El nacimiento de Jesús, que en apenas cuatro días volveremos a celebrar con alegría, no solo marca el inicio de su vida en la tierra, sino también abre la puerta a tradiciones y costumbres que nos revelan mucho sobre su tiempo y su cultura. Uno de esos momentos, quizá menos comentado pero lleno de significado, es la circuncisión de Jesús. Este acto, realizado según la ley judía, nos recuerda que el Niño Dios no vino aislado de la historia, sino que se insertó plenamente en ella, compartiendo las prácticas de su pueblo.

Circuncisión de Jesús es la denominación de un episodio evangélico (Lucas 2, 21) y un tema iconográfico relativamente frecuente en el arte cristiano. Trata de la circuncisión que se efectuó a Jesucristo. La circuncisión es la ablación ritual del prepucio (el de Cristo se denomina Santo Prepucio, y es una de las reliquias cristianas más preciadas). La ley mosaica, por mandato divino, prescribe: Serán circuncidados a los ocho días de nacer todos vuestros varones de cada generación. El evangelista Lucas cuenta cómo se cumplió esta ley a los ocho días del nacimiento de Jesús; en un acto en que también le pusieron por nombre Jesús, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuera concebido (en referencia al episodio de la anunciación).

De entre los evangelios canónicos sólo Lucas lo refiere. Los evangelios apócrifos son mucho más pródigos en información en este sentido. Así pues, Lucas especifica el sacrificio realizado como pago de la ceremonia, y en el Evangelio árabe de la infancia, un evangelio apócrifo muy tardío, se narra cómo tras la circuncisión de Jesús, la matrona de María guardó el prepucio en una jarra de alabastro llena de nardos, un conservante, y se la dio a su hijo, perfumista de profesión pidiéndole que guardase bien la jarra y no la vendiese aunque le ofrecieran trescientos denarios. El Evangelio armenio de la infancia ofrece otra versión, según la cual el niño sangró durante la operación, pero sin que se produjese corte alguno.

Las representaciones de la circuncisión de Cristo aparecen en el arte hacia finales del siglo X. Suelen formar parte de una secuencia de episodios del ciclo de la vida de María o del ciclo de la vida de Cristo. Es muy común verlo en retablos. Generalmente se muestran tres personajes: María, Jesús y el ministro o mohel que realiza la operación con un instrumento cortante especial. En el siglo XIII aumentó el número de personajes con la figura de José y algunos sacerdotes. A partir del siglo XIV aparecen esporádicamente representaciones que muestran la escena como un acto de crueldad: el ministro tiene cara feroz y los padres de Jesús están atemorizados, con características antisemitas propias de la época.

Ahora bien, el Santo Prepucio (en latín Sanctum Præputium) es considerado como una reliquia asociada directamente con Jesús, ya que sería uno de los pocos restos físicos que Jesús dejó en la tierra. En el calendario romano general, el día 1 de enero se celebraba la festividad de la Circuncisión de Cristo hasta la reforma del Calendario en 1960 por el papa Juan XXIII, que dio a la celebración litúrgica el nombre de Octava de Navidad. En la actualidad se celebra como Solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Cabe destacar que, en varios momentos de la historia, diferentes iglesias de Europa aseguraron tenerlo en su poder, en ocasiones simultáneamente.

Calcata, pueblo medieval en la región de Lazio, en Italia, fue la última población que afirmó haber tenido tal reliquia, lo justificaba con la siguiente historia: siete siglos más tarde después de este primer cambio de manos, la reliquia llegó a San Gregorio Magno de manos de un ángel. El papa León III lo regaló a Carlomagno la noche de navidad del año 800, cuando éste fue coronado como emperador del Sacro Imperio Romano. La reliquia debió de permanecer en la iglesia de San Juan de Letrán de Roma durante otros siete siglos, hasta el saqueo de Roma de los lansquenetes. Su rastro desaparece de las crónicas hasta aparecer en un establo de la propia Calcata, donde un soldado lansquenete hecho prisionero había logrado ocultarla durante siglos.

La abadía de Charroux, situada en Vienne, Francia, reivindicó poseer el Santo Prepucio durante la Edad Media. Se dijo que había sido regalado a los monjes por Carlomagno, del que a su vez se dice que aseguró que un ángel se lo había traído, aunque existe otra versión según la cual el Santo Prepucio fue un regalo de boda de Irene, emperatriz de Bizancio. A principios del siglo XII, se llevó en procesión a Roma, donde le fue presentado al Papa Inocencio III, al que se le pidió que asegurase su autenticidad. El Papa rechazó la propuesta. En algún momento indeterminado la reliquia se perdió y permaneció perdida hasta el año 1856, cuando un obrero que efectuaba labores de mantenimiento en la abadía aseguró haber encontrado un relicario oculto dentro de una pared, que contenía el prepucio perdido.

