La Mesa del Rey Salomón - El espejo del futuro

La Mesa del Rey Salomón, conocida también como La Tabla de Salomón, El Espejo del Rey Salomón o La Reliquia Sagrada de Salomón era un objeto especial perteneciente al a Jedidías o mejor conocido como el Rey Salomón, el rey de Israel, el tercer y último monarca, entre los años 978 y 931 A.C e hijo del Rey David y Betzabé. 

Consistía en una mesa que sujetaba un espejo en el centro, un espejo de alguna manera mágico que tenia la facultad de ver imágenes de otros tiempos, tanto pasados como futuros, incluyendo sus respectivos sonidos, muy similar a un televisor.

Según la leyenda, La Mesa volvio con el Rey Salomón en uno de sus viajes a España, por lo tanto fue creada allá, y al regresar, se dice que, tanto él como la mesa fueron transportados en unos vehículos muy futurísticos para la época que se despegaban del suelo. Dicho viaje desde Jerusalén a España se debió para realizar la construcción de una torre y una cueva en, lo que es ahora la ciudad de Toledo, y seria llamada La Torre y La Cueva de Salomón, pero se conoce como La Cueva de Hércules y estaría hecha de jade y mármol.

Una vez dentro de una de las cámaras de la cueva, el Rey Salomón descubrió el nombre verdadero de Dios y creó una especie de tabla que dió a su propietario el conocimiento absoluto del todo, pudiendo escribir en ella todo el conocimiento del Universo, incluyendo la fórmula de la creación y la finalidad del ser humano. El nombre de Dios, según la leyenda era Shem Shemaforash o “Nombre del Poder”, un nombre que no puede escribirse jamás y solo debe pronunciarse con el único fin de provocar el acto de crear. La tabla fue cuidadosamente colocada en el centro de una mesa hermosa creada de esmeralda verde y adornada con oro y perlas, y encima de dicha tabla fue colocado un espejo.

La Mesa del Rey Salomón no solo veía las imágenes del tiempo, sino que además construía, transformando los planos y los proyectos en materia real. A éso se le atribuye que Salomón construyera muchas obras arquitectónicas de su época, como el primer Templo de Jerusalén, que serviría como lugar de reposo para El Arca de la Alianza, la elevación de un fabuloso palacio, etc. Y la autoría de los textos bíblicos Libro de Eclesiastés, Libro de los Proverbios y Cantar de los Cantares.

Aparte de su riqueza, Salomón tenia gran sabiduría, un tipo de sabiduría sobrenatural que Dios le concedió. Algunos cuentos árabes como "Las Mil y Una Noches" señalan que era un rey poderoso que practicaba hechicería, cualidades que le sirvió para consolidar un gran imperio y encarcelar a 72 demonios de las arenas del desierto llamados Djinns Ifrits. Los Djinns eran genios tramposos, quienes fueron encerrados en vasijas de barros y lámparas medianas con un hechizo poderoso con el nombre de Dios, por negarse éstos a seguir los mandatos del Altísimo y recibir órdenes de los hombres. Por ello, al ser liberados de su prisión por un ser humano, dichos "genios" debían de cumplir tres deseos y luego, si el humano quedaba conforme, serian liberados para siempre a un lugar de corrección.

Se dice que, para ampliar su imperio y su facultad sobrenatural, mando a fabricar en Ezión, Gueber, en el Golfo de Aqaba, una serie de vehículos desplegables del suelo y el agua para ir hacia Tarsis (España) con el fin de traer gran cantidad de oro puro llamado Oro de Ofir, para enriquecer la nación de Israel (Primera de Reyes capítulo 9 versículo 26).

Desde luego la época no estaba preparada para aquellas grandes y tecnológicas invenciones por lo que, casi al final de su vida, Salomón transportó la mesa y las naves al mismo lugar de donde todo había salido, Las Cuevas de Hércules. Una vez dentro, construyó dos gigantescas estatuas mecánicas similares a un Golem para proteger todo adentro de la cámara de la cueva. Con la intención de que nadie abriera la cueva, Salomón hizo una leyenda que decía que en el interior de ésta estaban ocultas las desgracias que amenazaban la existencia, poniendo un candado en la puerta y ordenó que cada nuevo rey añadiera uno, ya que las amenazas se desatarían el día en que uno de ellos fuera curioso y entrara. 

El rey visigodo Don Rodrigo, quien gobernó entre los años 710 y 711 fue ese rey curioso que pensaba que en ves de desgracias dentro de la cueva, en realidad ocultaba maravillosos tesoros. Se dice que Don Rodrigo rompió cada candado y llegó a una primera cámara, que parecía un espacio de oración, avanzó y llegó a una segunda cámara y había una sala de ceremonias, continuó y llegó a una tercera cámara que tenía un cofre, dicho cofre fue abierto y había un lienzo con dibujos de guerreros a caballo y espadas curvas, con una inscripción que decía "cuando los ojos humanos vean éste lienzo, estas criaturas dominarán la tierra santa" (supuestamente estos corresponderían a los musulmanes que invadieron el reino al año siguiente).

Don Rodrigo no pasó a la cuarta cámara, aunque se dice que vio la mesa de Salomón, porque había dos inmensos guardias de metal de varios metros de alto armados con mazos que se movían a la más mínima presencia que entrara en la cámara. En los años más recientes, buscadores de tesoros investigan los espacios subterráneos de Toledo ya que afirman que hay objetos místicos, además de maravillas dentro de La Cueva de Hércules. Aunque no son los únicos que también desean encontrarla, sectas ocultistas, miembros activos satanistas, individuos secretos de algunos gobiernos de Europa, asociados templarios, Hitler, la secta Tuhle y la CIA moderna también estuvieron buscándola, ya que el que posea la mesa de Salomón, poseerá el control del mundo. Pero son otros quienes la poseen en la actualidad en su poder y resguardo, El Vaticano.

Mucho se ha hablado del paradero de la mesa y El Vaticano ha negado varias veces su existencia y que la posean sus miembros. La Mesa de Salomón es un objeto en la actualidad mucho más peligroso que El Cronovisor del padre Ernetti ya que puede materializar energía invirtiendo el orden de las cosas, hasta cambiar la civilización como se conoce y ver momentos del pasado y el futuro.