La calle Poniente, hoy en día Joaquín Costa, queda en el barrio del Raval de Barcelona donde hace mucho, fue escenario principal de un hecho atroz envuelto de controversia y misterio. Enriqueta Martí Ripollés nació en San Felíu de Llobregat, capital de la comarca catalana del Bajo Llobregat, el 2 de febrero de 1871. Se cuenta que desde muy temprana edad, se traslada de su ciudad natal a Barcelona para trabajar como niñera, pero se dio cuenta poco después que ejerciendo como prostituta en los burdeles locales ganaba un poco más de dinero. Luego de estar más involucrada en el negocio, paso a otros lugares en donde también se realizaba ésta actividad, como El Puerto de Barcelona y El Portal de Santa Madrona.
En el año de 1895, se casa con un artista, un pintor bohemio y herbolario de nombre Juan Pujaló, cuyo matrimonio fracaso por el carácter misterioso, falso e impredecible de Enriqueta, quien además seguía frecuentando casas de libertinaje y mantenía su afición por los hombres. La pareja se separó y reconcilió alrededor de seis veces, en cuyo tiempo el ambiente de prostitución seguía activo en la vida de Enriqueta.
Pronto, otro tipo de negocio, relacionado a la ramería se presento ante ella; la prostitución de niños. En diferentes zonas, las familias de clase baja comenzaron a perder a sus hijos en mercados y plazas de la noche a la mañana, situación que poco a poco comenzó a ser frecuente en la ciudad.
Enriqueta inició pronto una doble vida: durante el día iba a las casas de caridad y a los conventos a pedir y luego se la pasaba mendigando en algunas calles de las parroquias vecinas vestida con viejos harapos y llevando en la mayoría de las ocasiones a niños tomados de la mano que hacía pasar como suyos. De noche, se vestía con ropa lujosa, collares, sombreros y pelucas y se iba a lugares como El Casino de Arrabassada y El Teatro del Liceo, entre otros lugares, en donde la clase alta de Barcelona frecuentaba para ofrecer sus servicios como proxeneta de niños.
Después que los niños eran prostituidos, muchos de ellos trataban de revelarse contra Enriqueta, por lo que terminaban asesinados o encerrados y atados en una habitación de su casa. Poco después comenzó a ejercer la profesión de curandera, ambos negocios le daban el dinero suficiente para vivir con todas las comodidades que quisiera sin necesidad de mendigar, pero ella debía de mantener las apariencias.
En 1909, Enriqueta fue detenida en su piso de la calle Minerva de Barcelona, siendo acusada de regentar un burdel en donde se ofrecían servicios sexuales de niños de edades comprendidas de entre 3 a 14 años de edad. Junto a ella, un joven de familia bien posicionada socialmente fue detenido también, pero gracias a sus contactos con altas personalidades de Barcelona que contrataban sus servicios como proxeneta infantil, ella no tuvo juicio por el asunto del burdel y el proceso judicial se perdió en el olvido burocrático.
El 10 de febrero de 1912, una niña de nombre Teresita Guitart Congost desapareció. Las siguientes dos semanas la policía y los ciudadanos buscaron cualquier rastro de la chiquilla ya que sus padres eran de clase acomodada y se encargaron de colocar carteles estampados por las calles pero no lograron encontrar nada. La indignación popular se hizo notar ya que el Governador Civil, Portella Valladares trataba de convencer al público que el temor de la población era fundado por los rumores surgidos de la pasada desaparición de niños de las familias de clase baja. Las autoridades habían sido pasivas con el tema y no se involucraban de lleno.
El 17 de febrero del mismo año, una vecina del lindero llamada Claudia Elías, vio a una niña con el cabello rapado mirando desde un ventanal del patio interior de su escalera. La niña jugaba con otra pequeña y Claudia de inmediato le preguntó a Enriqueta si la pequeña era suya, ésta última sólo cerró la ventana sin decir una palabra al respecto. Extrañada de lo acontecido, Claudia le comentó el hecho al colchonero de la misma calle, un hombre humilde y gentil con el que tenía una buena amistad. El colchonero escucho atentamente a Claudia y le hizo suponer que podía tratarse de Teresita, diciéndole además los chismes que se decían sobre Enriqueta y su doble vida de perversión. El colchonero le contó la situación a José Asens, un agente municipal, y éste a su vez se lo comunicó a su jefe, el brigada Ribot, quien contacto a Claudia para escuchar con más detalle su testimonio, siendo ella quien daría la pista a la policía.
