La isla de San Borondón es una isla de 480 kilómetros de largo de norte a sur y 155 kilómetros de ancho de este a oeste que, según la leyenda popular de Islas Canarias, en España, aparece y desaparece desde hace varios siglos.
Su supuesto origen data de Grecia en su época clásica, pero el mito en relación a su nombre es del legendario San Brandán de Clonfert o también conocido como Borondón, el cual fue un monje navegante protagonista de uno de los viajes medievales más famosos que duró siete años en compañía de otros catorce monjes que fundaron el convento Clonfert, aunque mucho se ha discutido sobre la historicidad de este religioso.
Los testigos que indican haber visto la isla, la sitúan en el extremo occidental del archipiélago, a 550 kilómetros entre las islas La Palma, El Hierro y La Gomera. Los relatos narran que desde hace siglos la isla aparece y luego desaparece, pero hay personas que aseguran que es se debe a la acumulación de nubes en el horizonte o a algún fenómeno de espejismo.
La leyenda de la isla adquirió fuerza a través de los años, y durante los siglos XVI, XVII y XVIII, se organizaron múltiples expediciones de exploración para su conquista. Desde finales del siglo XV, Fernando de Viseo, pasando por Hernando de Troya y Francisco Álvarez en 1526 quienes vieron la isla a la distancia, Hernán Pérez de Grado proveniente de Canarias, Pedro Vello de Portugal, Fernando Villalobos de la Isla La Palma y Alonso de Espinosa, gobernando de la Isla El Hierro durante 1570.
Cabe mencionar que Pedro Vello logró divisar la isla a lo lejos y llegar a abordarla junto a otros marineros de Setúbal que iban hacia la ruta de Brasil, en la isla descubrió enormes huellas de ser humano. Al comenzar a recorrerla, vientos huracanados iniciaron por lo que tuvieron que regresar al barco para refugiarse, solos dos marineros no regresaron al estar envueltos entre los vientos de gran magnitud.
Hasta en 1604, Gaspar Pérez de Acosta y Fray Lorenzo de Pinedo, un franciscano y marinero que solo hallaron acumulación de nubes en el horizonte, y en 1721, Gaspar Domínguez, capitán de mar y vecino de Santa Cruz de Tenerife, la vieron entre la niebla, siendo ésta la última expedición.
Los avistamientos recientes fueron en 1953 y 1958, en donde fueron registrados y publicados en el diario ABC. Los avistamientos anteriores fueron en 1570, vista por la Real Audiencia de Canarias, donde su regente desembarco en la isla pero rápidamente tuvo que abandonarla por los intensos vientos que se desataban.
No se sabe con exactitud si se trata sobre una isla volcánica que asciende y desciende cada cierto tiempo o es una isla viviente, como muchos comentan, que emerge a su antojo a la superficie.
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