¡Al día de hoy, una efeméride! Un día como hoy, 19 de mayo, pero en el año 1780 ocurrió una situación fuera de lo común donde se observó como el sol "se apagaba" en pleno mediodía y se oscureció el cielo en la región de Nueva Inglaterra, Estados Unidos. Muchos de los habitantes de la zona creyeron que el "Día del Juicio" ya que en los seis estados que conforman el territorio (Maine, Nuevo Hampshire, Vermont, Massachusetts, Rhode Island y Connecticut), se había extendido la gran oscuridad. Se trata de un momento de la historia que en tiempos contemporáneos se habla poco, hasta el punto de estar casi perdido ya que muchos no saben del evento, pero aquí sabrás qué ocurrió ese día tan extraño.
Ese día, alrededor del mediodía, toda la región quedó en oscuridad. El sol desapareció del cielo y el firmamento quedó en penumbra. Todos los presentes quedaron en completo asombro buscando en el cielo algo que habían visto cada día de sus vidas y, que en ese instante había sido despojado de su vista. Los minutos parecían ser eternos ya que la luz parecía haberse ido para no regresar y los nervios comenzaron a surgir. Un observador contemporáneo de Cambridge, en Massachusetts, de nombre Samuel Williams, escribió sobre ese momento: "Hubo oscuridad y continuó hasta la mitad de la noche. En la mayor parte del país era tan grande, que la gente no podía leer la letra escrita, en pleno día, sin velas. Se extendió por todos los estados de Nueva Inglaterra, y en algunas direcciones probablemente mucho más lejos. El panorama llevaba la penumbra de la noche. Las aves, tras haber cantado su canción de la noche, desaparecieron y se quedaron en silencio... Las aves se retiraron a descansar.... Los objetos no se podían distinguir, sino a muy poca distancia, y cada cosa llevaba el aspecto y la oscuridad de la noche."
Quizás había llegado el "Día del Juicio Final" ya que el sol no volvió a aparecer por el resto del día. Muchos se resignaron a que sol había desaparecido y que no regresaría más. El desespero se hizo llegar hasta convertirse en pánico y los habitantes indicaron que por la mañana "todo terminaría para todos". Los niños que habían ido a la escuela regresaron a sus casas y los adultos abandonaron sus trabajos. Varios predicadores, como el reverendo Nahaniel Whitaker de Salem, empezaron a decir que aquello era un castigo de Dios por los pecados de la comunidad. Y, por el miedo, comenzaron a escucharse por todas partes rezos y lloros, sobre todo, cuando empezó a decirse que había llegado el día del Juicio Final.
Algunos fueron a las iglesias. Otros, de distinta mentalidad, prefirieron las tabernas. Algunos ni aun así abandonaron el trabajo, como sucedió con Abraham Davenport, concejal y juez de Connecticut, quien al escuchar en el transcurso de una reunión a sus compañeros afirmar que se debía interrumpir la sesión porque quizá había llegado el fin del mundo, contestó: "Estoy en contra del aplazamiento. Quizá se acerque el día del Juicio o quizá no. Si no es así, no hay motivo para un aplazamiento. Y si es así, elijo que me encuentre cumpliendo mis deberes. Por lo tanto, deseo que se traigan velas."
Al día siguiente, el sol volvió a salir como de costumbre. Las personas se apresuraron a acudir a las iglesias de la región para ofrecer oraciones de agradecimiento. El evento fue descrito como "único en su especie", tocado por una "inexplicable oscuridad" de "extensión notable". Cabe señalar que dicha situación irregular aconteció en plena Guerra Civil estadounidense.
Los periódicos de la fecha no hablan de nieblas ni incendio; los titulares daban cuenta acerca de un día sobrenatural, algo que jamás había ocurrido. A pesar de ello, siglos más tarde, profesores de la Universidad de Misuri y científicos teorizan que que la causa principal fue la combinación del humo de grandes incendios forestales en los bosques de Canadá. Postularon además, que el humo de los incendios era tan grueso y tan profundo en su tono, tan voluminoso, que cuando llegó a Nueva Inglaterra con agonizante lentitud, dio a la vista la ilusión de que el sol había muerto. La postulación concuerda con las crónicas que refieren que dos días antes del Día Oscuro, 17 y 18 de mayo, el cielo tenía un aspecto de humo y un tono rojo en el sol durante varias horas después del amanecer y antes de la puesta del sol.
A pesar de ello, las nieblas no podían seguir estando a las diez de la mañana, aunque fuera otoño; conste que era primavera. De manera que eso también está descartado. Los libros hablan de animales que se dirigían a sus cuadras de manera tranquila, cosa que no hubiese sido posible con la presencia de mucho humo. Algunos piensan que dicho evento extraordinario se debió a algo más allá de nuestra comprensión. Puede que algunos puedan burlarse de lo que puede parecer ingenuidad, pero hay que tener en cuenta para aquel entonces, algo tan normal como que el sol salía por la mañana y se ocultaba por la noche para salir la luna, era lo que la gente conocía.
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