El 27 de febrero, con la excusa de una denuncia por tendencia de gallinas en el piso de su vivienda, el brigada Ribot y dos agentes más fueron a buscar a Enriqueta. Su piso estaba en el barrio del Raval, en el número 29, entresuelo primera de la calle Poniente. Ella se mostró sorprendida, más no puso resistencia, para no levantar sospechas. Cuando los agentes policiales entraron y revisaron dentro, encontraron a dos niñas, una de ellas era Teresita y la otra era una niña llamada Angelita, desaparecida, al parecer, unos cuando meses atrás. Después de haber declarado, Teresita Guitart Congost fue devuelta a sus padres.
La pequeña niña explicó como en un momento en que se alejó de su madre, Enriqueta la abordó, tomándola de la mano y prometiéndole caramelos, pero al notar que se la llevaba demasiado lejos de su casa, Teresita quiso regresar pero Enriqueta le cubrió la cara con un trapo negro, la sujetó con fuerza y se la llevó a su casa. Al llegar a su piso de vivienda, Enriqueta le cortó todo el cabello y le cambio el nombre por el de Felicidad, diciéndole que ya no tenía padres y que ella sería su madrastra y que así debía de llamarla a partir de ahora cuando salieran a la calle. No la golpeaba pero si la pellizcaba, la mal alimentaba con pan duro y papas, prohibiéndole entrar a una de las habitaciones y asomarse a los ventanales, ventanas y balcones. Teresita declaró que la solía dejar a solas con Angelita en el piso de vivienda y que un día se aventuraron a mirar en la habitación en la que no podían entrar y encontraron un saco lleno con ropa de niños con sangre, junto con un cuchillo para deshuesar repleto de sangre también. El miedo invadió a la niñas y, durante el tiempo que estuvo secuestrada, nunca intento escapar, limitandose a estar allí.
Angelita por su parte dio una declaración más perturbadora. Antes de la llegada de Teresita a casa, había un niño de nombre Pepe, que tenía cinco años. La pequeña había visto como un día Enriqueta, a quien llamaba mamá, llegó de la calle, sujetó a Pepito por el cuello y lo colocó en la mesa de la cocina, matándolo y cortándolo con un cuchillo de cocina. Enriqueta no se dio cuenta de la presencia de la niña ni de lo que había visto, Angelita se escondió en su cama y se hizo la dormida.
La identidad de Angelita fue muy difícil de concretar ya que las declaraciones de Enriqueta podían no ser verdaderas. La niña no tenía apellidos y se sostenía que era hija de la detenida con el pintor Juan Pujaló. Pujaló se personó ante el juez por propia voluntad para saber lo ocurrido, declarando que llevaban más de cinco años viviendo separados y que no habían tenido hijos. Enriqueta al final declaró que había acogido a Angelita cuando era una recién nacida de su cuñada, Maria Pujaló, a la que le hizo creer que la niña había muerto al nacer. Enriqueta Martí fue procesada a la espera de juicio a la Prisión Reina Amalia, institución que fue demolida en 1936.
Se realizó una segunda inspección del piso de vivienda en donde se encontró el saco con ropa de niños llena de sangre que dijo Teresita en su declaración. También se encontró un saco con ropa sucia que tenía en el fondo huesos de niños humanos, al menos treinta vertebras. Al realizar la respectiva inspección, se demostró que los huesos tenían marcas de haber estado expuestos al fuego y que parte de ellos eran del niño Pepe. Había un salón que contenía un armario con vestidos hermosos de niñas y ropas de niños minuciosamente decorado, pero que contrastaba con el resto del salón, especialmente el piso, que olía verdaderamente mal.
También pudieron entrar a la habitación que Teresita manifestó que tenían prohibido entrar, cuya puerta se encontraba cerrada con llave. Dentro de la habitación se encontraba el horror que escondía Enriqueta.
