenada es 25°42'57" N 100°21'1" W. Inicialmente, el hospital realizaba su función normal, las actividades recurrentes entre pacientes, doctores y enfermeras se realizaban las 24 horas del día, cada día. Pero después del trágico suceso ocurrido, todo cambio, el ambiente se torno oscuro y sobrenatural, comenzado así las actividades paranormales.


La leyenda cuenta que en el hospital, en los años 70, había una notable enfermera llamada Matilde Margarita que formaba parte de las enfermeras encargadas de los pacientes del séptimo piso. Matilde era sobresaliente en su trabajo de cuidar los enfermos a su cargo. Se sabe que a pesar de tener éxito en su trabajo, no era lo mismo en su hogar, ya que su esposo la culpaba de descuidarlo a él y a sus dos hijas por no darle el debido cuidado y tiempo por estar ocupada en sus labores médicas. 


Cierto día, su hija menor sufrió un accidente y Matilde no pudo asistir a donde estaban atendiendo y curando a la niña ya que se encontraba de guardia. La pequeña fue atendida por enfermeras novatas que no atendieron bien sus heridas, ocasionando que se desangrara y muriera.


Para Matilde fue aun peor cuando le dieron la custodia total de la hija mayor a su esposo y este, argumentando que ella descuidaba siempre a su familia, la terminó abandonando. Sin duda, esto afecto mucho a Matilde, quien culpó a su trabajo de lo ocurrido y le agarró odio a todos los pacientes que cuidaba, ya que el continuo cuidado a esas personas ajenas habían ido acabando con su matrimonio hasta el punto del abandono de su propia familia, según ella.


A partir de ese punto, los pacientes enfermos del séptimo piso parecían no mejorar, incluso algunos empezaron a morir de manera misteriosas. La situación continuó así por casi 10 años, en donde comenzaron a realizar averiguaciones en donde notaron que los pacientes fallecidos eran atendidos por Matilde. El asunto se volvió sospechoso y, pasado cierto tiempo, los doctores comenzaron a dar rondas nocturnas continuas en donde uno de los médicos descubrió a Matilde aplicando erróneamente un medicamento a un paciente, dándose cuenta de la razón de la muerte de los pacientes. 

El médico intentó detenerla pero ella huyó hasta el cuarto de implementos médicos. El reporte se hizo y los agentes de seguridad, junto a otros médicos y enfermeras se aproximaron al lugar intentando dialogar con Matilde para que saliera y lograr una solución. Matilde sabia lo que le esperaba si llegaban a apresarla.

Pero al dejar de recibir respuesta del otro lado de la puerta del cuarto de implementos médicos, los agentes se apresuraron para lograr pasar. Al no tener otra opción que derribar la puerta, encontraron a Matilde acostada en un charco de sangre, se había cortado las venas. La noticia fue lamentable para todos aquellos que la conocían y el suceso fue impactante para todos los presentes. Al parecer, Matilde ingresaba a las habitaciones del séptimo piso y suministraba medicamentos que empeoraba la salud de los pacientes causándoles la muerte.


El cuarto fue debidamente aseado y las actividades continuaron como de costumbre. Pero lo extraño de todo era que los pacientes que eran destinados al séptimo piso, parecían no mejorar, hasta el punto extremo en que morían irremediablemente, sin importar la enfermedad que padecieran. Nadie podía explicar la causa, pues los médicos los atendían de manera adecuada. Después de un tiempo, muchos de los pacientes enfermos decían que una enfermera con su uniforme antiguo lleno de sangre, aparecía en los cubículos y los atendía a mitad de la madrugada para ponerles una medicina diferente a la que los médicos le recomendaban. 


Otros sin embargo decían que la enfermera llena de sangre tenía una apariencia fantasmagórica, con rostro enojado y blanquecino, mirada fija en lo que hacía y sin mencionar palabra alguna. Cabe señalar que todos manifestaban que ella parecía flotar en el aire por su modo acelerado de andar.


