La vida es una caja de sorpresas y no se sabe que le puede tocar a uno. Para muchos la vida es fácil, para otros más complicada, dependiendo de las circunstancias. La mayoría sale adelante con la vida que le tocó, adaptándose y manteniéndose constante para lograr los objetivos. Muchas han sido también las personas que han tenido una vida extraordinaria y sorprendente pero el paso del tiempo las ha ido olvidando o el silencio evitó que su vida fuera conocida, perdiéndose en los confines del paso inevitable del tiempo. El presente caso es el de Mihailo Tolotos, un monje que nunca llego a conocer a una mujer y esta es su historia.
Mihailo Tolotos nació en el año 1856 en una comunidad pobre cercana a Atenas, Grecia. Minutos después de su nacimiento, su madre falleció. El bebé no tenía a nadie más en el mundo así que fue recogido por la gente del pueblo y entregado al Monasterio del imponente Monte Athos, ya que estaban seguros que allí tendría un buen hogar y los monjes del lugar le daría una buena crianza.
Así pues, y sin tener que cargar la responsabilidad de ser señalados por los monjes por considerar dicho acto como una vergüenza y cobardía ya que se podrían haber quedado con la criatura, las personas encargadas dejaron al bebé en las escaleras del monasterio para que los monjes lo encontraran por sí solos.
El bebé fue adoptado por los monjes y criado dentro de las paredes del monasterio, donde se le dio el nombre que llevó. Mihailo creció bajo el cuidado de los monjes ortodoxos griegos, quienes lo instruyeron en diversos conocimientos, artes y oficios con una educación estricta y llevando una vida espiritual. A cambio solo le pidieron apegarse a las normas que les permitían mantener una vida simple, por ello, debían de seguir todos, sin excepción, pero debido a una ley que se remonta al siglo X que prohibía la entrada de mujeres al Monte Athos. Es decir que Tolotos pasó toda su vida sin tener contacto con el sexo femenino. Dicha ley se estableció para garantizar que los monjes pudieran cumplir con su requisito de celibato durante toda su vida. No solo mujeres sino también se prohibió el ingreso de animales hembra, sin embargo, esto no se aplica a las gatas, ya que ayudan manteniendo a las ratas alejadas. Pero eso no era todo ya que tenían otras costumbres rigurosas, como el hecho de negarse a bañar, cortarse el cabello o afeitarse con regularidad, pues veían al culto a la apariencia como una distracción innecesaria.
A pesar de las limitaciones a las que se enfrentaba, el monje nunca tuvo curiosidad por conocer todo aquello que habitaba detrás de las paredes del lugar donde vivía. Se mantuvo durante toda su vida en el Monte Athos y pasó los años de formación y residencia dentro de la comunidad monástica. Nunca vio una película ni tampoco llegó a conocer los aviones o automóviles. De acuerdo con personas del pueblo cercano, a Tolotos le gustaba estar solo y leer mucho, actividad a la que dedicó el último de sus días. Durante las ocho décadas por las que se extendió su vida, Tolotos se dedicó al estudio convirtiéndose en una persona altamente sabia. Gracias a ello pudo descubrir en libros a las mujeres, esos seres cuya existencia desconoció por mucho tiempo. La religión también le dio la oportunidad de encontrarse de frente con una imagen femenina: la de la Virgen María, considerada la dueña de los terrenos donde se había establecido el monasterio.
Mihailo Tolotos falleció el 25 de octubre de 1938, a la edad de 82 años. Las autoridades del monasterio decidieron ofrecerle una ceremonia de entierro especial, pues creían que su pureza se había extendido hasta su muerte. Lo consideraban el único hombre en el mundo que nunca vio a una mujer y debían rendirle homenaje, donde una gran multitud de personas se reunieron para despedirlo.
Su historia se supo gracias a un reporte en el diario británico Edinburgh Daily Courier, y de no haber sido de ese modo, la historia de Mihailo Tolotos habría desaparecido en silencio, manteniéndose solamente entre las paredes del monasterio. Muchos no creen cierta la historia de Mihailo Tolotos, y aunque la historia fue difundida, la consideran como una obra de ficción o un mito creado para enfatizar en las virtudes del celibato y el monacato, o la adopción de un estilo de vida, en la tradición cristiana ortodoxa.
El Monte Athos, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, alberga veinte monasterios y sus asentamientos correspondientes. Estos monasterios albergan a aproximadamente dos mil monjes ortodoxos orientales de diferentes nacionalidades, que llevan una vida aislada del resto del mundo. Poseen una rica colección de artefactos, libros raros, documentos antiguos y obras de arte de gran valor histórico. Aunque forma parte de la Unión Europea, la comunidad monástica tiene una jurisdicción especial que le permite restringir la libre circulación de personas y bienes en su territorio. Su comunidad continúa siendo un importante centro de espiritualidad y cultura cristiana ortodoxa, atrayendo a miles de visitantes cada año.
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