Hemos tratado en múltiples ocasiones de lugares, sitios abandonados o poseídos por alguna entidad sobrenatural. Este sin duda es uno de estos espacios y, aunque el título de la publicación puede llegar a parecer una ubicación romántica y hasta turística, no hay que dejarse engañar ya que la leyenda del Jardín de Italia, no se desarrolla en Europa sino en Tegucigalpa, capital de Honduras.
El Jardín de Italia, fue el nombre dado a la primera gran cafetería de la región, en el corazón de la capital, fundada en el año 1933. Se encontraba en la esquina "Los Buclosos", con intersección Calle Salvador Mendieta (Ave. Miguel Paz Barahona) y Paseo Liquidámbar. Dicho lugar era muy visitado, siendo el preferido por la juventud tegucigalpense de antaño, además de convertirse pronto en el sitio de reunión de grandes poetas, literatos, políticos y funcionarios públicos.
En sus inicios, el edificio esquinero era una gran casa habitacional pero sus dueños decidieron venderla a mediados de 1930 y su reconstrucción, ampliación y adaptación se dio para el mencionado año 1933, donde se adecuó como una gran cafetería de cuatrocientos metros cuadrados de dos pisos. Los trabajadores encargados de la mejora estructural afirmaron que ocurrieron sucesos extraños; como que los bloques se movían, las tablas de madera aparecían en otros lados o en posiciones diferentes, los clavos los encontraban enterrados o incrustados en piedras, etc.
Dicen que se trataban de los antiguos dueños que se metían durante las noches para sabotear el trabajo ya que los habían obligado a vender la gran propiedad, otros sin embargo señalaban que no era eso sino que desde muchos años antes, cosas sobrenaturales ocurrían en el sitio y los propietarios estaban felices de haber vendido el complejo.
La leyenda decía que muchos años atrás, unos españoles habían llegado al país con un gran tesoro robado de múltiples iglesias. Ellos habían entrado al lugar, cuando era un terreno baldío para enterrar las joyas, oro, plata, diamantes y demás. Cierta tarde después de muchos años, los ladrones volvieron ya que querían desenterrar el tesoro y huir pero fueron fusilados sin haber siquiera haber encontrado la fortuna. A partir de ese momento, dicen que los fantasmas de los españoles se encuentran allí buscando el gran tesoro y pasando su fatídico destino a todos aquellos que se presenten al lugar para desenterrarlo. Todo aquel que busque la manera de obtener la joyas al desenterrar el lugar, terminará como los ladrones del gran tesoro de las iglesias.
Sucesos extraños comenzaron a pasar con el pasar del tiempo. Una tarde de 1960, solo había en el negocio dos personas, cuando el mesero se acercaba con los cafés, vio que los recién llegados tenían los ojos hundidos como calaveras. Dejó caer lo que tenía en las manos, mientras miraba desaparecer a los supuestos clientes. En otra ocasión, todo el personal abandonó la cocina, porque en su interior, una fuerza invisible había tirado todos los implementos de cocina, mientras la estufa se apagaba y se encendía. La calma volvió, después que un sacerdote fue a bendecir el lugar y arrojar agua bendita desde afuera hacia adentro.
Después, una tarde del mes de noviembre de 1962, un par de meseros vieron a un hombre, un prestigioso abogado y cliente frecuente del lugar, hablándole a dos sillas vacías, antes de que él se marchara del lugar, preguntaron si se encontraba bien, pues lo habían visto hablando solo, el pobre hombre se marchó con el rostro desencajado y una horrible mueca de miedo. Había pasado horas hablando con dos entes sobrenaturales. Afirmó que dos hombres le habían pedido permiso para sentarse y comenzaron a hablar, le contaron que había un gran tesoro debajo de la cafetería y que ellos sabían en donde estaba, solo que necesitaban el tiempo necesario para ubicarlo y que una maldición caería sobre todo aquel que lo buscara, pues estaba custodiado por la misma muerte. Al despedirse sí sintió unas manos frías y huesudas.
En octubre del 1974, el guardia de Pan American, un edificio frente a la cafetería, escuchó fuertes ruidos que provenían del lugar en plena madrugada. Se dispuso a investigar con su arma y cuando se acercó, observó con horror a un hombre de más de dos metros de estatura. Estaba vestido completamente de negro y cuando decidió ir tras de él, se sorprendió al notar que podía atravesar los muros. Decía que era un hombre alto y alargado con la capacidad de ir y venir por las paredes. Al día siguiente, el vigilante habló con sus superiores. Unos dicen que cambio de turno, otros que renunció, pero se habló por mucho tiempo de lo ocurrido.
A finales de los años ochenta, por la decadencia el centro de la ciudad y tras la soledad por el aura fantasmal, El Jardín de Italia cerró sus puertas para siempre. En la actualidad es la sede de arriendo de locales comerciales. Hasta el día de hoy, nunca se supo a ciencia cierta qué detonaba todas las manifestaciones paranormales en el lugar, ni cuantas entidades albergaba el gran café pero muchos se inclinan a pensar que está relacionado con el famoso tesoro, tesoro sacro robado de las iglesias que se encuentra en las profundidades del Jardín de Italia.
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