Cincuenta jarras, veinte envases de gran tamaño y doce palanganas, todas con restos humanos en conservación: grasa hecha manteca, sangre coagulada, cabello de infantes, esqueletos de manos, huesos en polvo, etc. Habían también botes con pociones, pomadas, filtros, cataplasmas, ungüentos ya preparados o en preparación para su venta. Los restos humanos de niños variaban desde ser niños de pecho hasta de nueve años de edad. Todos sus "productos" servían de remedios para la cura de la tuberculosis, enfermedad tan temida en esa época, y otras enfermedades que no tenían cura en l medicina tradicional. Gente de clase alta y bien posicionada de muchas partes pagaba grandes sumas de dinero a Enriqueta, La Curandera por esta mercancía.
También se encontró una serie de libros muy antiguos, que tenían pergamino como cubierta, donde habían pociones y resetas escritas con caligrafía muy elegante. Un paquete de cartas muy exclusivo que al parecer había sido un regalo de algún cliente del Casino de Arrabassada, junto con una lista de nombres de familias importantes y otras personalidades de gran renombre de Barcelona. Esta lista provocó una gran polémica ya que la población creyó que se trataba de los clientes ricos de Enriqueta, clientes que debían de pagar por sus crímenes de pederastia y compra de restos humanos para preservar su salud propia. La policía intentó que la lista no trascendiera pero el rumor afirmaba que en ella se encontraban nombres de médicos, políticos, banqueros y empresarios. Las autoridades, por temor a un motón popular, calmaron los ánimos de la gente haciendo que el ABC, un conservador diario español, publicara un artículo explicando que en la famosa lista se encontraban los nombres de las personas a los que Enriqueta mendigaba y personalidades que habían sido estafadas por esta última.
Al continuar con la inspección, se registraron dos pisos de vivienda más en Barcelona en donde había vivido un poco antes Enriqueta, uno de ellos en la Calle Talleres y otro en la calle Picalqués, además de una pequeña casa en la calle Juegos Florales. Al registrar con sumo cuidado, los agentes encontraron restos humanos en paredes falsas y en sectores de los techos. En el jardín de la pequeña casa se desenterró la calavera de una niño de tres años y una serie de huesos que correspondían a niños de edades de tres, seis y ocho años, algunos de ellos aun con prendas de ropa.
Enriqueta tenía la costumbre de secuestrar niños de familias muy pobres y escasos recursos para buscar a sus hijos desaparecidos. Se encontró que en la propiedad de la familia de Enriqueta, en San Felíu de Llobregat, habían restos de recién nacidos en jarrones y libros de remedios. La casa pertenecía al padre de la detenida pero se encontraba cerrada por la mala administración realizada.
Se supo poco después que, en la prisión, Enriqueta intentó suicidarse cortándose las venas con un cuchillo de madera, hecho que hizo estallar aun más indignación popular que quería que la acusada llegase a juicio y fuera ajusticiada en el garrote vil, una máquina que se usaba para aplicar la pena capital, que ocasionaba la rotura del cuello al ajustarlo en un collar de hierro. Las autoridades de la prisión hicieron saber mediante un comunicado de prensa que se habían tomado las medidas preventivas para que Enriqueta no se quedara sola, haciendo que tres reclusas compartieran celda con ellas. Tenían instrucciones de destaparle las sábanas en caso de que se tapara para evitar que se abriera las venas con los dientes, acción que había pasado en oportunidades pasadas.
Pero Enriqueta nunca llegó a juicio por sus crímenes. Exactamente un año y tres meses después de su detención, y ya calmado el alboroto popular, por otra noticia de interés, el hundimiento del Titanic, la muerte le llegó. El 12 de mayo de 1913, en uno de los patios del penal, sus compañeras de prisión le propinaron una brutal paliza, matándola por linchamiento. Se dice que las compañeras de prisión habían recibido órdenes de eliminarla a cambio de rebajarle sus años de condena ya que el proceso de juicio de Enriqueta se encontraba en fase de instrucción y muchas personalidades no querían que ella dijera toda la verdad ante el juez. Todos los secretos que la siniestra mujer sabía se perdieron, llevándoselos consigo a la tumba, al igual que toda la realidad al respecto del caso. Oficialmente, se manifestó que había fallecido ese día en la madrugada a causa de una larga enfermedad, cáncer de útero. Fue enterrada con mucha discreción en una fosa común del Cementerio del Sudoeste, situado en la montaña de Montjuic de Barcelona.