Después de los testimonios de los pacientes, en donde todos coincidían, médicos, enfermeras y hasta el personal de seguridad comenzaron a ver a la cadavérica enfermera rondando por los pasillos más alejados del hospital en horas de la madrugada. El caso más sonado fue en los años 90, cuando un paciente alojado en el séptimo piso comenzó a dar gritos de terror a mitad de la noche, llamando la atención de los médicos y enfermeras de guardia. Allí todos fueron testigos de la aparición de la enfermera fantasma que los miró a todos con una mirada de odio y se desvaneció en el aire. Era cierto lo que los pacientes decían, ella parecía no tocar el piso. El espíritu vengativo de Matilde se había quedado para seguir haciendo sufrir aquellos a quienes tanto odiaba.


La única solución que se pudo encontrar para evitar más muertes y apariciones, fue clausurar el séptimo piso. Actualmente no hay manera de poder ingresar a ese piso. El acceso por las vías de las escaleras se encuentra sellado y en el ascensor, el botón del piso 7 no aparece en el panel botones y se encuentra programado para que no se detenga por ninguna manera en el séptimo piso, ya que fue agregada una nueva construcción alterna para unir la planta seis y ocho sin pasar por la séptima. A ese piso nadie acude, nadie puede entrar, ni los médicos, ni enfermeras, ni agentes de seguridad, mucho menos aquellos que quieran hacer exploraciones urbanas.


A pesar de la leyenda, el hospital encierra en sus muros un sinfín de otras historias de ultratumba, pues el lugar tiene otros testimonios acerca de otras apariciones sobrenaturales, los cuales mantienen vivas las leyendas que rondan en los pasillos de este hospital, que aseguran que hay una maldición en todo el complejo que cae en los diferentes pisos del edificio.


Según recuerda Ana, una enfermera que trabajó en el área de cuidados intensivos en la clínica 25 desde 1986 a 1996, cuando ella empezó a laborar en ese hospital, una de las historias más comentadas era la del décimo piso, en donde las personas aseguraban que se había practicado un exorcismo en secreto a una paciente lo cual motivó a que este sitio quedará cerrado después que la mujer falleciera en el proceso. Ana, quien ahora se desempeña como maestra en una escuela de enfermería, recuerda también que una noche, mientras trabajaba, utilizó el ascensor, el cual sin explicación alguna se quedó varado en el décimo piso con las puertas abiertas, como una siniestra invitación a entrar en el deshabitado piso. Ana comenzó a preocuparse, sintiendo poco a poco un miedo sobrenatural de una increíble energía negativa que pedía ser encontrada.


Ésta no fue la única experiencia paranormal que tuvo durante su estancia, Ana comenta que también vio sombras recorrer el área de los cubículos, escuchando voces de personas que le hablaban cuando sólo había pacientes entubados o con muerte cerebral a todos estos sucesos se acostumbró e incluso aprendió a sentir a la muerte. "Yo siempre sentía cuando la muerte venía, y no se llevaba solamente a uno, se llevaba a varios. No se llevaba a la persona que estaba más grave, se llevaba a otros de los demás departamentos, de otras terapias" explicaba Ana con seguridad.

Otra de las experiencias que vivió Ana fue cuando una noche "conoció a la Muerte". Su encuentro con ella ocurrió en un elevador durante una de sus guardias nocturnas. Cuando las puertas del ascensor se abrieron un hombre vestido de negro y con zapatos de charol entró y se paró junto a ella. El hombre, a quien recuerda como un caballero educado y guapo, empezó a platicar con ella. Durante la charla el hombre le contó que su estancia en la clínica se debía a que su primo estaba hospitalizado, seguido a esto, el hombre le preguntó su nombre, temerosa la enfermera se lo dijo, de pronto el elevador se detuvo pues habían llegado al octavo piso. 


Cuando las puertas del ascensor se abrieron, el hombre salió del ascensor y la enfermera lo vio perderse entre el pasillo, al llegar a su estación de trabajo, marcó al jefe del piso ocho. Le preguntó si había visto a aquel hombre, a lo que su compañero le respondió que a ese joven vestido de negro jamás lo había visto rondar por el piso ocho.

Muchas es la especulación que se da sobre el hospital, contándose historias desde fantasmales hasta alocadas, como por ejemplo; experimentos de clonación, sectas que vivían a escondidas entre las paredes del inmueble y el tráfico de órganos clandestino, ya que este hospital no es propiamente del gobierno. Para más información sobre el lugar, su teléfono por conmutador es (0181) 8371 4100 y su página web es www.imss.gob.mx/.

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