Y seguimos con la temática de leyendas, siendo ésta la continuación directa de la publicación pasada, estando estrechamente relacionada. Se trata de una de las leyendas sobre una de las bestias mitológicas de los Andes más importantes y conocidas, que pertenecen al bestiario de leyendas peruanas. Para algunos es un demonio que genera terror pero para otros, es un castigo como recordatorio de uno de los pecados íntimos más pecaminosos para el Cristianismo: el incesto. La Qarqacha, o también llamada La Jarjacha, es una criatura que ha sido condenada por pecar con el incesto por el dios serpiente Amaru Wiraqucha, una enorme serpiente bicéfala subterránea asociada con el agua y el cambio súbito y violento del orden establecido.
Antes de iniciar con el mito de la Qarqacha, debemos iniciar con la historia del dios serpiente que cuenta que, largo tiempo atrás, el pueblo "Wanca" había olvidado el respeto a sus huacas (objetos o lugares sagrados), por lo que fueron castigados, las nubes que daban lluvia se alejaron y la fecundidad se tornó en desierto. La tierra seca y partida era azotada por un sol abrasador, mientras que los gigantescos monstruos que habitaban el lago de los Wanca, impedían que hombres y mujeres llegasen a él. Para proteger a los Wankas, Tulunmaya, el arco iris, engendró al primer Amaru. Esta fiera fabulosa con cabeza de llama, un par de alas membranosas, cuerpo de anfibio, fuertes garras, invulnerable coraza y cola de pez, eliminó a los monstruos, pero pronto se convirtió en una nueva carga para los pobladores, pues debían proporcionarle grandes cantidades de alimento para saciar su ímpetu.
Es bien sabido que cuando están enfadados, los Amarus tendrán los ojos de un característico color morado y resoplan un viento helado, escupiendo granizo sobre las chacras, dañándolas irreparablemente. Un día, el padre Wiracocha se compadeció de su pueblo y creó a Illapa (el rayo) y Wayra (el viento), quienes desde entonces dominan a las fieras bestias y les obligan a replegarse en el fondo del lago. Cuando ve acercarse una nube cargada de tormenta, el Amaru intenta llegar a ella para así esparcir su granizo sobre los sembradíos. Solamente en esos momentos es vulnerable; es cuando se le puede ver, bajo la forma de una inmensa serpiente sinuosa que busca alcanzar lo alto del cielo. Apenas logra distinguirlo, el campesino agitará su sombrero para dar aviso a sus héroes salvadores.
Entonces, llegan presurosos el rayo y el viento serranos y, tras descomunal batalla, logran vencerlo y partirlo en dos, para confinarlo otra vez a las profundidades del lago. Una forma que tienen los naturales de leer el destino es fijarse en el color del Amaru: Amaru Negro; si trata de alzarse a los cielos, sera un año pernicioso y dificultoso para las personas. Amaru Blanco, será un año hermoso y bueno. Cuando llegaron los españoles, comenzaron a decir que no era el rayo, sino el Apóstol Santiago, quien doblegaba al Amaru con ayuda de su carabina que disparaba balas de oro, y que los truenos eran el ruido del galope de su brioso caballo blanco.
Con el tiempo, los Amarus se fueron transformando y reduciendo de tamaño. En algunas lagunas toman la forma de un toro, conocido como puka amaru o amaru rojo. Por las noches, este bravo animal sale del centro de la laguna y se acerca a las piedras a su alrededor, convirtiéndolas momentáneamente en pequeños animales. Estas piedras tocadas por el Amaru tienen gran valor para los campesinos y ganaderos por su capacidad para propiciar el crecimiento de las cosechas y el ganado.
Ahora bien, se dice que toda persona que se exponga a una relación sexual entre padres e hijos o familiares cercanos, corre el riesgo de ser transformado en una Qarqacha, quedando con la forma de una bestia mitad hombre y mitad llama o una combinación extraña de ambos con varias cabezas. Se dice que la criatura es nocturna y que deambula por lugares sombríos en forma de animal, escondiéndose detrás de las rocas y los arbustos, para luego tomar su forma verdadera, atacar a sus víctimas con su fuerza sobrehumana, luego de hipnotizarlas con su mirada horrible, para luego descuartizarlas con sus filudas garras y devorarlas finalmente. Cuando Qarqacha ataca, este emite un grito aterrador que asemeja una risa infernal.
La leyenda indica que existen formas de defenderse contra una Qarqacha y para ello, es necesario contar con un grupo de personas para realizar un conjuro y que tendrán que poseer cuerdas hechas de lana de llama u objetos que estén fabricados de metal, como un pico o un hacha, para que puedan hacerle frente. Sin embargo, no todas las personas que creen en la existencia de esta criatura quieren deshacerse de ella. Esto se debe a que la Qarqacha, al igual que los hombres lobo, se transforma en la criatura solamente durante la noche. Lo que hace que muchas personas desean recibir el beneficio de capturar al humano que se transforma en esta bestia para poder reconocerlo entre la población y así, pedir dinero a cambio del silencio para mantener el secreto guardado de quién es culpable de incesto con un hijo o familiar.
También se cuenta que una manera de espantar a la Qarqacha es tener a la mano un espejo y un puño de sal. Dicho objeto debe usarse cuando la criatura se acerce, ya que se debe de poner la herramienta justo en frente de la cara, así evitando el efecto hipnótico del ente. Cuando la Qarqacha observe su reflejo en el espejo, sentirá vergüenza al verse a sí misma y recordará los pecados íntimos cometidos que la llevaron a convertirse en esta criatura castigada por Dios. Será el momento adecuado para arrojarle justo la cara la sal para que el ente pueda convertirse en humano nuevamente.
En el año 2002, se estrenó una película peruana llamada Qarqacha: El Demonio de Incesto, dirigida por Melinton Eusebio, cuya sinopsis dice: Tres estudiantes de antropología, Ivon, Sebastián y Nilo, visitan un pequeño pueblo peruano. Al llegar en plena noche, cuando todos están en sus hogares, salvo un poblador que vaga por el pueblo sacudiendo un pequeño espejo. Los jóvenes son atraídos por un llanto que suena en la oscuridad, el cual proviene de la casa de una mujer que está velando a su hermano, encontrándose cara a cara con una Qarqacha, producto de una relación incestuosa.
La cinta representa una de las pocas incursiones peruanas en la producción de largometrajes de horror.
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