Las investigaciones aseguran que en realidad era una persona con trastornos mentales, poniendo en duda muchas cosas relacionadas a su vida. No se sabe con exactitud cuantos niños secuestro en total Enriqueta pero si es considerada como una de las asesinas seriales más mortíferas que ha tenido España, siendo la sangre una mercancía preciada, los niños su proveedores y una burguesía enferma sus clientes. Las investigaciones descubrieron que Enriqueta había sido marcada por un hecho que le destrozó la vida, la muerte de un hijo de diez meses a causa de una malnutrición.
Un escritor de Barcelona llamado Jordi Coromitas, en su libro Barcelona 1912 publicado en el año 2014, al repasar unas crónicas periodísticas de esa época, manifiesta que los restos de sangre en la vivienda de Enriqueta se debían a las hemorragias vaginales que sufría a causa del cáncer de útero, los restos óseos encontrados en los pisos de vivienda habían sido exhumados de algún cementerio por ella y utilizados como amuletos mágicos y ungüentos. Por su parte, Elsa Plaza, escritora e historiadora de arte, afirma que Enriqueta secuestro a Teresita, su sobrina que ella cuidaba, por su frustración de no poder haber sido madre y que en aquella época se pensaba que tener huesos en su casa traía suerte y buena fortuna.
El caso de Enriqueta Martí fue la base para crear un perturbador cortometraje en el año 2010, titulado originalmente como Les Bessones del Carrer de Ponent (The Twins Girls of Sunset Street/ Las Gemelas de la Calle Poniente) cuyo argumento transcurre en el año 1912, en la calle Poniente de Barcelona, en donde viven Enriqueta y Ramoneta, dos ancianas gemelas unidas por una perversa y ambigua relación que se dedican a raptar niños, siendo Juanito el más reciente. El corto sin diálogos es de España, con una duración de 13 minutos, con un guión y dirección de Marc Riba y Anna Solanas. Su productora tiene su propia página ver que puedes visitar dándole click aquí. Ganó en la sección competitiva de cortometrajes del Festival de Sitges en el año 2010 y el Premio Kodak de Mejor Fotografía en el 2011. A continuación puedes ver dicho cortometraje.
Pronto, otro tipo de negocio, relacionado a la ramería se presento ante ella; la prostitución de niños. En diferentes zonas, las familias de clase baja comenzaron a perder a sus hijos en mercados y plazas de la noche a la mañana, situación que poco a poco comenzó a ser frecuente en la ciudad.
Enriqueta inició pronto una doble vida: durante el día iba a las casas de caridad y a los conventos a pedir y luego se la pasaba mendigando en algunas calles de las parroquias vecinas vestida con viejos harapos y llevando en la mayoría de las ocasiones a niños tomados de la mano que hacía pasar como suyos. De noche, se vestía con ropa lujosa, collares, sombreros y pelucas y se iba a lugares como El Casino de Arrabassada y El Teatro del Liceo, entre otros lugares, en donde la clase alta de Barcelona frecuentaba para ofrecer sus servicios como proxeneta de niños.
Después que los niños eran prostituidos, muchos de ellos trataban de revelarse contra Enriqueta, por lo que terminaban asesinados o encerrados y atados en una habitación de su casa. Poco después comenzó a ejercer la profesión de curandera, ambos negocios le daban el dinero suficiente para vivir con todas las comodidades que quisiera sin necesidad de mendigar, pero ella debía de mantener las apariencias.
En 1909, Enriqueta fue detenida en su piso de la calle Minerva de Barcelona, siendo acusada de regentar un burdel en donde se ofrecían servicios sexuales de niños de edades comprendidas de entre 3 a 14 años de edad. Junto a ella, un joven de familia bien posicionada socialmente fue detenido también, pero gracias a sus contactos con altas personalidades de Barcelona que contrataban sus servicios como proxeneta infantil, ella no tuvo juicio por el asunto del burdel y el proceso judicial se perdió en el olvido burocrático.
