viernes, 20 de septiembre de 2013

La ciudad amurallada de Kowloon - El lugar de las calles más oscuras del mundo


Hace muy pocos años, existía una pequeña ciudad amurallada en la que la luz del sol nunca iluminaba sus calles y que ostenta el triste record de haber sido núcleo más poblado del mundo, con 1.900.000 habitantes por kilómetro cuadrado.


En los albores del segundo milenio, esta zona del mar de China, plagada de islotes y difíciles pasos para la navegación, era el lugar ideal para los piratas que asediaban a los comerciantes en sus idas y venidas a este centro mundial del mercadeo. Por este motivo, los gobernantes de la Dinastía Song decidieron poner un puesto de vigilancia en este enclave y como puesto militar continuó durante prácticamente todo el milenio pasado.

Con el avance en los artefactos de guerra, también evolucionó el puesto de vigilancia hasta convertirse fortaleza completamente amurallada. En 1842, la Dinastía Qinj firma el tratado de Nanjing con los ingleses cediendo la Isla de Hong Kong al imperio británico.


Años despues, exactamente en 1898, el tratado se modifica y se anexan a la colonia inglesa todos los territorios lindantes con Hong Kong, incluida la península de Kowloon, donde se encuentra el enclave fortificado. En el tratado, y como única condición, el gobierno Chino exige que la fortaleza quede excluida del territorio bajo el gobierno y mando del imperio Británico. 

A los ingleses, este pequeño lugar de apenas cien metros por doscientos de área y con setecientos habitantes, les trae un poco sin cuidado y aceptan el trato. 

Pero los Chinos usan la fortaleza para ejercer un control sobre toda la zona que ya no les pertenece y esto no le hace mucha gracia a los ingleses, que un año después acaban por atacar el enclave.

En este punto comienza la libre historia de la ciudad de Kowloon. El fortín, una vez desmilitarizado, continúa siendo territorio chino, pero queda como una isla en tierra, aislado completamente de las turbulencias que acontecen en ese gran país. Se va formando en él un pequeño y humilde barrio en el que el comercio y las tradiciones van asentándose. Ciudad sin ley, son los propios habitantes los que las crean y ejecutan.

Cae la última gran dinastía, la Qinj. En 1911 llega la primera república China y en 1949, la república popular China. 

Pese al paso de los años, ningún gobierno se hace cargo de este pequeño y molesto lugar y Kowloon, sigue creciendo a su ritmo en su peculiar anarquía hasta que en 1940, la segunda guerra mundial pasa factura y es bombardeada por los japoneses en su invasión de Hong Kong. 

Las normas son simples, los cables eléctricos a la vista para evitar posibles incendios y no más de catorce alturas, esta segunda norma impuesta por los ingleses a modo prevención para sus aviones, que rozan ya los edificios en sus despegues. 


El opio, la prostitución, el contrabando y las mafias son las dueñas y señoras del laberinto de estrechas y oscuras calles que, en los tramos mas anchos, apenas alcanzan un metro. La ciudad comienza a crecer hacia arriba, las casas se sostienen unas con las otras, no hay planos ni arquitectos, simplemente cuando se necesita construir una casa, se busca un espacio sobre una casa ya existente y se construye.

Japón cae en la guerra y todo vuelve a la normalidad, con la salvedad de que Kowloon comienza a convertirse en un nido de ilegales y de gentes con dudosas actividades. La población aumenta de forma desaforada y con ella, la vida oscura de la ciudad. 

Al ver la ciudad desde el aire, impresiona la enorme densidad de edificios de la misma, sin dejar apenas resquicios entre los mismos. Las casas se levantaban unas sobre otras, hasta un límite de 14 alturas, marcado porque era el máximo al que se podía llegar para no entorpecer el tráfico aéreo de la vecina Hong Kong, cuyos aviones pasaban rozando las azoteas de las casas. 

Los edificios de la ciudad se apiñaban unos junto a otros, siendo las calles más amplias de apenas un metro de anchura.

Es entonces cuando uno se explica porque la ciudad se mantenía en pie, a pesar de la desastrosa construcción: las casas, simplemente, se apoyaban unas sobre otras. 


La inexistente planificación urbanística provocaba que las calles tuvieran apenas un metro de anchura lo que, unido a la altura de los edificios, que llegaban hasta las 14 plantas antes mencionadas, convertía a la luz solar en un lujo sólo al alcance de las azoteas y los habitantes de los pisos superiores.


Por otra parte, Kowloon también era famosa por la cantidad de dentistas que trabajaban en la ciudad, de forma totalmente antihigiénica, debido a podían ejercer sin licencia y sus precios eran asequibles para la fuerte demanda de Hong Kong. 






Como se puede apreciar en la imagen, las calles eran macabramente oscuras. 

Pero sin embargo, respeto un único espacio: el templo Tin Hau, que fue construido en el año de 1950 y se encontraba situado en el centro de la ciudad. Dicho templo perdió progresivamente cualquier pisca de luz solar a medida que los edificios crecían a su alrededor, hasta que tuvieron que protegerlo con una rejilla para impedir que le cayera basura encima.

A mediados de siglo, los británicos intentan desalojar en un par de ocasiones la ciudad, pero las mafias y el sindicato del crimen de Hong Kong son demasiado fuertes y en el volumen de negocio que se mueve en la oscuridad de los callejones están implicados muchos de los colonos ingleses. Con lo cual, se opta por hacer la vista gorda y dejar el enclave completamente a su suerte. 





Portada de la guia casera para movilizarse por los las calles de Kowllon.




Hasta que a principios de los setenta, la policía de Hong Kong da un estocazo a la mafia y en violentas redadas limpia el lugar de delincuentes. A finales de los setenta, Kowloon tiene unos 30000 habitantes y sigue creciendo. Las actividades ilícitas prácticamente han desaparecido, y la gente vive humildemente en este guetto suburbial de la gran Hong Kong, que se ha convertido en todo un hito de la modernidad. A finales de los ochenta, este lugar se ha convertido en una vergüenza para ambos países y en un tratado conjunto, se decide su completa demolición.

Dos años lleva evacuar a las cincuenta mil almas de este mítico lugar, conocido como la ciudad más oscura del mundo, pues la estrechez de sus calles y la desmesurada altura de sus construcciones hacen que la luz del sol no llegue jamás al suelo, siendo necesaria la continua iluminación con luz fluorescente, que hace que al estar allí durante un tiempo, se pierda la conciencia del tiempo y no se sepa si es de día o de noche. 

Al evacuar la ciudad, sus habitantes fueron reubicados y recibieron ayudas económicas, aunque a pesar de ello muchos se resistían a abandonarla, considerando insignificantes las indemnizaciones. 


En 1993, Kowloon deja de existir por completo y en su lugar se construyo el parque Kowloon. 






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