La abadía de Coulombs, en la diócesis de Chartres, na circunscripción eclesiástica de la Iglesia católica en Francia, también reivindicó en la Edad Media estar en poder del Santo Prepucio. Una leyenda dice que cuando Catalina de Valois o Catalina de Francia, reina consorte de Inglaterra, quedó embarazada en 1421, su marido, Enrique V de Inglaterra, mandó a buscar el Santo Prepucio. De acuerdo con esta leyenda, la reliquia funcionó tan bien que Enrique V no quiso devolverla tras el nacimiento del niño, que sería más tarde Enrique VI de Inglaterra. Es posible que se dirigiesen a Amberes, ciudad que conservaba una de estas reliquias mejor consideradas desde el 1100, supuestamente desde que el rey Balduino I de Jerusalén lo hubiese adquirido durante una Cruzada. Falso o no, en 1426 se constituyó en esta ciudad una hermandad destinada a la protección de la reliquia, y compuesta por 24 ilustres prelados y personalidades locales.

Por ello, se comenzó a formar un gran culto que creía en el Santo Prepucio pero, en el año 1900, gracias a un decreto, dicho culto fue derogado, aunque el 15 de mayo de 1954 se reunió una comisión que proponía recuperar el estatus anterior. La propuesta fue rechazada, aunque ocasionalmente la fe popular continuaría la tradición independientemente de las disposiciones de la Santa Sede: El pueblo italiano de Calcata destacó por celebrar hasta 1983 una procesión con el relicario que contenía el presunto Santo Prepucio, con ocasión de la Festividad de la Circuncisión, reconocida oficialmente por la Iglesia católica y celebrada el 1 de enero de cada año. Esta práctica acabó cuando el relicario (que tenía joyas incrustadas) fue robado. Tras este robo es incierto si alguno de los presuntos Santos Prepucios todavía existe.

Se ha producido disputas teológicas sobre si Jesús ascendió al Cielo con su cuerpo completo o si le faltaba alguna parte, que se resolvió decidiendo que el prepucio era prescindible, como lo eran el cabello y las uñas que se cortó durante su vida, así como la sangre que vertió. Otra cuestión teológica relacionada fue si el prepucio volvió a su cuerpo en la resurrección. El acto de la circuncisión era un rito que tenía un profundo significado para el pueblo judío, pues representaba su entrada en la comunidad. El Nuevo Testamento contiene extensas discusiones acerca de si la circuncisión era necesaria para la conversión de los gentiles, y concluye que no lo es; la razón argumentada fue que la crucifixión de Jesús estableció un nuevo trato con los cristianos en el que el rito de la circuncisión ya no era necesario.

En la actualidad, el cristianismo católico terminó rechazando oficialmente la veneración de esta reliquia en el siglo XX, considerándola solo un mito, apoyándose en numerosas citas del Antiguo Testamento, subrayando el carácter espiritual de la práctica por encima de su significado ritual. El Nuevo Testamento también contiene alusiones que insisten en el sentido espiritual de la práctica, por lo que es razonable suponer que independientemente del típico y variado folclore desarrollado en torno al tema, el valor alegórico de la reliquia se sigue de una interpretación metafísica de la historia, relacionada con una histórica tradición judía y con el simbolismo del misticismo católico barroco, que trasciende el pintoresco detalle con que se puede confundir el lector poco avisado.

Pero, ¿Por qué el Santo Prepucio ha causado tanta polémica? ¿Por qué es tan importante y por qué la Iglesia rechaza la leyenda? Pues resulta que la tan adorada reliquia de Jesús se le han atribuido varios milagros. Desde hace muchos siglos, se decía que quienes veneraban la reliquia podían sanar de enfermedades graves, razón por la que se formó el culto de devoción. Algunos fieles creían que rezarle al prepucio ofrecía defensa contra guerras o calamidades. En la mentalidad medieval, tener contacto con una parte física del cuerpo de Cristo aseguraba bendiciones, salvación espiritual y gracia divina, ya que como bien se mencionó, era uno de los pocos restos físicos que Jesús dejó en la tierra.
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