El 10 de febrero de 1912, una niña de nombre Teresita Guitart Congost desapareció. Las siguientes dos semanas la policía y los ciudadanos buscaron cualquier rastro de la chiquilla ya que sus padres eran de clase acomodada y se encargaron de colocar carteles estampados por las calles pero no lograron encontrar nada. La indignación popular se hizo notar ya que el Governador Civil, Portella Valladares trataba de convencer al público que el temor de la población era fundado por los rumores surgidos de la pasada desaparición de niños de las familias de clase baja. Las autoridades habían sido pasivas con el tema y no se involucraban de lleno.
El 17 de febrero del mismo año, una vecina del lindero llamada Claudia Elías, vio a una niña con el cabello rapado mirando desde un ventanal del patio interior de su escalera. La niña jugaba con otra pequeña y Claudia de inmediato le preguntó a Enriqueta si la pequeña era suya, ésta última sólo cerró la ventana sin decir una palabra al respecto. Extrañada de lo acontecido, Claudia le comentó el hecho al colchonero de la misma calle, un hombre humilde y gentil con el que tenía una buena amistad. El colchonero escucho atentamente a Claudia y le hizo suponer que podía tratarse de Teresita, diciéndole además los chismes que se decían sobre Enriqueta y su doble vida de perversión. El colchonero le contó la situación a José Asens, un agente municipal, y éste a su vez se lo comunicó a su jefe, el brigada Ribot, quien contacto a Claudia para escuchar con más detalle su testimonio, siendo ella quien daría la pista a la policía.
El 27 de febrero, con la excusa de una denuncia por tendencia de gallinas en el piso de su vivienda, el brigada Ribot y dos agentes más fueron a buscar a Enriqueta. Su piso estaba en el barrio del Raval, en el número 29, entresuelo primera de la calle Poniente. Ella se mostró sorprendida, más no puso resistencia, para no levantar sospechas. Cuando los agentes policiales entraron y revisaron dentro, encontraron a dos niñas, una de ellas era Teresita y la otra era una niña llamada Angelita, desaparecida, al parecer, unos cuando meses atrás. Después de haber declarado, Teresita Guitart Congost fue devuelta a sus padres.
La pequeña niña explicó como en un momento en que se alejó de su madre, Enriqueta la abordó, tomándola de la mano y prometiéndole caramelos, pero al notar que se la llevaba demasiado lejos de su casa, Teresita quiso regresar pero Enriqueta le cubrió la cara con un trapo negro, la sujetó con fuerza y se la llevó a su casa. Al llegar a su piso de vivienda, Enriqueta le cortó todo el cabello y le cambio el nombre por el de Felicidad, diciéndole que ya no tenía padres y que ella sería su madrastra y que así debía de llamarla a partir de ahora cuando salieran a la calle. No la golpeaba pero si la pellizcaba, la mal alimentaba con pan duro y papas, prohibiéndole entrar a una de las habitaciones y asomarse a los ventanales, ventanas y balcones. Teresita declaró que la solía dejar a solas con Angelita en el piso de vivienda y que un día se aventuraron a mirar en la habitación en la que no podían entrar y encontraron un saco lleno con ropa de niños con sangre, junto con un cuchillo para deshuesar repleto de sangre también. El miedo invadió a la niñas y, durante el tiempo que estuvo secuestrada, nunca intento escapar, limitandose a estar allí.
Angelita por su parte dio una declaración más perturbadora. Antes de la llegada de Teresita a casa, había un niño de nombre Pepe, que tenía cinco años. La pequeña había visto como un día Enriqueta, a quien llamaba mamá, llegó de la calle, sujetó a Pepito por el cuello y lo colocó en la mesa de la cocina, matándolo y cortándolo con un cuchillo de cocina. Enriqueta no se dio cuenta de la presencia de la niña ni de lo que había visto, Angelita se escondió en su cama y se hizo la dormida.
La identidad de Angelita fue muy difícil de concretar ya que las declaraciones de Enriqueta podían no ser verdaderas. La niña no tenía apellidos y se sostenía que era hija de la detenida con el pintor Juan Pujaló. Pujaló se personó ante el juez por propia voluntad para saber lo ocurrido, declarando que llevaban más de cinco años viviendo separados y que no habían tenido hijos. Enriqueta al final declaró que había acogido a Angelita cuando era una recién nacida de su cuñada, Maria Pujaló, a la que le hizo creer que la niña había muerto al nacer. Enriqueta Martí fue procesada a la espera de juicio a la Prisión Reina Amalia, institución que fue demolida en 1936.
Se realizó una segunda inspección del piso de vivienda en donde se encontró el saco con ropa de niños llena de sangre que dijo Teresita en su declaración. También se encontró un saco con ropa sucia que tenía en el fondo huesos de niños humanos, al menos treinta vertebras. Al realizar la respectiva inspección, se demostró que los huesos tenían marcas de haber estado expuestos al fuego y que parte de ellos eran del niño Pepe. Había un salón que contenía un armario con vestidos hermosos de niñas y ropas de niños minuciosamente decorado, pero que contrastaba con el resto del salón, especialmente el piso, que olía verdaderamente mal.
También pudieron entrar a la habitación que Teresita manifestó que tenían prohibido entrar, cuya puerta se encontraba cerrada con llave. Dentro de la habitación se encontraba el horror que escondía Enriqueta.
Cincuenta jarras, veinte envases de gran tamaño y doce palanganas, todas con restos humanos en conservación: grasa hecha manteca, sangre coagulada, cabello de infantes, esqueletos de manos, huesos en polvo, etc. Habían también botes con pociones, pomadas, filtros, cataplasmas, ungüentos ya preparados o en preparación para su venta. Los restos humanos de niños variaban desde ser niños de pecho hasta de nueve años de edad. Todos sus "productos" servían de remedios para la cura de la tuberculosis, enfermedad tan temida en esa época, y otras enfermedades que no tenían cura en l medicina tradicional. Gente de clase alta y bien posicionada de muchas partes pagaba grandes sumas de dinero a Enriqueta, La Curandera por esta mercancía.
También se encontró una serie de libros muy antiguos, que tenían pergamino como cubierta, donde habían pociones y resetas escritas con caligrafía muy elegante. Un paquete de cartas muy exclusivo que al parecer había sido un regalo de algún cliente del Casino de Arrabassada, junto con una lista de nombres de familias importantes y otras personalidades de gran renombre de Barcelona. Esta lista provocó una gran polémica ya que la población creyó que se trataba de los clientes ricos de Enriqueta, clientes que debían de pagar por sus crímenes de pederastia y compra de restos humanos para preservar su salud propia. La policía intentó que la lista no trascendiera pero el rumor afirmaba que en ella se encontraban nombres de médicos, políticos, banqueros y empresarios. Las autoridades, por temor a un motón popular, calmaron los ánimos de la gente haciendo que el ABC, un conservador diario español, publicara un artículo explicando que en la famosa lista se encontraban los nombres de las personas a los que Enriqueta mendigaba y personalidades que habían sido estafadas por esta última.
Al continuar con la inspección, se registraron dos pisos de vivienda más en Barcelona en donde había vivido un poco antes Enriqueta, uno de ellos en la Calle Talleres y otro en la calle Picalqués, además de una pequeña casa en la calle Juegos Florales. Al registrar con sumo cuidado, los agentes encontraron restos humanos en paredes falsas y en sectores de los techos. En el jardín de la pequeña casa se desenterró la calavera de una niño de tres años y una serie de huesos que correspondían a niños de edades de tres, seis y ocho años, algunos de ellos aun con prendas de ropa.
Enriqueta tenía la costumbre de secuestrar niños de familias muy pobres y escasos recursos para buscar a sus hijos desaparecidos. Se encontró que en la propiedad de la familia de Enriqueta, en San Felíu de Llobregat, habían restos de recién nacidos en jarrones y libros de remedios. La casa pertenecía al padre de la detenida pero se encontraba cerrada por la mala administración realizada.
Se supo poco después que, en la prisión, Enriqueta intentó suicidarse cortándose las venas con un cuchillo de madera, hecho que hizo estallar aun más indignación popular que quería que la acusada llegase a juicio y fuera ajusticiada en el garrote vil, una máquina que se usaba para aplicar la pena capital, que ocasionaba la rotura del cuello al ajustarlo en un collar de hierro. Las autoridades de la prisión hicieron saber mediante un comunicado de prensa que se habían tomado las medidas preventivas para que Enriqueta no se quedara sola, haciendo que tres reclusas compartieran celda con ellas. Tenían instrucciones de destaparle las sábanas en caso de que se tapara para evitar que se abriera las venas con los dientes, acción que había pasado en oportunidades pasadas.
Pero Enriqueta nunca llegó a juicio por sus crímenes. Exactamente un año y tres meses después de su detención, y ya calmado el alboroto popular, por otra noticia de interés, el hundimiento del Titanic, la muerte le llegó. El 12 de mayo de 1913, en uno de los patios del penal, sus compañeras de prisión le propinaron una brutal paliza, matándola por linchamiento. Se dice que las compañeras de prisión habían recibido órdenes de eliminarla a cambio de rebajarle sus años de condena ya que el proceso de juicio de Enriqueta se encontraba en fase de instrucción y muchas personalidades no querían que ella dijera toda la verdad ante el juez. Todos los secretos que la siniestra mujer sabía se perdieron, llevándoselos consigo a la tumba, al igual que toda la realidad al respecto del caso. Oficialmente, se manifestó que había fallecido ese día en la madrugada a causa de una larga enfermedad, cáncer de útero. Fue enterrada con mucha discreción en una fosa común del Cementerio del Sudoeste, situado en la montaña de Montjuic de Barcelona.
Las investigaciones aseguran que en realidad era una persona con trastornos mentales, poniendo en duda muchas cosas relacionadas a su vida. No se sabe con exactitud cuantos niños secuestro en total Enriqueta pero si es considerada como una de las asesinas seriales más mortíferas que ha tenido España, siendo la sangre una mercancía preciada, los niños su proveedores y una burguesía enferma sus clientes. Las investigaciones descubrieron que Enriqueta había sido marcada por un hecho que le destrozó la vida, la muerte de un hijo de diez meses a causa de una malnutrición.
Un escritor de Barcelona llamado Jordi Coromitas, en su libro Barcelona 1912 publicado en el año 2014, al repasar unas crónicas periodísticas de esa época, manifiesta que los restos de sangre en la vivienda de Enriqueta se debían a las hemorragias vaginales que sufría a causa del cáncer de útero, los restos óseos encontrados en los pisos de vivienda habían sido exhumados de algún cementerio por ella y utilizados como amuletos mágicos y ungüentos. Por su parte, Elsa Plaza, escritora e historiadora de arte, afirma que Enriqueta secuestro a Teresita, su sobrina que ella cuidaba, por su frustración de no poder haber sido madre y que en aquella época se pensaba que tener huesos en su casa traía suerte y buena fortuna.
El caso de Enriqueta Martí fue la base para crear un perturbador cortometraje en el año 2010, titulado originalmente como Les Bessones del Carrer de Ponent (The Twins Girls of Sunset Street/ Las Gemelas de la Calle Poniente) cuyo argumento transcurre en el año 1912, en la calle Poniente de Barcelona, en donde viven Enriqueta y Ramoneta, dos ancianas gemelas unidas por una perversa y ambigua relación que se dedican a raptar niños, siendo Juanito el más reciente. El corto sin diálogos es de España, con una duración de 13 minutos, con un guión y dirección de Marc Riba y Anna Solanas. Su productora tiene su propia página ver que puedes visitar dándole click aquí. Ganó en la sección competitiva de cortometrajes del Festival de Sitges en el año 2010 y el Premio Kodak de Mejor Fotografía en el 2011. A continuación puedes ver dicho cortometraje.
Si aquí en España hay casos curiosos como el llamado saca mantecas o hombre del saco
ResponderBorrar¡Jorgevazquez Gomez bienvenido y gracias por comentar! Hay muchísimos casos interesantes e igual de curiosos, por cierto, El Hombre del Saco es parte de las publicaciones pasadas, te invito a buscarla en las entradas anteriores y continuar leyendo las más recientes. ¡Saludos!
BorrarIncreíble !!! Y para variar, la alta sociedad por medio
ResponderBorrarBuen artículo